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DÍA DE LA MUJER

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El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) encabezó este viernes 8 de marzo el evento ‘Mujeres transformando México’ desde Palacio Nacional, para celebrar el día Internacional de la Mujer.

Nadine Gasman, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), dijo que el 8 de marzo fue instituido en 1975 por la Organización de las Naciones Unidas para recordar la deuda de los Estados civilizados con la igualdad de derechos y la paridad en las decisiones políticas. Dijo que se conmemora este día y se aprovecha para hacer un balance de los logros y los desafíos.

Gasman señaló que las niñas tienen derecho a la misma educación que los niños, que las mujeres tienen derecho a decidir cómo usar sus ingresos y a transitar de manera segura en el espacio público, entre otras cosas. En el balance, dijo que solo 3 de cada 10 mujeres del campo tienen un trabajo remunerado pero producen gran porcentaje de los alimentos, las mujeres aún enfrentan discriminación por embarazo en el ámbito laboral y se encargan de gran porcentaje del trabajo doméstico sin remuneración, trabajo que fue equivalente al 23% del PIB en 2017.

Asimismo, dijo que 25 de cada 100 mexicanas tienen las mejores credenciales educativas, pero no llegan a los puestos más altos de la jerarquía. Además, tanto las mujeres que tienen estudios avanzados como básicos comparten la misma brecha salarial.

La funcionaria declaró que al evento de Palacio Nacional fueron invitadas mujeres de todos los ámbitos y destacó la presencia de las legisladoras que integran la primera Legislatura con total paridad de género.

En la ceremonia, la senadora Martha Lucía Micher comprometió el apoyo de las legisladoras al proyecto de López Obrador en contra de la corrupción y el apoyo de las mujeres a la transformación del país. Destacó la calidad paritaria del Gabinete y la oportunidad que ahora tendrán mujeres y niñas para mejorar sus vidas.

Génesis Luigi

En América Latina y el Caribe, más personas que nunca están defendiendo los derechos de las mujeres y las niñas al organizar, marchar y lanzar campañas públicas como #NiUnaMenos y #LévéDomnik. Sin embargo, los índices de violencia de género en nuestra región son los más altos del mundo. Urge un cambio.

Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer, un día para recordar la lucha que las mujeres han estado liderando por nuestros derechos, no solo el derecho a una vida libre de violencia, sino también a prosperar y alcanzar nuestros sueños. Hoy también celebramos los logros sociales, económicos y políticos de las mujeres a nivel mundial. Nuestras abuelas, madres y aliadas han llevado adelante nuestro movimiento y ahora depende de todos y todas nosotras acelerar el progreso en la igualdad de género.

No será fácil. La violencia de género se extiende y es ampliamente aceptada en toda América Latina.. Un promedio de 12 mujeres son asesinadas cada día en toda la región.. En América Central, dos de cada tres mujeres víctimas de asesinato son asesinadas por su género. Cerca de la mitad de las mujeres mexicanas han sufrido acoso sexual. La violencia de género va más allá de la raza, la clase y la ubicación geográfica. Es un problema que nos afecta a nuestras comunidades y a la sociedad en general.

La violencia de género afecta de manera desproporcionada a las mujeres históricamente marginadas: mujeres de color, mujeres queer, mujeres indígenas y mujeres con discapacidades. El año pasado, el movimiento #MeToo se extendió por el mundo y escuchamos de actrices, comediantes y atletas mexicanas de alto perfil que ni siquiera las celebridades son inmunes al abuso y acoso sexual.

La violencia doméstica y de pareja no son las únicas formas de violencia de género. La violencia estructural en nuestra región está obligando a las mujeres a salir de sus comunidades para buscar nuevas oportunidades y seguridad en las ciudades o incluso en el extranjero. Unas tres millones de personas han abandonado mi país de origen, Venezuela, huyendo de la violencia y del hambre que ahí reina, para enfrentar los peligros de un largo viaje que muchas mujeres emprenden a pie. Muchas mujeres venezolanas que viajaron a Colombia en busca de asilo han sido víctimas de trata y abuso sexual.

De manera similar, las personas que conforman las caravanas de migrantes en América Central han tenido que tomar decisiones desgarradoras para ellas y sus familias: intentan evitar la violencia en el hogar o se arriesgan a sufrir violencia en la carretera y esperan encontrar un lugar seguro para construir una nueva vida. Y con demasiada frecuencia, su destino final no es mucho más seguro. Las mujeres inmigrantes enfrentan un mayor riesgo de violencia cuando se establecen en un nuevo país si no cuentan con una red de apoyo disponible. Si ingresan a los Estados Unidos, los inmigrantes pueden ser detenidos en campos peligrosos donde los niños han sido alejados de sus padres y están en mayor riesgo de agresión sexual.

Para acabar con la violencia de género, debemos abordar su causa raíz: la desigualdad de género. Necesitamos adoptar un enfoque transformador de género, lo que significa impulsar las oportunidades para niñas y mujeres y desafiar las estructuras de poder en todos los niveles.

Esto también significa desafiar las normas de género dañinas y educar a jóvenes, mujeres y hombres a través de una educación integral sobre la sexualidad, iniciativas de cambio de comportamiento y programación basada en la comunidad. Como parte de mi trabajo dirigiendo actividades en educación integral en sexualidad, me aseguro de incluir discusiones en donde se cuestionen los estereotipos de género, cómo prevenir la violencia y lidiar con sus consecuencias. Esto incluye crear conciencia acerca de la anticoncepción de emergencia para que las víctimas de agresión sexual conozcan sus opciones.

A nivel de atención individual, necesitamos ser mejores en el proceso de apoyar a sobrevivientes de violencia de género, asegurar y hacer cumplir las protecciones legales y mejorar los servicios en diferentes sectores, especialmente en entornos humanitarios y frágiles.

Las mujeres merecen la reivindicación de sus derechos económicos. A nivel mundial solo el 65% de las mujeres tienen una cuenta bancaria, en comparación con el 72% de los hombres. Las mujeres necesitan poder asegurar los derechos de tierras y de herencias, tener acceso a educación financiera y habilidades de gestión, y ejercer su autonomía económica.

También necesitamos facultar a las comunidades y activistas en incidencia para que los estados se responsabilicen de sus compromisos de igualdad de género, de modo que no solo queden documentos de buenas intenciones, sino también planes de trabajo para acelerar la igualdad de género.

Invertir en los movimientos locales de mujeres y en la sociedad civil de todos los géneros es clave para la igualdad de género. Un ejemplo de esto es la Iniciativa de los Derechos de la Mujer en Guatemala, que adopta un enfoque basado en la comunidad para mejorar las vidas de las mujeres indígenas a través de programas educativos y de prevención de la violencia de género. Como parte de este trabajo, ofrecen servicios legales gratuitos y traducción en español y maya para cualquier mujer que lo necesite.

Las inversiones como estas benefician a todos, no solo a las mujeres. Economistas estiman que la violencia de género les cuesta a los países entre 1.2% y 3.7% de su PIB, lo que significa que invertir en la prevención de la violencia ahorra dinero y salva vidas. Apoyar a las mujeres, niñas y personas de todos los géneros para vivir vidas pacíficas y productivas también significa economías más fuertes y sociedades más ricas para todos nosotros.

No podemos permitirnos seguir esperando. Debemos acelerar nuestras acciones hacia la erradicación de la violencia de género.