Entre los votantes registrados en Estados Unidos, la más reciente encuesta de Politico/Morning Consult de finales de mayo, indica que un 43% quiere que el Congreso inicie un proceso de destitución contra el presidente Trump, frente al 38% que presentó la edición previa.

 

Pero los expertos dicen que las encuestas pueden significar menos de lo que parecen mostrar.

 

Tres encuestas realizadas por CNN/ORC mostraron un número similar en el pasado, alrededor del 30% querían acusar al presidente Clinton en 1998, al presidente Bush en 2006 y al presidente Obama en 2014, a pesar de que los presidentes se encontraban en circunstancias muy diferentes. Las encuestas de Gallup de la era Watergate mostraban que la mayoría de americanos no apoyaron el impeachment a Nixon y del retiro de su cargo hasta agosto de 1974, el mismo mes que él dimitió.

 

Un problema es que los encuestadores no preguntan sobre la acusación, por lo que es difícil medir cuántos encuestados pueden usar el apoyo a una eventual destitución simplemente como una forma de mostrar la desaprobación que sienten; así lo afirmó Peter Hart, encuestador de NBC/Wall Street Journal.

 

“Lo que se dice es básicamente que el electorado no entiende completamente la acusación”, dijo a TIME. “Su comprensión de la acusación es que estoy enviando un mensaje de desaprobación.”

 

Barbara Perry, directora de estudios presidenciales en el Miller Center de la Universidad de Virginia, señala otro gran problema: la Cámara de Representantes es quien se encarga de decidir si se inicia un proceso de destitución.

 

“Esta es una encuesta nacional”, dijo. “Bueno, parece que (el apoyo para el inicio de los procesos de impeachment) está avanzando, el 43% de la gente quiere seguir con los procesos de impeachment. Bueno, los distritos que son de un arraigo republicano y probablemente muy pro Trump, ¿No son esos congresistas que van a decir: bueno, ¿eso es una encuesta nacional?”.

 

Perry sostiene que las encuestas de distritos congresionales individuales (que no existen) serían un mejor indicador de la probabilidad de que la Cámara avance con un voto de destitución. Aseguró que podría ser más útil mirar el desglose partidario de las encuestas de acusación realizadas hasta ahora. Los números allí no indican que la mayoría republicana en la Cámara esté interesada.

 

En la encuesta más reciente de Politico/Morning Consult, realizada entre el 25 de mayo y el 30 de mayo, sólo el 15% de los republicanos apoyan a la Cámara en el proceso de destitución (comparado con el 38% de independientes y el 71% de demócratas que respaldan una votación de destitución).

 

“La encuesta partidista es más matizada que una encuesta nacional”, argumenta Perry. “Pero ciertamente una encuesta por partido te da una idea de cuán pocos republicanos están a favor de avanzar hacia la destitución. Los republicanos se preguntan: si la gente de mi partido no quiere esto, ¿por qué haría esto?”

 

Sin embargo, Allan Lichtman, profesor de historia en la Universidad Americana y autor de “The Case for Impeachment”,  sostiene que las encuestas son dignas de mención debido a su sincronización.

 

“Creo que las encuestas importan mucho”, argumenta Lichtman, “usted está hablando de una encuesta que se está tomando en cuenta sólo unos meses en la presidencia de Trump. Si los representantes quieren sobrevivir necesitan responder a las necesidades del pueblo estadounidense”.

 

Pero Perry cree que, a pesar de su calendario, las encuestas nacionales no indican que la Cámara esté cerca de acusar a Trump. “Todos los sondeos hasta el momento no indican un movimiento en dirección del inicio de la acusación”, agregó Perry. “A menos que Trump haga algo tan atroz como para poner en peligro la reelección de un miembro de la Cámara o de un miembro del Senado, una Cámara Republicana y un Senado Republicano, hasta este momento sería poco probable que lleven a juicio a Trump”.

 

Texto publicado en TIME por Jack Brewster

Foto: Archivo APO

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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