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El presidente del Banco Mundial (BM), Ajay Banga, aseguró que el crecimiento económico mundial se encuentra actualmente en el nivel más bajo en los últimos 35 o 40 años debido a las guerras de Gaza y Ucrania, además de las tensiones en el mar Rojo.

Las declaraciones de Banga  se dieron en el marco de la Cumbre Mundial de Gobiernos (WGS), un foro de autoridades políticas y económicas globales que comenzó este lunes en Dubái.

“Todos los retos de la inestabilidad por lo que está ocurriendo en la región, claramente con los sucesos en Gaza, pero también en Ucrania, estos dos factores juntos, además del mar Rojo” son variables de lo que ya resulta ser “probablemente el más bajo crecimiento de los últimos 35 o 40 años en el mundo”, detalló Banga.

Durante la primera jornada de la cumbre global, el presidente del Banco Mundial dijo que serán factores que “estaremos vigilando de cerca”. Apuntó que “sin un crecimiento económico real no se puede lograr la prosperidad ni la paz”.

Durante esta semana, en la nueva edición de la WGS, líderes políticos y económicos, incluidos una veintena de jefes de Estado y de Gobierno, abordarán una amplia agenda de temas relacionados con los retos del futuro en diversos sectores.

Según los organizadores, participan más de 85 organizaciones e instituciones internacionales y regionales, además de expertos políticos y especialistas económicos y financieros, así como especialistas, representantes de empresas multinacionales y gobernadores de bancos e instituciones financieras.

De acuerdo con la agenda, entre los participantes figuran, además de Banga, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva; el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Haitham al Ghais, y el secretario general de la Organización de Aviación Civil, Juan Salazar, entre otros.

Foto: X @MTPE_Peru

Después de Europa, América Latina es la región que menos crecerá en todo el mundo en 2023, de acuerdo con las nuevas previsiones del Banco Mundial (BM).

En su más reciente informe “Perspectivas económicas mundiales” difundido este martes, el BM prevé que la economía mundial crecerá un 1.7% este año y un 2.7% en 2024. Sin embargo, para Latinoamérica estima que el crecimiento se desacelere marcadamente a un 1.3% en 2023, menos de la mitad del 3.6% de 2022, para recuperarse al 2.4% el año próximo.

“La crisis que enfrenta el desarrollo se está intensificando a medida que las perspectivas de crecimiento mundial se deterioran”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “Los países emergentes y en desarrollo se enfrentarán a varios años de crecimiento lento”, manifestó en un comunicado de prensa.

El Banco Mundial indicó que el crecimiento en Europa en 2023 y 2024 se verá lastrado por una contracción de la economía rusa y la importante recesión que ha sufrido Ucrania este año como consecuencia de la invasión.

Excluyendo a Rusia y a Ucrania, la región crecerá un 2.1%, según las nuevas perspectivas de crecimiento del banco.

Según los analistas, Rusia se contraerá un 3.3% en 2023, aunque volverá a crecer ligeramente en 2024, un 1.6%. En el caso de Ucrania, el organismo dijo que de mantenerse las cosas como hasta ahora, el país crecería un 3.3% este año.

Las previsiones se revelaron en momentos en que existe una elevada inflación, aumento de las tasas de interés, reducción de inversiones y un impacto por la invasión rusa en Ucrania.

En 2020, por el impacto de la pandemia de coronavirus, la economía latinoamericana retrocedió a niveles no vistos en más de un siglo, con una contracción de -6.2%. Para 2021, se recuperó y alcanzó un crecimiento de 6.8% que se redujo casi a la mitad en 2022.

En Oriente Medio y Norte de África el crecimiento retrocedería a 3.5% este año; en África subsahariana se desaceleraría a 3.6% en 2023; en Asia Oriental y el Pacífico caería a 4.3% y en Asia meridional a 5.5%.

El Banco Mundial espera que Brasil crezca un 0.8% en 2023, Argentina un 2%, Colombia un 1.3% y Perú un 2.6%. La economía de Chile, en tanto, se contraería un -0.9%. En el caso de México, el organismo vislumbra un crecimiento de 0.9%.

En América Central, por otra parte, se prevé que el crecimiento caerá a 3.2% en 2023 por el impacto de la desaceleración de la economía de Estados Unidos en las exportaciones y el ingreso de remesas.

La inflación ha impactado al mundo y aumentó de manera significativa en muchos países de la región en 2022, alcanzando niveles no vistos en décadas. El BM indicó que si bien parece haber llegado a su punto máximo en gran parte de los países, sigue siendo superior a las metas de los bancos centrales.

Las economías de América Latina y el Caribe profundizarán su desaceleración el próximo año, en un contexto marcado por aumentos de la volatilidad financiera y mayor aversión al riesgo, advirtió este jueves la CEPAL.

En 2023, las economías regionales crecerán apenas un 1.3%, por debajo del 3.7% proyectado para este año y muy por lejos del 6.7% de expansión que mostraron en 2021, señaló la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su reporte Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2022.

En octubre, el organismo de Naciones Unidas había previsto que la región crecería 1.4% en 2023 y 3.2% este año.

“La actividad económica de la región se ha desacelerado, reflejando, por una parte, el agotamiento del efecto rebote en la recuperación de 2021 y, por otra, los efectos de las políticas monetarias restrictivas, mayores limitaciones del gasto fiscal, menores niveles de consumo e inversión y el deterioro del contexto externo”, apuntó la CEPAL.

Factores externos como la guerra en Ucrania y sus efectos en el alza de los precios afectan las proyecciones para la región.

“Las respuestas de política monetaria adoptadas a nivel mundial en 2022, en un contexto de aumento en la inflación global, han provocado incrementos en la volatilidad financiera y en los niveles de aversión al riesgo y, por tanto, han inducido menores flujos de capital hacia economías emergentes, incluyendo las economías de la región”, añadió el organismo.

Sin embargo, dijo que una menor inflación en la segunda mitad de este año junto a la desaceleración de la actividad que se espera para el próximo, podrían reducir la presión sobre las autoridades de la región para continuar subiendo las tasas.

Brasil, la principal economía de América Latina, crecerá un 0.9% en 2023, por debajo del 2.9% esperado para 2022. México, la segunda economía regional, avanzará 1.1% el próximo año, que dista del 2.9% de este año.

Colombia se desacelerará fuerte el próximo año con una expansión de 1.5% contra un 8% esperado para 2022 y Perú, que se encuentra sumido en una fuerte crisis política, crecerá 2.2% este año y 2.7% el próximo.

Chile, mayor productor global de cobre, será el único país junto con Haití que caerá en 2023, con un retroceso de 1.1% en su economía.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó este miércoles que prevé que la desaceleración se acentúe en América Latina y el Caribe, con un crecimiento de 1.4% en 2023, aunque espera un crecimiento de 3.2% para este año, superior a lo proyectado en agosto pasado.

El organismo dependiente de la ONU, con sede en Santiago de Chile, aseguró en un nuevo estudio que “el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania afectó negativamente el crecimiento global, y con ello la demanda externa que enfrentó la región este año, junto con acentuar las presiones inflacionarias, la volatilidad y costos financieros”.

A esto, agregó la Cepal, se suman una “mayor aversión al riesgo, junto a la política monetaria más restrictiva por parte de los principales bancos centrales del mundo”, por lo que el crecimiento .

Lo anterior, señaló el organismo, perjudicó los flujos de capital hacia los mercados emergentes, incluyendo América Latina, además de propiciar depreciaciones de las monedas locales y tornar más onerosa la obtención de financiamiento para los países de la región.

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Para 2023, los países de la región se verán nuevamente enfrentados a un contexto internacional desfavorable, en el que se espera una desaceleración tanto del crecimiento como del comercio global, tasas de interés más altas y menor liquidez global, añadió la Cepal.

El bajo dinamismo de la economía China afectará particularmente a varios países de América del Sur, en tanto el gigante asiático es uno de los principales mercados para la exportación de sus bienes y materias primas.

Para esta región, la CEPAL proyecta un crecimiento en 2022 del 3.4%, mientras que para el próximo año lo ajusta a 1.2%.

“América del Sur se verá afectada también por la baja en los precios de los productos básicos y por las restricciones al espacio que la política pública tiene para apuntalar la actividad. La alta inflación ha impactado los ingresos reales y los efectos sobre el consumo privado ya se han observado en algunos países a partir de la segunda mitad de este año”, advirtió el organismo

De igual manera, la ralentización económica de Estados Unidos tendrá especial impacto en América Central y México.

En este caso, para América Central y México, la proyección de crecimiento para este año es del 2.5% mientras que para 2023 es del 1.7%. Si solo se toma a América Central, las proyecciones cambian a 3.9% para 2022 y a 3.1% para 2023.

Para México en concreto, la previsión es del 1.9% para este año y del 1.1% para el próximo. En su análisis previo, la CEPAL esperaba que México creciera 1.9% este 2022, por lo que mantiene sin cambio dicha proyección.

Para el caro del Caribe, excluyendo a Guyana, la previsión de crecimiento es del 4.3% para este año y del 3.1% para 2023.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) rebajó este miércoles sus proyecciones de crecimiento para 2022 en la región del 2.1% estimado en enero pasado a un 1.8%, debido al impacto de la guerra en Ucrania.

“Las economías de América Latina y el Caribe enfrentan una coyuntura compleja en el 2022 debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania”, dijo en un comunicado el organismo dependiente de la ONU, con sede en Santiago de Chile.

De acuerdo a la Cepal, las economías que más se expandirán este año son Panamá (6.3%), República Dominicana (5.3%), Venezuela (5%), Colombia (4.8%), Guatemala (4.2%), Honduras (4.1%) Uruguay (3.9%), Costa Rica (3.7%) y Bolivia (3.5%).

En medio de la tabla se encuentran Cuba (3.4%), El Salvador (3%), Argentina (3%), Ecuador (2.7%), Perú (2.5%), Nicaragua (2.5%), y México, para quien proyecta un crecimiento de 1.7%. En enero pasado vaticinaba un crecimiento de 2.9%. Los países que menos crecerán serán Paraguay (0.7%), Haití (0.6%) y Brasil (0.4%).

Para el Caribe, la Cepal estima una expansión del 10.1% o del 4.7% sin contar a Guyana, que vive desde un tiempo un boom petrolero.

El organismo explicó que “el menor crecimiento esperado se verá acompañado por una mayor inflación y una lenta recuperación del empleo” y que la guerra “ha aumentado la volatilidad y los costos financieros”.

En marzo, la inflación regional fue del 7.5%, además de que muchos bancos centrales anticipan que la inflación se mantendrá elevada en lo que resta de año, según dijo la Cepal.

Para frenar el alza de los precios, se han subido las tasas de interés en la mayoría de los países de manera significativa, alcanzando en gran parte de los casos niveles similares a 2017.

De acuerdo a la Cepal, la guerra también ha provocado una mayor volatilidad en los mercados financieros y ha perjudicado los flujos de capital hacia los mercados emergentes.

Tras un fuerte repunte en 2021, la economía mundial está entrando en una desaceleración pronunciada en medio de nuevas amenazas de variantes de COVID-19 y un aumento de la inflación, deuda y la desigualdad de ingresos, lo que afectaría a la recuperación de las economías emergentes y en desarrollo, advirtió este martes el Banco Mundial (BM).

Se espera que el crecimiento mundial se desacelere del 5.5% que registró en 2021 al 4.1% en 2022 y al 3.2% en 2023, a medida que se disipa la demanda contenido, se retiran los apoyos fiscales y monetarios en todo el mundo.

América Latina crecerá un 2.6% en 2022 y un 2.7% en 2023, después de la recuperación del 6.7 % que registró el año pasado.

El organismo advirtió que la región se enfrenta a importantes riesgos como un aumento abrupto en la cantidad de casos de COVID-19, tensiones en la financiación y estrés relacionado con la deuda.

El crecimiento se ralentizará en la región a medida que se endurezca la política fiscal y monetaria, se prolongue la demora en las mejoras en las condiciones del mercado laboral y las condiciones externas se vuelvan menos favorables, apuntó el organismo en su informe semestral de “Perspectivas Económicas Globales”.

El proceso de recuperación hacia los niveles del Producto Interno Bruto (PIB) anteriores a la pandemia será desigual por países y en algunos tardará más en llegar, aseguró el banco.

Las proyecciones elaboradas hasta fin de 2023 implican que, si se ponderan las cifras en función del PIB, la región de América Latina y el Caribe perderá terreno en el ingreso per cápita no solo en relación con las economías avanzadas, sino también con las de Asia oriental y el Pacífico y las de Europa y Asia central.

Por países, la economía de Brasil se desacelerará hasta el 1.4% en 2022 y repuntará al 2.7% en 2023.El crecimiento de México disminuirá según las proyecciones hasta el 3% en 2022 y el 2.2% en 2023.

En Argentina, el crecimiento se desacelerará al 2.6% en 2022 y al 2.1% el año siguiente, mientras que los fuertes rebotes observados en Chile, Colombia y Perú en 2021 también se debilitarán en 2022 y todavía más en 2023.

En Centroamérica, el crecimiento se mantendrá sólido en 2022 en un 4.7%, debido a la mejora en las perspectivas respecto de la vacunación contra la COVID-19 y la entrada firme y continua de remesas.

El Banco Mundial alertó de que los brotes de coronavirus siguen constituyendo un riesgo incluso en países con altas tasas de vacunación y que un deterioro repentino de la actitud de los inversores podría generar dificultades para afrontar el servicio de la deuda y episodios de salidas de capitales.

El presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, lamentó hoy que la pandemia de COVID-19 haya “empujado a casi 100 millones de personas a la pobreza extrema”, sobre todo en países en desarrollo, después de décadas de disminución constante de las tasas de pobreza.

Malpass, que dio una conferencia hoy en la que aseguró que para reanudar el progreso en el desarrollo tras la pandemia, una prioridad inmediata es asegurar el acceso a las vacunas y acelerar su despliegue.

“Los retrocesos en el desarrollo amenazan la vida, el empleo, los medios de subsistencia y el sustento de las personas. En muchos lugares del mundo, la pobreza está aumentando, los niveles de vida y las tasas de alfabetización están disminuyendo”, dijo el presidente del BM.

Sostuvo que los logros pasados ​​en materia de igualdad de género, nutrición y salud están retrocediendo, mientras que para algunos países la carga de la deuda que ya era insostenible antes de la crisis está empeorando.

En este sentido, señaló que si bien lo países ricos están proporcionando billones de dólares en programas de gasto, las naciones con bajos ingresos se enfrentan a una alta inflación, desempleo, escasez de vacunas y de alimentos, algo que agudiza todavía más las desigualdades mundiales.

En esta línea, dijo que a mediados de 2021, más de la mitad de los países más pobres del mundo enfrentan problemas de deuda externa o en riesgo de padecerla, algo que podría empeorar en caso de que los precios de las materias primas sean volátiles y las tasas de interés aumenten.

Malpass recordó que, desde abril de 2020 hasta junio de este año, el Banco Mundial ha aportado más de 157,000 millones de dólares para lidiar con los impactos sanitarios, económicos y sociales del COVID-19, que catalogó como “la crisis más grande de nuestra historia”.

Según el presidente de la organización, el BM ha proporcionado financiación para las vacunas en 62 países.

Arturo Sarukhán

EL UNIVERSAL

 

Las crisis, como las guerras o el colapso económico, revelan las fortalezas y debilidades de las sociedades y modifican el marco de referencia sobre cómo pueden y deben organizarse. Con el arranque de la pandemia en 2020, muchos analistas argumentaron que ésta expondría la irracionalidad y fragilidad del sistema económico global moderno; sin embargo, en realidad acabó poniendo de relieve la asombrosa resistencia del capitalismo esgrimido por el Estado solidario y, sobre todo, la diferencia seminal -más allá de orientación ideológica o resiliencia democrática- entre gobiernos eficaces e ineficaces.

Pero el Covid-19 también demostró que es el Estado benefactor en sí el que necesitaba modernizarse. Este nació en un momento y orden social diferentes y para protegerse de riesgos distintos a los de hoy. Mientras que la seguridad social en Europa nació a principios del siglo XX, la estadounidense surgió en respuesta a la Gran Depresión. Pero fue la Segunda Guerra Mundial la que condujo al nacimiento del moderno Estado de bienestar europeo, con beneficios universales para protegerse contra la pobreza y brindar atención médica universal y educación. Hoy el contexto es otro. La pandemia que estalló hace más de un año con el teletrabajo y el cierre de escuelas, estadios, cines, teatros y lugares de espectáculos y que ahora acaba de cumplir su doceavo mes desde que se impusieran en casi todo el mundo medidas de contención y mitigación, ha obligado a reevaluar el contrato social al interior de muchas naciones, en particular con la pregunta de cómo se debe asumir y repartir el riesgo entre ciudadanos, empresas y el Estado. El descontento social estaba aumentando antes de la pandemia: en 2019, menos de una de cada cinco personas en 26 países alrededor del mundo afirmaba que “el sistema” estaba beneficiándolos y la mitad dijo que estaba fallando, según el Barómetro de Confianza de Edelman. En un nuevo libro sobre el contrato social, Minouche Shafik, directora de la London School of Economics, anticipa que “la agitación política que observamos en muchos países es solo un anticipo de lo que nos espera si no repensamos lo que nos debemos mutuamente” al interior de las sociedades y entre ciudadanos y el Estado.

Estamos atestiguando en este momento un movimiento pendular crucial con respecto a la responsabilidad de los gobiernos. Los paquetes de estímulo fiscal para confrontar los efectos económicos y sociales del Covid-19 a lo largo de este periodo no solo han hecho que las intervenciones gubernamentales de rescate ante la crisis financiera mundial de 2008-09 parezcan peccata minuta; podrían representar un parteaguas para las políticas públicas y el perfil y papel del Estado durante las próximas décadas. Y es que la expansión en curso del Estado benefactor en la mayoría de las naciones industrializadas y en muchas economías de renta media ha sido la más grande en más de medio siglo. Los rescates gubernamentales de ciudadanos, en lugar de rescates a bancos o la industria automotriz (por mencionar a dos de los sectores clave a los que el Estado lanzó un salvavidas después del naufragio económico global en 2008) podrían marcar un nuevo capítulo en la historia contemporánea.

Después de 1929, votantes y gobiernos de los países industrializados reformularon la relación entre el Estado y sus ciudadanos, un proceso que duró más de tres décadas. Ahora, la pandemia ha destruido los paradigmas y las viejas reglas sobre el gasto social que se impusieron con el arranque de la década de los ochenta y los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que se convirtieron en punta de lanza de ese cambio de dirección. En Estados Unidos, los gobiernos de Franklin D Roosevelt y de Lyndon B Johnson empujaron el péndulo -con los programas de asistencia social del New Deal y la Great Society, respectivamente- hacia un gobierno más muscular e intervencionista. Con Reagan, el péndulo osciló al otro extremo a partir de 1980, adelgazando al gobierno y su papel en la sociedad y las políticas públicas, privilegiando a los mercados. Ese arco pendular hoy parece estar alejándose de esa posición extrema de anorexia gubernamental. Estamos ante la expansión más grande del gobierno federal estadounidense en una generación, un reajuste de recursos, prioridades y responsabilidades detonado por la pandemia y por la deplorable gestión de la administración anterior. Más de tres cuartas partes de los estadounidenses apoyan la ley de estímulo de $1.9 billones de dólares impulsada por el presidente Joe Biden -y que incluye cheques de $1,400 para la mayoría de los adultos- así como el paquete de inversión en infraestructura propuesto de $3 billones. Y en el presupuesto presentado el 3 de marzo, el gobierno británico extendió un plan para pagar los salarios de los trabajadores en licencia hasta septiembre, incluso cuando la deuda pública alcanzó su nivel más alto desde 1945.

Sin duda estos 12 meses han sido testigo de un experimento salvaje en el gasto social. El mundo lanzó al menos 1,600 nuevos programas de protección social en 2020. Los países ricos han gastado en promedio un 5.8% del PIB para ayudar a un número récord de trabajadores. Las deudas gubernamentales se están acumulando, pero hasta ahora las bajas tasas de interés significan que su servicio es barato. Tal audacia en las políticas públicas indudablemente conlleva peligros: los gobiernos podrían estirar las finanzas públicas al límite, sobrecalentar la economía, distorsionar incentivos y crear sociedades escleróticas. Pero también encierran la oportunidad de crear nuevas políticas de bienestar social que sean asequibles y que ayuden a trabajadores y ciudadanos en general a prosperar en una economía que enfrenta disrupciones tecnológicas profundas. Y aquí no puedo dejar de apuntar la gran ironía que representa todo esto para México, con un gobierno que se autoidentifica como “progresista” pero que se ha negado sistemáticamente a articular programas de estímulo y rescate económico y social. La magnitud de la inyección fiscal no tiene precedente en EU, sobre todo desde la llegada al poder de Biden. Y es a través de transferencias directas -y el concomitante aumento en las remesas- y el impacto que muchos de esos recursos canalizados a pequeñas y medianas empresas tendrá para las cadenas integradas de valor entre nuestras dos naciones, lo que ha provisto a nuestro país de una tablita de la cual agarrarse y flotar, mientras que el “estímulo” total del gobierno mexicano en 2020 no representó siquiera un punto del PIB.

Hoy el paradigma parece ser más y mejor gobierno. Fue a muchos gobiernos democráticos y a organismos multilaterales en todo el mundo a los que les salieron las cosas peor de lo que la mayoría podría haber imaginado hace un año. Para encarar los enormes desafíos que se ciernen en las próximas décadas, incluido el cambio climático y el resurgimiento del autoritarismo, debemos tomarnos muy en serio las razones por las cuales Estados diversos, muchos de ellos democracias consolidadas, hicieron tan mal su trabajo. Si hemos aprendido una lección de la pandemia es que la mayoría de los Estados-nación en su actual encarnación no gobiernan bien a nivel global o local. Resolver estas crisis gemelas de gobernanza -y de la ineficacia e ilegitimidad que en muchos casos las ha acompañado- no será cosa fácil. Requiere de una reconcepción y reestructuración fundamentales de nuestras instituciones de gobierno así como del papel que el Estado debe jugar; un Estado más fuerte y más eficaz, pero que a la vez sepa delegar tantas funciones de gobernanza como sea posible en instituciones más cercanas a las personas a las que sirven y a las correas de transmisión entre ciudadanos y las políticas públicas. En un mundo con comunidades diversas con necesidades, deseos, culturas e historias diferentes, la subsidiariedad promete mejores resultados y una mejor legitimidad institucional. Pero es completamente posible (algunos dirían probable) que la sospecha mutua, el liderazgo incompetente, la polarización y contratos sociales quebrados, la ignorancia o la pura mala suerte se combinen para producir un futuro más pobre y más peligroso de lo que se podría haber construido pospandemia.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer su Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2020, en el cual mejoró levemente sus proyecciones de crecimiento para la región, aunque indicó que cerrará el año con una contracción del 7.7% en 2020.

Dicha contracción significará que la región vivirá su peor crisis en los últimos 120 años, con una tasa de desocupación del 10.7%.

“Si se comparan diferentes indicadores sanitarios, económicos, sociales y de desigualdad, América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo emergente”, dijo la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.

La nueva proyección mejora la dada en julio pasado, cuando anticipaba una recesión del 9.1% para la región, así como una tasa de desempleo del 13.5%.

De acuerdo al informe, se señala que los países más afectados son Venezuela con una contracción del 30%, Perú (-12,9 %); Panamá (-11 %); Argentina (-10,5 %); Ecuador (-9 %); El Salvador (-8,6 %); Cuba (-8,5 %); Bolivia (-8 %) y Honduras (-8 %).  En el caso de nuestro país, se proyecta una contracción del 9%.

Con casi 14.2 millones de contagios y más de 475,000 muertos, América Latina y el Caribe fue durante meses uno de los principales focos mundiales de la pandemia y Brasil, México y Argentina algunos de los países más afectados del mundo.

La mayor parte de la región ya se encuentra desconfinada y con sus actividades económicas en marcha, aunque los países temen la llegada de una segunda ola tras las fiestas navideñas que podría obligar a imponer nuevas cuarentenas.

Para 2021, la CEPAL anticipa un rebote del PIB regional del 3.7%, un crecimiento que “sólo permitiría recuperar un 44% de la pérdida de PIB registrada en 2020” y que podría empeorar en función de cómo evolucione el proceso de vacunación, así como las políticas monetarias expansivas y fiscales de los distintos países.

Las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han sido exacerbadas por los problemas estructurales que la región arrastra históricamente, y la recuperación del nivel del PIB de antes de la crisis será lenta y se alcanzaría hacia el año 2024, apuntó el organismo en el informe.

“La dinámica del crecimiento en 2021 está sujeta a una alta incertidumbre relacionada con el riesgo de rebrotes de la pandemia, de la agilidad para producir y distribuir las vacunas y de la capacidad para mantener los estímulos fiscales y monetarios para apoyar la demanda agregada y a los sectores productivos”, señaló Alicia Bárcena.

De acuerdo con las proyecciones entregadas por el organismo de las Naciones Unidas, América del Sur se contraería 7.3% en 2020 y crecería 3.7% en 2021; América Central caería 6.5% en el presente período y se expandiría 3.8% el próximo año; mientras que El Caribe anotaría una contracción de 7.9% en 2020 y un crecimiento de 4.2% en 2021.

Recordemos que antes de la pandemia la región registró un crecimiento promedio del 0.3% entre 2014 y 2019, y en 2019 se situó en el 0.1%.

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El Banco Mundial (BM) dijo este viernes que Latinoamérica es la región más castigada por la pandemia del coronavirus, advirtiendo que la contracción de su economía en 2020 será mayor de lo que se había previsto inicialmente.

El organismo financiero internacional prevé que el Producto Interno Bruto  (PIB) de la región sea del 7.9% al finalizar el año, con un crecimiento del 4% para 2021. En junio el BM había proyectado que la caída anual de toda Latinoamérica sería del 7.2% para el 2020, y una recuperación del 2.8%.

“Este es un año excepcional. Es una crisis sin precedentes”, expresó Martin Rama, economista del BM para América Latina y el Caribe, al explicar que se han visto impactados tanto a la oferta como a la demanda y al sector financiero.

Las nuevas proyecciones están incluidas en el informe “El costo de mantenerse sano” sobre los efectos económicos y sanitarios del COVID-19 en la región, y fueron difundidas pocos días después de que la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) relevó que el impacto de la crisis económica creada por la pandemia sería mayor al esperado y su duración más prolongada.

En su informe, el Banco Mundial indicó que para lograr una recuperación sustentable los gobiernos deberán atender a los más vulnerables y al mismo tiempo reorientar sus gastos a sectores que generen empleo. Si no lo hacen, advirtió, “podría ser el presagio de nuevas olas de descontento social y el posible retorno de las políticas populistas a la región… y eso sería el peor costo de la pandemia del COVID-19”.

Entre las economías latinoamericanas, la Argentina encabeza la lista de las más afectadas, con una contracción del 12.3% para el 2020, seguida por Perú, con el 12%; Ecuador, con el 11%; El Salvador, 8.7% y Panamá, el 8.1%. Paraguay sería la menos afectada en Latinoamérica, con una recesión del 3.2%.

En el Caribe, donde la gran mayoría de las islas se sostiene por el turismo, Santa Lucía sería la más afectada, con una caída de la actividad equivalente al 18% del PIB. Si se considera a todos los países de América Latina y El Caribe, el único que tendría crecimiento económico es Guyana, de un 23.2%, debido al petróleo.

Para el año próximo, la economía peruana sería la de mayor crecimiento en Latinoamérica, con un 7.6%; seguida por la argentina, con un 5.5% y Ecuador crecería un 4.8%.

México no se salvó del ajuste del Banco Mundial en sus expectativas de crecimiento. El organismo estimó una recesión más severa para este año, al pasar del -7.50% a -10%. Para el próximo año, mejoró la recuperación esperada para la economía nacional al pasar de un crecimiento positivo de 3% al 3.7%

El producto interior bruto (PIB) de los países de la OCDE registró en el segundo trimestre del año una caída sin  precedentes del 9.8% como consecuencia de la pandemia, muy por encima del descenso del 2.3% registrado en el primer trimestre de 2009, en el pico de la crisis financiera.

Se trata de la mayor caída experimentada por los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según subrayó hoy esta en un comunicado donde precisó que la estimación es provisional.

De enero a marzo, el PIB en la OCDE había caído un 1.8% respecto al trimestre anterior, donde subió un 0.2 %.

El retroceso en este segundo trimestre fue especialmente pronunciado en las siete principales economías del mundo (G7): en Reino Unido retrocedió un 20.4% y en Francia, uno de los países que aplicaron medidas de confinamiento más estrictas, un 13.8%.

El PIB del resto del G7 también se situó a la baja, con descensos del 12.4% en Italia, del 12% en Canadá, del 9.7% en Alemania, del 9.5% en Estados Unidos y del 7.8% en Japón, país donde las medidas para afrontar la epidemia de la Covid-19 fueron menos duras que en Europa.

En el primer trimestre, las caídas habían sido de aproximadamente el 5% en Francia (-5.9%) e Italia (-5.4%), el 2% en Reino Unido (-2.2%), Alemania (-2%) y Canadá (-2.1%) y habían sido contenidas en Estados Unidos (-1.3%) y Japón (-0.6%).

En la misma línea se situaron la zona euro en su conjunto (-12.1%) y la Unión Europea (-11.7%), que en el trimestre anterior habían registrado descensos respectivos del 3.6% y del 3.2%.

Del G20, cuyo PIB de enero a marzo cayó un 3.5%, no se ofrecieron datos de este segundo trimestre.

El gobierno de Estados Unidos dijo que el G7 apoyó las duras críticas expresadas por el presidente Donald Trump contra la Organización Mundial de la Salud (OMS) por el manejo en la pandemia de Covid-19, instando a una “exhaustiva revisión y reforma” de esa agencia de la ONU.

El tema fue discutido durante una videoconferencia CON los otros líderes del G7, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido, y que tuvo a Trump como anfitrión.

Trump acusa a la OMS de haber ocultado el alcance del brote de coronavirus en China. El martes, anunció que suspendía las aportaciones de Estados Unidos a la agencia, que en 2019 fueron por 400 millones de dólares, el monto mayor de las contribuciones.

Según La Casa Blanca, los otros mandatarios del G7 se mostraron solidarios con la postura de Trump.

“Los líderes reconocieron que los países del G7 contribuyen anualmente con más de 1,000 millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud (OMS), y buena parte de la conversación se centró en la falta de transparencia y la mala gestión crónica de la pandemia por parte de la OMS”, informó La Casa Blanca en un comunicado.

“Los líderes instaron a una exhaustiva revisión y proceso de reforma” de la OMS, agregó.

Adicional, los líderes acordaron coordinar el relanzamiento de sus economías una vez que comience a ceder la pandemia de coronavirus con el fin de asegurar “cadenas de abastecimiento confiables” en el futuro.

“Los líderes del G7 instruyeron a sus ministros a trabajar conjuntamente para preparar el relanzamiento de todas las economías del G7 sobre la base de fundamentos que permitan a estas naciones restablecer el crecimiento económico con sistemas de salud fortalecidos y cadenas de abastecimiento confiables”.

Asimismo, se acordó mantener un compromiso para tomar todas las medidas necesarias con el fin de asegurar una fuerte respuesta global y coordinada a esta crisis sanitaria y la calamidad humanitaria y económica, así como lanzar una recuperación sólida y sustentable.

Los líderes de la Unión Europea, que también participaron de la videoconferencia, dijeron en un comunicado que el comercio será crucial “tanto para superar la crisis inmediata como para asegurar una recuperación económica robusta”.

La recesión mundial por la pandemia de Covid-19 podría ser peor que la que siguió a la crisis financiera de 2008 y requerirá una respuesta sin precedentes, advirtió este lunes la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante una conferencia telefónica del G20.

Kristalina Georgieva pidió a las economías avanzadas brindar más apoyo a los países de bajos ingresos, que enfrentan una salida masiva de capital, y dijo que el FMI está “listo para desplegar toda (su) capacidad de préstamo de un billón de dólares”.

En un comunicado, Georgieva dijo que advirtió a los ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G20 que dadas las detenciones masivas de actividad para frenar la propagación del virus, las perspectivas para el crecimiento global en 2020 “son negativas”, y advirtió “una recesión al menos tan mala como durante la crisis financiera mundial o peor”.

La economía mundial se contrajo un 0.6% en 2009 por la crisis de 2008, pero en ese momento los principales mercados emergentes, como China e India, estaban creciendo a un ritmo rápido.

En contraste, la pandemia de coronavirus está causando un desastre económico y humano en todo el mundo, y algunos analistas anticipan una contracción del 1.5%.

“Los costos humanos de la pandemia de coronavirus ya son inconmensurables y todos los países deben trabajar juntos para proteger a las personas y limitar el daño económico”. Sin embargo, los mercados emergentes y los países de bajos ingresos enfrentan un desafío significativo y pueden necesitar apoyo financiero adicional e incluso alivio de la deuda, añadió Georgieva.

“Los inversores ya han eliminado 83,000 millones de dólares de los mercados emergentes desde el comienzo de la crisis, la mayor salida de capital jamás registrada”, dijo.

Casi 80 de los 189 países miembros del FMI ya solicitaron asistencia financiera de emergencia al organismo multilateral para enfrentar el brote del nuevo coronavirus, señaló, sin precisar de qué países se trata.

A pesar de la gravedad de la situación, Georgieva dijo que el FMI espera una recuperación en 2021, para lo cual, dijo, es primordial priorizar la contención y fortalecer los sistemas de salud, en todas partes.

“El impacto económico es y será grave, pero cuanto más rápido se detenga el virus, más rápida y fuerte será la recuperación”, afirmó.

En una declaración aparte, el Banco Mundial señaló a la conferencia del G20 que aprobó un paquete de ayuda inmediata de 14,000 millones de dólares para enfrentar el impacto del coronavirus.

La mejora en las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos redujo incertidumbres, pero la abrupta caída de India puede ser un lastre para la economía mundial, dijo este lunes el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El FMI advirtió que los resultados económicos “dependen en gran medida de evitar una nueva escalada” de las tensiones entre Washington y Pekín.

En la actualización de su informe económico mundial de octubre (WEO), la entidad rebajó en una décima de punto, a 3.3%, su expectativa de crecimiento para este año y para 2021 la recortó un poco más, situándose en 3.4%.

En cuanto a la región de América Latina, se indicó que sigue creciendo poco, por lo que se rebajaron las proyecciones a 1.6% en 2020 y de 2.3% para 2020, por debajo del promedio mundial. No obstante Brasil, su mayor economía, mejoró y se espera que crezca 2.2% este año y 2..3% en 2021 tras revisarse al alza las estimaciones.

El FMI recortó el pronóstico regional por una rebaja de las expectativas de crecimiento de México para 2020 y 2021 y el mal desempeño de Chile atribuido a la agitación social desatada en octubre en ese país cuya economía era considerada ejemplar.

Para México, el recorte colocó la expectativa de 2020 en 1.0%, del 1.3% anteriormente proyectado. Para el 2021, ajustó en 1.6%, 0.3 puntos abajo de su anterior estimación.

Para el mundo, la relación entre China y Estados Unidos, las mayores economías globales, sigue perturbada por “disputas no resueltas” que continúan siendo un factor de problemas potenciales.

“El riesgo de una prolongación de un crecimiento económico global lento sigue siendo tangible a pesar de señales tentativas de estabilización”, dice el informe. <2Errores de políticas en esta etapa podrían debilitar más a la de por si lábil economía mundial”, advirtió el Fondo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó la semana pasada un acuerdo con China que relaja el conflicto comercial entre las potencias. No obstante, siguen vigentes aranceles a dos tercios de los productos que Estados Unidos importa de China.

La tregua condujo a mejorar el pronóstico de crecimiento del PIB de China a 6.0% en 2020, con una leve caída a 5.8% en el año siguiente. El informa enfatizó que la economía china ya estaba en desaceleración. Para Estados Unidos, el FMI recortó sólo en una décima, pasando a 1.6% su expectativa de crecimiento para 2020 y mantuvo esa misma tasa para el año que viene.

El panorama económico mejoró algo para la Unión Europea y el Gran Bretaña al aclararse también las perspectivas para el Brexit.

Respecto a su informe de octubre, el FMI recortó nuevamente la previsión de crecimiento esperado para India en 1.2 puntos porcentuales en este año y 0.9 puntos porcentuales para 2021. India ha sido uno de los países que creció más rápidamente y se convirtió en un factor clave para el crecimiento económico mundial cuando las economías avanzadas se expandían a tasas mucho más bajas.

Pero el FMI redujo las proyecciones debido a una caída mayor de la esperada EN la demanda interna y a crecientes presiones en el sistema financiero indio.

La economía de América Latina y el Caribe finalizará el 2019 con un crecimiento casi nulo, de 0.1%, una fuerte desaceleración en comparación con el 1% del año pasado que se da en un contexto de turbulencias sociales y políticas en varios países de la región, informó este jueves la Cepal.

Según el Balance Preliminar 2019 presentado hoy en Santiago de Chile por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la región presenta “una desaceleración generalizada y sincronizada” que se da “en un contexto económico y social extremadamente complejo”, con “presiones por reducir la desigualdad” que “han detonado con una intensidad inusual en algunos países de la región”.

El organismo regional de las Naciones Unidas indicó también que la desaceleración en la demanda interna se acompaña por una baja demanda agregada externa y mercados financieros internacionales más frágiles.

Las proyecciones de crecimiento para 2020, si bien mejoran con respecto a las cifras de 2019, no son muy prometedoras y el crecimiento estimado por la Cepal es de un 1.3% en promedio.

En consecuencia, el período 2014-2020 sería el de menor crecimiento para las economías de América Latina y el Caribe en las últimas siete décadas, según el organismo.

Según el informe, 23 de 33 países de América Latina y el Caribe (18 de 20 en América Latina) presentarán una desaceleración de su crecimiento durante 2019, mientras que 14 naciones anotarán una expansión de 1% o menos al finalizar el año.

Por subregiones, la economía de América del Sur caerá un 0.1% en 2019, mientras que su proyección de crecimiento para 2020 es de 1.3%; El Caribe cerrará el 2019 con un crecimiento del 1.4% y se espera que crezca un 5.6% en 2020; y Centroamérica acabará este año con crecimiento de 2.4% y proyecta un crecimiento de 2.6% para 2020.

El Balance Preliminar expone que en 2019 los países con mejores estimaciones son Dominica (9%), Antigua y Barbuda (6.2%), República Dominicana (4.8%), Guyana (4.5%), Panamá (3.5%), Guatemala (3.3%), Granada (3.3%), Colombia (3.2%), Bolivia (3%) y Saint Kitts y Nevis (3%).

En un nivel inferior de crecimiento se encuentran Honduras (2.9%), San Vicente y las Granadinas (2.5%), Perú (2.3%), El Salvador (2.2%), Belice (2.1%), Suriname (2.1%), Santa Lucía (2%), Costa Rica (1.8%), Jamaica (1.7%), Brasil (1%), Bahamas (0.9%), Chile (0.8%), Cuba (0.5%), Trinidad y Tobago (0.4%), Uruguay (0.3%), Paraguay (0.2%), Barbados (0%) y México (0%).

Del otro lado de la balanza, Venezuela vuelve a repetir un año más como el país con mayores números rojos e incrementa su recesión, pasando de un -19.6% el año pasado a un -25.5% para 2019.

Junto al país petrolero se sitúa, aunque con diferencia notable, Nicaragua, que incrementa su caída hasta llegar a un -5.3%, seguido de Argentina (-3%), Haití (-0,7%) y Ecuador (-0.2%).

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revisó a la baja las proyecciones de crecimiento de la actividad económica de la región para 2019, año en que se espera una expansión promedio de 0,1% en América Latina y el Caribe.

El organismo estimó que en 2020 se continuará con un camino de bajo crecimiento, con una expansión proyectada del PIB de 1.4%, lo que conducirá a la región a cumplir siete años de permanecer con bajo avance.

Ello, dijo, se ha traducido en un deterioro de los niveles de ingreso per cápita promedio, el cual estaría reducido en 4.0% entre 2014 y 2019 y, por tanto, implica una caída promedio anual de 0.8%.

La CEPAL indicó que la desaceleración del ritmo de crecimiento se extiende para la mayoría de las economías de América Latina; para las economías de América del Sur, caerían un 0.2%, la primera caída desde 2016. En 2020 se espera que el crecimiento en esta subregión sea de 1.3% en promedio.

Para las economías de Centroamérica y México, se prevé una tasa de expansión de 0.7% para 2019 y de 1.6% para 2020, valores que implican una reducción respecto de la tasa media de crecimiento observada desde 2014 en esta subregión.

México, específicamente, crecerá 0.2% en 2019, mientras que en 2020 su crecimiento será de 1.3%

Para el Caribe de habla inglesa u holandesa se estima un crecimiento promedio de 1.5% para 2019, y la tasa esperada para 2020 es de 5.7%.

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