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El regreso del PRI a Los Pinos hace seis años se dio con un político joven que llegó con popularidad pero en medio de una fuerte decepción con la alternancia porque el PAN tenía también sus escándalos de corrupción. Que regresen los que saben, fue el tono de la elección del 2012 ante una ciudadanía que pareció resignarse a la corrupción.

En febrero del 2012 pude platicar con el entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, cuando tenía 14 puntos de ventaja sobre el segundo lugar. La elección ya se veía definida. Enrique Peña Nieto sería el próximo presidente. Le hice una entrevista para un libro que se llamó 2012: Los Punteros en la que le pregunté sus prioridades para cuando llegara a Los Pinos.

Crecimiento; seguridad y educación, fueron sus tres prioridades. En ésta última, en educación, se concentró gran parte de la entrevista. Consideró en ese momento ser un político diferente al cual se le podía tener confianza porque como gobernador del Estado de México había sabido escuchar a la gente y por ello se había sensibilizado con sus problemas.

Sobre seguridad, su énfasis fue componer el aparato de procuración y administración de justicia. Dijo no estar de acuerdo con la demanda en cortes internacionales que se abrió en contra de Felipe Calderón por violación a los Derechos Humanos. Demanda de la cual, por cierto, nada hemos vuelto a saber a lo largo del sexenio.

Sobre corrupción, Peña habló de la creación de un zar anticorrupción. Zar que, sobra decir, brilla por su ausencia a tres días de concluir el sexenio. Más aún, concluye Peña con un encargado de despacho en la PGR. Alberto Elías Beltrán lleva ahí no un mes, ni dos, ni seis. Lleva trece meses de encargado de despacho de una de las carteras fundamentales para poder empezar a vislumbrar que en México existe Estado de Derecho.

A la pregunta concreta sobre impunidad de los políticos que cometen actos de corrupción, con los ejemplos de René Bejarano, cuando AMLO era Jefe de Gobierno; Cesar Nava, en la presidencia de Felipe Calderón, o los PRIístas Humberto Moreira, Mario Marín (eran los corruptos de hace un sexenio), Peña respondió: “El compromiso que quiero hacer con los mexicanos en esta materia es emprender un combate eficaz a la corrupción. […] ni el partido ni yo estamos para solapar los actos fuera de la ley de nadie, sea del PRI o de cualquier otro partido. La ley debe aplicarse por igual a todos los mexicanos y lo que debe dejarse acreditado es no solo el postulado sino la acción eficaz en ese combate, que es la parte que no se ha visto. Yo estoy haciendo un compromiso para que, donde haya denuncia y se acredite una práctica de corrupción, se pueda sancionar y aplicar la ley a quien incurra en ese delito.”

Seis años después, ya sabemos que esto simplemente ha quedado sin cumplirse.

 

Columna completa en El Universal