Los dos son los encargados de hacerle frente a los grandes problemas de salud de sus países. Anthony Fauci lleva trabajando en el sector público de la salud de Estados Unidos desde hace 50 años. Hugo López-Gatell trabajó en el sector público primero en 1998 pero ha estado entre el público y el privado hasta 2018 que fue nombrado Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de esa secretaría.

Tienen trabajos similares pero Fauci y López-Gatell no podrían ser más distintos. Ambos enfrentan ataques de la opinión pública y de los medios, pero por distintas razones. En el caso de Fauci, lo atacan quienes creen que el doctor neoyorkino es uno de los principales responsables de la derrota de Trump en el 2020. Según esta visión Fauci volvió demasiado grande el tema de la COVID-19 cuando no era para tanto. Aún cuando más de 600 mil estadounidenses han muerto por el virus, hay amenazas de muerte no solo hacia él, también para su esposa e hijas.

A López-Gatell le llaman Dr. Muerte por la cantidad de personas que han fallecido no solamente por COVID, también debido al desabasto de medicinas y tratamientos oncológicos. En este último problema, López-Gatell tuvo el mal tino de llamar esta semana golpistas a los que ruegan por medicinas para salvar las vidas de sus hijos. Una muestra clarísima de como para él va primero la ideología y después la ciencia. Ya ayer, después de que AMLO reconoció el desabasto, López-Gatell trató de matizar sus dichos pero ¿cómo puedes matizar ante una declaración así, absolutamente insensible?

En el caso de las muertes por COVID-19, además de que rebasamos desde el año pasado el escenario catastrófico que había vaticinado López-Gatell de 65 mil muertes – ya vamos oficialmente en 232 mil fallecidos aunque los expertos apuntan a que estamos más cerca de 600 mil – el flamante subsecretario ha destacado por politizar el manejo de la pandemia.

Y ahí radica la principal diferencia entre Fauci y López-Gatell.

A ambos se le critica sus posturas para enfrentar la pandemia y que han dado mensajes contradictorios pero las razones para hacerlo son diametralmente distintas.

Fauci explica en una entrevista que dio para el podcast Sway del New York Times este fin de semana que a principios del 2020 su mensaje era no utilizar cubrebocas. Esta postura ha cambiado hacia la súplica a que sea utilizado. Cuánto más tiempo en lugares públicos, mejor. ¿Por qué el viraje? le preguntó la reportera Kara Swisher, y la respuesta de Fauci es que la ciencia funciona con la información disponible en cada momento. A principios de la pandemia no se sabía tan claro como ahora que la COVID19 se contagiaba principalmente por aire y en ese momento no había la producción de cubrebocas suficiente como para que todos los estadounidenses fueran a acapararlos sin generar un desabasto para la comunidad médica que los necesitaba con mayor urgencia. Sus virajes en las recomendaciones han sido sustentados por la información científica disponible cada momento, no por temas políticos.

En el caso de Hugo López-Gatell, aún cuando la OMS ha recomendado el uso de cubrebocas, el subsecretario se ha negado a hacer lo mismo. No ha rectificado ni en su postura hacia el cubrebocas, ni en la importancia de las pruebas y el rastreo de contactos. La razón para ello, habiendo tanta información disponible que sustente ambas recomendaciones, ha sido política. A su jefe, el presidente López Obrador, no le parece útil el uso del cubrebocas. De hecho, se niega a utilizarlo. Y por ello, López-Gatell no lo recomienda.

En Estados Unidos el encargado de lidiar con la pandemia es un científico que ha tenido que lidiar con un presidente, Donald Trump, que quiso politizar la salud. En México tenemos a un ex médico que ha decidido priorizar la política con consecuencias catastróficas para la salud del país.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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