JORGE SUÁREZ-VÉLEZ

REFORMA

López Obrador no pierde oportunidad de perder una oportunidad. No es el genio de la política que muchos colegas en la comentocracia describen. Una y otra vez se le han presentado valiosas oportunidades que, de haberlas aprovechado, lo harían invencible. No lo ha hecho. Al Presidente le importa más exhibir su resentimiento y probar que está al mando, a costa de debilitar su proyecto en forma permanente o, peor aún, de cancelar cualquier posibilidad de desarrollo para México.

La primera oportunidad se le presentó con el Nuevo Aeropuerto, AMLO hubiera puesto en un brete a sus detractores de haber apoyado el proyecto. Tenía la narrativa perfecta, negándose a desperdiciar recursos al cancelarlo. Después de ese punto, lo que saliera mal sería imputable a gobiernos previos, y él hubiera inaugurado la obra pública más grande de América Latina. En vez de eso, la canceló. Nos quedamos sin un aeropuerto que generaría miles de millones de dólares de inversión privadas complementaria en un momento clave y, por si fuera poco, pegamos íntegramente por un aeropuerto que no tendremos, sumando enorme desprestigio internacional, dada la evidente irracionalidad de su decisión.

Las protestas contra los feminicidios le presentaron otra oportunidad. López Obrador pudo hacer suya la causa: marchando con las mujeres, manifestando su oposición a la violencia detonada por malas decisiones en sexenios previos, y solidarizándose con la causa feminista- Habría acumulado vasto capital político. En vez de eso, descalificó al movimiento y a las manifestantes, causando innecesaria división alrededor de un tema que tenía respaldo popular.

Pudo haber hecho caravana con sombrero ajeno con el acuerdo entre BID Invest y las cúpulas empresariales. Nuevamente, tenía una narrativa óptima, subrayando que éste demostró que no era necesario endeudarse o presionar al erario para proveer alivia a pequeñas y medianas empresas. En vez de eso, muestra su intransigencia frente a todos lo que no provenga de él y critica “los moditos” de los empresarios. En un momento en el cual México requiere urgentemente de inversión privada, les recuerda por qué jamás ofrecerá un entorno confiable. Su coraje contra ellos es más fuerte que la apremiante necesidad de sus recursos.

La interrupción de cadenas de suministros provocada por la pandemia le dio al gobierno de López Obrador otra oportunidad insuperable. Habiendo logrado la ratificación del T-MEC, México podría atraer mucha de la capacidad industrial que busca reubicarse en territorio estadounidense, o cerca de él. En medio de esa transición, convocó a una consulta popular ilegal para cerrar una planta productora de cerveza de 1,400 millones de dólares (ya en construcción), propiedad de Constellation Brands en Mexicali. Les reiteró a los inversionistas internacionales que en México él está por encima de la ley.

La obsesión de López Obrador por tomar crédito por todo lo que ocurra en el país lo hace irremediablemente dueño de la peor caída en la economía mexicana desde 1932. La culpa será íntegramente suya, porque él así lo quiere. Insiste en ser el pararrayos en la peor tormenta que haya azotado a México desde la Gran Depresión.

La terrible pandemia subraya las limitaciones del proyecto de lopez-obradorista. No es lo mismo ver los toros desde la barrera, despotricar contra la mafia en el poder, criticar el bajo crecimiento y prometer acabar con la corrupción, que tener que dar resultados, teniendo que convocar al país que él mismo dividió a enfrentar juntos la tremenda crisis. No sabe por dónde empezar.

En vez de ganar capital político con astucia, aprovechando las oportunidades que se presentan, AMLO prefiere apostarle a arraigar su proyecto populista autoritario. Sabe que Morena perderá la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021, y por eso ha decidido devastar el carácter de contrapeso que la Constitución le otorga a la Cámara, quitándole control sobre el presupuesto en un país que claramente se gobierno con éste.

El desastre que viene es única y exclusivamente su culpa.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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