Este es la primera de una serie de tres partes del único asalto sexual que se convirtió en una sensación viral en México y sus numerosos resultados sorprendentes

 

 

A poco más de un año, en el Día Internacional de la Mujer, sucedió que fue agredida sexualmente en plena luz del día en la Ciudad de México.

 

Ese día se convirtió oficialmente en la víctima.

 

Lo que sucedió el 8 de marzo de 2016, provocó una serie sorprendente y extraños acontecimientos, iniciaron con  amenazas con destruir mi carrera, mi reputación, y todo lo que había trabajado tan duro para construir. Me obligaría a huir del país que llamé casa.  A veces me dejaron sin conexión a la realidad.

 

Pero también ayudó para  provocar una revolución en todas las clases de México.

 

He pasado los últimos meses preguntándome cómo contar esta historia, y debatiendo si aún lo debería de hacer. A decir verdad, me gustaría nunca más volver a ese país, para que  se olvide, y para mí, seguir finalmente con mi vida.

 

Ahora, sin embargo, un año después del incidente, he decidido que la única manera de explicar lo que ocurrió realmente es ponerlo todo, de una vez por todas, y la única manera de contar esta historia es comenzar por el principio.

 

 

***

 

Caminé por las calles arboladas de uno de los últimos barrios de lujo, La Condesa, un área a veces llamado “Williamsburg”, una zona de la Ciudad de México, para la comunidad ecléctica de jóvenes profesionales, tipos creativos, los modernos, y con derecho veinteañeros.

 

La vida, para los residentes de aquí, tiene poco en común con las vidas de millones de personas en México, al igual que aquellos que son afectados por la pobreza, la falta de educación, o la violencia. Esta es una zona de privilegio. Sin embargo, incluso en este barrio supuestamente seguro, que había caído en una rutina donde dejé mi apartamento lo menos posible, por lo general sólo para el trabajo o en el supermercado.

 

Unos años antes, un asaltante aplastó mi cara contra un poste de concreto en un puente peatonal de la ciudad fronteriza de Tijuana, dejándome con un hueso orbital roto, pedazos de pintura verde y guijarros concretas presentadas dentro de mi labio superior, y la sangre brotando por toda mi cara.

 

Luego, seis meses antes del incidente, tres hombres me asaltaron con cuchillos en mano, mientras caminaba en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se llevaron todo, menos mis llaves de la casa.

 

Eso atraco, que sucedió la tarde del Día de la Independencia de México, me dejó lastimada físicamente de mi parte izquierda del cuerpo. Aunque pasé los próximos meses incapaz de olvidar de lo que había sucedido, algo afectada por el miedo residual que viene con el hecho de ser atacados violentamente por detrás en una tarde cualquiera por extraños con cuchillos en mano.

 

Luego, el año pasado, mientras caminaba por el barrio de lujo de La Condesa, ocurrió el incidente.

 

Me convirtió en la víctima una vez más, literalmente, ya que aún continuaba tratando de superar  la última vez que fui asaltada. Cada vez que alguien saca el tema,  por lo general se refieren a mi como “la chica de la ropa interior.” 

 

Se acercó por detrás, yo no lo escuché venir. Al cabo de sólo un segundo, me agarró por debajo de la falda y tiró de mi ropa interior hacia abajo. 

 

Dejé escapar un grito ensordecedor y automáticamente me dejé caer al suelo, un reflejo que aprendí la última vez que fui asaltada, cuando una mano desde atrás me puso un cuchillo en la garganta. Entonces, me acomodé mi ropa, dando saltos sobre un pie, mientras que me preparaba para otras cosas (agresiones) me sucedieran.

 

Pero no había nadie allí. 

 

Me di cuenta de que todo había terminado, y yo no estaba siendo asaltada de nuevo. Pero esos tres segundos, acabarían haciendo descarrilar mi vida durante seis meses…

 

 

 

Texto completo en  The Daily Beast

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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