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El sector de las energías renovables representó 13.7 millones de puestos de trabajo en 2022, una cifra que casi duplica los 7.3 millones que tenía en 2012, de acuerdo con el informe publicado este jueves por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El informe también señala un incremento del 7.8% con respecto a 2021, año en el que las energías renovables dieron empleo a 12.7 millones de personas.

En cuanto al empleo por sectores, la energía solar fotovoltaica volvió a encabezar la generación de empleo en 2022, según el estudio, con 4.9 millones de puestos de trabajo creados, más de un tercio de la fuerza laboral total de las energías alternativas.

La energía hidroeléctrica y los biocombustibles registraron cifras de empleo parecidas a las de 2021, con alrededor de 2.5 millones de puestos de trabajo cada uno, seguidos por la energía eólica con 1.4 millones de empleos.

Ante las cifras presentadas, el director general de IRENA, Francesco La Camera, calificó el 2022 como “un año excelente” para el empleo en las energías renovables, aunque recordó que “la creación de millones de empleos adicionales requerirá un ritmo de inversión mucho más rápido en tecnologías de transición energética”.

Pese a que el informe expone una creciente inversión en este sector que favorece la creación de empleos en cada vez más países, se advierte que los llamados “empleos verdes” se concentran en un reducido grupo de países como China, que aglutina el 41%; Brasil; algunas naciones de la Unión Europea; India o EUA.

Las instituciones responsables del informe también recuerdan que la calidad de los puestos de trabajo es “tan importante” como su cantidad, ya que la transición a un futuro de energía limpia debe ser “justa e inclusiva” tanto para los trabajadores como para las empresas y comunidades.

Según el estudio, otras materias pendientes en el sector de las renovables son la necesidad de ampliar la educación y la formación a fin de incrementar las oportunidades profesionales para la juventud, las minorías y los grupos marginados, así como la equidad de género.

Las nuevas leyes laborales en nuestro país establecen una base sólida para atraer inversión extranjera directa que genere más empleos dignos, consideró Pedro Furtado de Oliveira, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para México y Cuba.

En entrevista con la agencia EFE, Furtado señaló que la reforma laboral de 2019, en materia laboral y libertad sindical motivada por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sumada a las condiciones geográficas, hacen del país un lugar ideal para aprovechar la diversidad de acuerdos comerciales.

Afirmó que las empresas extranjeras “están viniendo (a México), pero bajo un nuevo modelo laboral”, lo que “es muy bueno”.

También señaló que la oportunidad del país no radica en salarios más bajos frente a la industria global, sino en generar una matriz productiva con condiciones laborales dignas que permitan incentivar la productividad de los empleados.

“El modelo productivo mexicano está en proceso de cambio, las relaciones laborales están en plena transformación y se está buscando el equilibrio productivo”, añadió.

El funcionario internacional observó que actualmente se vive una transformación laboral en México que está permeando en todos los actores del trabajo, desde las maquilas hasta el sector agropecuario, y en casos como el trabajo remoto, híbrido y el presencial.

Aunque reconoció que la mano de obra se está concentrando en el norte del país por la cercanía con Estados Unidos y la oportunidad que brinda la relocalización de las cadenas globales de proveeduría, tras la disrupción de la pandemia y ahora por la guerra entre Rusia y Ucrania.

Y es que recientemente, la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, reveló que al menos 400 empresas estadounidenses tienen la intención de mudar sus plantas productivas de otras regiones a México.

“Nos interesa la prosperidad de las empresas que se instalan en nuestros países y que caminan con nosotros en este objetivo”, señaló Buenrostro en una reunión entre empresarios que son parte de la Alianza del Pacífico.

El director de la OIT para México y Cuba también consideró como una buena oportunidad la renegociación de acuerdos comerciales que lleva México con la Unión Europea y Asia, pues señaló que estos tratados benefician la entrada de mayores jugadores en el territorio mexicano.

“Son elementos del mundo del trabajo que está haciendo que México sea de verdad un lugar para más y mejores empleos”, sostuvo.

Por otro lado, Furtado aseguró que la reforma laboral que se lanzó en 2019 es trascendental para “el cambio de chip” en México y que reconoce la importancia de la voz colectiva dentro de las empresas.

Recordemos que México ratificó el convenio 190 de la OIT desde 2019 y entró en vigor en junio de 2021, cuando comenzó un proceso de renegociación de los contratos colectivos de todas las empresas formales registradas en la economía nacional.

“Esa dinámica de una reforma laboral ya viene hace mucho tiempo, antes mismo que tuviéramos un acuerdo comercial. Eso está agregando valor para que los actores de trabajo, del sector sindical, entiendan que tenemos desafíos muy importantes de México, como, por ejemplo, la informalidad”, agregó.

La crisis económica a raíz de la pandemia de la Covid-19 ha agudizado las brechas de género en el campo laboral y generado un retroceso de al menos una década, dado que 13 millones de mujeres han perdido sus empleos en América Latina y el Caribe.

De acuerdo al último reporte de Panorama Laboral de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de participación laboral de las mujeres en 2020 sufrió una bajada histórica de 5.4 puntos porcentuales. Cayó a 46.4%, lo que representa que 12 millones de mujeres salieron de la fuerza laboral en América Latina y el Caribe por la desaparición de sus empleos.

De acuerdo con los datos del Panorama Laboral de la OIT, hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación de las mujeres en el mercado laboral.

Asimismo, la tasa de desocupación regional en mujeres aumentó de 10.3% a 12.1%, por encima del promedio de desocupación general, que subió a 10.6%, lo que significa que aproximadamente 1.1 millones de mujeres se incorporaron al desempleo femenino.

La reducción de la tasa de participación laboral femenina refleja el porcentaje de mujeres que salieron de sus trabajos por la pandemia, pero no buscan uno nuevo porque no hay empleo o han tenido que atender otras responsabilidades en la familia.

En tanto que el incremento de la tasa de desocupación representa el porcentaje de mujeres que busca empleo, pero no encuentra.

Esas 13.1 millones de mujeres que han perdido sus puestos de trabajo se suman a cerca de 12 millones que ya estaban afectadas por la desocupación antes de la pandemia.

En total, alrededor de 25 millones de mujeres están desempleadas o se encuentran fuera de la fuerza de trabajo en este momento, precisó el informe de la OIT.

“Esta crisis sin precedentes ha exacerbado las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, sacando de la fuerza de trabajo a millones de mujeres y anulando avances anteriores”, declaró el director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro. “Hemos retrocedido más de una década en un año y ahora necesitamos recuperar esos empleos y pisar en el acelerador de la igualdad de género”, añadió.

Pinheiro subrayó que en el Día Internacional de la Mujer, a celebrarse el próximo 8 de marzo, es crucial reafirmar el compromiso para recobrar el terreno perdido durante la crisis económica.

Lla Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó que unos 34 millones de personas perdieron su trabajo por las medidas de confinamiento impuestas para combatir la COVID-19 en Latinoamérica, la región del mundo donde más empleo se ha destruido durante la pandemia.

De acuerdo a las últimas estimaciones realizadas por la OIT en su nueva actualización del informe “Panorama Laboral en tiempos de la COVID-19”, América Latina ha marcado por culpa de la pandemia un récord histórico de tasa de desempleo, así como mínimos históricos de ocupación y de participación en el mercado laboral.

El estudio analiza la tendencia del empleo en esta inédita situación para la región latinoamericana a partir de los datos de nueve países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú, Paraguay y Uruguay, que representan el 80 % del empleo de la región.

Latinoamérica cerró el primer semestre de 2020 con un índice de ocupación del 51.1%, lo que supone un mínimo histórico con 5.4 puntos menos que en el mismo periodo del año anterior. Esto se tradujo en 34 millones menos de empleados, en su mayoría mujeres y jóvenes del sector informal.

“Es una bomba de tiempo porque, a medida que el empleo se reactive, regresarán al mercado de trabajo y puede convertirse en una crisis política, con una presión grande por recuperar esos empleos”, advirtió este miércoles en la presentación del informe el director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.

La tasa de desempleo se elevó en el segundo semestre hasta un 11.4%, un valor máximo que supera a otras crisis previas como la de 2008, pero que no representa a todas las personas que perdieron su trabajo por la emergencia de la COVID-19.

El índice de desempleo apenas se incrementó 2.2 puntos porcentuales respecto al primer trimestre de 2020, lo que equivale a unos 2 millones.

Según los cálculos de la OIT, si todos los latinoamericanos que perdieron su trabajo hubiesen pasado a ser desempleados, la tasa de desocupación se habría disparado hasta el 24%, pero no sucedió así.

Los 32 millones de personas restantes que se quedaron sin empleo se volvieron población económicamente no activa, fuera de la fuerza de trabajo aunque en algunos casos fuese de manera transitoria. “Es población que está expectante para retomar su trabajo”, dijo la especialista Roxana Maurizio, coordinadora del informe.

Así, la tasa de participación en el mercado de trabajo también registró un valor sin precedentes al reducirse hasta el 52.6% en el segundo semestre de 2020, casi diez puntos porcentuales menos que en el mismo periodo de 2019.

Estas tendencias refuerzan significativamente las brechas existentes antes de la pandemia, pues la mayoría de los trabajadores que se han quedado sin empleo son mujeres. Mientras el empleo masculino ha caído entre el 3% y 34%, el empleo femenino se redujo entre el 7% y el 43%.

Para la OIT, esto se debe a la mayor presencia de mujeres en ciertos sectores económicos fuertemente afectados por esta crisis y en empleos informales y a las crecientes dificultades de conciliar el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares.

También hubo mayor destrucción de trabajos entre los jóvenes con menos formación educativa, empleados mayoritariamente en sectores también afectados como hoteles, comercio, servicios personales y construcción.

Para la OIT, el panorama laboral actual es aún más preocupante debido a que la recuperación esperada para 2021 es más débil que la observada en crisis anteriores.

“Nos parece que hemos llegado al fondo del pozo. Hay señales de reactivación económica muy preliminares e incipientes. Ya se ha empezado a reaccionar, pero no esperemos que la recuperación económica sea sostenida”, indicó Pinheiro.

Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado este miércoles, la pandemia provocó en el segundo trimestre de 2020 una pérdida de horas de trabajo equivalente a 495 millones de empleos, y entre enero y septiembre los ingresos de los trabajadores cayeron en 3.5 billones de dólares.

El nuevo informe sobre los efectos de la pandemia en el mercado laboral global, empeora las cifras del anterior estudio publicado en junio, en el que la pérdida de empleos equivalente se había cifrado en 400 millones, siempre comparando con cifras del año anterior.

Los 495 millones ahora calculados, que suponen una pérdida del 17.3% de las horas de trabajo, podrían moderarse en el tercer y cuarto trimestre, pero la OIT aún prevé en esos periodos descensos equivalentes a 345 y 245 millones de empleos respectivamente.

El principal motivo de los cálculos más pesimistas, según la OIT, es la situación de las economías en desarrollo y emergentes, en particular en el sector informal, que se ha visto mucho más afectado por la pandemia que otras actividades económicas.

Por regiones, Latinoamérica es la más afectada en términos relativos, con una pérdida de horas de trabajo en el segundo trimestre del 33.5%, equivalente a 80 millones de empleos, que seguirá siendo alta en el tercero, hasta el 25.6% (60 millones de empleos).

En términos absolutos, la mayor pérdida de horas de trabajo se dio en el sur de Asia, donde equivalió a 170 millones de empleos en el segundo trimestre y aún llegará a 115 millones en el tercero de acuerdo con las previsiones del organismo.

Aunque la OIT no dio información pormenorizada de cada país, sí destacó que la pérdida de horas de empleo en países como Estados Unidos o Brasil llegó al 10%, y en muchas naciones latinoamericanas (México, Chile, Ecuador, Colombia, Costa Rica) estuvo cercano al 20%.

Todas estas pérdidas en horas de trabajo se tradujeron en el mencionado descenso global en los ingresos laborales de 3.5 billones de dólares (un 10.7% interanual).

América, subraya la OIT, es el continente más afectado por esta pérdida de ingresos, con una caída del 12.1% con respecto al mismo periodo de 2019, y los países en desarrollo también han resultado más golpeados que los ricos en este sentido, sufriendo una bajada interanual del 15.1%.

Los descensos en horas de trabajo e ingresos se han debido principalmente a las medidas de prevención contra la COVID-19, que supusieron especialmente durante los confinamientos el cierre de muchas actividades laborales, algo que según la OIT aún afecta a la mayor parte del planeta.

El informe de la OIT también analiza las medidas de incentivo fiscal ordenadas por distintos gobiernos para mitigar estos efectos adversos de la pandemia en el mercado laboral, y concluye que por cada 1% del PIB utilizado en estas políticas puede lograrse un descenso del 0.8% en la pérdida de empleos.

Estas medidas, lamenta la OIT, se han concentrado especialmente en los países desarrollados, debido a la limitación de recursos en los países emergentes y en desarrollo, pese a que éstos han sido más golpeados debido al predominio del empleo informal y lo mucho que éste se ha visto afectado por la crisis sanitaria.

“Al tiempo que redoblamos esfuerzos para vencer al virus, debemos adoptar medidas a escala lo antes posible para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral”, opinó en la presentación del informe el director general de la OIT, Guy Ryder.

La pandemia provocó una caída del 14% de las horas de trabajo en el mundo en el segundo trimestre de 2020, equivalentes a 400 millones de empleos a tiempo completo, casi cien millones más de lo que se había estimado anteriormente.

La caída es tan marcada que ni siquiera una recuperación en la segunda mitad de 2020, que además es “altamente incierta”, sería suficiente para volver a los niveles de empleo previos a la crisis sanitaria, indicó este martes la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Señaló que lo más probable, es que las pérdidas de trabajo se ahonden en los próximos meses, dependiendo de la evolución de la pandemia, de las medidas nacionales que tomen los gobiernos y de la cooperación internacional funcione o no, resume el último análisis de la OIT sobre el impacto del Covid-19 en los mercados laborales.

Hace poco más de un mes, el organismo técnico de la ONU había estimado que la pérdida de horas de trabajo equivaldría al 10.7% (305 millones de empleos menos), pero dada la expansión de la crisis ese pronóstico se quedó corto.

Para el cuarto trimestre del 2020, la OIT calculó que se perderá el 4.9% de las horas laborales, o 140 millones de empleos. Bajo el pesimista escenario de una posible segunda ola de la pandemia, esta cifra podría subir al 11.9%, o 340 millones de empleos, precisó.

Cerca del 93% de los trabajadores mundiales siguen viviendo en países afectados por algún tipo de restricciones laborales, señala el informe.

En lo que van del año, se han perdido 555 millones de empleos de tiempo completo; la OIT proyecta que de mantener el ritmo, al final del año se habrán perdido 895 millones de empleos.

Los jóvenes son las principales víctimas del debacle económico provocado por la pandemia del Covid-19, y uno de cada seis se encuentra sin empleo, alertó este miércoles la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El director general de la OIT, Guy Ryder, llamó a los gobiernos a prestar una atención especial a esta “generación del confinamiento” para evitar que la crisis le afecte a largo plazo.

El estudio de la organización concluye que una de cada seis personas menores de 29 años y en edad de trabajar ha dejado de hacerlo desde que apareció la pandemia. Y aquellos que conservaron sus puestos de trabajo han visto cómo su jornada se ha reducido en un 23% como media.

Señalaron que los jóvenes se están viendo afectados “de manera desproporcionada” por esta crisis, debido a su impacto en el mercado laboral y en los ámbitos de la enseñanza y la formación.

“La pandemia inflige un triple impacto sobre los jóvenes. No solo destruye sus empleos, sino también su educación y formación, y coloca grandes obstáculos en el camino de quienes buscan entrar en el mundo del trabajo o cambiar empleo”, estima el informe.

Además, cerca de la mitad de los jóvenes estudiantes experimentan un “retraso probable” para terminar sus estudios, y un 10% de ellos no creen que puedan acabarlos.

Recordaron que en 2019, la tasa de desempleo juvenil de 13.6% era ya más alta que la de cualquier otro grupo. Había alrededor de 267 millones de jóvenes, es decir uno de cada cinco, que ni trabajan ni estaban estudiando o formándose.

“La crisis de Covid-19 está afectando a los jóvenes, en particular a las mujeres, con mayor gravedad y rapidez que a cualquier otro grupo”, señaló Ryder. “Si no tomamos medidas inmediatas y significativas para mejorar su situación, el legado del virus podría acompañarnos durante décadas”, advirtió.

A nivel general, la crisis sigue provocando una reducción sin precedentes de la actividad económica y del tiempo de trabajo en el mundo, según la OIT. Por regiones, América es la más afectada, seguida de Europa y Asia central.

La crisis económica causada por la pandemia del nuevo coronavirus dejará 11.5 millones de nuevos desempleados en el 2020 en América Latina, lo cual incrementará el número total de desempleados a 37.7 millones de personas, estimaron en un informe la CEPAL y la OIT.

La contracción económica en América Latina que CEPAL estima será de un 5.3% este año, la peor desde 1930, y tendrá “efectos negativos” sobre la tasa de desocupación de la región, que pasará de un 8.1% el 2019 a un 11.5% este año, según las proyecciones presentadas por ambos organismos.

“Se proyecta un aumento de la tasa de desocupación de al menos 3.4 puntos porcentuales, lo que equivale a más de 11.5 millones de nuevos desempleados”, indica el informe “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. El trabajo en tiempos de pandemia: desafíos frente a la enfermedad por coronavirus (COVID-19)”.

Junto al aumento de la desocupación, ambas organizaciones esperan un marcado deterioro de la calidad del empleo en la región donde la tasa media de trabajos informales ya alcanza al 54%, afectando principalmente a los sectores más vulnerables.

La organización Internacional del Trabajo (OIT) estima la reducción de un 10.3% de las horas de trabajo, lo que afectará a unos 32 millones de personas, esto debido a la crisis sanitaria y las medidas de confinamiento tomadas por los países latinoamericanos.

Las cifras de desempleo afectarán duramente a los más vulnerables de la región, provocando el aumento de la pobreza en 4.4% y la pobreza extrema 2.6% con respecto a 2019.

“Esto implica que la pobreza alcanzaría entonces a 34.7% de la población latinoamericana (214.7 millones de personas) y la pobreza extrema a 13% (83.4 millones de personas)”, alertó la CEPAL.

Ambas instituciones ven un futuro incierto para el mercado laboral regional y estiman una recuperación bastante lenta de los empleos perdidos, que requerirá una profunda formación y educación de los trabajadores en seguridad sanitaria, protocolos de salud y horarios desfasados de ingreso y salida para evitar aglomeraciones y focos de contagio.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó este miércoles que mil 600 millones de trabajadores de la economía informal, la mitad de la población mundial económicamente activa, corren el riesgo de perder sus fuentes de ingreso a causa del coronavirus.

En el informe “Observatorio de la OIT: El COVID-19 y el mundo del trabajo”, se contabiliza la caída de las horas de trabajo en el actual trimestre (segundo) de 2020, que según las proyecciones, estaría superando la cifra que se estimó anteriormente.

Según las cifras actualizadas de la OIT, y en comparación con los niveles anteriores a la crisis (el cuarto trimestre de 2019), en lo que va del 2020 se prevé un deterioro del 10.5%, equivalente a 305 millones de empleos a tiempo completo, contando una semana laboral de 48 horas.

De acuerdo con la previsión anterior, el descenso sería de un 6.7%, el equivalente a 195 millones de empleados a tiempo completo, debido a la prolongación y la ampliación de las medidas de confinamiento.

En lo que respecta a las regiones, hay estimaciones que indican una pérdida de horas de trabajo equivalente al 12.4% en el segundo trimestre en todas las zonas de las Américas, y a un 11.8% en Europa y Asia Central. Las estimaciones para el resto de los grupos regionales son bastante cercanas y todas superan el 9.5%.

“La crisis económica provocada por la pandemia ha dado una estocada contundente a la capacidad de ganar el sustento de casi mil 600 millones de trabajadores de la economía informal, el grupo más vulnerable del mercado laboral, de un total de dos mil millones a nivel mundial, y de una fuerza de trabajo mundial de 3 mil 300 millones de personas”.

Indicó que las principales razones de la caída son dos: las medidas de confinamiento y el hecho de que esas personas trabajan en alguno de los sectores más golpeados.

La OIT agregó que, a nivel mundial, el primer mes de la crisis se habría cobrado un 60% de los ingresos de los trabajadores informales.

Alertó que las empresas también corren riesgos. En el mundo, más de 436 millones de empresas afrontan el grave riesgo de interrupción de sus actividades.

“Estas empresas pertenecen a los sectores de la economía más afectados, incluidas unas 232 millones pertenecientes al comercio mayorista y minorista; 111 millones a las manufacturas; 51 millones a los servicio de alojamiento y servicio de comida; y 42 millones al sector inmobiliario y otras actividades comerciales”, explicó la OIT en el informe.

De acuerdo a un documento elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “El COVID-19 y el mundo del trabajo”, a nivel mundial, se prevé que la crisis sanitaria eliminará 195 millones plazas de trabajadores a tiempo completo.

El documento señala que se prevén recortes en plazas laborales a gran escala en los Estados Árabes en un 8.1%, equivalente a 5 millones de trabajadores; en Europa del 7.8% o 12 millones de trabajadores y en Asia y el Pacífico en un 7.2%, es decir, 125 millones de trabajadores.

Indicó que habrá pérdidas en los distintos grupos de ingresos, en particular en los países de ingresos medios altos, equivalentes a 100 millones de trabajadores, lo cual superaría los efectos de la crisis financiera de 2008-2009.

La OIT indicó que los sectores más expuestos incluyen los servicios de hospedaje y restauración, la manufactura, el comercio minorista y las actividades empresariales y administrativas.

“El posible aumento del desempleo mundial durante 2020 dependerá de manera considerable de la evolución futura y de las medidas políticas que serán adoptadas. Existe un riesgo elevado de que para final de año la cifra será significativamente más alta que la previsión inicial de la OIT, de 25 millones de desempleados”, indicó el estudio.

La Organización señaló que el 81% de las 3,300 millones que conforman la fuerza de trabajo mundial están siendo afectadas por cierres totales o parciales de su lugar de trabajo en todo el mundo.

“Los trabajadores y las empresas se enfrentan una catástrofe, tanto en las economías desarrolladas como en las que están en desarrollo”, declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder”. “Tenemos que actuar con rapidez, decisión y coordinación. Las medidas correctas y urgentes podrían hacer la diferencia entre la supervivencia y el colapso”.

La OIT describe al Covid-19 como “la peor crisis mundial desde la Segunda Guerra Mundial”.

Según el estudio, 1,250 millones de personas trabajan en los sectores considerados de alto riesgo de sufrir “drásticos y devastadores” aumentos en los despidos y disminución de los salarios y horas de trabajo.

La Organización señaló que es necesario adoptar medidas políticas integradas y a gran escala, centradas en cuatro pilares: apoyar a las empresas, al empleo y los ingresos; estimular la economía y los empleos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y utilizar el diálogo social entre gobiernos, trabajadores y empleadores a fin de encontrar soluciones.