Los cientos de refugiados ucranianos que llegan a diario tienen un mensaje para sus familiares y amigos en Europa: el camino más rápido para asentarse en Estados Unidos es comprar un boleto de avión a México.

Una coalición de voluntarios, en su mayoría de iglesias eslavas del oeste de Estados Unidos, guían a diario a cientos de refugiados desde el aeropuerto de Tijuana a hoteles, iglesias y refugios, donde esperan entre dos y cuatro días para que las autoridades estadounidenses los admitan por causas humanitarias.

En menos de dos semanas, los voluntarios trabajaron con funcionarios de México y Estados Unidos para armar una red notablemente eficiente y en expansión que brinda comida, seguridad, transporte y alojamiento.

Los voluntarios, que llevan insignias azules y amarillas que representan los colores de la bandera ucraniana, pero no tienen nombre ni líder, empezaron una lista de espera en cuadernos y más tarde cambiaron a una aplicación que suele utilizarse para controlar la asistencia a la iglesia.

A los ucranianos se les dice que se presenten en un cruce fronterizo cuando su número de acerca, un sistema que los responsables comparan con la espera por una mesa en un restaurante.

“Nos sentimos tan afortunados, tan bendecidos”, dijo Tatiana Bondarenko, quien viajó por Moldavia, Rumanía, Austria y México antes de llegar a San Diego con su esposo y sus tres hijos, de 8, 12 y 15 años. Su destino final era Sacramento, California, donde vivirá con su madre, a quien no ha visto en 15 años.

Cerca de allí, otra familia ucraniana se tomaba fotografías bajo de un cartel de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), en el puerto de entrada de San Ysidro, en San Diego, el más transitado entre los dos países. Bajo una carpa azul, los voluntarios ofrecían comida mientras los refugiados esperaban a sus familiares o a los autobuses que los llevaran a una iglesia próxima.

En el aeropuerto de Tijuana, los viajeros que entran al país como turistas por Ciudad de México o Cancún son dirigidos a una sala improvisada en la terminal con un cartel con la frase “Solo para refugiados ucranianos”. Es el único lugar para registrarse para entrar a Estados Unidos.

Entre 200 y 300 Ucranianos han cruzado a diario por el paso de San Ysidro esta semana y cientos más llegaron a Tijuana, según los voluntarios que gestionan una lista de espera en la que el martes había 973 familias o adultos solos.

Los funcionarios estadounidenses les dijeron que su objetivo es admitir a alrededor de 550 ucranianos por día ya que el procesado se trasladará a un cruce próximo que está temporalmente cerrado al público.

Recordemos que el gobierno del presidente Joe Biden dijo que aceptará hasta 100,000 ucranianos, pero México es la única ruta por donde entran en grandes cantidades. Las citas en los consulados estadounidenses en Europa son escasas y la reubicación de los refugiados lleva tiempo.

El gobierno estableció un tope de 125,000 refugiados en el periodo de 12 meses que finaliza el 30 de septiembre, pero hasta el 31 de marzo había aceptado a apenas 8,758, incluyendo 704 ucranianos. En el año anterior, la cuota se limitó a 62,500 personas, pero solo entraron 11,411, de los cuales 803 eran ucranianos.

El año pasado, el gobierno aceptó a más de 76,000 afganos en aeropuertos estadounidenses en respuesta a la salida de sus tropas del país, pero para los ucranianos no hay previsto nada similar.

La llegada de ucranianos se produce mientras el gobierno de EUA se prepara para recibir un flujo migratorio mucho mayor a partir del 23 de mayo, cuando finalicen los límites al asilo relacionados con la pandemia. Desde marzo de 2020, Washington ha utilizado la autoridad del Título 42, llamada así por una ley de salud pública de 1944, para suspender el derecho a solicitar asilo según la legislación estadounidense y los tratados internacionales.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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