Jorge Suárez-Vélez

REFORMA

 

 

El lunes se aclaró una pieza importante hacia 2018, José Antonio Meade tendrá la candidatura del PRI. Peña se decidió por un candidato no militante, quizá ante la certeza de que candidatos más cercanos a él, como Nuño, heredarían íntegra su impopularidad, empezando su campaña desde una posición irremontable. El poco reconocimiento de Meade puede obrar a su favor.

 

Antes que otra cosa, Peña es buen operador electoral. Su estrategia pasa por dividir a la oposición, como lo hizo en el Estado de México. Idealmente, habrá un par de candidatos independientes y buscará dinamitar al Frente como sea. No es casual que la principal oposición a éste provenga del PRD del Estado de México, para quienes la complicidad con el PRI local ha resultado tan rentable.

 

El PRD siempre ha tenido tribus a veces irreconciliables. Nunca ha importado más que cierren filas. El futuro de su partido depende del Frente. Sin éste, se volverán irrelevantes. Si el Frente cuaja, podrían ganar espacios considerables. Si además de eso el Frente ganara, la implosión podría ocurrir en Morena. En el partido de López Obrador no caben más que él y sus hijos, como incluso Ricardo Monreal ha atestiguado. Una derrota y consecuente retiro del fundador harían que se desmorone.

 

La estrategia de los esquiroles del PRD para bloquear al Frente resultaría, como ha afirmado Dante Delgado de Movimiento Ciudadano, en una alianza sólo con el PAN, dejando al PRD en una incontenible caída libre.

 

El Frente sería pésima noticia para PRI y Morena. Ambos prefieren una pelea de dos. Basta ver la perfecta sincronía en todas las columnas de plumas que se alquilan para ver que la narrativa predilecta es presagiar la muerte del Frente.

 

Una campaña de dos se enfocaría de tiempo completo en tirarse toneladas de lodo mutuamente, buscando generar suficiente asco por el oponente, forzando al electorado a votar por el menos repugnante. Y justo por eso importa que el Frente prospere. Que conste que no estoy expresando un deseo de que el Frente gane, pero sí creo vital que participe.

 

México necesita discutir ideas serias para una problemática crecientemente compleja. La naturaleza del Frente puede tener un impacto real sobre el contenido del debate. Evidentemente, no es fácil que tres partidos políticos con ideologías diferentes se pongan de acuerdo. No hay simulación, es una alianza compleja que propone gobiernos de coalición y que podría abrirle espacios a sangre nueva a la que tendrían que convencer de su proyecto. Ganen o pierdan, aportarían al contenido de las campañas, forzando a la discusión de los mismos temas álgidos que están teniendo que debatir entre ellos.

 

Estoy convencido de que las tareas pendientes más urgentes tienen poco que ver con ideología. El electorado apoyaría a quien apueste por Estado de derecho y se comprometa a construir andamiaje institucional en serio, a reformar de fondo el sistema de impartición de justicia, ministerios públicos y policías, a construir un sistema judicial independiente y con dientes, reformar cortes, quitarles dinero a partidos y elecciones, desarmar clientelas, monitorear con seriedad el gasto público en todos los niveles, etcétera. Esa agenda puede ser bandera de cualquier partido, pero la participación del Frente forzaría a PRI y Morena a pronunciarse en cuanto a medidas impostergables reñidas con sus intereses.

 

Meade tratará de convencer a los electores de que haría las cosas diferente. Podría empezar ya por persuadir a su bancada de que se asegure que el nuevo auditor superior de la Federación, piedra angular del Sistema Nacional Anticorrupción, que está por votarse, sea un ciudadano inobjetable, y no la serie de comparsas impresentables que levantaron la mano.

 

Para la salud de la campaña que viene, una contienda de tres sería fundamental. La participación del Frente importa.

@jorgesuarezv

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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