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Luis de la Calle

El Universal

Señor Presidente, los acontecimientos recientes quizá indiquen que el plan económico  que nos trazamos no ande tan bien, ¿no cree?, dijo su asesor de confianza, económico, político, iconoclasta, en los pasillos encristalados del tercer piso de Palacio Nacional.

Por el contrario, responde Andrés Manuel López Obrador, desde mi punto de vista vamos en el camino correcto.

Mira, con la salida de Carlos tenemos un lastre menos de discusión entre nosotros, hemos progresado con la tasa de inflación y el tipo de cambio rompió el piso psicológico de los 19 pesos por dólar. ¿Quién lo hubiera dicho? No pocos predijeron que mi elección iba a resultar en una corrida contra el peso e inestabilidad macroeconómica. Los tecnócratas se han equivocado de vuelta, porque no conocen el país como tú y yo sí.

Presidente, ésas son buenas noticias y es importante tenerlas. Su mención sobre los tecnócratas neoliberales me recuerda algo que usted utilizó eficazmente durante la campaña: que no eran tan buenos y no manejaron la economía de manera atinada y menos aún, inteligente. Usted y yo sabemos que llegamos a Palacio, y cerramos Los
Pinos, gracias a la fuerte devaluación del peso durante el sexenio anterior. No hay gráfica más clara que la X perfecta que forman la aprobación de Enrique Peña Nieto y el tipo de cambio.

Prosigue el asesor: el mexicano, sobre todo el de clase media cuyo voto es más volátil, mide su nivel de bienestar en términos del tipo de cambio. Resiente no sólo que los alimentos y gasolina sean más caros, producto de una devaluación, pero también que salga más caro llevar a sus hijos a Orlando o comprar chácharas en McAllen o San
Marcos. Cada vez que se devalúa el peso expresan su frustración en términos políticos.

Es claro, Presidente, que no estaríamos aquí sin la crisis de 1994-95, que le estalló a Zedillo por una devaluación que correspondía más a Salinas, ya que eso colocó a Cuauhtémoc en el DF y a Porfirio en la Cámara de Diputados. Tampoco hubiera ganado Fox sin esa devaluación que lo catapultó a la presidencia usando de trampolín al PAN. Lo
que es común a las devaluaciones de 95 y a la de Peña es, lo que decíamos, la impericia de la tecnocracia.

La clave, Presidente, está en ganarle a los neoliberales, a los burgueses, con sus propias reglas. Bajar artificialmente las tasas para cerrar la brecha sólo conseguiría un debilitamiento del peso. El truco sería provocar primero un cambio de expectativas que resulte en una revaluación del peso y cuando ésta se empiece a dar, ahora sí se podría
bajar la tasa. La única manera de minimizar ataques al peso es que los especuladores teman una posible revaluación; la sola expectativa basta. Imagine algo así: el dólar a menos de 17 pesos y la tasa de interés en seis, sus encuestas en las nubes y Morena en el gobierno por un rato.

¿Y cómo revaluamos el peso?

En eso llega el Jefe de Ayudantes y dice, Presidente, es hora de tomar otro vuelo de Aeromar.

Al respecto…
Por Alejandro Aguirre Guerrero
Habría deseado que por primera vez mis fuentes en Palacio Nacional se equivocaran, o cuando menos, hubieran exagerado un poco, y no, tal como lo adelanté hace algunos días, AMLO vino a Veracruz a respaldar con todo a su Gobernador, aunque interiormente sepa que no hace bien las cosas.
Así lo escribí el jueves anterior, de acuerdo a lo que me confió uno de los cercanos al tabasqueño:
“El Presidente no pierde la fe en Cuitláhuac García. Cree que en breve podrá tomar decisiones sin depender para  todo de nosotros. AMLO irá por cuarta vez a Veracruz en lo que lleva de mandato, y en verdad, te lo afirmo, se le nota ya en el rostro la desesperación por los tumbos y errores de su Gobernador en Veracruz, aunque volverá a respaldarlo fuerte de manera pública”.
Y así fue, en el marco de los 105 años de la Heroica Defensa del Puerto de Veracruz, AMLO aseveró, enérgico y frontal: “Cuitláhuac García es un gobernador inteligente, ¡viva el Gobernador!”, y de inmediato se vino la carretada de aplausos.
¿Qué tanto aplaudirán los familiares de las 90 mujeres asesinadas en poco más de 140 días de gobierno?, ¿qué dirán los 166 secuestrados?, ¿y los cuando menos 730 homicidios?, ¿qué pensarán de las palabras de AMLO los familiares de los 13 masacrados en Minatitlán?
Sin embargo, de acuerdo a lo que me han comentado, el Presidente sabe que su Gobernador no está funcionando, aunque evitará a toda costa reconocerlo públicamente. El plan es sencillo: todos los que rodean a Cuitláhuac García son incompetentes, y por lo tanto, “sacrificables”, menos él.
El Presidente omite, aunque no olvida, que Veracruz tiene un margen de tolerancia bastante más corto que el de otros estados, y aunque la luna de miel con AMLO podría durar mucho tiempo, no pasaría lo mismo con su Gobernador morenista.
Los “espaldarazos” de AMLO a su pupilo empezarán a ser contraproducentes si no vienen acompañados con resultados. Si bien es cierto hay miles que siguen y defienden al Presidente en Veracruz, distinguen que el Gobernador no tiene rumbo alguno hasta el momento. Ojo, la alabanza sin avances claros puede resultar ofensiva, “y Cuitláhuac García no para de ofender”.

Pablo Hiriart

EL FINANCIERO

 

Venezuela tiene dos presidentes, Juan Guaidó y Nicolás Maduro.

El primero fue electo por la Asamblea Nacional (Congreso) de Venezuela, con base en el artículo 233 de la Constitución elaborada durante el chavismo.

Los integrantes de la Asamblea (legisladores) llegaron al cargo mediante elecciones vigiladas internacionalmente, en las que participaron el chavismo y la oposición, y ganó la oposición, con el reconocimiento nacional e internacional.

Nicolás Maduro se reeligió en unos comicios en los que no participó la oposición por falta de garantías, ni hubo observación internacional.

La Asamblea aplicó el artículo 233 de la Constitución, que faculta al Poder Legislativo a nombrar un presidente provisional cuando hay ausencia de éste, y mandata crear un gobierno que convoque a elecciones.

Nicolás Maduro asumió la presidencia sin que mediaran elecciones libres para acceder al cargo.

A raíz de ello, el Congreso (la Asamblea), nombró a un presidente provisional para que convoque a elecciones libres y vigiladas.

En consecuencia, los únicos que llegaron al poder mediante elecciones democráticas, reconocidas nacional e internacionalmente, fueron los integrantes de la Asamblea.

Juan Guaidó es, pues, el presidente constitucional de Venezuela.

Y México, perdón, el gobierno de México en nuestra representación, ha optado por reconocer únicamente a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela.

¿Con qué argumento? El real es la afinidad ideológica entre el actual gobierno mexicano y el régimen de Maduro.

Los presidentes de los dos partidos de la coalición gobernante en México son impulsores y defensores de la ‘revolución Bolivariana’.

El argumento que esgrimen el presidente y el canciller Ebrard, está basado en el artículo 89 de nuestra Constitución, que en su inciso X establece: “En la conducción de tal política (exterior), el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de las controversias…; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales”.

Queda claro que una interpretación facciosa del artículo 89 lleva al gobierno de México a respaldar al gobierno de Maduro.

Sólo esgrime la “no intervención”, y omiten la “autodeterminación de los pueblos” y “la protección y promoción de los derechos humanos”, así como “la paz y la seguridad internacionales”.

La autodeterminación del pueblo venezolano llevó a los integrantes del Poder Legislativo –electos todos democráticamente–, a nombrar presidente provisional del país al líder de la Asamblea, Juan Guaidó, ante el vacío existente por la ilegalidad con que se hizo del mando Nicolás Maduro.

Omite también el gobierno de México el mandato constitucional de “protección y promoción de los derechos humanos”, que en Venezuela son violados en todos sus órdenes por el régimen ilegal de Maduro.

Con escalofriante displicencia el canciller Ebrard justifica que en México también se violan derechos humanos.

Su trabajo es hacer cumplir la Constitución en su ámbito de responsabilidad. Ya los otros secretarios y órganos competentes velarán porque se respeten los derechos humanos.

En Venezuela no hay libertades políticas. No hay voto libre. A los opositores los encarcelan y son torturados. Los medios de comunicación son acallados y los periodistas críticos perseguidos y exiliados.

Aquí en México, López Obrador pudo llegar al poder gracias a que hay elecciones libres.

Los opositores podían recorrer el país diciendo lo que quisieran, hasta calumnias y convocatorias a “derrocar” el régimen.

Los medios de comunicación jugaron un papel fundamental para que llegara al poder el más radical opositor.

Directivos de esos medios no eran perseguidos ni torturados, sino que gozaban de publicidad oficial y acceso a Los Pinos y a Bucareli.

Triste, el papel del canciller Ebrard, egresado de El Colegio de México.

Pero más triste aún es el papel de todos nosotros, que vemos impotentes cómo el gobierno nos alinea en la defensa de un dictador, por afinidad ideológica.

El altamente publicitado progreso de una “caravana” de aproximadamente 5,000 migrantes de Centroamérica a los Estados Unidos subraya una tendencia persistente. La razón de la tendencia es obvia. Las condiciones económicas en América Central son sombrías, y la gran cantidad de jóvenes allí tiene pocas perspectivas de progreso. Los países de los que huyen estos migrantes también están plagados de violencia.

La migración neta de mexicanos a los Estados Unidos ha sido negativa en los últimos años, pero la cantidad de inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras, países que forman parte del Triángulo Norte de América Central, o NTCA, aumentó en un 25% desde 2007 a 2015, según el Centro de Investigación Pew. El panorama demográfico sugiere que la migración continuará en el mediano plazo: mientras que las tasas de fertilidad en esos países han disminuido sustancialmente en los últimos años, las altas tasas de las dos décadas anteriores significan que todavía hay muchos jóvenes. La población en edad de trabajar de Guatemala se duplicará para mediados del siglo, y la de Honduras aumentará en tres quintos.

¿Qué se debe hacer con los impulsos que los llevan al norte?

Comenzar por mejorar las condiciones económicas en los países de la NTCA, un esfuerzo que se puede lograr sin ningún gasto presupuestario directo de los Estados Unidos. La elección de un nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo está programada para 2020, una oportunidad para que un nuevo liderazgo redirija el enfoque financiero del banco desde los países financiables (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) a los países miembros más pobres. Sugerimos una asignación de recursos del 70% para proyectos en los países más necesitados, independientemente de cuánto contribuyan estos países al BID.

El énfasis principal debe estar en el financiamiento de un plan considerable de infraestructura y salud pública que establezca las bases para la expansión económica y ofrezca oportunidades de trabajo inmediatas a los ciudadanos en sus países de origen. Los préstamos redirigidos podrían estar vinculados a mejoras en la gobernabilidad en la región, como las medidas de estado de derecho y anticorrupción. Y los países centroamericanos deben ser alentados a entrar en un acuerdo de libre comercio, estableciendo un mercado unificado con estándares comunes. Quizás México podría unirse al acuerdo, con Canadá y los Estados Unidos eventualmente también firmando.

Las ventajas de participar en un mercado más grande expandirían las economías de estos países centroamericanos, creando más empleos con salarios dignos.

La violencia, el otro motor principal de la migración hacia el norte, se debe en gran parte a la lucha entre los narcotraficantes en Centroamérica por el acceso y el dominio en el mercado de los Estados Unidos. La guerra fallida de Estados Unidos contra las drogas es, por lo tanto, un contribuyente principal a la violencia en Centroamérica.

El objetivo de la guerra contra las drogas, que comenzó durante la administración de Nixon, fue educar al público sobre sus peligros y hacer todo lo posible para que sea difícil obtenerlos, atacarlos por el lado de la oferta. Sin embargo, como se hizo evidente hace mucho tiempo, cuando hay una gran demanda de droga en los Estados Unidos, habrá un suministro, y ese suministro provendrá principalmente del sur de la frontera de los Estados Unidos. Las ganancias son utilizadas por los cárteles de la droga y las pandillas para comprar armas, usarlas para crear una atmósfera de violencia y, en muchos casos, para pagar a las autoridades locales.

Para frenar la violencia en América Central será necesario abordar la guerra contra las drogas de los Estados Unidos. El fracaso del enfoque de la oferta se puede ver en el hecho de que Estados Unidos tiene el mayor consumo de cocaína entre las principales economías. Los Estados Unidos deberían, en cambio, enfocarse más en reducir la demanda de drogas ilegales.

 

Con información de The Wasinghton Post