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ARTURO SARUKHÁN

EL UNIVERSAL

 

De todos los resultados que se derivan de las elecciones presidenciales estadounidenses del 3 de noviembre pasado, pocos han llamado tanto la atención de los analistas políticos y encuestadores como lo ocurrido en Zapata, un condado somnoliento a orillas del río Bravo. Donald Trump se convirtió en el primer candidato presidencial Republicano en ganarlo en cien años. Y según el censo, más del 94 por ciento de su población (menos de 15 mil habitantes) es hispana y abrumadoramente mexicoamericana. Si bien Zapata fue el único condado en el sur de Texas que se volteó y tiñó de rojo, de ninguna manera fue una anomalía: hacia el norte en Webb, otro condado predominantemente hispano, el GOP duplicó su apoyo. Al sur, el condado de Starr, que es más del 96 por ciento hispano, experimentó el mayor viraje a la derecha del país; el GOP vio su apoyo incrementarse ahí en 55 puntos porcentuales en comparación con 2016. Los resultados en una región que la mayoría de los analistas ignoraron en sus pronósticos preelectorales terminaron ayudando a frustrar las esperanzas que los Demócratas tenían de ganar Texas en el Colegio Electoral. ¿Cómo pudo Trump, uno de los líderes antiinmigrantes y xenófobos más virulentos -vaya, el más antimexicano en la historia moderan de Estados Unidos- abrirse camino con tantos votantes mexicoamericanos y nada menos que en un corredor a lo largo de la frontera con México?

Con el paso de los meses, se ha venido publicando ya información granular sobre cómo votaron los distintos bloques sociodemográficos del país. El panorama que aquella arroja para los Demócratas, si bien en términos generales es positivo, augura peligros reales para ese partido y su atractivo para los votantes de origen hispano. Y es que 2020 los vio convertirse en la primera minoría de EE.UU, o lo que equivale a 32 millones de votantes elegibles y el 13.3 por ciento del total del electorado (en 2016, los hispanos representaban el 11.9 por ciento).Un estudio reciente de la Universidad de California Los Ángeles sobre el voto hispano que analizó boletas emitidas en lugar de encuestas a boca de urna, arroja datos esclarecedores. Cerca de 16.6 millones votaron en las elecciones presidenciales de 2020. Esto representa un aumento del 30.9 por ciento, casi el doble con respecto al 15.9 por ciento de 2016, el mayor incremento de votos hispanos en cuatro años. Y no cabe duda alguna de que, primero, votaron por Joe Biden por márgenes muy amplios en todo el país, y en línea con los márgenes históricos obtenidos por Barack Obama en 2008 y 2012. Segundo y aún más importante, le dieron la victoria en estados bisagra clave del Colegio Electoral. Los votantes hispanos apoyaron a Biden sobre Trump por un margen de casi 3 a 1 en condados de Arizona, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, y con un margen de 2 a 1 o más en condados de Georgia. En Arizona, el tamaño del electorado hispano y su abrumador apoyo a Biden cambiaron el estado de Republicano a Demócrata en el Colegio Electoral por vez primera desde 1996. En Georgia y Wisconsin, donde la diferencia entre el candidato ganador y el perdedor fue de aproximadamente 12,000 y 21,000 votos respectivamente, el fuerte apoyo de los votantes hispanos a Biden y sobre todo el incremento en sus niveles de participación en las casillas ayudó a inclinar esos dos estados a favor del candidato Demócrata. Incluso en Florida y Texas, la mayoría de los hispanos en ambos estados votaron por el actual presidente: si bien los hispanos en Miami-Dade votaron por Trump por un margen de 2 a 1, con ello garantizando que el GOP mantuviera control del estado en el Colegio Electoral, el voto hispano en el resto de la entidad apoyó a Biden por un margen de 2 a 1; en Texas, con excepción de condados fronterizos, los márgenes también fueron de 2 a 1 o más.

Hasta aquí las buenas noticias. Si bien los Demócratas se llevaron la gran mayoría de los votos hispanos en 2020, el análisis de los resultados de los comicios también muestra que los Republicanos avanzaron con este demográfico, el grupo de votantes no blanco más grande del país, y particularmente entre hombres hispanos. Según las encuestas a boca de urna, el 36 por ciento de los hombres hispanos votaron por Trump, frente al 32 por ciento en 2016. Estos votantes también ayudaron a los Republicanos a ganar varios escaños en la Cámara de Representantes en distritos racialmente diversos que los Demócratas pensaban que podían ganar, particularmente en Texas y Florida. Según un análisis a nivel de precinto electoral realizado recientemente por OpenLabs, una consultoría de mercadotecnia de corte progresista, el apoyo hispano a los Demócratas se redujo hasta en un 9 por ciento en las elecciones y mucho más en partes de Florida y el sur de Texas. Sin embargo, más allá de los datos duros, persiste una interrogante, especialmente para los Demócratas que durante mucho tiempo han creído tener una ventaja importante con el voto hispano: ¿Qué está impulsando la inclinación política de hombres hispanos en particular?

Durante décadas, los candidatos Demócratas adoptaron la hipótesis de que si la participación hispana aumentaba, era más probable que ganara el partido. Pero entrevistas con decenas de hombres hispanos de todo el país que votaron por el GOP el año pasado mostraron una profunda discrepancia con tales presunciones. Como cualquier votante, estos hombres también están motivados por sus opiniones sobre una variedad de temas: muchos mencionan su oposición al aborto, su apoyo a los derechos sobre las armas y a políticas de inmigración restrictivas. La gran mayoría subrayaron que muchos Demócratas no entendían cuánto se identificaban con ser proveedores: ganar suficiente dinero para mantener a sus familias es fundamental para la forma en que se ven a sí mismos y a la política. Desean impuestos bajos, pocas regulaciones y quieren apoyar al partido que creen que les permitirá trabajar y hacerse ricos. Las encuestas efectuadas en los últimos tres meses muestran una notable brecha de género, con los hombres hispanos mucho más inclinados que las mujeres hispanas a apoyar al GOP. Y son los hombres mexicoamericanos menores de 50 años quizás el grupo demográfico que más debería preocupar a los Demócratas, porque es más probable que tiendan a apoyar a candidatos conservadores. Esto conduce además a un factor adicional que algunos subrayamos en su momento y que en gran medida responde a la pregunta de arranque de esta columna: los datos duros muestran que el uso electoral en spots microdirigidos que la campaña de Trump dio a las declaraciones desafortunadas y zalameras de su homólogo mexicano en julio pasado en la Casa Blanca redituó en las urnas y dio en el blanco precisamente con esos votantes mexicoamericanos hombres del sur de Texas.

Ronald Reagan alguna vez observó, cuando se empezaba a hablar del potencial del voto hispano en Estados Unidos, que “Los hispanos son Republicanos; no lo saben todavía.” Hoy, una organización de movilización del voto, Libre Initiative, financiada por la red conservadora de los hermanos Koch, ha estado trabajando de manera consistente y denodada desde hace una década en promover el conservadurismo en la comunidad hispana. Y obtener el apoyo de hombres hispanos ha sido, de alguna manera, un desafío de décadas para los Demócratas. Pero hoy se yergue como un recordatorio persistente de que el partido nunca ha logrado movilizar y atraer plenamente a este grupo demográfico. Sin embargo, algunos estrategas electorales en el partido están cada vez más alarmados de que los Demócratas no estén haciendo lo suficiente para llegarle a hombres hispanos cuyas principales prioridades se basan en la economía, en lugar de la justicia racial o la igualdad. Y advierten que es probable que los hombres hispanos emitan votos decisivos en futuras contiendas por el control del Congreso, así como para quién gobierne desde la Oficina Oval. Chuck Rocha, quien en 2020 articuló para la campaña primaria de Bernie Sanders -un hombre que perdió de manera abrumadora el voto hispano contra Hillary Clinton en 2016- una de las campañas más eficaces que me ha tocado ver de movilización del voto hispano en Estados Unidos, subrayó recientemente que si los Demócratas siguen tratando a los hispanos como si fuesen un bloque homogéneo, van a experimentar una sangría de votantes hispanos aún mayor en las próximas elecciones. Narrativas específicas, por ejemplo el miedo al “socialismo” con votantes cubanoamericanos y de origen sudamericano en el condado de Miami-Dade, y entendiendo las diferencias entre bloques distintos de hispanos y sus particularidades en zonas distintas del país, puede resultar mucho más efectivo que una campaña que trata a los votantes como si fueran categorías del Censo.

Hay que hablarles a los hispanos sobre los temas que les preocupan y no solamente sobre sus identidades. Esa lección la aprendieron bien los Demócratas en Arizona, pero no en otras partes del país. La elección de 2020 es una sonora llamada de alerta. Los Demócratas tienen que poner las barbas a remojar. Si no invierten desde temprano, de manera consistente y con antelación a cada ciclo electoral -en lugar del esfuerzo de movilización caracterizado por la coyuntura electoral y por el “demasiado poco, demasiado tarde” con el que suelen aproximarse al votante hispano- en entender y atraer a un arcoíris de votantes hispanos, no podrán seguir dando por sentado el apoyo abrumador de ese segmento cada vez más crucial del voto estadounidense.

El Colegio Electoral de Estados Unidos ratificó este lunes la elección de Joe Biden como próximo presidente del país, echando abajo las intenciones del presidente Donald Trump, quien intentó en Tribunales desafiar el resultado de los comicios del pasado 3 de noviembre.

Pasadas las 17:30 hora local, los electorales de California, reunidos en la asamblea estatal, confirmaron que los 55 votos electorales del estado iban a parar a Biden, con lo que el candidato demócrata superaba la barrera de 270 votos electorales necesarios para llegar a La Casa Blanca.

Las reuniones de esos delegados de cada partido corroboraron que Biden acumula al menos 302 votos electorales frente a los 232 de Trump, a falta de que se confirmen los 4 electorales que adjudica Hawái, donde se impuso el candidato demócrata en los comicios.

Ese cómputo también ratifica la elección de su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris, que será la primera mujer que ocupará el cargo de vicepresidenta de EUA cuando ambos lleguen al poder, el próximo 20 de enero.

Bajo el sistema electoral de Estados Unidos, los delegados del Colegio Electoral confirman en sus reuniones en cada estado lo votado en las urnas por los millones de estadounidenses en las elecciones, celebradas hace un mes y medio.

Los principales medios de comunicación ya pronosticaron el pasado 7 de noviembre que Biden alcanzaría 306 votos electorales y arrebataría a Trump la Presidencia, pero el actual mandatario se ha negado desde entonces a reconocer la derrota.

Biden tiene previsto dar un discurso esta tarde, en el que pedirá “pasar página” a las tensiones en Estados Unidos y unir al país tras la divisiva jornada electoral.

“Ahora es el momento de pasar página. Unirnos. Sanar”, dirá Biden de acuerdo con extractos de un discurso que el demócrata pronunciará. “En esta batalla por el alma de Estados Unidos, prevaleció la democracia (…) La integridad de nuestras elecciones permanece intacta”, dirá Biden, en una clara referencia a la negativa de Trump a aceptar la derrota.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) estaría felicitando al presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, la próxima semana, una vez que esta sea certificada por el Colegio Electoral, adelantaron funcionarios a la agencia Reuters.

López Obrador figura entre un grupo de líderes mundiales que aún no ha reconocido el triunfo electoral de Biden sobre Donald Trump, incluidos Vladimir Putin de Rusia y Jair Bolsonaro de Brasil.

Según la información confiada, AMLO tiene previsto enviar a Biden sus felicitaciones el día después de que el Colegio Electoral de Estados Unidos vote, el 14 de diciembre, para certificar la elección.

Históricamente, la votación ha sido una formalidad. Este año adquirió una importancia más amplia, después de que Trump y sus abogados han tratado de anular la victoria de Biden con afirmaciones infundadas de fraude electoral. Los jueces han desestimado las acusaciones a falta de pruebas.

Roberto Velasco, director general para América del Norte de la cancillería, viajó la semana pasada a Washington donde sostuvo reuniones destinadas a avanzar la comunicación con los aliados demócratas de Biden, según otras fuentes con conocimiento del tema.

Y aunque Velasco no mantuvo reuniones formales con los funcionarios de transición de Biden, un asesor demócrata del Congreso confirmó que se había reunido con el diplomático mexicano.

Entre los principales temas bilaterales de nuestro país su relación con la nueva administración demócrata estarán la inmigración, el comercio y el medio ambiente, dijo una de las fuentes a Reuters.

Funcionarios de la administración federal aseguran que AMLO se ha abstenido de reconocer la victoria de Biden en medio de las acusaciones de fraude de Trump para evitar provocar al presidente estadounidense saliente.

El presidente Donald Trump aseguró que dejará La Casa Blanca si el Colegio Electoral formaliza la victoria del demócrata Joe Biden, aunque insistió que esa decisión sería un “error”.

El mandatario pasó el Día de Acción de Gracias reiterando afirmaciones sin fundamento de que su derrota electoral se debió a un “fraude masivo” y a funcionarios deshonestos en estados decisivos.

“Ciertamente lo haré. Pero ustedes saben eso”, dijo Trump cuando le preguntaron si abandonaría el inmueble, permitiendo una transición pacífica en enero. Sin embargo insistió en que “muchas cosas” podrían ocurrir que podrían alterar los resultados antes de que sea hora de entregar el poder. “A esto aún le falta un largo camino por recorrer”, declaró Trump.

Si bien no hay evidencia del fraude generalizado que señala Trump, tanto él como su equipo legal han estado trabajando para poner en duda la integridad de las elecciones y están tratando de revertir la voluntad de los electores en los Tribunales.

Trump habló la tarde de ayer con los reporteros en la Sala de Recepción Diplomática de La Casa Blanca después de sostener una teleconferencia con los líderes militares estadounidenses ubicados en distintas partes del mundo.

Les agradeció su servicio, advirtiéndoles en broma que no comieran demasiado pavo, y tras concluir la llamada volvió a hablar de las elecciones. Repitió sus quejas y criticó a los funcionarios de Georgia y Pensilvania, dos estados clave sin una preferencia política clara que “ayudaron” a Biden.

El republicano afirmó que, pese a los resultados que se tienen, este podría no ser su último Día de Acción de Gracias en La Casa Blanca.

Y aunque se mantiene firme en su posición de que hubo fraude, el gobierno ya autorizó a que comience una transición formal. Trump se dijo en desacuerdo a que Biden siga adelante en su intención de conformar gobierno. “Creo que no es correcto que esté tratando de elegir un gabinete”.

Sobre las elecciones que se llevarán a cabo el 5 de enero en Georgia, y que determinarán qué partido controlará la cámara alta. Trump dijo que los candidatos a senadores republicano “están tratando con un sistema muy fraudulento. Estoy muy preocupado por eso”.

Adicional, el mandatario dijo que la gente está “muy decepcionada de que nos robaron”. Reconoció que probablemente nunca reconocerá formalmente su derrota. “Va a ser algo muy difícil reconocer (la derrota). Porque sabemos que hubo un fraude masivo”.

Pese a sus declaraciones de ayer, esta mañana el presidente dijo en sus redes sociales que Biden solo podrá ingresar a La Casa Blanca como presidente si podía demostrar sus “ridículos” 80 millones de votos. Incluso dijo que debía comprobar que no se obtuvieron de manera fraudulenta o ilegal.

“Cuando vea lo que sucedió en Detroit, Atlanta, Filadelfia y Milwaukee, fraude electoral masivo, ¡tendrá un gran problema sin solución!”.

Según las proyecciones de los principales medios de comunicación, el virtual presidente electo de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, ha ganado con 306 votos del Colegio Electoral, contra los 232 que obtuvo el presidente Donald Trump.

Fuente: NYT

Los últimos estados en los que Biden fue declarado ganador han sido Arizona y Georgia, mientras que Trump ganó en Alaska y Carolina del Norte.

Debido a lo estrecho del resultado, Georgia comenzó este viernes el recuento de los votos de las elecciones presidenciales, un proceso que puede durar hasta cinco días, mientras que Trump sigue insistiendo en que hubo irregularidades sin ofrecer pruebas de ello.

El recuento a mano de los cerca de cinco millones de votos y, después de que todos los condados certificarán sus resultados, deberá concluir el miércoles 18 de noviembre a la medianoche, anunciaron las autoridades electorales de Georgia.

Recordemos que las leyes del estado señalan que deberán volver a contarse los votos cuando el margen de diferencia sea inferior al 0.5%, y en este caso el demócrata Joe Biden mantiene una ventaja sobre Trump, tras escrutarse el 99% del total de los sufragios, de 14,000 votos, lo que supone el 0.3%.

Los demócratas han insistido en la necesidad de avanzar en el proceso de transición y gran parte de la comunidad internacional ha expresado ya el reconocimiento de la victoria de Biden. El último, China, que finalmente reconoció oficialmente los resultados de los comicios y felicitó a Biden.

Poco después del anuncio de Pekín, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, criticó este viernes el “absurdo circo” de los republicanos al no “aceptar la realidad” de que Biden es el presidente electo del país tras derrotar a Trump en las elecciones del 3 de noviembre.

“Las elecciones terminaron. Joe Biden es el presidente electo. Electo con un mandato de más de 78 millones de votos”, subrayó la líder demócrata.

La toma de posesión del próximo presidente está prevista para el 20 de enero en Washington.

Trump sigue sin reconocer la derrota y aferrado a acusaciones sin pruebas de fraude. “Nunca apuesten en mi contra”, dijo el mandatario en una entrevista publicada este viernes en el diario Washington Examiner, en la que señaló que es capaz de dar la vuelta a los resultados de los comicios.

Preguntado sobre cuándo calcula que será capaz de dar la vuelta a la situación, Trump respondió: “No sé, probablemente dos semanas, tres semanas”.

Este viernes también se informó que Joe Biden será informado por expertos en seguridad nacional la próxima semana, según confirmó su equipo de transición

Jen Psaki dijo que el hecho de que Biden aún no haya recibido informes de inteligencia clasificados podría perjudicar sus preparativos para gobernar. “Han pasado seis días, pero con cada día que pasa, se vuelve más preocupante que nuestro equipo de seguridad nacional y el presidente electo y la vicepresidenta electa no tengan acceso a esos informes de inteligencia”, dijo Psaki a periodistas.

Mientras el candidato demócrata Joe Biden se acerca cada vez más a los 270 votos del Colegio Electoral que necesita para llegar a La Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha hecho un llamado a detener los conteos en los estados en que dicho ejercicio continúa.

Dos días después de la jornada electoral, Biden cuenta, según proyecciones de los principales medios entre ellos la agencia AP, 264 votos, o sea que le bastaría ganar uno de los estados que aún se disputan para llegar a ser el presidente electo.

Trump, con 214 votos electorales, enfrenta obstáculos mucho mayores. Para llegar a los 270 tendría que ganar los cuatro estados en disputa: Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia y Nevada.

Faltando el recuento de millones de votos, Biden acumulaba más de 71 millones, la cifra más alta de la historia. El exvicepresidente dijo en conferencia de prensa el miércoles por la tarde que preveía ganar la presidencia, pero se abstuvo de declararse victorioso.

“Gobernaré como presidente estadounidense”, dijo Biden. “Cuando ganemos no habrá estados rojos (republicanos) ni estados azules (demócratas). Solo los Estados Unidos de América”.

Ante la situación, la campaña de Trump inició una actividades judiciales para tratar de mejorar las probabilidades del presidente y poner en duda los resultados. Pidió un recuento en Wisconsin y presentó demandas en Pensilvania, Michigan y Georgia.

Históricamente, los recuentos en Michigan han modificado los resultados en algunos centenares de votos. Biden aventajaba a Trump por más de 20.000 boletas de casi 3,3 millones contadas.

Incluso el candidato demócrata ha lanzado el sitio de internet dedicado a la transición de gobierno, apostando que al término del conteo, se alzará con el triunfo.

Casi 2.9 millones de personas más votaron por Hillary Clinton en la elección presidencial del 2016 en Estados Unidos, pero aún así perdió. ¿Cuál es la razón? el Colegio Electoral.

Donald Trump ganó la presidencia porque se llevó el Colegio Electoral, un sistema establecido por la Constitución y modificado a lo largo de los siglos.

El concepto del Colegio Electoral está contemplado en el Artículo II de la Constitución resultante de la Convención Constitucional de 1787 y ratificada en 1788. Es básicamente un órgano compuesto por un número de compromisarios igual al total de senadores y representantes a la Cámara por cada estado.

Así, son parte de este mecanismo 100 delegados que representan la cifra total de senadores, dos por cada uno de los 50 estados del país y 435 representantes, cifra que en 1929 se ajustó teniendo en cuenta el crecimiento de la población.

Desde 1961, cuando fue ratificada la Vigesimotercera Enmienda, se incorporaron tres representantes por el Distrito de Columbia, donde está Washington DC.

Para ganar La Casa Blanca, un candidato tiene que ganar al menos 270 votos electorales. Esa es una mayoría de los 538 que están en juego, repartidos entre los 50 estados.

Cada estado tiene un número diferente de votos electorales, basado en cuantos congresistas tiene en la Cámara de Representantes, aparte de sus dos senadores.

California tiene la mayor cantidad de votos electorales, con 55. Texas le sigue con 38. El candidato que gane Nueva York o Florida puede llevarse 29 votos electorales; Illinois y Pensilvania tienen 20 cada uno. Cierran la lista de los 10 estados con más votos electorales Ohio con 18, Georgia y Michigan con 16, y Carolina del Norte con 15.

Aunque Trump tiene varios caminos para alcanzar los 270, su mejor ruta depende de ganar Florida y Pensilvania. Si gana ambos estados y retiene Carolina del Norte y Arizona, que se llevó por un margen estrecho en 2016, además de Georgia y Ohio, que ganó hace cuatro años, pero que ahora está reñido, ganará.

Con 29 votos electorales, Florida es el estado más crucial para Trump. Una derrota allí haría casi imposible que retenga La Casa Blanca.

La campaña del demócrata Joe Biden está concentrada en los estados que Trump ganó inesperadamente en el 2016: Michigan, Wisconsin y Pensilvania.

El exvicepresidente está haciendo además un gran esfuerzo en Arizona, un estado que no ha respaldado a un candidato presidencial demócrata desde 1996. Además, ha redoblado su atención a Florida.