Hoy llega la delegación canadiense de nuevo a Washington a intentar llegar a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos. Hay mucho optimismo respecto a lo que pase en estas negociaciones en el sentido de que al final Canadá acabará por sumarse al acuerdo.

Esto a pesar de lo mal que se llevan en lo personal la canciller canadiense, Chrystia Freeland, y el jefe negociador estadounidense, Robert Lighthizer. Ella ultra liberal y mujer; él un septuagenario conservador que, me comentan quienes han estado en las negociaciones en D.C., no entiende porque debe sentarse con una mujer a tratar temas comerciales.

Más allá de estas enemistades a las que podríamos sumar la de el propio Trump con Trudeau, México se encuentra en una posición terrible en estas negociaciones. Por un lado hemos aparecido como los que capitulamos ante Trump. Fue positivo porque al permitirle montar su show de la llamada telefónica con el presidente Peña Nieto en la Oficina Oval, lo contuvimos de darnos una patada en el trasero tanto a México como a Canadá. Pero aun así, la imagen de que cedimos de más en el sector automotriz y al permitir una Cláusula Sunset, que si bien se extendió, sigue violando el espíritu del tratado, arroja un mal panorama.

Además, no existe claridad de que estas concesiones nos lleven a tener un acuerdo con EUA ante la incertidumbre de si el congreso le permitirá a Trump negociar un acuerdo bilateral a diferencia del trilateral que es el que los republicanos y los sindicatos en EU prefieren.

Y aun peor, está el enorme problema que en México ha pasado desapercibido del sabotaje de Trump a la Organización Mundial del Comercio, la OMC. Como bien sabemos y tanto han repetido las autoridades mexicanas, si el TLCAN muere, tenemos las reglas de la OMC para defendernos.

Resulta que así como en el plano nacional Trump siente que debe estar por encima de la ley y que por ello no tiene porque presentar su declaración de impuestos ni debe ser investigado por su posible colusión con Rusia o su gasto de recursos de su campaña y si éstos fueron utilizados para pagar el silencio de alguna mujer con la que sostuvo encuentros sexuales, en el plano internacional, Trump también quiere impunidad. No quiere que llegue un panel compuesto por jueces que no sean estadounidenses a decirle qué hacer respecto a sus prácticas comerciales.

Columna completa en El Universal

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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