Tag

héctor de mauleón

Browsing

Luego de rendir su declaración por los hechos ocurridos esta tarde en la colonia Condesa de la Ciudad de México, en el que murió una persona, el periodista Héctor de Mauleón confirmó que se trató de un intento de robo.

A las afueras de la Fiscalia Desconcentrada de Investigación Cuauhtémoc Coordinación Territorial CUH-2, en las inmediaciones de Buenavista, De Mauleón platicó con los representantes de los medios de comunicación que se encontraban ahí.

Indicó que se trató de un caso de intento de asalto, específicamente de robo de auto. Relató que él se encontraba en un restaurante comiendo con el también periodista Ricardo Raphael, en donde fue alertado sobre los hechos.

Explico que su chófer, un Mayor retirado del Ejército, se encontraba al interior del vehículo en la plaza del copiloto, momento en que se le acercaron los tres sujetos. Uno de ellos, quien portaba un arma, se la puso en la cabeza y le indicó que se bajara y que entregara la unidad.

Un segundo asaltante intentó abrir la puerta trasera, sin tener éxito.

“El Mayor pensó, el tiene su arma abajo de la pierna, y pensó: si ve el arma me va a disparar. Entonces reaccionó, le dio un tiro o dos al de la pistola, giró y disparó otra vez, y un tercer asaltante corrió”. Explicó que tras los hechos, su chófer le habló por teléfono, por lo que salió a ver qué había sucedido.

Lamentó que todo sucediera en una zona en donde no hay cámaras de seguridad, y en donde, de acuerdo a diversos vecinos, son muy comunes los asaltos. Señaló que al ser un una colonia exclusiva de la Ciudad de México, habla del nivel en que se encuentran las cosas en la capital del país.

“Es un asunto de delincuencia común (…) vieron una persona en un auto, y pensaron en robárselo (…) no tiene que ver absolutamente nada… vi que por ahí creció la versión de que había pasado o que estaba relacionado con esas amenazas del pasado pero no tiene absolutamente nada que ver”, expuso Héctor de Mauleón al ser cuestionado sobre si tenía relación con las amenazas que ha recibido.

Conforme avanzan las labores periciales, además de las versiones que han sido recabadas por los medios de comunicación y autoridades, todo apunta a que se trató de un intento de asalto el ataque contra el periodista Héctor de Mauleón.

Según algunas versiones, el periodista se encontraba comiendo en un restaurante de la colonia Condesa, y cuando se dirigía a su vehículo, su escolta, que se encontraba a bordo del mismo, detectó cómo se le aproximaban tres sujetos.

Los sujetos habrían sacado sus armas de fuego y habrían pedido al periodista las llaves del automóvil, por lo que su escolta procedió a repeler el ataque. Tras el cruce de disparos, uno de los presuntos asaltantes fue abatido, mientras que otro fue herido. Uno más se dio a la fuga.

Elementos policiales reportan que se han encontrado tres casquillos en la zona, aunque testigos reportan que se habrían escuchado al menos seis detonaciones.

De Mauleón y su escolta se encuentran la Fiscalia Desconcentrada de Investigación Cuauhtémoc Coordinación Territorial CUH-2, en las inmediaciones de Buenavista, donde rinden su declaración para deslindar responsabilidades.

Esta tarde se registró una balacera en la colonia Condesa, alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, en lo que según los primeros reportes, habría sido un atentado contra el periodista Héctor de Mauleón.

Se informó que en el cruce de Francisco Márquez y Mazatlán, se registró un enfrentamiento luego de que una persona abriera fuego en contra del periodista. Ante el ataque, la escolta de De Mauleón respondió, lo que provocó que el presunto agresor perdiera la vida.

Se sabe que De Mauleón y su escolta fueron trasladados al ministerio público de la coordinación territorial Cuauhtémoc II, para rendir su declaración y saber qué fue lo que pasó.

Se sabe que tanto el periodista como su escolta resultaron ilesos. Algunas versiones manejan que se trató de un intento de asalto, sin embargo hasta ahora no se tiene un reporte oficial.

El cuerpo del agresor quedó sobre la calle, donde los elementos policíacos han acordonado el área, en espera de los servicios forenses, quienes llegaron minutos más tarde.

En repetidas ocasiones, el periodista ha ventilado amenazas que ha recibido debido a su trabajo periodístico, en el cual ha denunciado cómo operan las redes de narcomenudeo en la capital del país.

HÉCTOR DE MAULEÓN

EL UNIVERSAL

 

Nunca había leído algo como esto. Las declaraciones de Patricia “N” no se parecen a nada con lo que me haya encontrado antes. Ni siquiera hace falta calificarlas: su simple peso muestra una realidad profunda, y sin embargo, mal atendida. Algo que está ocurriendo, que puede estar ocurriendo ahora mismo en otras partes de México.

Juan Carlos y Patricia “N” se conocieron hace diez años en un bar en el que ella trabajaba de mesera. Él era cliente frecuente, iba con amigos, gastaba mucho dinero. Un día la invitó a salir. Le confesó que mataba gente por encargo. Que trabajaba “para un señor Charly de Tepito”.

Terminaron viviendo juntos en una vecindad de Ecatepec. Un día, él pegó un anuncio en la Central de Abastos, solicitando empleada doméstica. Era una estratagema, dijo ella, para “jalar” y violar a las muchachas que le gustaran.

Una mañana de 2012, una joven de 22 años tocó la puerta. Juan Carlos le abrió y le explicó que necesitaba que alguien auxiliara a su mujer en los quehaceres —pues Patricia estaba embarazada de su tercer hijo. La joven aceptó. Él la envió a buscar la ropa sucia al baño. La joven ya no salió.

Juan Carlos la sujetó por la espalda, le dijo que si hacía lo que le ordenaba no le pasaría nada, y podría irse. Luego asomó la cabeza y le ordenó a su mujer que se saliera a la calle con el niño más pequeño. Patricia obedeció.

Media hora más tarde Juan Carlos abrió la puerta. La muchacha estaba degollada en el piso del baño. “Me espanté y le dije que lo iba a denunciar, pero me dijo que no fuera pendeja, que nos iban a encerrar a los dos, y yo le creí”, recordó ella.

Detenida años después, a fines de septiembre de 2018 (cuando según la versión oficial la sorprendieron al lado de Juan Carlos empujando una carreola en la que transportaban el torso de una mujer, así como otros restos que se disponían a tirar en un baldío cercano), Patricia narró así el primer asesinato.

“Juan Carlos le cortó un cacho de carne de la pierna derecha, filetéandola, sacando cuatro bisteces y yo hice carne asada y comimos de ahí mi esposo Juan Carlos y yo, metiendo el resto del cuerpo de ella en un bote de cartón y en la noche la fuimos a tirar a un terreno baldío de la calle Lázaro Cárdenas, sobre las vías, en un diablito. Como la gente sabía que éramos basureros, no se les hacía raro que tiráramos basura en la noche”.

La segunda víctima fue la hija de un vecino que iba frecuentemente a la vivienda de la pareja a inhalar solventes. La muchacha, prácticamente una niña, fue atraída por la misma Patricia. Juan Carlos “se le acercó y le comenzó a decir que estaba muy bonita”.  La amarró y la tumbó en el colchón. Luego le pidió a Patricia que “la besara y la tocara sexualmente”. Ella se negó y se salió con su hijo.

Cuando regresó, encontró a la muchacha degollada “y partida a la mitad”. Patricia protestó porque el baño había quedado lleno de sangre. Juan Carlos dijo: “¿Qué quieres? El baño está chiquito”.

Taparon el cuerpo con un cartón, porque el padre de la víctima fue a visitarlos y se puso a “monear” en la vivienda durante un buen rato. Cuando el hombre se fue, “porque estaba muy pasado”, Juan Carlos “fileteó” a la muchacha “y le sacó un kilo de bisteces”.

“Hice carne asada que acompañamos con una salsa que compré en la tienda de doña Lupita, también compré costales de azúcar o harina, y cuando regresé, los brazos ya los tenía cortados en dos partes, también le quitó las piernas… también le quitó la cabeza, dejando nada más el torso y la rabadilla”.

Metieron los restos en los costales y los fueron a tirar al baldío de Lázaro Cárdenas. La pareja se mudó a otra vivienda, pero como la dueña siempre estaba presente, “no se podía hacer nada”. Probaron en dos vecindades más. En la primera, la dueña de la casa “estaba más al pendiente”, y en la segunda había cámaras de seguridad. En este último sitio, sin embargo, conocieron y ubicaron a tres de sus futuras víctimas.

En diciembre de 2015 ambos vivían en una vecindad de la calle Monte Blanco. “Las oportunidades que teníamos para matar eran cuando (la casera) se iba a ver a su hermana que estaba enferma”, dijo Patricia. Ese mes, una de las mujeres que habían ubicado en la vecindad anterior visitó su domicilio para venderles una licuadora.

La invitaron a entrar, le dieron tequila Rancho Viejo. “Cuando ya estaba muy tomada”, la acostaron en la cama. Los dos la tocaron y la besaron. La mujer se negaba. Pero Juan Carlos la violó y luego la llevó al baño. Patricia se salió con sus hijos, “para que no vieran lo que estábamos haciendo”. Regresó 30 minutos después.

Juan Carlos escuchaba música con los audífonos puestos mientras cortaba el cuerpo con unas tijeras de pollero.

“El tórax y un pedazo de grasa lo puso en una maceta… Esa la freí en aceite. Su carne estaba muy buena porque tenía mucho vino, y nos la comimos… Los huesos los echó en una bolsa de mandado rosa, para irlos a tirar al baldío”. Mañana, el resto de la historia.