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JOE BIDEN

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Los líderes de las 21 economías del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) llegaron en las últimas horas a San Francisco para participar en la cumbre anual de la organización, que se celebra mañana y viernes, tras una semana de reuniones a nivel ministerial.

Uno de los primeros en arribar a California fue el presidente Joe Biden, anfitrión del foro APEC. El avión en el que viajaba, el Air Force One, aterrizó en el aeropuerto Internacional de San Francisco ayer martes.

Biden, que llevaba sus características gafas de sol de aviador, fue recibido en la pista por el gobernador de California, Gavin Newsom, y por la alcaldesa de San Francisco, London Breed, con los que intercambió unas palabras antes de meterse en “la Bestia”.

Este miércoles, el mandatario estadounidense protagonizará con su homólogo chino, Xi Jinping, un esperado encuentro en el marco del foro APEC.

El objetivo del encuentro, según dijo Biden, es conseguir que haya una fluida comunicación entre las dos potencias para evitar que la competencia entre ambas desemboque en un conflicto abierto, especialmente por temas como Taiwán y el mar de la China Meridional.

Poco después de la llegada de Biden, se produjo el aterrizaje del avión que llevaba a Xi, al que se le vio saludar desde la aeronave antes de bajar por la escalerilla, según mostró la Televisión Central de China (CCTV).

Además, llegaron a San Francisco el primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, y la presidenta de Perú, Dina Boluarte. Recordemos que Perú ejercerá de anfitrión de la cumbre de la APEC el año próximo y está previsto que Biden pase oficialmente la estafeta a Boluarte el viernes durante una ceremonia al final de la cumbre.

Hoy llegarán más líderes, como el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, y el primer ministro japonés, Fumio Kishida, quien podría tener su propia reunión bilateral con Xi en el marco de la APEC, según adelantaron medios locales nipones, que indicaron que aún se están concretando los detalles.

Otra bilateral destacada en el marco de la APEC es la que tienen prevista para el jueves Xi y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que será antesala del encuentro que ya se tiene confirmado para el viernes entre López Obrador y Biden.

Una de las ausencias más notables de la cumbre será la del presidente ruso, Vladímir Putin, que no puede acudir por estar sujeto a sanciones de Estados Unidos, de manera que la delegación de ese país estará liderada por el viceprimer ministro, Alekséi Overchuk.

Esta es la tercera vez que Estados Unidos ejerce de anfitrión de la APEC, después de haberlo hecho en 1993 en Seattle y en 2011 en Honolulu.

APEC, un foro fundado en 1989 que actualmente representa aproximadamente el 40% de la población del planeta, agrupa a 21 territorios de Asia y América: Australia, Brunéi, Canadá, Chile, China, Hong Kong, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Rusia, Singapur, Taiwán, Tailandia, Estados Unidos y Vietnam.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunirá con su homólogo chino, Xi Jinping, el 15 de noviembre al margen del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en San Francisco, confirmaron funcionarios de ambos países este viernes.

“Nuestro objetivo será intentar tomar medidas que estabilicen las relaciones entre Estados Unidos y China, aclarar ciertos malentendidos y abrir nuevas líneas de comunicación”, dijo un alto funcionario estadounidense, que pidió el anonimato.

El ministerio de Asuntos Exteriores chino informó de que Xi viajará a San Francisco del 14 al 17 de noviembre para asistir a la “reunión de jefes de Estado de China y Estados Unidos”, confirmando así por primera vez que tiene previsto asistir a la reunión de líderes del APEC.

Este será el segundo encuentro entre los dos mandatarios desde que Biden asumió el cargo en enero de 2021, y su séptima conversación desde esa fecha. Será también la primera visita de Xi a Estados Unidos desde 2017.

San Francisco será sede, al mismo tiempo, de la cumbre del APEC, que se celebrará del 12 y al 18 de noviembre.

Biden prevé advertir a su homólogo chino que los estadounidenses están “extremadamente preocupados” ante una eventual interferencia de Pekín en las elecciones presidenciales de Taiwán en 2024, afirmó a su vez una alta funcionaria estadounidense.

Estimó que el año que viene, con las elecciones taiwanesas y con las presidenciales de noviembre en Estados Unidos, podría ser “bastante turbulento” para las relaciones entre Washington y Pekín.

“También estamos preocupados por la intensificación sin precedentes, peligrosa y provocadora, de las actividades militares (chinas) en torno a Taiwán”, añadió, indicando que Biden tratará ese tema en la cumbre.

Sin embargo, repetirá a China, que reclama su soberanía sobre la isla, que Washington no apoya la independencia de Taiwán y que, por tanto, la política estadounidense al respecto no ha cambiado.

Altos funcionarios indicaron que se discutirán los principales temas internacionales del momento, en particular los enfrentamientos militares entre Israel y Hamás.

Biden espera que China “diga muy claramente, como parte de su relación emergente con Irán, que es esencial que (Teherán) no busque intensificar o expandir” este conflicto.

El alto funcionario señaló que esta cumbre tendrá lugar en un contexto en el que Estados Unidos goza de una buena salud económica y mantiene una intensa actividad diplomática para fortalecer sus alianzas en Asia.

El encuentro se desarrollará en varias “sesiones”, como sucedió hace un año en Bali (Indonesia), cuando se reunieron durante unas tres horas al margen del G20, indicaron estas fuentes.

Una imagen inédita se ha viralizado en redes sociales: la de un presidente de Estados Unidos en funciones, Joe Biden, junto a trabajadores del sector automotor en huelga en el estado de Michigan para expresarles su apoyo y decirles que merecen el aumento salarial que exigen.

Con una gorra de béisbol y megáfono en mano, el demócrata se dirigió a los obreros del sindicato de los Trabajadores del Automóvil Unidos (UAW) y reconoció “los sacrificios” realizados por ellos para salvar la industria en 2008.

Biden, en campaña por su reelección en 2024, cerró filas con el sindicato que se enfrenta a los tres gigantes del sector, General Motors, Ford y Stellantis.

Biden consiguió robar protagonismo a su predecesor, Donald Trump, favorito para la nominación republicana a las presidenciales y por lo tanto su posible rival electoral. Lo hizo adelantándose un día a Trump, quien acudirá mañana a Michigan para intentar convencer a los obreros de que le ayuden a volver la Casa Blanca.

El republicano acusa al demócrata de haberle robado la idea para hacerse una foto. “Nada más que una mala sesión fotográfica”, lo resumió el portavoz de Trump, Jason Miller.

Biden quiere demostrar que es el defensor de la clase obrera, de los sindicatos y artífice del resurgimiento de la industria estadounidense. Es consciente de que el conflicto en esta industria clave puede costarle caro a la economía estadounidense.

Aun así estima que los empleados deben beneficiarse de las “ganancias récord” de las empresas.

El apoyo a los sindicatos es una seña distintiva de su mandato. En 2020, el respaldo del UAW a su candidatura fue esencial para que el estado de Michigan se pronunciara en su favor luego de votar por Trump en 2016.

Pero a sus 80 años, el presidente enfrenta una serie de críticas por su estado de salud y físico, que ha quedado evidenciado en cada una de sus apariciones públicas.

En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Rafael Fernández de Castro, director del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, sobre la campaña de reelección de Biden y las críticas que recibe tanto de los republicanos como desde el partido demócrata.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) prepara una propuesta regional para atender la crisis migratoria, por lo que se reunirá con cancilleres de los 10 países con mayor éxodo de migrantes, según reveló este lunes el gobernador de Oaxaca, Salomón Jara.

La propuesta será presentada al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en noviembre próximo cuando está previsto que López Obrador se reúna con su homólogo estadounidense.

De acuerdo con declaraciones de Jara a medios, a la salida del encuentro que gobernadores tuvieron con AMLO en Palacio Nacional, la reunión entre el presidente López Obrador tendría lugar dentro de dos semanas con los cancilleres de países como Guatemala, Honduras, Venezuela, Haití y Cuba, entre otros.

“Esto sería aproximadamente en unos 15 días para que, después, en una próxima visita que tenga el presidente a Estados Unidos, ya se dé a conocer la propuesta”, dijo.

Además de la canciller Alicia Bárcena, estarían presentes la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde; los gobernadores de entidades del sur-sureste del país y los altos mandos de las Fuerzas Armadas.

El gobernador de Oaxaca dijo que la ruta que trazarán aún no está definida, aunque resaltó que lo ideal sería que Estados Unidos apoye con más recursos a las causas que generan la migración de dichos países.

Además, dijo que las autoridades y entidades de nuestro país colaboran con garantizar flujos ordenados, mientras que resaltó que se busca que centro de atención a migrantes se acerquen a estos extranjeros.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la inseguridad, la violencia y las condiciones socioeconómicas son los principales factores que inciden en que miles migrantes salgan de sus países para cruzar México e intentar llegar a Estados Unidos.

El secretario de Justicia de los Estados Unidos, Merrick Garland, anunció este viernes el nombramiento de un fiscal especial para la investigación contra Hunter Biden, hijo del presidente Joe Biden.

Será David Weiss, fiscal federal de Delaware, quien esté al frente del caso. No le será algo nuevo, pues Weiss ha liderado hasta ahora las pesquisas desarrolladas contra Hunter Biden.

El jurista “supervisará la investigación y decidirá dónde, cuándo y si presentar cargos” y “no estará sujeto a la supervisión diaria de ningún funcionario del departamento”, precisó Garland.

Y es que recordemos que Hunter Biden está acusado de no haber declarado correctamente sus impuestos en 2017 y 2018 y, además, se le ha imputado un delito relacionado con la posesión de un arma de fuego, que es ilegal cuando se trata de una persona con adicciones.

“El anuncio de hoy otorga a los fiscales, agentes y analistas que trabajan en este asunto la capacidad de realizar su trabajo con celeridad y tomar decisiones indiscutiblemente guiadas únicamente por los hechos y la ley”, destacó Garland.

Los republicanos, liderados por el exmandatario Donald Trump, han utilizado la investigación contra Hunter Biden para sembrar dudas sobre sus negocios en el extranjero y para describir a la familia del presidente como corrupta.

La investigación contra Hunter Biden se abrió en 2018 durante el mandato de Trump y ha sido utilizada por los conservadores para atacar al presidente demócrata, al que acusan de no haber hecho ningún esfuerzo para llevar esta indagación hasta el final.

Este movimiento se da a poco más de un año de que se celebren elecciones presidenciales, donde se espera que Trump y Biden vuelvan a disputar la Casa Blanca.

El presidente Joe Biden dará el discurso del Estado de la Unión el próximo 7 de febrero, tras recibir este viernes, como marca el protocolo, la invitación del líder de la mayoría en la Cámara Baja, el republicano Kevin McCarthy.

La portavoz de La Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, informó en su conferencia de prensa diaria de que el mandatario aceptó la invitación de McCarthy de ofrecer el discurso en dicha fecha.

En su carta, el presidente de la Cámara de Representantes recordó que este año se ha inaugurado un nuevo Congreso, esto tras las elecciones de medio término llevadas a cabo en noviembre pasado, en las que los republicanos recuperaron el control de dicho poder.

“Este año trae un nuevo Congreso, y con ello, la responsabilidad de trabajar por una economía que sea fuerte, que sea segura, por un futuro que se construya sobre la libertad y por un gobierno que rinda cuentas”, dijo McCarthy.

Aseguró que el pueblo estadounidense les ha mandado a Washington para “dar una nueva dirección al país, para hallar los puntos en común y debatir sus prioridades”.

Con ese fin, agregó en la carta, invitó a Biden a pronunciar el discurso el 7 de febrero en una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso para que pueda cumplir con su deber constitucional de informar sobre el estado de la nación y “de los esfuerzos para abordar las prioridades del pueblo estadounidense”.

Recordemos que el discurso del Estado de la Unión es una de las ceremonias más importantes de la política estadounidense.

Según marca la tradición, el presidente se dirige a las dos cámaras del Congreso reunidas en el mismo hemiciclo, junto a los miembros del Tribunal Supremo, para establecer cuáles son sus prioridades para el año entrante y pedir la colaboración del Legislativo.

El gobierno del presidente Joe Biden, anunció este jueves que aceptará a más de 30,000 migrantes al mes, provenientes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, con lo que expandirá su programa por el que ya concede actualmente permisos humanitarios a venezolanos.

El presidente Biden, quien ofreció un discurso en materia de seguridad fronteriza, indicó que la idea es promover y alentar la migración ordenadas, por las vías legales, y sancionar a quienes busquen burlar la ley.

Como parte de las medidas anunciadas, Estados Unidos expulsará de inmediato a México, a través del Título 42, una normativa instaurada por Trump, a los migrantes de esos países que intenten cruzar a su territorio de manera irregular.

Una vez que que finalice el Título 42, se procederá a realizar las expulsiones ‘exprés’ a través del Título 8.

Biden anunció también que el domingo visitará la frontera sur de su país, específicamente en la zona de El Paso, Texas, por primera vez desde que es presidente. La visita se producirá antes de trasladarse a la Ciudad de México, donde participará en la Cumbre de Líderes de América del Norte.

Sobre el anuncio del presidente Biden, su antecesor, Donald Trump publicó un video en el que acusa al demócrata de estar “del lado de los carteles” de la droga debido a su política migratoria.

“Las políticas en la frontera de Biden son una traición mortal a nuestra nación. Cuando yo sea presidente, la política de Estados Unidos será la de acabar con los carteles, de la misma manera en que acabamos con el Estado Islámico”, dijo el exmandatario en su red social Truth Social.

El republicano, que en noviembre anunció que se presentaría como candidato a la Casa Blanca en 2024, defendió su política migratoria cuando estaba al frente del gobierno, asegurando que la frontera era mucho más segura que ahora.

Trump también dijo que, de ser elegido, pedirá al Congreso que permita aplicar la pena de muerte contra traficantes de drogas y de personas.

Y es que el gobierno de Estados Unidos se enfrenta a una llegada sin precedentes de migrantes en la frontera con México, por las crisis económicas, sanitarias y políticas que viven en sus países de origen.

Los estadounidenses acuden este martes a los centros de votación para participar en las elecciones de medio término, que determinarán si los demócratas pierden el control del Congreso y, con ello, la capacidad de impulsar la agenda del presidente Joe Biden en los próximos dos años.

Expertos han señalado que el partido que controla La Casa Blanca suele perder escaños en las elecciones intermedias, pronóstico que esta vez apunta a la misma dirección.

Las principales preocupaciones de los estadounidenses: la alta inflación y la criminalidad, temas en los que se ha centrado el partido republicano. Los demócratas optaron por mantener como temas centrales el fin del derecho nacional al aborto y el violento asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Han sido temas menos atractivos para los votantes.

Lo que hoy está en juego es un total de 35 escaños del Senado y los 435 de la Cámara de Representantes y 36 gubernaturas.

En el caso del Congreso, los republicanos son favoritos para obtener los cinco escaños que necesitan para controlar la Cámara de Representantes, mientras que el Senado, actualmente dividido 50-50 con los demócratas con el voto de desempate, podría dirimirse en cuatro estados: Pensilvania, Nevada, Georgia y Arizona.

Más de 42 millones de estadounidenses votaron antes de este martes, ya sea por correo o en persona, según datos del US Election Project.

En ese sentido, los funcionarios electorales estatales advirtieron que es posible que los resultados completos no se conozcan en algunos días, pues se requerirá contar los sufragios en contiendas reñidas, y el control del Senado quizás no se conozca hasta una posible segunda vuelta el 6 de diciembre en Georgia.

Pero, ¿qué significaría un triunfo republicano?, ¿podría bloquear proyectos de ley que aborden las prioridades demócratas? En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Arturo Sarukhán, fundador y presidente de Sarukhan + Associates y ex embajador de México en Estados Unidos, sobre la contienda electoral de este martes en Estados Unidos, donde el futuro del país está en juego.

ARTURO SARUKHÁN

EL UNIVERSAL

 

Toda elección narra una historia, y las elecciones legislativas intermedias en Estados Unidos nunca han sido la excepción. En 2010, esa historia fue la del estallido del movimiento del llamado Tea Party y una rebelión contra la recién promulgada ley de acceso a la cobertura médica del Presidente Barack Obama. En 2018, fue un rechazo virulento de mujeres de zonas suburbanas del país contra la beligerancia misógina del Presidente Donald Trump. La historia de algunas elecciones a menudo se vuelve más evidente en retrospectiva, pero sin duda en el caso de 2010 y 2018 hubo focos rojos parpadeantes en la antesala de los comicios que apuntaban a que el partido que controlaba la Casa Blanca se encaminaba a un varapalo en las urnas. Parecería que ese patrón se repite camino a las legislativas de 2022. Los índices de aprobación del Presidente Joe Biden no mejoran, lo cual ahonda el peligro para las estrechas mayorías Demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado. Desde la Segunda Guerra Mundial, el partido del presidente en el poder ha perdido en promedio 26 escaños en la Cámara y cuatro en el Senado. Hoy los Demócratas controlan la Cámara por solo ocho escaños mientras que en el Senado es la vicepresidenta quien le otorga el control de ese recinto a su partido. Muchos líderes y legisladores Demócratas ya están hechos a la idea de que perderán, como mínimo, el control de la Cámara.

Si bien siete de las últimas ocho elecciones pueden ser caracterizadas como elecciones de cambio, la volatilidad política ya se ha convertido en un lugar común en una nación tan polarizada y tribalizada como Estados Unidos hoy. Un reciente estudio del Carnegie Endowment muestra que ninguna democracia consolidada en tiempos recientes se ha encontrado tan profundamente polarizada como lo está la estadounidense. Si los Republicanos conquistan la Cámara y el Senado en noviembre, Biden se convertiría en el quinto presidente al hilo en ver a su partido perder ambas cámaras legislativas durante su mandato. Pero aparte del pesimismo Demócrata, ¿cuál es la historia de este año? ¿Qué motiva a los votantes? ¿Qué está espoleando a las elecciones, además de los habituales e históricos movimientos pendulares de la política estadounidense? Lo que brinca a primera vista es que EE.UU es hoy una nación cansada. Este es un país agotado por la política, por una pandemia que no se acaba. Está agotado por la incertidumbre. Está agotado por la inflación, que la administración inicialmente subestimó. Está agotado por un contexto internacional violento y fluido. Y eso evidentemente no es idóneo para quien sea el que detente el poder. A la vez la nación se encuentra agitada por la posibilidad de que la Suprema Corte, escorada a la derecha, pueda dar al traste con el derecho al aborto. Si bien este último factor podría motivar y activar a la base de votantes Demócratas camino a los comicios y el día mismo de la elección, posiblemente blindando por lo menos el control Demócrata en el Senado, hay un segundo factor clave que es la desilusión. Muchos creían que con Biden asumiendo el cargo el país volvería a una sensación de normalidad. Como resultado de los últimos meses, 2022 se perfila como un año en el cual la confianza entre el presidente y muchos de los votantes -progresistas pero también moderados- que ayudaron a elegirlo se ha erosionado, con un Partido Demócrata cuya política identitaria y social se ha topado con resistencias y rechazo social fuera de las zonas metropolitanas del país.

Sin embargo, aunado a lo anterior, hay un tercer factor adicional -cardinal, quizá- camino a las urnas en noviembre. Ese factor, que han vuelto a remachar los procesos primarios en cinco estados (particularmente en uno emblemático y clave, que es Pensilvania) la semana pasada y que debiera poner en alerta a la democracia estadounidense, es cuánto se ha radicalizado la base electoral del Partido Republicano.

El resultado sin duda más importante y perturbador es la decisión del GOP de Pensilvania de seleccionar, por un amplio margen, al senador estatal Doug Mastriano como su candidato a la gobernatura. Hay polos radicales, y luego está Mastriano, quien se encuentra a la derecha extrema de la extrema derecha. Es un ferviente apóstol de la patraña de la “elección robada” de 2020, asistiendo al mitin de Trump que precedió al asalto sedicioso del Capitolio del 6 de enero de 2021, fletando camiones para transportar a manifestantes desde Pensilvania, buscando que la legislatura estatal anulase el voto de los electores Demócratas del estado en el Colegio Electoral y quien desde entonces ha promovido un esfuerzo constitucionalmente quijotesco para descertificar al presidente. En Carolina del Norte, la primaria Republicana eligió al Representante Ted Budd -quien votó en el Congreso en contra de certificar los resultados de 2020 y continúa negándose a reconocer a Biden como el presidente- como candidato para contender por un escaño al Senado. Y en Idaho, donde Trump ganó abrumadoramente en 2020, el 57 por ciento de los votantes Republicanos respaldó a dos candidatos que han propalado las mentiras de Trump y las patrañas del supuesto complot Demócrata de sustituir a la población étnicamente blanca por migrantes.

Un estudio reciente reveló que uno de cada cinco legisladores estatales Republicanos en el país está afiliado a grupos de extrema derecha. Ideologías y conspiraciones que alguna vez fueron marginales e inaceptables ahora son tan importantes en el GOP que la cúpula del partido simplemente se niega a denunciarlas. Al menos 357 legisladores estatales Republicanos -el 44 por ciento de los legisladores de ese partido en los nueve estados donde la pasada contienda presidencial se decidió por un margen estrecho- han utilizado su cargo para desacreditar o tratar de anular los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, según una análisis de votos y declaraciones oficiales publicado por The New York Times el domingo pasado. Ello expone cuán profundamente arraigadas se han vuelto las mentiras y la desinformación sobre la derrota de Trump en las legislaturas estatales, las cuales desempeñan un papel integral y clave en la democracia estadounidense. De ganar en noviembre como parte de una oleada Republicana, esta nueva hornada de políticos no solo podría controlar, en el caso de Pensilvania, un estado que de nueva cuenta podría definir el resultado de la elección presidencial en el Colegio Electoral en 2024 sino que se sumarían a legisladores impresentables de extrema derecha en el Capitolio como Andy Biggs, Lauren Boebert, Paul Gosar o Marjorie Taylor Greene.

La Casa Blanca, el Presidente Biden, su partido y los candidatos Demócratas debieran ciertamente valerse de este creciente extremismo antidemocrático para convertirlo en el hilo conductor de la narrativa e historia de esta elección y para buscar contrarrestar las sombrías predicciones que hoy predominan en torno al potencial dictamen que podrían arrojar las casillas. Como parte de esa narrativa destacará también enfatizar la aprobación de un importante paquete de estímulo económico y un proyecto de ley de infraestructura bipartidista, la creación de aproximadamente 8 millones de puestos de trabajo y la tasa de desempleo más baja en medio siglo. Esa historia Demócrata ahora también incluye la confirmación de la primera mujer negra en la Corte Suprema, una promesa que el presidente le cumplió a uno de los bloques electorales más leales de su partido. Los Demócratas también buscarán compensar sus desventajas estructurales movilizando a los votantes en torno al aborto y otros temas socioculturales. Muchos políticos y estrategas Demócratas esperan que hacia fines de este verano, las condiciones económicas hayan mejorado, particularmente en el frente de la inflación. Si eso sucede, algunos de ellos piensan que a pesar de que para junio los votantes estadounidenses suelen haber tomado ya una decisión acerca de cómo votaran en noviembre, éstos podrían reevaluar sus impresiones sobre Biden y que los indecisos podrían pensársela dos veces antes de devolver el poder a un Partido Republicano crecientemente antidemocrático y que más que nunca sigue bajo el control de Trump. Eso presupone como sine qua non, evidentemente, que para finales de este año el riesgo significativo de una recesión inminente se haya disipado.

La política siempre es volátil y fluida, y cuando faltan aún poco más de cinco meses para las elecciones, bien pueden darse acontecimientos imprevistos o sorpresas que modifiquen las tendencias actuales. Las campañas marcan la diferencia, al igual que las cualidades y perfil de cada uno de los candidatos, especialmente en las contiendas a nivel estatal para el Senado y las gobernaturas. Pero en una coyuntura en la cual estrategas electorales Demócratas admiten que este ha sido el peor entorno político-electoral que han visto en mucho tiempo, con las mayorías tan estrechas como las que ostenta el partido en ambos recintos legislativos, hay muchas razones para que la Casa Blanca, el Consejo Nacional Demócrata y muchos de nosotros nos encontremos tan preocupados como lo estamos en este momento, no solo cara a lo que ocurra en las urnas el 8 de noviembre sino por la democracia estadounidense misma.

La aprobación del presidente Joe Biden ha caído tras una serie de polémicas que ha protagonizado el mandatario, principalmente en lo que tiene que ver con su política exterior, revela la nueva encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research.

El 50% de los entrevistados dijo que aprueba la gestión de Biden, mientras que el 49% la desaprueba. El 54% la aprobaba en agosto y el 59% en julio.

La nueva encuesta se realizó luego de la evacuación de las tropas estadounidenses en Afganistán, la actuación de la policía montada contra los refugiados haitianos en la frontera con México, la evolución de la pandemia del coronavirus, y la negociación de la aprobación de las políticas económicas, impositivas y de infraestructura en el Congreso.

Desde julio, la tasa de aprobación de Biden ha caído levemente entre los demócratas (92% a 85%) y más entre los independientes que no se inclinan por uno u otro partido (62% a 38%). Apenas el 11% de los republicanos aprueban la gestión del presidente, una cifra similar a la de julio. La aprobación bajó entre los estadounidenses blancos (49% a 42%) y negros (86% a 64%).

En entrevistas posteriores, algunos de los que tenían dudas sobre el desempeño de Biden aún lo consideraban preferible al presidente Donald Trump. Dijeron que Biden enfrentaba una pandemia que comenzó durante la presidencia anterior, un retiro de Afganistán negociado en nombre de Trump y una economía favorable a las grandes empresas y los ricos debido a los recortes de impuestos de Trump.

Apenas el 34% considera que Estados Unidos va por buen camino, comparado con el 50% que lo aseguraba en los primeros meses del mandato de Biden.

La encuesta revela que el 47% aprueba su manejo de la economía, comparado con el 60% que lo hacía en marzo, pero similar a agosto.

El 57% aprueba el manejo de la pandemia de coronavirus, muy por debajo del 66% en julio. Con todo, sigue siendo el rubro más fuerte de Biden en la encuesta. Casi nueve de cada 10 demócratas aprueban el manejo de la pandemia, comparado con dos de cada 10 republicanos.

En materia de política exterior, el 43% aprueba su manejo de la política exterior en general, pero sólo el 34% el manejo de la situación en Afganistán. Entre los demócratas, apenas el 54% aprueba su manejo de la situación en Afganistán. Solo el 10% de los republicanos lo aprueban.

El 46% de los estadounidenses aprueban la gestión de Biden en materia de seguridad nacional, en tanto el 52% la desaprueban. Apenas el 35% aprueba el manejo de la inmigración, comparado con el 43% en abril, cuando ya era uno de los rubros peores para Biden. Dentro de su propio partido, el 60% aprueba su gestión junto con el 6% de los republicanos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dijo esta mañana que su gobierno envió una invitación a su homólogo estadounidense, Joe Biden, para una posible visita a México.

“Hay esa posibilidad. Nosotros le formulamos una invitación para que él visite México y tener una reunión, está proponiéndose para finales de septiembre”, dijo el presidente en su conferencia de prensa matutina.

El anuncio se da luego de que el mandatario se reuniera con la delegación de alto nivel estadounidense que visitó la Ciudad de México ayer, encabezada por el asesor en Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, en el que se discutieron las estrategias para frenar el flujo migratorio y la reapertura de la frontera, entre otros temas.

En un comunicado difundido la noche de ayer, el gobierno federal dijo que en ese encuentro se acordó establecer una ruta de trabajo para un posible encuentro entre López Obrador y Biden. También se acordó el trabajo en conjunto para migración, así como programas de cooperación para impulsar el desarrollo en Centroamérica y el sur de México.

AMLO recibió durante dos horas en Palacio Nacional a la delegación estadounidense, con quienes tuvo una “conversación amplia” que derivó en “acuerdos y coincidencias”.

“La reunión de ayer también fue muy provechosa, muy buena para los dos países. La llamada de anteayer con la vicepresidenta Kamala Harris, lo mismo”, expresó López Obrador.

El presidente explicó que abordaron “cómo fortalecer América del Norte y toda América ante el crecimiento comercial de Asia”, por lo que habrá un diálogo de alto nivel al respecto en un próximo encuentro en Estados Unidos.

Ambos gobiernos exploran “un acuerdo general”, que incluye cooperación económica, la crisis migratoria, el desarrollo de Centroamérica y la reapertura de la frontera común, cerrada a los viajes no esenciales por la pandemia de COVID-19.

“Se está haciendo el llamado a que se abra la frontera, ellos están en ese tenor, ellos están de acuerdo. Sin embargo, vino esto del incremento de contagios y la variante Delta y se está analizando. Pero existe atención para que se normalice lo más pronto posible”, expresó.

Recordemos que a inicios de junio, López Obrador recibió a la vicepresidenta Kamala Harris, quien también visitó Guatemala para tratar fundamentalmente la migración de personas indocumentadas hacia Estados Unidos.

A finales de septiembre están previstos los festejos por los 200 años de la independencia de México y ha sido habitual que López Obrador invite a mandatarios extranjeros a este tipo de conmemoraciones.

El presidente Joe Biden inauguró este jueves la cumbre climática global a la que convocó, y que estaba dirigida a que los líderes mundiales profundicen los recortes de emisiones, con la declaración de que Estados Unidos y otras grandes economías “tenemos que conseguirlo”.

Estados Unidos prometió reducir a la mitad la cantidad de vapores de carbón y petróleo que emite.

“Reunirnos en este momento es para algo más que preservar el planeta”, dijo Biden desde un estudio de tipo televisivo a una cumbre virtual que reunió a 40 líderes mundiales. “Se trata de proveer un futuro mejor para todos”, dijo, y lo llamo “un momento de peligro, pero también de oportunidad”.

“Los indicios son inconfundibles. La ciencia es innegable. El costo de la inacción sigue acumulándose”, dijo.

El gobierno de Biden está trazando una visión de país próspero, con energía limpia, en que las fábricas producen baterías modernas para la exportación, los trabajadores dependen de una red eléctrica nacional eficiente y equipos sellan plataformas petrolíferas y gasíferas y minas de carbón abandonadas.

Su compromiso de reducir las emisiones estadounidenses por hasta 52% para el 20230 marca el regreso del país a los esfuerzos climáticos mundiales luego de cuatro años de retirada bajo el presidente Donald Trump. Japón, un importante consumidor de carbón, anunció su propio objetivo de reducción de 46% el jueves antes de la apertura de la cumbre.

La promesa de Biden requeriría el mayor esfuerzo climático realizado por Estados Unidos, elevando a casi el doble las reducciones a las que se había comprometido el gobierno de Barack Obama en el histórico acuerdo climático de París de 2015.

Los científicos dicen que los cambios climáticos causados por plantas de carbón, motores de automóviles y el consumo de combustibles fósiles en general agravan ya las sequías, las inundaciones, los huracanes, incendios forestales y otros desastres y que se acaba el tiempo para evitar extremos más catastróficos de calentamiento global.

Pero funcionarios del gobierno, al hablar del nuevo objetivo, revelaron aspiraciones y viñetas en lugar de planes concretos, líneas de presupuesto o propuestas legislativas para conseguirlo.

Biden y la vicepresidenta Kamala Harris inauguraron la cumbre del Día de la Tierra, Biden desde la Casa Blanca ante líderes mundiales, incluyendo los de China, Rusia, India, los estados del Golfo Pérsico, aliados europeos y asiáticos y naciones costeras e islas que lidian ya con los efectos de los cambios climáticos.

Joe Biden asumirá en unos minutos como el 46 presidente de Estados Unidos. Será una jornada histórica, pues contará con un protocolo estricto, que tendrá su punto alto al mediodía, cuando jure en el Capitolio.

El presidente electo, de 78 años, y su esposa Jill arribaron ayer a la capital estadounidense, y pasaron la noche en la Blair House, la residencia oficial para los invitados extranjeros del presidente de Estados Unidos, situada frente a La Casa Blanca en los alrededores de la plaza Lafayette.

Esta mañana, Biden asistió a una misa en la catedral de San Mateo, patrono de los funcionarios. El demócrata invitó a los líderes del Congreso a que lo acompañen, incluidos republicanos. Lo acompañaron, entre otros: la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, el líder demócrata del Senado Chuck Schumer, y los líderes republicanos de ambas cámaras, Kevin McCarthy y Mitch McConnell.

El presidente electo llegó hace unos minutos en caravana al Capitolio para la ceremonia de investidura que ha dado comienzo, en un escenario montado frente a la vasta explanada del “National Mall”.

La cantante Lady Gaga es la encargada de entonar el himno nacional, mientras que Jennifer Lopez será quien ofrezca un “espectáculo musical”.

Biden y su vicepresidenta Kamala Harris jurarán a sus cargos a las 12:00 hora local, es decir, a las 11 hora México, y luego el ya presidente ofrecerá su discurso inaugural, en el que se espera exprese su visión para “vencer la pandemia, reconstruir, unificar y sanar la nación”.

A primera hora de la tarde, Biden viajará al Cementerio Nacional de Arlington, no muy lejos del Capitolio, para depositar una ofrenda floral en la tumba del Soldado Desconocido, junto con los expresidentes Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton y sus esposas. Regresará en caravana hacia La Casa Blanca.

El convoy debe detenerse a unos metros de La Casa Blanca para que Biden ingrese a pie, rodeado de una escolta militar. Se espera que poco después firme sus primeros decretos presidenciales.

Biden y Harris se dirigirán a la nación durante un programa especial de televisión que será presentado por el actor Tom Hanks y transmitido en los principales canales estadounidenses a partir de las 20:30 hora local (19:30 hora México).

Titulado “Para Celebrar Estados Unidos”, contará con muchos invitados musicales como Jon Bon Jovi, Foo Fighters, John Legend, Demi Lovato, Bruce Springsteen, Justin Timberlake y Luis Fonsi, entre otros.

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este lunes la nominación como jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de William Burns, un diplomático retirado que ayudó a mantener conversaciones secretas con Irán.

Burns estuvo más de tres décadas en el cuerpo diplomático estadounidense. Durante ese periodo fue embajador en Rusia entre 2005 y 2008, y ocupó altos cargos en el Departamento de Estado.

“Bill Burns es un diplomático ejemplar con décadas de experiencia en el escenario mundial manteniendo a nuestro pueblo y nuestro país sano y salvo”, dijo Biden en un comunicado.

El nominado de Biden para encabezar la CIA se retiró de la diplomacia en 2014 y preside el Fondo Carnegie para la Paz Internacional, un centro de reflexión dedicado a las relaciones internacionales con sede en Estados Unidos.

Burns, de quien se mencionaba su nombre como posible secretario de Estado de Biden, dada su gran experiencia con Irán, estuvo implicado en las negociaciones ocultas que prepararon el camino para el acuerdo sobre el programa nuclear iraní firmado en 2015 por Teherán y grandes potencias occidentales.

Cuando Donald Trump asumió la presidencia en 2017, Burns eludió hacer declaraciones públicas al respecto hasta el año pasado, cuando empezó a escribir influyentes textos críticos sobre la política de Trump en Foreign Affairs y otras publicaciones.

“Comparte mi profunda creencia de que la inteligencia debe ser apolítica y que los profesionales dedicados a la inteligencia que sirven a nuestro país merecen nuestra gratitud y respeto. El embajador Burns traerá el conocimiento, el juicio y la perspectiva que necesitamos para prevenir y afrontar amenazas antes de que lleguen a nuestras costas. El pueblo estadounidense dormirá tranquilo con él como nuestro próximo director de la CIA”, añadió Biden.

De ser confirmado por el Senado, Burns sucederá a Gina Haspel, la primera mujer que dirige la agencia espionaje y que lo hizo mientras el presidente Trump arremetía contra las entidades de inteligencia y especialmente el consenso entre ellas de que Rusia interfirió en las elecciones del 2016.

El Colegio Electoral de Estados Unidos ratificó este lunes la elección de Joe Biden como próximo presidente del país, echando abajo las intenciones del presidente Donald Trump, quien intentó en Tribunales desafiar el resultado de los comicios del pasado 3 de noviembre.

Pasadas las 17:30 hora local, los electorales de California, reunidos en la asamblea estatal, confirmaron que los 55 votos electorales del estado iban a parar a Biden, con lo que el candidato demócrata superaba la barrera de 270 votos electorales necesarios para llegar a La Casa Blanca.

Las reuniones de esos delegados de cada partido corroboraron que Biden acumula al menos 302 votos electorales frente a los 232 de Trump, a falta de que se confirmen los 4 electorales que adjudica Hawái, donde se impuso el candidato demócrata en los comicios.

Ese cómputo también ratifica la elección de su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris, que será la primera mujer que ocupará el cargo de vicepresidenta de EUA cuando ambos lleguen al poder, el próximo 20 de enero.

Bajo el sistema electoral de Estados Unidos, los delegados del Colegio Electoral confirman en sus reuniones en cada estado lo votado en las urnas por los millones de estadounidenses en las elecciones, celebradas hace un mes y medio.

Los principales medios de comunicación ya pronosticaron el pasado 7 de noviembre que Biden alcanzaría 306 votos electorales y arrebataría a Trump la Presidencia, pero el actual mandatario se ha negado desde entonces a reconocer la derrota.

Biden tiene previsto dar un discurso esta tarde, en el que pedirá “pasar página” a las tensiones en Estados Unidos y unir al país tras la divisiva jornada electoral.

“Ahora es el momento de pasar página. Unirnos. Sanar”, dirá Biden de acuerdo con extractos de un discurso que el demócrata pronunciará. “En esta batalla por el alma de Estados Unidos, prevaleció la democracia (…) La integridad de nuestras elecciones permanece intacta”, dirá Biden, en una clara referencia a la negativa de Trump a aceptar la derrota.

Joe Biden celebra este viernes su cumpleaños número 78, dos meses antes del día de su llegada a La Casa Blanca, donde sucederá a Donald Trump, a quien venció en las elecciones del pasado 3 de noviembre. Como regalo de cumpleaños, el secretario de Estado de Georgia confirmó su triunfo tras el recuento y auditoria realizado.

Así, el exvicepresidente de Barack Obama prestará juramento el próximo 20 de enero de 2021, convirtiéndose en el presidente 46 de los Estados Unidos, y el de mayor edad de la historia del país.

Sobre el recuento en Georgia, el secretario de Estado de ese territorio confirmó este viernes que el presidente Donald Trump no ganó los votos del Colegio Electoral.

“Al igual que otros republicanos estoy decepcionado, nuestro candidato no ganó los votos electorales de Georgia”, sostuvo Brad Raffensperger, quien se calificó como un orgulloso seguidor de Trump.

“Yo vivo con el lema de que los números no mienten. Como secretario de Estado creo que los números que presentamos hoy son correctos”.

Desde ayer por la tarde/noche, Georgia confirmó que Biden superó a Trump, lo que reduce las posibilidades del republicano de que cambien los resultados y se pueda mantener otros cuatro años en La Casa Blanca.

El resultado del recuento en el estado era muy esperado, pese a los reclamos infundados de Trump y sus aliados de que los resultados en Georgia eran sospechosos debido a un fraude electoral extendido.

Biden suma 306 votos en el Colegio Electoral contra 232 de Trump, superando el umbral de 270 votos necesarios para ganar la presidencia.

La auditoría de Georgia, que se realizó luego de que los resultados iniciales mostraran un triunfo de Biden por 14.000 votos, mostró que el demócrata se impuso por 12,284 sufragios.

Al respecto, el presidente Donald Trump y sus aliados están tomando medidas desesperadas para revertir los resultados de la elección presidencial, incluso convocando a legisladores estatales a La Casa Blanca para tratar de impugnar la victoria de Biden.

Las tácticas de último recurso incluyen llamadas personales a funcionarios electorales que tratan de rescindir la certificación de votos en Michigan, insinuar en una demanda que Pensilvania desconoció el voto popular y presionar a funcionarios en Arizona para demorar la certificación de los recuentos.

Los expertos en derecho electoral dicen que son simplemente intentos agonizantes de la campaña de Trump y que sin duda Biden entrará a la Oficina Oval en enero próximo, pero existe el temor de que las gestiones de Trump afectarán la confianza de parte de la ciudadanía en la integridad de las elecciones.

El senador republicano Mitt Romney, uno de los detractores más francos de Trump, lo acusó de recurrir a “presiones sobre funcionarios estatales y locales a fin de subvertir la voluntad del pueblo y revertir la elección”. Añadió que “es difícil imaginar una acción antidemocrática más grave por parte de un presidente estadounidense en funciones”.

La agencia de seguridad electoral del gobierno de Trump declaró que la elección presidencial de 2020 fue la más segura de la historia. Días después, Trump destituyó al jefe de ese organismo.