Thomas Walkom

THE STAR

 

Los mexicanos y los estadounidenses acordaron a espaldas de Canadá recortar un acuerdo bilateral que reemplazaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Al gobierno liberal de Justin Trudeau se le ha dicho que puede participar, pero solo si capitula a todas las demandas de Donald Trump.

Por su parte, el presidente estadounidense ha amenazado con imponer aranceles del 25% a las exportaciones de automóviles canadienses que llegan a los Estados Unidos a menos que Ottawa abandone su apoyo a los productores lácteos locales y firme de inmediato el acuerdo con México.

Ahora veremos si el primer ministro tiene el valor de alejarse de un pacto que, en su forma actual, no cumple con lo que ha llamado “las necesidades mínimas de Canadá”.

En particular, el acuerdo alcanzado por los mexicanos y los estadounidenses parece no incluir un sistema de resolución de disputas independiente para resolver los conflictos comerciales entre los signatarios.

Canadá siempre ha insistido en que esto es obligatorio. El precursor del TLCAN, el original Tratado de Libre Comercio entre Canadá y los Estados Unidos de 1989, casi fue anulado por Ottawa debido a la resistencia de Estados Unidos a esta demanda.

La exigencia de Trump de que Ottawa abandone por completo la administración de suministros, un programa destinado a proteger a los granjeros avícolas y lecheros, diezmará a los operadores canadienses y brindará pocas ventajas a los consumidores.

“Siempre defenderemos nuestro sistema de administración de suministros porque funciona”, dijo Trudeau en junio, un sentimiento que repitió el martes. Y aunque su gobierno ya acordó reducir el programa para satisfacer las demandas de los socios comerciales en Europa y el Pacífico, esa afirmación sigue siendo cierta: la administración de suministros funciona.

Pero la razón principal para resistirse a firmar este nuevo acuerdo es que Estados Unidos ha demostrado que no se puede confiar en ellos.

Trump ya usó preocupaciones falsas en temas de seguridad nacional como una razón para eludir el TLCAN y aplicar aranceles al acero y aluminio canadiense. Ha amenazado con hacer lo mismo con los autos canadienses si no se sale con la suya.

¿Por qué firmar otro acuerdo que los estadounidenses sienten que pueden romper con impunidad? Ya hemos tenido eso una vez. No hay necesidad de repetirlo.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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