Fue un día de fiesta en Palacio Nacional. Para firmar el adendum de la ratificación del TMEC se reunieron las delegaciones de México, Estados Unidos y Canadá, encabezadas por el presidente López Obrador, el canciller Marcelo Ebrard y el Subsecretario para América del Norte, Jesús Seade, por la parte mexicana; Robert Lighthizer y Jareed Kushner, por parte de EUA; y Chrystia Freeland del lado canadiense.

Sabemos que en la recta final de la negociación sobre la ratificación hubo cuatro temas espinosos. El laboral; el ambiental; el de medicamentos y los aranceles al acero y al aluminio. Sobre estos temas se logró un adendum en donde los canadienses se sentaron a esperar qué lograban acordar primero los demócratas con los sindicatos de Estados Unidos; luego los demócratas con La Casa Blanca y por último voltearon a ver qué es lo que diría México sobre las nuevas exigencias que se le harían al país.

Todo indica que van a ser fuertes las exigencias para México. Que si bien no entraran inspectores estadounidenses al país para revisar que se cumplan las leyes laborales, sí habrá un mayor escrutinio en este sentido lo que será probablemente un golpe a algo que nunca he entendido como orgullo nacional: “la mano de obra barata mexicana”.

La verdad es que el mundo ha cambiado. Las ganancias del libre comercio que han dejado atrás a los trabajadores que simplemente ven como se enriquecen los dueños de las grandes multinacionales ya no es un escenario sostenible.

Quien crea que sí, puede voltear a ver a las dos grandes democracias: Estados Unidos y Gran Bretaña. En ambos países han ganado liderazgos llevados hasta el poder por el hartazgo de las clases medias trabajadoras. En EUA los trabajadores de cuello azul de estados como Ohio, Wisconsin y Pennsylvania que eran leales a los demócratas pero que se cansaron de condiciones lamentables de trabajo y prefirieron votar por Trump. En Gran Bretaña, los cansados con una situación económica precaria de cuyas causas culpaban a los migrantes, votaron por el Brexit y mañana muy probablemente lo ratifiquen en las elecciones convocadas por Boris Johnson.

En México urgen mejoras laborales desde hace décadas. Entiendo que parte del descontento con lo acordado ahora tiene que ver con la preocupación de que Estados Unidos utilice argumentos de incumplimientos laborales para justificar un proteccionismo comercial, pero si no queremos que estos argumentos sean utilizados, lo mejor que podemos hacer es que se mejoren las condiciones laborales y que los sindicatos sirvan para representar a los trabajadores. ¡Adiós a los millonarios liderazgos sindicales (Romero Deschamps; Napoleón Gómez Urrutia) con trabajadores en situaciones precarias!

Columna completa en El Universal

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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