Jorge Suárez-Vélez

Reforma

Al exponer frente a la conferencia del Council of the Americas la semana pasada, el canciller Marcelo Ebrard articuló convincentes argumentos sobre por qué es vital que México tenga un mayor “despliegue internacional” para acelerar su crecimiento. Desafortunadamente, su jefe, el presidente López Obrador, parece convencido de un repliegue.

AMLO canceló el NAIM, la obra pública más importante en construcción en América Latina, y cuyo próposito esencial es conectarnos con el mundo. A pesar de la urgente necesidad de detener la vertiginosa caída en la producción de Pemex, suspendió las rondas donde participan empresas internacionales dispuestas a invertir cantidades multimillonarias en nuestro país. Especificó que el “Corredor Interoceánico” lo construirán sólo empresas mexicanas, aunque eso viola los acuerdos comerciales que hemos firmado y que específicamente prohíben dejar fuera a empresas de nuestros socios comerciales para licitaciones públicas. Y parece cada vez más claro que no piensa ir a la reunión del G-20 por celebrarse en Osaka, Japón. Ojalá recapacite.

México necesita que su Presidente esté presente cuando los líderes del mundo se reúnan. Si es Ebrard quien nos representa, él no podrá asisitir a las reuniones más importantes reservadas para Jefes de Estado, ni tendrá encuentros uno a uno con mandatarios cruciales, como Donald Trump.

La relación con Estados Unidos presenta temas coyunturales de suma importancia. Pero es aún más importante estar presente porque México enfrenta una oportunidad histórica.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China es mucho más que una pataleta del presidente Trump, o una estrategia electoral. Este conflicto marca el inicio de una especie de Guerra Fría tecnológica que probablemente evolucionará hacia un mundo bipolar en el que empresas chinas y estadounidenses dejarán de participar en sus respectivas cadenas de valor, para buscar integrarlas sin contenido que provenga de su nuevo rival.

No es casual que el tono de Trump hacia México diera un giro de 180 grados en cuestión de semanas y que, de reprente, tenga prisa de que el T-MEC sea aprobado en el Legislativo estadounidense. Sabe que el rol de nuestro país será fundamental en la guerra que comienza.

AMLO necesita ir a Osaka. Debe tratar de reunirse con Trump y con Xi también. Debe dejarles claro a nuestros vecinos que sabemos que nuestra importancia logística creció.

Pero además, al Presidente le urge ir a Japón para ver de primera mano un aeropuerto asiático, la infraestructura de un país desarrollado, y para oír los temas que hoy están en la mesa entre los grandes líderes del mundo en plena revolución tecnológica, cuando la economía del conocimiento despega. Los viajes ilustran, y nos urge que AMLO vea más allá de su ombligo.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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