Que en un país que batalla para crecer al 2 por ciento y con más del 50 por ciento de la población viviendo en niveles de pobreza el principal problema que preocupe a la ciudadanía sea la corrupción, dice mucho sobre la economía, pero más sobre la enorme corrupción que nos corroe.

 

El presidente Enrique Peña Nieto llegó al poder con la consigna de batallar contra la corrupción. Aun así, a un año de concluir su sexenio sigue acéfalo el Sistema Nacional Anticorrupción y pendiente de ser nombrado el Fiscal General de la Nación. Si pretendían que este papel lo llenara Raúl Cervantes, la cercanía con el presidente primero, y el escándalo de su Ferrari con placas de Morelos para evitar pagar la tenencia de la CDMX después, fueron suficientes para enterrar las aspiraciones de Cervantes a la Fiscalía. Su renuncia a la PGR fue sorpresiva porque vivimos en un país en donde hacer trampas y romper la ley no conlleva castigo alguno.

 

 

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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