Fernando Dworak

 

 

 

 

 

Por más inédito o inesperado que sea el momento que vivimos, es resultado de decisiones u omisiones anteriores. También las ideas que animan a los diversos actores políticos han existido desde hace muchos años, sólo que en algunos casos han pasado de ser posturas minoritarias a convertirse en los discursos de poder de una élite gobernante.

 

Van a continuación cinco recomendaciones de libros que ayuden a entender los “por qué” de Trump, hallar algunas salidas y entender lo que puede venir. También pueden servir para comprender la política nacional. Quien desee compartir sus propias lecturas puede hacerlo en los comentarios.

 

John Gray, Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía. Una de las ideas más peligrosas que han circulado desde que existe la civilización es la creencia de que la historia tiene un sentido lineal hacia un fin previamente establecido. Asumir que hay un punto de culminación inevitable hace lleva al individuo a verse como un misionero o el agente de una fuerza superior. El resultado: exclusión y eliminación de quienes son vistos como enemigos de ese proyecto.

 

Esta visión puede encontrarse en las religiones abrahámicas – judaísmo, cristianismo e islam y especialmente las últimas dos, que son proselitistas –, el comunismo e ideologías totalitarias. La secuencia: un estado de gracia original como el paraíso o el comunismo primitivo; la caída de la gracia representada en el pecado original o la explotación por parte de quienes poseen los medios de la producción; y la restauración del estado original como se observa en imágenes como la Nueva Jerusalén, el comunismo o diversas utopías. Lectura útil para entender el pensamiento de actores milenaristas como Stephen Bannon.

 

Si la historia no tiene un sentido, ¿significa que todo vale? ¿O que todo es relativo y nada tiene sentido? No tengo la respuesta, pero me gusta pensar en algo que escribió el dramaturgo Václav Havel en sus Cartas a Olga: la cuestión de la responsabilidad personal es para mí la clave del problema de la identidad del hombre.

 

Carl Sagan, El mundo y sus demonios. El autor fue uno de los más grandes divulgadores de la ciencia en el siglo XX y la serie Cosmos es un importante referente. En este libro habla sobre la importancia de cuestionar y razonar en un entorno donde todavía abunda la superstición. Dedicó dos capítulos a la democracia y la importancia de actuar como ciudadanos.

 

En uno de los capítulos habla de la importancia de la libertad de pensamiento y cómo en una democracia se ejerce mejor este estado. Sin embargo las garantías que hoy gozamos son conquistas de los ciudadanos frente al poder y si no las usamos continuamente las podemos perder: no hay algo dado. Un sistema político que no se cuida y perfecciona tiende a caer.

 

El segundo resalta la importancia de cuestionar. Aunque la política no sigue leyes naturales, en el pensamiento de lo público se puede aplicar el método científico: establecer una hipótesis y observar la realidad para comprobarla o refutarla. No hay una verdad absoluta y los políticos siempre querrán jugar embaucarnos para que creamos en sus discursos que serán parciales. Por eso los verdaderos patriotas son quienes siempre cuestionan y que sobre todo saben que sus conocimientos pueden ser inexactos. Y al no haber absolutos es necesario defender valores como la tolerancia y el libre intercambio de ideas.

 

Drew Westen, The Political Brain. The Role of Emotion in Deciding the Fate of the Nation. Este libro de comunicación política fue escrito por un neurólogo. Argumenta que los individuos no somos puramente racionales o emocionales y que la propaganda eficaz se enfoca en ambos aspectos. Una persona convencida de una postura se cierra a toda información que contrasta a lo que cree y es lo suficientemente inteligente para encontrar saltos lógicos para dar la vuelta a esa evidencia. Por ello la lucha va a ser entre personas que cuestionan y piensan su voto.

 

Westen escribió su libro en los últimos dos años de la administración de George W. Bush y afirmaba que los ciudadanos podrían rechazar las políticas de los Republicanos si las razonaban, pero votaban por ellos gracias a su claridad. En cambio los Demócratas perdían su mensaje apelando a la racionalidad en agendas de 10 puntos para cada tema. El reto, entonces, es seducir la imaginación del votante con un mensaje eficaz. Y de hecho el autor fue uno de los estrategas detrás del fenómeno Obama en 2008.

 

Dicho esto, ¿qué sucedió en la campaña presidencial de 2016 que los Demócratas olvidaron esas lecciones. ¿Dónde están los estrategas electorales mexicanos que corren el riesgo de que gane un mensaje demagógico aunque claro?

 

Alan Brinkley, Nelson W. Polsby y Kathleen M. Sullivan, New Federalist Papers. Essays in Defense of the Constitution. Un día después de su victoria, Trump presentó un contrato con los electores de Estados Unidos donde expuso su plan de los primeros 100 días. En su tónica se parece al Contract with America, elaborado en 1994 por el hoy colaborador del presidente, Newt Gingrich. Algunos temas son comunes, como la reducción del déficit y la limitación de mandatos de los legisladores. Otros forman parte de la agenda Republicana, como la simplificación normativa. Unos más son nuevos, como la restricción a cabilderos.

 

Pero sobre todo estas agendas reflejan demandas de un sector de la población, muchas de ellas generadas por un descontento hacia la política. El libro toca el debate político de esa época en temas como el dinero en campañas, el veto parcial, la representación de minorías, el papel de los medios y la actualidad de la constitución estadounidense.

 

La obra sigue siendo vigente para la discusión contemporánea. A final de cuentas, Estados Unidos sigue siendo una de las sociedades más abiertas y su sistema de gobierno altamente descentralizado: tienen la capacidad para aprender de esta experiencia y crecerla.

 

Robert Dahl, ¿Es democrática la constitución de los Estados Unidos? La constitución de nuestro vecino del norte fue animada por un espíritu pragmático, siendo sus mayores virtudes garantizar libertades individuales y diseñar mecanismos de separación del poder. Eso le ha permitido ser estable y ser modificada en pocas ocasiones. Sin embargo hay aspectos de las leyes que deberían revisarse, toda vez que los contextos y demandas cambian.

 

También hay que considerar el debate interno sobre si los estadounidenses se ven a sí mismos como una democracia donde gobierna la mayoría, o una república donde se protege al individuo de esa mayoría. Buena parte del diseño institucional refleja esa dicotomía y funciona o no según las capacidades del momento para superarla o conciliar ambos principios.

 

Dahl describe algunas de las instituciones que en su opinión han dejado de ser funcionales, como la representación de dos senadores por cada estado, la figura del Colegio Electoral o los poderes de la federación y los estados. Normalmente las instituciones no se cuestionan hasta que generan problemas de gobernabilidad. Posiblemente al final de la era Trump será necesario revisar las normas para actualizarlas y fortalecerlas. Aquí se encuentran algunos puntos de esa futura agenda. A final de cuentas, Trump llegó en parte por un diseño institcional que necesita adecuarse al momento.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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