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La mayoría republicana en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó la tarde-noche de ayer, por votación, llevar a juicio político al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, debido al manejo de la frontera con México por parte del gobierno federal.

La votación representa la primera vez en casi 150 años que se inicia un proceso de juicio político contra un secretario del gabinete.

Los representantes republicanos han investigado durante meses las acciones de Mayorkas como parte de su objetivo de convertir a la inmigración y la seguridad fronteriza en un tema clave en las próximas elecciones.

Los republicanos en la Cámara de Representantes trataron de llevar a juicio político a Mayorkas la semana pasada, pero fracasaron. Tres republicanos se expresaron en contra de la medida. Un cuarto legislador cambió su voto de sí a no como parte de una táctica que permitió que se retomara el tema, así que la votación final fue de 214-216.

Pero los republicanos prometieron que volverían a poner sobre la mesa la votación de juicio político, algo que finalmente sucedió ayer.

Los republicanos culpan de toda la crisis que se vive en la frontera al secretario de Seguridad Nacional y han dicho que es por esto que debe dejar el cargo. Afirman que el Gobierno de Biden se ha deshecho de medidas implementadas en la presidencia anterior que disuadían a los migrantes, o que ha implementado normas que han atraído a los migrantes.

La Comisión de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes ha llevado a cabo audiencias durante prácticamente todo el año pasado en las que los republicanos han arremetido en reiteradas ocasiones contra Mayorkas. Los republicanos afirman que el secretario viola las leyes de inmigración al no detener a suficientes migrantes y al implementar un programa de permisos condicionales humanitarios que, afirman, elude al Congreso para permitir que ingresen personas al país que, de otra forma, serían inelegibles.

Además, afirman que le ha mentido al Congreso cuando ha dicho cosas como que la frontera es segura.

Los demócratas y muchos expertos jurídicos han dicho que, en esencia, se trata de una disputa política y que a los republicanos simplemente no les complacen las medidas en materia de inmigración que ha implementado el Gobierno federal.

Pero, ¿qué sigue? Mayorkas aún ocupa el cargo. Es el Senado el que determina si un funcionario en juicio político es declarado culpable y, por lo tanto, destituido.

Para declararlo culpable se requiere de un respaldo mucho más elevado que el de apertura de juicio político. Los demócratas controlan el Senado en proporción de 51-49. Se requiere del voto de dos terceras partes del Senado para una sentencia condenatoria, a diferencia de una mayoría simple que bastó para dar inicio a un proceso de juicio político en la Cámara de Representantes.

Esto significa que todos los republicanos, y un número significativo de demócratas tendrían que votar a favor de declarar culpable a Mayorkas, un escenario sumamente improbable, tomando en cuenta que algunos republicanos no están del todo convencidos con la idea de una destitución.

Mayorkas ha dicho que está dispuesto a defenderse en el Senado si su caso llega a juicio. Y mientras tanto, afirma que está concentrado en su trabajo.

El congresista Mike Johnson, aliado del expresidente estadounidense Donald Trump, fue elegido este miércoles líder de la Cámara de Representantes al lograr superar la división que impera al interior del Partido Republicano, que provocó caos parlamentario en las últimas semanas.

Johnson era el cuarto republicano nominado en las últimas dos semanas, tras Steve Scalise, Jim Jordan y Tom Emmer, para suceder al también conservador Kevin McCarthy, destituido el pasado 3 de octubre por una rebelión interna en su partido.

Así, Johnson se alzó con el puesto de “speaker”, tal y como se conoce en inglés a dicha posición, en su primer intento en el Pleno.

“Han sido semanas arduas y un recordatorio de que la Cámara es tan complicada y diversa como la gente a la que representamos. (…) Como ‘speaker’, me aseguraré de que la Cámara obtenga resultados e inspire cambios para el pueblo estadounidense.”, dijo en su primera reacción tras ser elegido.

Los republicanos tienen una ajustada mayoría en la Cámara de 221 escaños frente a los 212 de los demócratas, lo que les obliga a contar con el apoyo de prácticamente todos sus miembros en el recinto.

Johnson necesitaba 215 votos, al haber 429 legisladores presentes en la votación; consiguió 220, sin oposición interna, frente a los 209 de su contrincante, el líder de la minoría demócrata, Hakeem Jeffries.

El representante por Luisiana, de 51 años, es uno de los legisladores republicanos que intentaron anular la victoria del demócrata Joe Biden en las presidenciales de 2020, año en el que Trump seguía en la Casa Blanca Trump.

En su web se define como un “entregado” marido y padre de cuatro hijos y como un abogado “que ha dedicado su vida y su carrera a pelear por las libertades fundamentales y valores tradicionales” prioritarios para la gente de su Estado.

De 2015 a enero de 2017 ejerció en el Legislativo estatal y posteriormente pasó al federal, donde es el vicepresidente de la Conferencia Republicana, el ente encargado de elegir al liderazgo republicano, aprobar asignaciones a los comités y el desarrollo de la estrategia de comunicación.

Su candidatura se confirmó a última hora de ayer, después de que el anterior aspirante oficial, Tom Emmer, desistiera horas después de ser designado por su partido al constatar que no iba a tener los apoyos necesarios en todo el pleno.

Emmer no había contado con el respaldo público de Trump, que le reprochó “estar totalmente fuera de contacto con los votantes republicanos” y ser un republicano solo de nombre.

La presidencia interina estaba hasta ahora en manos de Patrick McHenry, designado por McCarthy, aunque sin un “speaker” no se pueden aprobar resoluciones o proyectos de ley en la Cámara Baja en un momento en que está en el aire la aprobación de nueva ayuda militar para Ucrania e Israel o la negociación del presupuesto para el actual año fiscal.

Los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes de Estados Unidos, nominaron este miércoles a Steve Scalise para ocupar el cargo de presidente, tras la destitución la semana pasada de Kevin McCarthy.

Scalise, que es actualmente el número dos en la escala de liderazgo republicano, todavía debe obtener la aprobación del pleno de la Cámara antes de poder asumir el puesto. Recordemos que los republicanos controlan la Cámara por una estrecha mayoría de 221-212.

Los republicanos eligieron a Scalise frente al presidente del Comité Judicial de la Cámara, Jim Jordan, en una votación secreta a puerta cerrada. Scalise, de 58 años, cuenta con el apoyo de muchos veteranos y de la cúpula del partido.

Queda por ver si los partidarios de Jordan apoyarán a Scalise cuando su candidatura se someta a votación en el pleno. En enero, McCarthy tuvo que sortear 15 rondas de votaciones antes de hacerse con la presidencia.

Los legisladores republicanos rechazaron una propuesta que exigía que el candidato obtuviera 217 votos de los 221 miembros de la Cámara. Esa propuesta tenía por objeto garantizar que el candidato pudiera tener éxito en la Cámara si los 212 demócratas se unían en oposición como se esperaba.

Los republicanos dicen que necesitan resolver con rapidez un vacío de liderazgo que ha impedido a la Cámara abordar la guerra en Israel, aprobar más ayuda a Ucrania y proyectos de gasto antes de que se agoten los fondos actuales el 17 de noviembre.

“Es muy, muy importante que este Congreso vuelva a trabajar”, comentó Scal

Scalise y Jordan dijeron a los republicanos en una reunión a puerta cerrada ayer por la noche que cada uno apoyaría al candidato elegido como nominado.

Tras 15 intentos para ser elegido líder de la Cámara de Representantes estadounidense, y con solo 269 días en el cargo, los legisladores destituyeron a Kevin McCarthy como su líder, luego de aprobar con 216 votos a favor y 210 en contra la moción para removerlo.

Así, McCarthy se convirtió en el primer presidente en la historia en ser apartado del cargo, debido a las presiones de los republicanos radicales agrupados bajo el llamado “Freedom Caucus”.

McCarthy ya había logrado no enfrentar este proceso de destitución en junio pasado, pese al enojo de sus compañeros radicales. Los legisladores afines a Trump se había venido sintiendo traicionados por McCarthy dados los acuerdo y negociaciones que alcanzó con los demócratas

La gota que derramó el vaso fueron las negociaciones que rozando la fecha límite, permitieron el sábado una prórroga de 45 días para dotar de recursos al gobierno, en el que se renuncian a los grandes recortes que se solicitaban.

Los radicales lo consideran demasiado “moderado”. Las diferencias entre los partidarios y los detractores de McCarthy reflejó las rencillas internas del partido.

Nacido en California hace 58 años, ejerció como líder de la minoría republicana en la Cámara Baja desde 2019, con la demócrata Nancy Pelosi como presidenta. Desde 2014 y hasta entonces, con los republicanos dirigiendo la Cámara y John Boehner y Paul Ryan como “Speakers”, ocupó el cargo de “número dos” de esta cámara.

En agosto de 2014 cuando asumió ese puesto hizo historia al alzarse con él tras solo siete años y medio en activo dentro de los pasillos del Capitolio.

Al respecto, la Casa Blanca confió en que la Cámara de Representantes elija “pronto” a su sustituto.

“La población estadounidense merece un liderazgo que ponga los temas que afectan a sus vidas en el centro”, indicó en un comunicado la portavoz presidencial, Karine Jean-Pierre.

El presidente Joe Biden, en su opinión, “ha demostrado que siempre está dispuesto a trabajar de buena fe con los dos partidos en el Congreso en nombre de los estadounidenses”, añadió la vocera de la Casa Blanca.

La presidencia interina quedará ahora en manos del legislador Patrick McHenry, representante del décimo distrito de Carolina del Norte y conocido por haber sido uno de los principales negociadores conservadores del aumento del techo de la deuda nacional, que se rubricó “in extremis” en junio, días antes de que el Tesoro considerara que se iban a agotar las reservas para seguir pagando las cuentas.

El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano Kevin McCarthy, inició este martes una investigación para un juicio político al presidente Joe Biden.

La iniciativa prepara el escenario para meses de audiencias divisivas en la Cámara que podrían distraer los esfuerzos del Congreso para evitar un cierre del Gobierno y sobrecargar la carrera presidencial de 2024, en la que todo parece indicar que se volverán a enfrentar Biden y Donald Trump.

El portavoz de la Casa Blanca, Ian Sams, dijo que los republicanos no han encontrado pruebas de irregularidades. “Política extrema en su peor momento”, escribió en las redes sociales.

Los republicanos, que ahora controlan por un estrecho margen la Cámara de Representantes, acusan a Biden de haberse beneficiado mientras ocupó el cargo de vicepresidente entre 2009 y 2017 de los negocios de su hijo Hunter en el extranjero, aunque no han presentado pruebas.

Biden se ha burlado con anterioridad de los republicanos por sus planes de buscar una destitución. Ningún presidente de Estados Unidos ha sido destituido nunca mediante un juicio político, pero el procedimiento se ha convertido ahora en algo habitual.

Muchos en el partido de McCarthy se enfurecieron cuando la Cámara, entonces controlada por los demócratas, buscó enjuiciar políticamente a Trump en 2019 y 2021, aunque fue absuelto ambas veces en el Senado.

No obstante, algunos republicanos de línea dura indicaron ahora que intentarían destituir a McCarthy como líder de la Cámara si no actuaba contra Biden.

“Estoy ordenando a los comités de la Cámara que inicien una investigación formal de juicio político contra el presidente Joe Biden”, dijo McCarthy a periodistas. “Iremos donde nos lleven las pruebas”.

Un antiguo socio de negocios del más joven de los Biden declaró en una audiencia en la Cámara que Hunter Biden vendió la “ilusión” de acceder al poder cuando su padre era vicepresidente, según una transcripción publicada el mes pasado.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos intenta este jueves, por tercer día consecutivo, elegir a su presidente, después de que seis votaciones fallidas que evidenciaron las divisiones internas del partido republicano.

Kevin McCarthy, quien se esperaba fuera elegido sin contratiempos como nuevo speaker, no ha logrado el apoyo necesario para hacerse del cargo, el tercero con más importancia en la vida política del país.

Un grupo de legisladores republicanos conservadores se ha negado a darle su apoyo a pesar de la presión de partidarios de alto perfil, como el expresidente Donald Trump, quien ayer llamó a evitar una “vergüenza” y respaldar a McCarthy.

El republicano fracasó en seis ocasiones entre martes y miércoles, al no lograr reunir los 218 votos que se necesitan para asumir como speaker de la Cámara.

Hasta la sexta ronda, McCarthy se quedó con 201 votos, siendo superado incluso por el demócrata Hakeem Jeffries, quien obtuvo el respaldo de 212 de sus compañeros.

El candidato alternativo propuesto por los 20 republicanos ultraconservadores, aglutinados bajo el llamado Freedom Caucus, Byron Donalds, logró reunir en todas las rondas los 20 votos en juego.

Bajo este escenario, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos está haciendo historia: la falta de acuerdos no había tenido lugar en los últimos 100 años, cuando en 1923 se necesitó más de una ronda de votación para elegir al presidente. Sin embargo, en 1856, la elección del speaker se tardó dos meses

Debido a que el reglamento de la Cámara baja no contempla otra alternativa para elegir a su presidente, las votaciones se seguirán repitiendo hasta que alguno de los legisladores logre la mayoría necesaria. Hoy, los legisladores llevan a cabo una nueva ronda de votaciones.

McCarthy aseguró esta mañana que ha habido avances para encontrar una solución al caos político que impera en la Cámara. “Creo que estamos progresando”, apuntó el republicano a los medios a su llegada al Capitolio.

Por el momento, la labor de la Cámara de Representantes se encuentra paralizada, ya que, los congresistas no pueden prestar juramento y, por lo tanto, aprobar ningún proyecto de ley.

El expresidente Donald Trump llamó a los congresistas republicanos a respaldar a Kevin McCarthy como nuevo presidente de la Cámara de Representantes, después de tres votaciones fallidas, que evidenciaron la división interna dentro del ahora partido mayoritario.

“Republicanos, no conviertan un gran triunfo en una gigantesca y vergonzosa derrota”, ha publicado Trump en su cuenta de la red Truth Social, después de haber mantenido “conversaciones” durante las últimas horas sobre el tema.

Trump confía en que McCarthy hará un “buen trabajo” una vez sea elegido para el tercer puesto político de mayor rango jerárquico de Estados Unidos, aunque han sido precisamente algunos partidarios del magnate quienes han complicado la elección, que, en circunstancias normales, habría sido un mero trámite.

La última vez que se necesitó más de una ronda de votación para elegir un presidente de la Cámara de Representantes al inicio de una nueva sesión del Congreso fue hace un siglo, en 1923. Sin embargo, la elección del presidente podría decidirse en horas o semanas. En 1856 se tardó dos meses.

El mensaje de este miércoles contrasta con la ambigüedad previa de Trump, que en declaraciones a NBC News optó por no opinar cuando el caos en la Cámara Baja era más que evidente. “Todo el mundo me llama porque quiere mi apoyo, pero veremos qué pasa”, dijo en su momento a la cadena de televisión.

Las aspiraciones de McCarthy, que busca encabezar la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes, han fracasado ya en tres votaciones por el descontento de un sector más radical aglutinado en el Caucus de la Libertad.

Una veintena de republicanos han apoyado a un candidato alternativo, Jim Jordan, lo que ha dejado a McCarthy con 202 votos, 10 por debajo incluso que el demócrata Hakeem Jeffries. Se necesitan 218 votos para ser elegido como presidente de la Cámara de Representantes.

Este miércoles se llevará a cabo una nueva votación, donde McCarthy buscará de nueva cuenta reunir los apoyos necesarios. En caso de lograrlo, se enviará un mensaje de que Trump sigue siendo fuerte al interior del Partido Republicano.

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, la primera mujer en ocupar ese cargo, confirmó este jueves que dejará de ser la líder demócrata de la Cámara, mientras se prepara todo para el traspaso de dicho puesto al representante Hakeem Jeffries.

Pelosi, una liberal californiana de 82 años que ha sido presidenta de la Cámara en dos ocasiones, dijo que seguirá en el Congreso, representando a San Francisco, como ha hecho durante 35 años.

Hizo el anuncio un día después de que los republicanos se aseguraran una escasa mayoría en la cámara tras las elecciones de mitad de término de la semana pasada.

Jeffries, de Nueva York, sería el primer legislador negro en liderar una de las bancadas de los principales partidos en el Congreso. El actual número 2 de los demócratas en la Cámara de Representantes, el dirigente de la mayoría Steny Hoyer, respaldó a Jeffries para el puesto de dirigente del partido y dijo que él tampoco buscaría un puesto de liderazgo en el próximo Congreso.

Al respecrto, el presidente Joe Biden calificó se refirió a Nancy Pelosi como la líder de la Cámara Baja más importante de la historia.

“La historia la señalará como la presidenta de la Cámara de Representantes más importante de la historia: es la primera, la última y siempre para el pueblo”, apuntó el presidente en un mensaje en Twitter.

“Cuando pienso en Nancy Pelosi, pienso en dignidad”, añadió el mandatario demócrata, quien aseguró que Estados Unidos tiene con ella “una deuda de gratitud por su servicio, patriotismo y dignidad”.

Pelosi reflexionó que ya es hora para que una nueva generación lidere el caucus demócrata del Congreso.

El pasado 7 de noviembre, fecha en que ocurrió el ataque a su marido a finales de octubre en el domicilio familiar de San Francisco por parte de un hombre que la buscaba a ella, adelantó que ese hecho iba a influir en la decisión sobre su futuro político.

En su mensaje de hoy, Pelosi calificó la Cámara de Representantes de “terreno sagrado” y recordó su primera visita al Capitolio de niña, cuando su padre prestó juramento como miembro de la Cámara.

Contó que trabajó con tres presidentes estadounidenses, el republicano George W. Bush y los demócratas Barack Obama y Biden, pero no mencionó al presidente Donald Trump, que recordemos fue destituido dos veces por la Cámara bajo su liderazgo.

Sin embargo, sí se refirió al ataque del 6 de enero de 2021 en el Capitolio por parte de los partidarios de Trump.

“La democracia estadounidense es majestuosa, pero es frágil. Muchos de nosotros aquí hemos sido testigos de nuestra fragilidad de primera mano, trágicamente en esta cámara. Y por eso la democracia debe ser defendida siempre de las fuerzas que desean dañarla”, dijo Pelosi.

El Partido Republicano se quedó con el control de la Cámara de Representantes en Estados Unidos, al haber alcanzado el umbral de 218 escaños necesarios, más de una semana después de la jornada electoral del pasado 8 de noviembre.

Ocho días después de las ‘midterm’, los republicanos han obtenido el asiento que necesitaban para arrebatarle a los demócratas el control de la Cámara Baja, lo que les permitirá tener la iniciativa legislativa en el país.

Además, el Partido Republicano podrá obstaculizar la agenda legislativa de los demócratas, lo que presumiblemente se convertirá en un bloqueo a cada una de las medidas promulgadas por el presidente Joe Biden.

No obstante, pese a que los republicanos controlen la Cámara de Representantes y puedan presentar sus propias iniciativas, deben pasar por la firma del mandatario estadounidense, quien tiene el poder de promulgar o vetar las leyes que emanan del Congreso.

En este sentido, la victoria en la Cámara Baja de la bancada republicana, que liderará el congresista Kevin McCarthy, pondrá fin al segundo mandato de la demócrata Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representantes.

A pesar de que los sondeos pronosticaban una mayoría holgada de los republicanos en ambas cámaras ante la caída de la popularidad de Biden y el hecho de que la noche electoral arrancara con una victoria aplastante del gobernador Ron DeSantis en Florida, los demócratas han logrado unos resultados mejores de lo esperado, manteniendo el control del Senado y no perdiendo tantos asientos en la Cámara de Representantes como se preveía.

Tras conocer la victoria de los republicanos en la Cámara de Representantes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha mostrado su disposición a trabajar con todos los legisladores en la Cámara Baja.

“Las elecciones de la semana pasada demostraron la fuerza y la resistencia de la democracia estadounidense. Hubo un fuerte rechazo a los negadores de las elecciones, a la violencia política y a la intimidación. Hubo una declaración enfática de que, en Estados Unidos, la voluntad del pueblo prevalece”, sostuvo el mandatario estadounidense en un comunicado difundido por La Casa Blanca.

En tanto, Biden ha subrayado la importancia de llevar a cabo una agenda legislativa con la que se reduzcan con los costos a la clase trabajadora y se proteja el derecho a elegir y preservar la democracia estadounidense.

“Como dije la semana pasada, el futuro es demasiado prometedor para quedar atrapado en la guerra política. El pueblo estadounidense quiere que hagamos cosas por él. Quieren que nos centremos en las cuestiones que les importan y en mejorar sus vidas”, agregó el presidente afirmando que trabajará con “cualquiera que esté dispuesto” a colaborar con él para conseguir dichos resultados.

El Senado de Estados Unidos aprobó este martes aumentar el límite de deuda del gobierno federal en 2.5 billones de dólares, para quedar en alrededor de 31.4 billones de dólares; remitió la medida a la Cámara de Representantes para evitar un incumplimiento sin precedentes.

La votación partidista de 50-49 sigue a un enfrentamiento de meses entre demócratas y republicanos, con estos últimos buscando obligar al partido del presidente Joe Biden a elevar el límite de deuda del nivel actual de 28.9 billones de dólares por sí solo, antes de las elecciones al Congreso de 2022.

Un acuerdo la semana pasada entre el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, y su par republicano, Mitch McConnell, preparó el escenario para la votación de hoy, eludiendo reglas normales de la Cámara alta que requieren que 60 de sus 100 miembros acuerden la mayoría de las leyes.

La Cámara baja, liderada por los demócratas, también deberá aprobar el proyecto de ley antes de enviarlo a Biden para su promulgación. Se esperaba que la Cámara abordara el asunto esta misma tarde.

Schumer dijo que el aumento del límite permitiría el endeudamiento hacia 2023, hasta las elecciones de mitad de período del 8 de noviembre que determinarán el control del Congreso.

El aumento es necesario en parte para cubrir la deuda contraída durante la presidencia republicana de Donald Trump, cuando aumentó en alrededor de 7.85 billones de dólares, en parte a través de recortes de impuestos y gastos para combatir la pandemia de COVID-19.

Los republicanos, que se oponen al aumento del techo de la deuda y controlan la mitad de los 100 escaños del Senado, han intentado vincular la votación al proyecto de ley de Biden de 1.75 billones de dólares “Reconstruir Mejor” para reforzar la red de seguridad social y luchar contra el cambio climático.

“Se trata de pagar la deuda acumulada por ambos partidos, así que me complace que republicanos y demócratas se unieran para facilitar un proceso que ha hecho posible abordar el límite de la deuda”, dijo Schumer en el Senado.

El equipo legal de Donald Trump urgió este lunes desestimar un caso constitucionalmente defectuoso, y señaló que es “absurdo” responsabilizar a su cliente por el ataque al Capitolio.

Pero los demócratas a cargo de la acusación respondieron afirmando que el magnate es responsable del “más grave crimen constitucional jamás cometido” por un mandatario de Estados Unidos cuando incitó a sus seguidores a asaltar la sede del Congreso el 6 de enero.

La Cámara de Representantes aprobó enjuiciar a Trump por segunda vez el mes pasado por su papel en la incitación a los disturbios en el Congreso; su juicio comienza mañana con la totalidad de senadores en el papel de jurados.

Por cuarta vez en la historia, un presidente estadounidense acusado será juzgado. Dos de estos procesos involucran a Trump, una figura política profundamente dañada que, a pesar de eso, sigue siendo una fuerza importante en el Partido Republicano.

Acusado de “incitación a la insurrección”, es probable que una vez más evite la condena debido al apoyo leal del partido en el Senado, pero sus abogados sostuvieron en su presentación preliminar que la Constitución no otorga a la Cámara Alta jurisdicción para juzgar a un expresidente.

“El Senado debería desestimar estos cargos y absolver al presidente porque claramente esto no es lo que los redactores querían o lo que permite la Constitución”, escribieron sus abogados defensores Bruce Castor, David Schoen y Michael T. van der Veen.

“Satisfacer el hambre de los demócratas de la Cámara de Representantes por este teatro político es un peligro para la democracia de nuestra República y los derechos que apreciamos”, añadieron los abogados.

La defensa utilizó un lenguaje categórico en su escrito de 78 páginas, diciendo que era “simplemente absurdo” argumentar que Trump de alguna manera invocó a una turba para cometer un crimen violento, y que quienes atacaron el Capitolio el 6 de enero lo hicieron por su propia cuenta.

Los abogados fueron igualmente contundentes al rechazar la viabilidad de juzgar a un expresidente. “Se está pidiendo al Senado que haga algo patentemente ridículo: juzgar a un ciudadano común en un proceso que está diseñado para destituirlo de un cargo que ya no tiene”.

Pero los nueve “gerentes” de la acusación, todos legisladores demócratas de la Cámara Baja y abogados, inmediatamente arremetieron contra esa solicitud, señalando que había una evidencia “abrumadora” de delitos y faltas graves procesables.

“Su incitación a la insurrección contra el gobierno de Estados Unidos, que causó la disrupción de la transferencia pacífica del poder, es el más grave crimen constitucional jamás cometido”, expusieron en un documento de cinco páginas.

El presidente Joe Biden, que sucedió a Trump el 20 de enero, intervino brevemente al regresar este lunes a La Casa Blanca tras un fin de semana en Delaware, pero se negó a pronunciarse sobre si Trump debería ser declarado culpable o se le debería negar el derecho a ocupar cargos políticos en el futuro. “Dejaremos que el Senado lo resuelva”, dijo Biden.

La portavoz de La Casa Blanca, Jen Psaki, aseguró después a los periodistas que las opiniones de Biden sobre Trump eran claras y que se enfrentó al presidente en las urnas “porque consideraba que no era apto para el cargo.” “Pero va a dejar que sea el Senado el que vea este procedimiento de destitución”, dijo Psaki.

Los miembros del Senado comenzarán con el procedimiento mañana martes a partir de las 13:00 hora local; se enfrentarán a un territorio desconocido: ningún presidente ha enfrentado un juicio de destitución después de haber dejado el cargo.

Para condenar a Trump se requeriría el voto de más de dos tercios de los senadores, lo que significa que 17 republicanos tendrían que romper filas y unirse a los 50 demócratas, lo que se considera casi imposible.

La Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó este viernes el proyecto de ley que despenaliza el consumo del cannabis (marihuana), lo que supone un gran paso para situar las leyes federales en línea con las de varios estados que ya lo permiten, y con países que ya han liberado el uso de dicha sustancia.

La Cámara baja, bajo control demócrata, logró la aprobación del proyecto de ley por 228 votos a favor contra 164 en contra. Sin embargo, ahora el proyecto pasa al Senado, donde según analistas sus posibilidades son mucho menores, ya que es dominado por los Republicanos.

La nueva norma pretende sacar a la marihuana de la Lista de Sustancias Controladas, que la incluía junto a la heroína o la cocaína como un narcótico peligroso, y que contemplaba fuertes sanciones.

La inclusión del cannabis en esta lista dejaba al gobierno federal de Estados Unidos fuera de la línea adoptada por varios estados que ya legalizaron la marihuana para uso médico y algunos, como Colorado, que optaron por liberarlo completamente y regularon su consumo recreativo.

Este proyecto de ley federal es la culminación de cinco décadas de argumentación por parte de sus partidarios para convencer al gobierno federal de que reconozca el daño relativamente bajo que causa el consumo del cannabis comparado con otras drogas, así como el fracaso en la represión de su comercialización mientras se mandaba a prisión a cientos de miles de personas por delitos menores.

De aplicarse finalmente la ley, los registros penales de muchas personas arrestadas por consumo de marihuana acabarían eliminados y podrían revisarse las sentencias de quienes cumplen actualmente penas por delitos federales relacionados con el cannabis.

También autorizaría a los estados a establecer sus propias leyes y a lanzar una regulación federal y tasación del sector, como ya ocurre con el alcohol.

“Es un momento histórico”, dijo el representante demócrata Tulsi Gabbard, que impulsó la legalización.

Los demócratas usaron argumentos como que los afroestadounidenses han sufrido legalmente mucho más que los blancos de arrestos y condenas, que la despenalización federal permitirá a los veteranos con lesiones de guerra obtengan un mejor acceso a la marihuana medicinal o que la nueva norma implicaría la desaparición de los bloqueos federales de larga duración a la investigación con marihuana.

Dos legisladores que encabezaron la investigación que condujo al juicio político al presidente Donald Trump serán  los fiscales por parte de la cámara baja en el juicio político que se vivirá en el Senado.

Son los demócratas Adam Schiff, presidente de la Comisión de Inteligencia, y Jerry Nadler, presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos, anunció este miércoles la presidenta de la cámara, Nancy Pelosi.

Recordemos que la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, aprobó el cargo de abuso de poder contra Trump por presionar a Ucrania para que investigara a su rival demócrata Joe Biden, y también lo acusó de obstruir la investigación subsecuente.

El proceso contra Trump será el tercer juicio político presidencial en la historia de Estados Unidos, y tiene como telón de fondo una nación políticamente dividida y un año de elecciones.

“El presidente y los senadores tendrán que rendir cuentas”, dijo Pelosi en un comunicado el martes. “El pueblo estadounidense merece la verdad y la Constitución exige un juicio”.

Se prevé que el Senado se transforme en una corte política a partir del jueves y se acumula la presión sobre los senadores para convocar nuevos testigos. La Constitución exige que el magistrado presidente lleve el proceso y los senadores, que fungen como jurado, rindan juramento de una “justicia imparcial”.

El líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell dijo el martes que el magistrado presidente iniciaría el juicio esta semana, pero los procedimientos más significativos comenzarían el próximo martes después del fin de semana largo.

Señaló que los 53 senadores republicanos estaban de acuerdo con su plan de comenzar la sesión y considerar posteriormente el tema de los testigos.

McConnell sostuvo el martes una reunión privada con senadores republicanos en momentos en que negocian los términos del juicio. Los republicanos indicaron que rechazarían la idea de simplemente votar para desechar los cargos de juicio político contra Trump, como sugirió el mandatario. McConnell reconoció que no tenía los votos para seguir con ese plan.

Pelosi, anunció en total a los siete managers que participarán en el juicio político.

La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, votará este miércoles sobre enviar al Senado cargos formales de juicio político contra el presidente Donald Trump, lo que podría poner en marcha esta misma semana el proceso contra el mandatario republicano.

La presidenta de la Cámara baja, Nancy Pelosi, dijo durante una reunión de su partido que quería también nombrar un equipo demócrata de “encargados” que encabecen las acciones contra Trump, dijo el congresista demócrata Henry Cuellar.

Trump se convirtió en el tercer mandatario estadounidense sometido a un juicio político luego de que la Cámara de Representantes aprobó el mes pasado cargos de abuso de poder por presionar a Ucrania a anunciar una investigación sobre su rival demócrata Joe Biden y por obstruir al Congreso.

Pero Pelosi ha demorado el envío de cargos al Senado, en un esfuerzo por hacer que el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, esté de acuerdo en incluir nuevos testimonios de testigos que podrían perjudicar a Trump.

Se espera que el Senado absuelva al mandatario porque ninguno de sus 53 miembros republicanos se ha manifestado a favor de destituirlo, medida que requeriría una mayoría de dos tercios en el Senado de 100 miembros.

Trump asegura que él no ha hecho nada indebido y que el impeachment en su contra es un esfuerzo partidista por deshacer su victoria en las elecciones de 2016, mientras intenta lograr la reelección en noviembre próximo.

Votar el miércoles le permitiría al Senado iniciar el juicio el jueves por la mañana, aunque los primeros días se destinarían a labores como leer formalmente los dos cargos de impeachment y nombrar miembros. Es probable que los legisladores no oigan argumentos de apertura sino hasta la semana que viene.

Finalmente, el líder de los senadores republicanos, Mitch McConnell, indicó que el proceso de destitución iniciaría el martes próximo, aunque reconoció que esta semana se avanzará con detalles previos.

Los demócratas que controlan la Cámara de Representantes en Estados Unidos anunciaron este martes que imputarán al presidente Donald Trump con los cargos de abuso de poder y de obstrucción al Congreso, que ahora deben ser votados por el pleno, como parte del juicio político contra el mandatario.

Si la Cámara de Representantes vota a favor de destituir a Trump, el mandatario se convertiría en el tercer presidente estadounidense en ser sometido a un juicio político, pero es improbable que éste prospere en el Senado, controlado por sus aliados republicanos y donde son necesarios dos tercios de los votos.

“Cuando el presidente traiciona la confianza y se pone por delante del país, pone en peligro la Constitución y la democracia, y pone en peligro la seguridad nacional”, dijo en una rueda de prensa Jerry Nadler, presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes.

Tras dos meses de investigaciones, los legisladores demócratas afirman que Trump retuvo por sus intereses ayuda militar a Ucrania para enfrentar la amenaza de los separatistas prorusos en el este.

Además, lo acusan de ofrecer una visita a La Casa Blanca a su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, a cambio de que Kiev abriera una investigación de corrupción contra Joe Biden, su potencial oponente en las elecciones de 2020, por su gestión respecto al país europeo cuando era vicepresidente de Barack Obama.

Trump, que ha ataco constantemente a los demócratas por haber emprendido la investigación en su contra, calificó el proceso como una “cacería de brujas”, y dijo que las acusaciones de que presionó a Ucrania son “ridículas”.

Nadler presentó los cargos en un mensaje solemne desde el Capitolio, escoltado por la líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

En los cargos presentados, los demócratas también consideraron que Trump incurrió en obstrucción al intentar bloquear los esfuerzos del Congreso de investigar las acciones del presidente, lo que para ellos es una violación de la Constitución, que le otorga al legislativo un mandato de supervisión del poder ejecutivo.

Adam Schiff, el congresista que encabeza el Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, dijo que “los continuos abusos de poder” perpetrados por el presidente, “no les dejan otra opción”.

“La evidencia sobre la conducta del presidente es abrumadora e indiscutible”, agregó y señaló que la inacción frente al comportamiento de Trump los convertiría en “cómplices de estos abusos de poder”.

Nadler dijo que el Comité Judicial de la Cámara se reunirá esta semana para considerar los cargos presentados y se espera que sean abordados por el pleno la próxima semana.

Según las estimaciones con el actual calendario legislativo, el proceso en el Senado se desarrollaría en enero.

Kenneth Smith Ramos

EL FINANCIERO

 

Hace algunos días, altos funcionarios del Gobierno Federal señalaban que el T-MEC se encontraba “a punto de turrón” en su proceso de ratificación en el Congreso de EU. Las llamas del optimismo también han crecido en Washington gracias a las recientes declaraciones de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, así como del Representante Richard Neal, presidente del Comité de Medios y Arbitrios. Ambos han señalado que a pesar de la espada de Damocles del posible juicio político en contra del presidente Trump, tanto demócratas como la Casa Blanca han logrado avanzar en los temas pendientes en torno al T-MEC, y están cada vez más cerca de llegar a un acuerdo.

¿Habrá llegado la hora de sacar el champagne y echar campanas al vuelo? No se apresuren, ya que para México es necesario leer entre líneas para entender lo que está detrás de las señales optimistas de los demócratas y del Representante Comercial de EU. El que lleguen a un acuerdo en EU respecto a las demandas de los demócratas no significa que el resultado sea aceptable para México.

A lo largo de esta negociación interna en EU, el liderazgo demócrata ha insistido en que el texto del USMCA debe reabrirse para atender sus preocupaciones en materia de propiedad intelectual, laboral, medio ambiente y solución de controversias. Sin embargo, estamos a un par de semanas de un posible voto en la Cámara de Representantes, y hasta el momento se desconocen por completo los textos que están sobre la mesa. Tenemos indicios claros de que los demócratas seguirán insistiendo en que México acepte la imposición de visitas de inspección unilaterales para determinar el cumplimiento de las disposiciones establecidas en el Capítulo Laboral del T-MEC. Esto es completamente inaceptable.

¿Por qué? Porque las inspecciones discrecionales le permitirían a EU darle la vuelta al mecanismo de solución de disputas del Tratado, y le otorgaría el derecho de “certificar” de manera unilateral si México está cumpliendo con sus compromisos, sin pasar por un panel imparcial y transparente. Ergo, si México acepta esto, podríamos tener una lluvia de casos laborales en contra de México en los primeros años de vigencia del T-MEC, con la posible imposición de restricciones comerciales para nuestros exportadores. Ante un escenario de esta naturaleza, el resultado del T-MEC en la práctica sería un TLCAN “Minus” en lugar de un TLCAN “Plus”, ya que pondría en riesgo el acceso de nuestros principales productos a EU.

Esta preocupación no es mera especulación, ya que es exactamente lo que EU intentó hacer en la negociación del TPP al imponerle a los países “chiquitos” como Vietnam, Malasia, y Brunei, los “Planes de Acción” (Action Plans) que plasmaban requisitos adicionales de verificación del cumplimiento del capítulo laboral, mismos que por ejemplo, le hubieran permitido a EU suspender el acceso preferencial a su mercado para los productos del sector textil y calzado provenientes de Vietnam, sin necesidad de pasar por un panel arbitral. Afortunadamente para estas naciones, EU nunca pudo implementar estas medidas leoninas porque el recién llegado presidente Trump decidió sacar a su país del TPP en 2017.

El sector privado mexicano, y en particular el Cuarto de Junto saben perfectamente que el ceder respecto a las inspecciones laborales traería consecuencias funestas para México. Asimismo, están muy preocupados de que mientras que en EU los Congresistas señalan que un acuerdo es inminente, en México se desconocen los detalles de la negociación. Afortunadamente el Gobierno Federal ha señalado claramente que no aceptará las inspecciones unilaterales, pero ese no es el único tema tóxico en materia laboral. Se habla también de un posible mecanismo diferenciado de solución de controversias en el que los temas laborales, de interés de EU, gozarían de un mecanismo “fast track” o mejorado para la conformación de los paneles y los tiempos de resolución, mientras que los demás sectores de interés de México (como el agropecuario, textil, o automotriz) no recibirían el mismo trato.

A pesar de que nuestro gobierno pintó su raya respecto a las inspecciones, es probable que la presión política sobre México incremente radicalmente en las próximas semanas. Imaginemos un escenario en el que el EU le informa a México que si no acepta las inspecciones, o el sistema diferenciado de solución de diferencias, se cerrará la ventana para poder aprobar el T-MEC este año. “Presidente López Obrador, quiere ser usted el responsable de matar el T-MEC? Evite eso y acepte nuestras solicitudes en lo laboral”. Esa es una pregunta del presidente Trump que nuestro Gobierno no quisiera enfrentar. Pero si se la ponen en frente, la respuesta debería ser: “Mr. Trump, México está a favor de un T-MEC que fortalezca el TLCAN, que lo modernice e impulse la competitividad de nuestro país y de la región. No podemos aceptar un retroceso.”

Por otro lado, hemos señalado en artículos anteriores que las preocupaciones de los demócratas respecto a la aplicación del Tratado (enforcement) es algo que se pudiera atender por la vía administrativa, sin necesidad de tomar como rehén la aprobación del T-MEC. De hecho, durante las negociaciones México fue el principal promotor de un mecanismo de solución de controversias mejorado, que agilizara la conformación de paneles, y brindara mayor transparencia a lo largo del proceso.

Sin embargo, lo que los demócratas pretenden en materia laboral sí sería un enorme retroceso. La clave está en que en estos días tan importantes, México tenga la claridad de responder certeramente a EU y reiterar qué es o no aceptable para México. Esto con un previo acuerdo entre las dependencias del Gobierno Federal (quienes implementarán el acuerdo) y también con el sector privado. Es importante recordar que cualquier cambio que se le haga al tratado, ya sea mediante acuerdos administrativos o a través de cambios al texto, sería una concesión por parte de México. Recordemos que México ya ratificó el tratado tal y como está, sin necesidad de cambiarle ni una coma. Por lo tanto, cualquier cambio que quiera hacer EU pone en riesgo el balance de la negociación.

Esperemos que el Gobierno de México no ceda ante las presiones de EU y logremos a la brevedad la ratificación y la entrada en vigor del T-MEC. Mucho está en juego, y esta es una negociación en la que no nos podemos equivocar.