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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reiteró su posición de no intervención en el conflicto entre Ucrania y Rusia porque una “confrontación directa” entre Moscú y países de la OTAN sería el desencadenante de una “tercera guerra mundial”.

“No libraremos una guerra contra Rusia en Ucrania. La confrontación directa entre la OTAN y Rusia sería la tercera guerra mundial”, dijo Biden en una publicación en sus redes sociales.

El presidente estadounidense ha enfatizado que un conflicto a gran escala, que involucre a más potencias, es precisamente lo que se tiene que prevenir.

Pese a esto, Biden ha querido “ser claro” y ha enfatizado el compromiso de Washington para defender “cada centímetro del territorio de la OTAN con todo el poder de una OTAN unida y galvanizada”.

Más tarde, durante un evento en Filadelfia, Biden aseguró que defenderá “cada centímetro” del territorio de la OTAN, incluso si eso significa una Tercera Guerra Mundial, es decir, no lo hará por Ucrania pero si por la OTAN.

“Apoyaremos a Ucrania, mientras continuamos unidos a nuestros aliados en Europa y enviaremos un mensaje inequívoco: defenderemos cada centímetro del territorio de la OTAN”, reiteró el mandatario al decir que Estados Unidos tiene una obligación sagrada con el territorio de la OTAN.

Por su parte la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, afirmó este viernes que el compromiso de Washington con la defensa colectiva de la OTAN es “férreo”, esto durante su visita a Rumania, que ha sufrido una avalancha de refugiados procedentes de Ucrania en medio de la invasión rusa a ese país.

“Nos tomamos en serio, y estamos preparados para actuar, nuestras palabras cuando decimos: un ataque contra uno es un ataque contra todos”, dijo Harris durante una conferencia de prensa con el presidente rumano, Klaus Iohannis.

Harris también agradeció a Rumania, un país balcánico de 19 millones de habitantes, por recibir a decenas de miles de personas desplazadas de Ucrania a principios de esta semana. Se espera que la crisis de refugiados ucranianos se vuelva más desafiante en los próximos días y semanas. Harris dijo que el pueblo rumano ha sido “extraordinario en la generosidad y el coraje que han mostrado en este momento”.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, encargó a la vicepresidenta Kamala Harris la gestión de los esfuerzos diplomáticos del país relacionados con México y los países del Triángulo Norte de América Central para frenar la migración en la frontera sur, esto ante la creciente llegada de migrantes y las críticas que ha ocasionado a la respuesta que el gobierno ha dado.

“No puedo pensar en nadie más calificado”, afirmó Biden a los periodistas en una reunión en La Casa Blanca junto a Harris y los jefes del Departamento de Seguridad Interior (DHS), Alejandro Mayorkas, y del Departamento de Salud, Xavier Becerra.

El mandatario afirmó que le encargó a Harris “una dura tarea”, refiriéndose al aumento de la llegada de migrantes indocumentados, sobre todo niños no acompañados, a la frontera sur. “Cuando ella habla, habla por mí”, dijo Biden sobre su vicepresidenta.

Esta es la primera misión específica que Biden encarga a Harris, percibida como parte de una generación más joven del Partido Demócrata, y quien siempre lo escolta en sus comparecencias desde que entraron en funciones el 20 de enero pasado.

Este miércoles, La Casa Blanca envió una delegación de congresistas a la frontera con México para a visitar un centro para migrantes en Carrizo Springs, en Texas.

Harris reconoció que Estados Unidos necesita aumentar la capacidad de procesar las demandas de asilo y de acoger a los migrantes, principalmente personas de América Central que huyen de la pobreza, la violencia y los desastres naturales.

“Es un gran problema”, dijo en una entrevista con la cadena CBS, en la que también afirmó que el gobierno heredó una estructura muy maltrecha de la anterior administración, que además defendió una política muy agresiva contra la inmigración irregular.

El gobierno de Biden revirtió las grandes líneas que marcaron la estrategia migratoria de Donald Trump, como la política de obligar a los demandantes de asilo a esperar en México a que se resuelva su caso. Sin embargo, toda la cadena de mando del actual Ejecutivo ha reiterado el mensaje de que no es el momento de inmigrar y de que la frontera está cerrada.

La promesa de Biden de mantener una política migratoria más humana se ha complicado con el aumento de la llegada de personas, que pone una fuerte presión en la frontera, aunque el gobierno se niegue a catalogar la situación como una “crisis”.

“Hay niños que se presentan en nuestra frontera que huyen de la violencia, que huyen de la persecución, de situaciones terribles, pero no es una crisis”, insistió esta semana la portavoz de La Casa Blanca, Jen Psaki.

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris, fueron elegidos como la Persona del Año por la revista Time.

La revista destacó que la distinción “no es sólo por el año que fue, sino por lo que está por venir”, ya que ambos políticos representan “algo histórico”.

Así lo destacó el editor jefe de Time, Edward Felsenthal, para justificar las razones de esta elección en la que por primera vez la revista, que ya ha designado a varios presidentes del país como personas del año, decide incluir a la pareja política del presidente.

“Los próximos cuatro años van a ser una gran prueba para ellos y para todos nosotros, para ver hasta dónde pueden conseguir la unidad que han prometido”, agregó Felsenthal.

Felsenthal hacía referencia al discurso de la victoria pronunciado por ambos políticos el pasado 7 de noviembre y en el que Biden se presentó como un líder conciliador que busca poner fin a la polarización política en el país y en el que quien fuera vicepreseidente de Barack Obama entre 2009 y 2017 aseguró: “Este es el momento de sanar en Estados Unidos”.

La revista compara la victoria electoral de los demócratas frente a Trump con el mito griego de la muerte del minotauro a manos de Teseo.

“Derrotar al minotauro fue una cosa, encontrar el camino para salir del laberinto es otra” asegura Time, que desgrana algunos de los más acuciantes problemas a los que se enfrentará su presidencia: La pandemia, el retraso educativo por los cierres de los colegios, la crisis económica causada por la covid-19 o la radical división partidista.

Charlotte Alter, corresponsal de Time, insistió también en que “Biden desarrolló un mensaje de unidad y sanación en un momento en el que el país estaba más enfermo y más dividido que casi en cualquier otro momento de la historia de Estados Unidos”.

“Cuando anuncié por primera vez mi candidatura fui muy preciso sobre que para unir Estados Unidos no íbamos a responder al odio con el odio para restaurar el alma del país”, dijo Biden al Time antes de insistir en que la unidad de los estadounidenses es su objetivo.

Times lo resume asegurando que durante la campaña electoral Biden creía que la mayoría de los votantes simplemente quería la reconciliación después de cuatro años de combates, que ansiaban la decencia, la dignidad, la experiencia y la competencia, tras la experiencia de estar gobernados por el presidente Donad Trump.

La revista también destacó que Biden hubiera elegido por primera vez como compañera de viaje electoral a una mujer, Kamala Harris, de quien valoró su “carisma” y su “dureza” a la hora de poner en cuestión a los funcionarios de la Administración Trump.

Time no pasó por alta la importancia de su origen, hija de padre jamaicano y madre india, ni su carrera profesional como fiscal general de California antes de ganar su escaño en la Cámara Alta del Congreso estadounidense en 2016.

En su presentación, otro aspecto en el que la publicación también hizo hincapié es en que la pareja que tomará las riendas del país el próximo enero se complementa ofreciendo “juntos, restauración y renovación: Estados Unidos compró lo que vendían en las elecciones con mayor participación en un siglo”.

“Biden y Harris comparten la fe en que un gobierno empático puede restaurar la solidaridad que hemos perdido”, destaca Time.

Recordemos que en 2016, luego de haber ganado la elección presidencial frente a Hillary Clinton, la revista decidió nombrar a Donald Trump como la persona del año.

Con el triunfo de Joe Biden, Kamala Harris, exfiscal e hija de inmigrantes, pasó a la historia como la primera mujer en convertirse en vicepresidenta de los Estados Unidos.

A los 56 años, la senadora demócrata de California permitió que Biden obtuviera el apoyo de un electorado más diverso que buscaba estar mejor representado en el poder.

Tanto es así que algunos dijeron que no votaron por Biden sino por ella, una abogada de padre jamaicano y madre india.

Durante la campaña, quien también será la primera persona negra vicepresidente del país ha llamado incansablemente a una movilización histórica de mujeres y minorías, denunciando los intentos de obstruir el voto en los estados tradicionalmente republicanos.

“¿Por qué creen que tanta gente poderosa (…) está tratando de impedirles que voten?”, preguntó en Georgia. “Ellos saben del poder que ustedes tienen”, respondió. “No permitan que nadie los deje fuera del juego”.

Siempre con tapabocas para protegerse del coronavirus y respetando la distancia social como Biden, Harris hizo una campaña más activa que su compañero de fórmula, bailando al ritmo de bandas de música o hablando con clientes de los cafés, siempre al aire libre por el Covid-19.

También conoció en Milwaukee a la familia de Jacob Blake, un hombre negro gravemente herido por la policía en medio de manifestaciones durante la oleada de este año contra el racismo en Estados Unidos.

Con una carrera brillante, digna del mejor “sueño americano” a pesar de capítulos controvertidos, Harris soñaba con convertirse en la primera mujer negra presidenta de Estados Unidos.

Finalmente se postuló a la vicepresidencia pero, sin duda, con la mirada puesta en las elecciones presidenciales de 2024 y la esperanza de romper entonces el techo de cristal definitivo.

Graduada de la Universidad Howard, fundada en Washington DC para acoger a estudiantes afroestadounidenses en medio de la segregación, recuerda regularmente su membresía en la asociación de estudiantes negros “Alpha Kappa Alpha”.

Después de dos mandatos como fiscal en San Francisco (2004-2011), fue elegida dos veces fiscal general de California (2011-2017), convirtiéndose en la primera mujer, pero también la primera persona negra, en encabezar los servicios judiciales del estado más poblado del país.

Luego, en enero de 2017, prestó juramento en el Senado en la  capital estadounidense como la primera mujer del sur de Asia y la segunda senadora negra de la historia.

Su riguroso cuestionamiento de los candidatos presidenciales durante las audiencias de confirmación en el Senado la hizo conocer como el rostro contra los magistrados designados a la Corte Suprema Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett.

Durante las primarias demócratas, también prometió “liderar la acusación” contra Trump en el Congreso.

Pero fue durante uno de los debates de las internas partidarias, cuando se enfrentó al propio Biden, atacándolo por sus posiciones pasadas con respecto a las políticas de segregación racial en la década de 1970.

Conmovió al contar cómo, cuando era pequeña, estaba en uno de los autobuses que llevaban escolares negros a barrios blancos, con lo cual creció en las encuestas.

Sin embargo, terminó abandonando la carrera presidencial. Su experiencia en los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, y su cercanía con Beau Biden, hijo de Joe y exfiscal de Delaware que murió de cáncer en 2015, convencieron a su exrival de elegirla como su compañera de fórmula.

A Biden también le sirve su imagen de mujer moderna, “Momala” de los hijos de su marido y orgullosa de su familia ensamblada con el abogado blanco Douglas Emhoff, quien también participó activamente en la campaña presidencial.

Frente a Mike Pence, en el único debate de los candidatos a vicepresidentes, atacó varias veces el manejo del gobierno de la crisis del coronavirus, que calificó como “el mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia” del país.

Al día siguiente, el presidente Donald Trump la llamó “monstruo” que solo dice “mentiras” y desde entonces no ha cesado de advertir contra las opiniones de Harris que, según él, hundirán a Estados Unidos en un odiado “socialismo”.

El Partido Demócrata da inicio este lunes a una convención virtual de cuatro días en la que buscará dar una muestra de unidad y respaldo a su virtual candidato para las elecciones presidenciales, Joe Biden, que aspira a derrotar al actual mandatario Donald Trump, quien busca su reelección.

El principal rival de Biden en las primarias, Bernie Sanders, la ex primera dama Michelle Obama y el republicano John Kasich, un exgobernador de Ohio que se presentó contra Trump en 2016, encabezarán los discursos con los que, durante los próximos cuatro días, se apoyará la candidatura de Biden.

La pandemia del coronavirus obligó a los demócratas a modificar el desarrollo de su convención, suprimiendo la reunión presencial prevista en Milwaukee, Wisconsin, y convirtiéndola en una serie de discursos virtuales que tendrán, en total, una duración de dos horas.

Se prevé que mañana Biden sea nombrado oficialmente como el candidato demócrata para los comicios del 3 de noviembre; el también exvicepresidente será quien clausure la asamblea virtual con el discurso de aceptación.

Los demócratas esperan así apuntalar la coalición formada contra Trump y que no ocurra lo mismo que en 2016, cuando las constantes diferencias entre los precandidatos terminaron afectando a la campaña de Hillary Clinton.

Este año, Sanders se retiró de las primarias en abril y rápidamente mostró su apoyo a Biden.

“La asamblea es una oportunidad para explicar a los ciudadanos dónde ha fallado el Gobierno de Trump”, dijo Ed Rendell, exgobernador de Pensilvania y amigo de Biden desde hace mucho tiempo. “También servirá para detallar los planes sustanciales que Joe tiene para mejorar el país”.

Kamala Harris, senadora de California y elegida por Biden para ser su vicepresidenta, hablará el miércoles después de que su cargo sea confirmado de forma oficial.

Con visitas a cuatro estados ya programadas, el presidente Donald Trump planea hacer frente a la semana “fuerte” de los demócratas.

La gira de Trump por estados que probablemente resulten cruciales para lograr un eventual segundo mandato promete servir de referencia para su campaña, dado que la pandemia de coronavirus ha reducido los eventos multitudinarios que tanto gustan al presidente.

Trump, cuya Convención Nacional Republicana se celebrará la próxima semana, viajará a Mankato, en el estado de Minnesota, y Oshkosh, en el de Wisconsin, este lunes; a Yuma, en Arizona, mañana martes; y a la ciudad natal de Biden, Scranton, en Pensilvania, el jueves próximo.

El magnate impulsará sus políticas sobre la ley y el orden en Minnesota, el estado donde la muerte de George Floyd, un hombre negro, mientras estaba bajo custodia policial desató protestas multitudinarias contra la injusticia racial.

En Wisconsin, estado que albergará la convención demócrata, Trump hablará sobre el crecimiento del empleo y el comercio. En Arizona, el presidente hará hincapié en la seguridad de la frontera y su postura dura contra la inmigración.

El evento principal será el jueves en Scranton, el mismo día en que Biden aceptará la nominación de su partido para las elecciones del 3 de noviembre. Un asesor dijo que el discurso de Trump en Scranton revisará “las cuatro décadas de Joe Biden en la vida pública” y contrastará su historial con el de Trump en los últimos tres años y medio.