El gobierno federal insistió este martes que actualmente no existe evidencia científica “publicada, robusta y  consistente” que demuestre que las vacunas pierdan efectividad, y por ende, que sea necesaria la aplicación de dosis de refuerzo de las vacunas contra el COVID-19

Indicó que no hay información de que ninguna vacunas pierde su capacidad protectora contra los desenlaces que busca evitar ante un contagio: la muerte, la hospitalización, la enfermedad grave u otras complicaciones.

Y aunque dijo que que se ha observado en algunas de las vacunas que seis y ocho meses después de haber sido aplicadas los anticuerpos reducen con respecto a la cantidad máxima que se logró a las pocas semanas de la inyección, insistió que eso no es una demostración de que pierdan su efecto.

Al afirmar que al día de hoy no hay información que respalde una tercera dosis o pérdida de eficacia, López-Gatell señaló que estarán atentos a la evidencia científica que mostrara que se redujera la potencia protectora de las vacunas, lo que podría llevar a otra decisión.

En línea con el discurso que ha venido manejando el gobierno federal, López-Gatell aseguró que hay una gran cantidad de información, sobre la necesidad de dosis de refuerzo, que viene de las propias farmacéuticas, de sus áreas de mercadotecnia, cuyos directivos han hecho declaraciones que se sugieren las terceras o segundas dosis para el caso de vacunas de una sola aplicación.

Señaló que en el caso de la vacuna CanSino, una de las que se aplican en nuestro país, la propia representación comercial de la empresa en México anunció que presentaría un expediente técnico para solicitar un cambio en el registro sanitario para una eventual segunda dosis; sin embargo precisó que hasta este momento no ha presentado el expediente técnico, aunque la farmacéutica se ha encargado de publicitar una segunda dosis.

López-Gatell fue cuestionado sobre las vacunas para los jóvenes entre 12 y 18 años del país; se le cuestionó si es necesaria o no vacunación en menores de edad.

El funcionario sostuvo que vacunar a los menores de edad se ampararía en dos propósitos: si fuera una población que tiene un riesgo de desenlaces desafortunados como mortalidad, enfermedad grave, enfermedad complicada o riesgo alto.

Sin embargo, dijo que la información que hay hasta el momento, sugiere que el segmento poblacional de menores de 18 años no tiene riesgos altos de complicarse. Admitió que pueden contagiarse y presentar algunas complicaciones, aunque dijo, no de una magnitud alta.

“Un dato concreto de hoy, al corte de hoy. Menos de 1.6 por ciento de las personas que hoy están hospitalizadas por COVID en México, lo mismo aplica para el caso específico de la Ciudad de México, -que hoy algún periódico sacaba en primera plana información sobre esto- menos del 1.6 por ciento son menores de 18 años. Porque, porque en ese segmento de la población, y eso lo identificamos desde el inicio de la epidemia, afortunadamente no se presentan casos graves con una magnitud como se presentan en las personas adultas intermedias o adultas mayores”, detalló López-Gatell.

La segunda potencial utilidad de vacunar a menores de 18 años es la idea de que se eviten contagios a partir de estas personas, de las adolescentes y niños, especialmente ante el inminente regreso a clases presenciales. En ese sentido, justificó que las vacunas, todas,  no han demostrado tener una capacidad sustantiva para reducir el riesgo de contagio, es decir, la persona vacunada puede seguir contagiando.

Lamentó que este dato se haya querido utilizar como argumento de que sólo si se vacuna a menores de edad se pueden abrir las escuelas. “No tiene sentido esto, sentido científico porque las vacunas, todas las existentes, no reducen la posibilidad de transmisión”.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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