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Jorge Castañeda

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JORGE CASTAÑEDA

EL FINANCIERO

 

 

Haber otorgado el beneplácito al embajador de la dictadura de Nicolás Maduro en México constituye una vergüenza para el país, un error político, pero sobre todo una pifia diplomática innecesaria. Lo es por la persona a la que le fue concedido, por las explicaciones que se dieron, y por la incapacidad o renuencia a adoptar una solución factible, fácil y económica.

Francisco Arias Cárdenas fue golpista con Chávez en 1992. Se dirá que se trataba de una buena causa, contra un régimen neoliberal; que Chávez también lo fue; pero nada de todo eso justifica su aceptación por un tercer país. Los venezolanos eligieron a Chávez en 1998, pero México no tenía por qué aceptar a uno de sus colegas. Ya me imagino si el gobierno chileno de Patricio Aylwin, en 1990, nos hubiera mandado de nuevo embajador a un exmiembro de la junta que derrocó a Salvador Allende. Que por cierto Carlos Andrés Pérez, el presidente venezolano contra el cual se alzaron, entre otros, Chávez y Arias Cárdenas, era tan amigo de México como el Chicho.

En segundo lugar, la Cancillería inventó una serie de mentiras o medias verdades para justificar el otorgamiento del beneplácito. La Convención de Viena no obliga a otorgar o negar beneplácitos en un plazo determinado y la supuesta, anacrónica y absurda Doctrina Estrada no dice absolutamente nada al respecto. La tesis según la cual en los archivos de la Cancillería no figura ningún trazo de un beneplácito anteriormente negado es un argumento para tontos e ignorantes. Los beneplácitos no se niegan por escrito; se hace palpable de manera indirecta u oficiosa que un determinado país no desea que fulano de tal sea el embajador de otro determinado país y punto.

Me remito a los dos casos que sí conozco, de dos beneplácitos negados en los hechos a México, en los años ochenta. Tanto el Reino de Holanda como el Reino Unido le comunicaron a los gobiernos de De la Madrid y de Salinas de Gortari que sus candidatos a ocupar la representación diplomática de México en La Haya y Londres no eran aceptables, y que mejor los retiraran. Si no deseaban hacerlo, no habría un rechazo formal, pero jamás una aceptación. Se retiraron ambas candidaturas, después de un “intervalo decente”.

Por último, acceder a la petición de Maduro fue un error político. La embajadora anterior del dictador había sido por lo menos aprobada por la Asamblea Nacional, donde la oposición es mayoritaria. Arias Cárdenas es el embajador de la Asamblea Constituyente, espuria, desconocida por buena parte del mundo, y repudiada por el pueblo venezolano. Maduro lo es también. Incluso en términos jurídicos no queda claro si podrá tomar posesión de la representación diplomática en la Ciudad de México.

Pero, sobre todo, la metida de pata trae dos consecuencias lamentables. En primer lugar, cualquier taparrabos de neutralidad al que hubiera podido aspirar López Obrador se destruyó. Por razones de pura afinidad ideológica, se otorgó un beneplácito innecesario. ¿Por qué innecesario? La respuesta es evidente para cualquiera con un mínimo de experiencia. Bastaba con no dar respuesta a la solicitud de Maduro: ni sí, ni no. Nos lo han hecho muchas veces; todos los países recurren a esta medida; nadie puede reclamar nada, y si reclaman, ni siquiera es pertinente responder. “Estamos estudiando el caso”.

Al desaparecer todo viso de neutralidad, queda patente la toma de partido de AMLO por Maduro, y la marginación completa de la Cancillería. Sabíamos que no metió ni las manos en el tema del Rey de España; conocimos las objeciones del secretario a las modalidades de la visita de Kushner a México y cómo fue informado a última hora; ahora nos enteramos que tampoco incide en la política hacia Venezuela. Nadie nos va a convencer de que Ebrard no sabía que existía una alternativa, y que prefirió el oso de Arias Cárdenas a la demora indefinida. Fue Morena, y las huestes chavistas mexicanas, que obviamente se brincaron a Ebrard y convencieron a quienes mandan que sí había que aceptar al enviado de Maduro. Golpista, ilegal e innecesario.

A través de sus redes sociales, el candidato presidencial de la coalición “Por México al Frente”, Ricardo Anaya, dio a conocer que el ex canciller mexicano, Jorge Castañeda, se integró a su equipo de campaña.

 

 

De acuerdo a lo que ha trascendido, Castañeda estará a cargo de la coordinación de estrategia, la cual impulsará de la mano de otro político que se suma al equipo de campaña, el ex funcionario capitalino, Salomón Chertorivski.

 

A poco más de una semana de que inicien las campañas políticas, el Frente se encuentra formando su equipo de estrategia política que espera le ayude a llegar a la Presidencia.

Recordemos que Jorge Castañeda formó parte del gabinete presidencial durante el gobierno de alternancia que encabezó Vicente Fox.

 

El ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, anunció su retiro para una  candidatura independiente a la presidencia de República en 2018 y mostró su apoyo al senador Armando Ríos Piter.

 

“Al cabo de más de un año de esfuerzos considerables, me resulta evidente que, por las razones que sean, no existen las condiciones para que ese candidato único sea yo. Sin embargo, creo que otros pueden llenar los requisitos: de frescura, de pluralidad de simpatías, de convocatoria. Uno en particular: El Jaguar”, publicó en su columna ‘Amarres’ de El Financiero.

 

“Sería mezquino y demasiado conforme al fenotipo del intelectual mexicano reconocer que yo no puedo ser, pero no apoyar a quien si puede. No soy de allí. Por eso Ríos Piter cuenta con todo mi apoyo, en esta batalla que apenas comienza”, agregó.

 

Castañeda explicó que en México hay condiciones más propicias que en Francia para que un candidato independiente sea presidente, como una partidocracia más desacreditada, un hartazgo mayor con la clase política, además de una coyuntura económica y social más adversa.

 

“Pero existen otros problemas. En México, la cancha no es pareja, y no se emparejó. La cantidad de firmas necesarias; la astringencia de recursos públicos y de acceso a medios masivos de comunicación; la multiplicidad de candidaturas independientes, más o menos autónomas; la renuencia o franca negativa de los sectores pudientes de apoyar a alguna; la reticencia, o la clara repugnancia, que todos los posibles candidatos independientes (no los soñados) le provocan al 99% de la comentocracia: todo ello dificulta enormemente que alguien aproveche esta coyuntura tan favorable”, puntualizó.

 

Esta decisión también fue dada a conocer en una entrevista para Grupo Fórmula, donde reconoció que su esfuerzo para ser candidato, “no prosperó”, no obstante, para él, Armando Ríos Piter es la persona capaz de funcionar y “representar muchas de las ideas que me han inspirado a mí”, concluyó.

 

 


Redacción APO / Foto: Twitter