El presidente Donald Trump aceptó la noche de ayer la nominación del Partido Republicano para buscar la reelección en un discurso desde el Jardín de La Casa Blanca.

“Compatriotas estadounidenses, esta noche, con un corazón lleno de gratitud y optimismo ilimitado, acepto con orgullo la nominación para presidente de Estados Unidos”, dijo Trump al concluir la Convención Nacional Republicana de 2020.

En su mensaje, el argumento central al que recurrió el presidente fue el miedo.

Trump se apartó de la tradición mostrada por sus predecesores al pintar un retrato sombrío de la violencia en las ciudades gobernadas por demócratas y pobladas por votantes que se le oponen.  El republicano se presentó como la última esperanza para impedir que la anarquía se apodere de las calles del país.

“Sus votos decidirán si protegemos a los estadounidenses respetuosos de la ley o si damos rienda suelta a anarquistas violentos, agitadores y criminales que amenazan a nuestros ciudadanos”, dijo Trump. Añadió que el “American way of life” es lo que está en juego.

El miedo es un arma utilizada por los políticos desde hace mucho porque en parte es eficaz. Richard Nixon, quien basó su campaña para la presidencia en 1968 con el mensaje de restaurar “la ley y el orden”, dijo una vez: “La gente reacciona al miedo, no al amor. No es lo que te enseñan los domingos en la iglesia, pero es verdad”.

Trump aplicó ese criterio en la campaña de 2016: recorrió el país advirtiendo que una ola de inmigrantes se quedaría con todos los empleos, violarían y asesinarían a los ciudadanos y cambiarían la trama de la sociedad estadounidense. En su discurso al aceptar la candidatura republicana, trazó un cuadro sombrío de la situación y prometió que “la delincuencia y la violencia pronto llegarán a su fin”.

El mandatario destacó un proyecto de ley de reforma de la justicia penal presentado por su gobierno y los aranceles sobre las importaciones chinas para mejorar la competitividad de los trabajadores estadounidenses. Presentó sus logros en términos históricos, aunque en cierta medida incorrectos y proclamó que había cumplido sus promesas al pueblo.

En su discurso, Trump no mencionó por su nombre a Jacob Blake ni a otros afroestadounidenses muertos por la policía. En cambio, aprovechó algunas imágenes de las protestas para pintar un panorama de ciudades presas de la violencia.

Abordó el tema de las protestas, pero con un enfoque a condenar la “débil” respuesta de los demócratas a lo que describió como una “turba”, sin diferenciar entre las manifestaciones mayoritariamente pacíficas y los contados episodios de saqueos.

También sostuvo que Biden quiere restar fondos a los departamentos de policía y está dispuesto a permitir que reine la violencia en el país.  Según Trump, “nadie estará a salvo en el Estados Unidos de Biden”.

Trump, pidió un segundo mandato para “salvar” a Estados Unidos de un Partido Demócrata que describió como un “movimiento radical” y “socialista” cuyo candidato (Joe Biden), “destruiría” el sueño americano.

“Estas elecciones decidirán si salvamos el sueño americano o si permitimos que una agenda socialista acabe con nuestro querido destino (…). Si le dan la oportunidad, Joe Biden será el destructor de la grandeza estadounidense”, añadió.

Los ataques a los demócratas ocuparon la mayor parte del largo discurso de Trump, de una hora y diez minutos, con apenas algunas breves menciones al final a lo que haría en un segundo mandato, y una larga defensa de su gestión de la crisis del COVID-19, incluida la promesa de que Estados Unidos tendrá una vacuna antes de fin de año.

“Aplastaremos a este virus”, sentenció el presidente. “El plan de Biden no es una solución al virus, sino una rendición”, insistió Trump al asegurar que su rival “cerraría” el país y eso llevaría a un aumento en las “sobredosis, depresión, alcoholismo, suicidios, infartos y devastación económica”.

En el plano migratorio, Trump defendió que “las fronteras de Estados Unidos hoy son más seguras que nunca”, y añadió sobre su promesa estrella de campaña, que ha cumplido parcialmente: “El muro (en la frontera con México) pronto estará completo, y está funcionando de una forma que supera todas nuestras expectativas”.

Si es reelegido, prometió que seguirá atacando a las ciudades santuario, que protegen a los indocumentados, y asegurará que los inmigrantes sin papeles no tengan acceso a “los seguros médicos federales”.

Trump no mencionó su política hacia Venezuela o Cuba, que es importante en el estado clave de Florida, y apenas se refirió a México para defender el tratado comercial T-MEC. En el apartado de política exterior, prefirió hablar de sus medidas hacia Israel, su combate al Estado Islámico (EI) y su guerra comercial con Pekín.

“China se apoderaría de nuestro país, si Joe Biden es elegido. Yo les haré rendir cuentas por la tragedia que han causado en todo el mundo”, prometió en referencia al origen chino de la pandemia.

El presidente volvió a referirse a él mismo como alguien ajeno al aparato político de Washington, al afirmar a sus seguidores: “Están en mi contra porque lucho por ustedes”.

El hecho de que Trump pronunciara su discurso de la convención desde La Casa Blanca, a pesar de que los presidentes no deben celebrar actos partidistas en edificios federales, generó polémica, y llevó a cientos de manifestantes a congregarse fuera de la mansión y hacer sonar bocinas y silbatos, que en ocasiones se oyeron desde el jardín.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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