Honesta, digna…es un ejemplo. Me siento orgulloso de que sea la Secretaria de Educación del gobierno federal. Así se refirió ayer el presidente López Obrador sobre Delfina Gómez. El espaldarazo presidencial viene después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó por unanimidad una sanción para Morena de 4.5 millones de pesos por la retención de cuotas a funcionarios públicos de Texcoco cuando ella era la alcaldesa.

¿De verdad puede sostenerse el dicho presidencial de que no solapa la corrupción en su gobierno y de que es diferente a los ‘de antes’?

¿Cómo pueden escuchar este espaldarazo los simpatizantes del presidente y seguirle creyendo el cuento de que este gobierno ya no incurre en las prácticas de los Priístas y Panistas?

¿Cómo pueden creer que se está genuinamente luchando contra la corrupción?

Cuando Enrique Peña Nieto dijo “No te preocupes Rosario”, a Rosario Robles quien era su Secretaria de Desarrollo Social y fue señalada por el escándalo de la Estafa Maestra, el enojo ciudadano no se dejó esperar. ¿En dónde está ese enojo hoy que López Obrador dice “No te preocupes Delfina”? ¿Cuál es la diferencia entre esta defensa del presidente López Obrador a su Secretaria de Educación ante el fallo del Tribunal que revisó por cinco años las pruebas presentadas para documentar el diezmo que cobró la entonces alcaldesa de Texcoco con el espaldarazo de Peña Nieto a Rosario?

El presidente sabemos que mide a las personas y las circunstancias con distinta vara, dependiendo la utilidad que representan para él. En el caso de Delfina, el diezmo que obligó voluntariamente a fuerzas a que donaran los trabajadores de Texcoco sirvió en parte para financiar a Morena, que entonces estaba buscando obtener su registro como partido político.

En ese sentido, Gómez fue una soldado leal que permitió que Morena fuera el vehículo para que él, López Obrador, llegara al poder. Fueron aportaciones del pueblo como las que están grabadas recibiendo dos de los hermanos del presidente.

Lo mismo se puede decir de María del Rocío García que, cuando estaba al frente del DIF descontó entre el 2 y el 4 por ciento de su salario a los trabajadores de esa institución. Y ¿qué ha pasado al conocerse este desfalco? Hoy García ha sido promovida como Subsecretaria de Bienestar.

Sorprende que se desestime hoy y hasta se justifique lo que en el pasado no solo se reprobaba sino enfurecía a miles de simpatizantes del actual presidente.

La cantaleta de que las cosas son distintas no se sostiene cuando ha pasado ya más de la mitad del sexenio y la justicia solamente se ha utilizado para atacar a enemigos y saldar añejas venganzas, mientras los corruptos del presente están felices de la vida, porque son cercanos al presidente.

Columna completa en El Universal

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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