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Pablo Hiriart

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EL UNIVERSAL

 

Tras advertir quela libertad de expresión está amenazada y bajo constante presión desde Palacio Nacional, el periodista y escritor Pablo Hiriart Le Bert advierte que México no puede vivir sin una prensa libre.

Se pronuncia por la unidad de los medios de comunicación, intelectuales y académicos para enfrentar los retos que significan las acciones del crimen organizado y las presiones de algunos sectores de la clase política.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Hiriart Le Bert -quien ha seguido durante 32 años la carrera política del Presidente de la República y actualmente radica en Miami-, sostiene que la prensa no puede convertirse en oposición del gobierno federal ni dela Cuarta Transformación pues la búsqueda del poder le corresponde a los partidos políticos.

“No somos partidos políticos y los periodistas no somos dirigentes partidistas sino que estamos para enseñar errores, aciertos o impulsar proyectos del país en los cuales creemos. Dada la presión que ejerce el Presidente y la amenaza latente que hay contra los medios, se ha dado un alineamiento verdaderamente vergonzoso en muchos medios de comunicación con laspolíticas destructivas del presidente y no lo hacen por convicción, yo respeto a los que lo hacen por convicción, pero lo hacen por miedo”, señala.

Ganador del Premio Nacional de Periodismo en 2005, Hiriart Le Bert destaca el liderazgo de EL UNIVERSAL para tratar de unir al gremio periodístico y dar voz, “dar espacio a todas las voces y tratar de unir al gremio, no en contra del Presidente, sino en favor de un derecho a pensar por cuenta propia y a decirlo sin ambages y no sufrir consecuencias por ello”. Ataja: “El Presidente está dando las batallas que tiene que dar para imponer su proyecto”.

– ¿Cómo ve la situación de la libertad de expresión en México en estos momentos?

Veo una libertad de expresión amenazada, bajo constante presión del Presidente de la República. Los medios de comunicación están siendo chantajeados, a través de calumnias e infundios que aparecen todos los días por parte de la máxima autoridad del país.

Una cosa es el derecho que tiene el Presidente a debatir puntos de vista con los medios, sin duda que la tiene, pero no debate, él tiene una incapacidad profunda para debatir, porque es un político autoritario que se expresa en un primitivismo binario de sí o no, estás conmigo  o estás contra mí. Y ese tipo de políticos no admite el diálogo con los medios de comunicación, con los académicos, con los periodistas, ni siquiera en su propio partido.

No dialoga, no concilia. La extorsión se realiza a través de estas críticas, de estás contra mí eres un golpista perteneces a el BOA  y toda esa andanada de calumnias y difamaciones que salen de Palacio Nacional son una amenaza y una intimidación constante a los medios. Sí, la libertad de expresión está en riesgo y está siendo amenazada, está siendo extorsionada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. El Presidente está dando las batallas que tiene que dar para imponer su proyecto estatista y antidemocrático.

– En los últimos días se han reportado agresiones contra periodistas en Guanajuato y Sinaloa.

Sí, estamos en la indefensión porque tenemos el peligro armado del narco y tenemos el desprecio de la Presidencia. Donde deberíamos encontrar cobijo tenemos a alguien que nos considera un adversario.

– Ante este escenario, ¿qué le queda a los medios y periodistas independientes, seguir luchando?

No vamos a poder luchar por la libertad de expresión de manera aislada, tenemos que ser mucho más unidos, respetando nuestras diferencias de enfoque, de criterio, de origen e inclusive, de visión de país. Estamos todos en peligro, por lo tanto es indispensable la unidad del gremio y no acentuar nuestras diferencias ni distraernos en pequeñeces.

– ¿Por qué llegamos a este escenario?

Mira, en una parte creo que despreciamos la libertad que teníamos con todo y sus defectos, éramos absolutamente libres de publicar de escribir sin ser ni siquiera molestados, sin ser castigados económicamente por el gobierno. Queda como en las épocas de 1982 y antes con el “no pago para que me peguen”, y llegamos a esto porque descuidamos ese derecho que conquistamos y que muchos ejercemos.

Un día se nos cayó, cayó en manos de una persona que tiene una gran habilidad para manipular las emociones de la población, de prácticamente todos los sectores pero fundamentalmente de las clases medias.  También llegamos a esta situación por los excesos que cometió el gobierno democrático de Enrique Peña Nieto y también por errores y falta de crecimiento en el sexenio de Calderón, Fox y de Ernesto Zedillo.

Es decir si se ha cometido un caudal de errores que crearon un caldo de cultivo para el léxico, la retórica del rencor que llevó a la presidencia al licenciado López Obrador.

– Usted es un enérgico crítico del presidente López Obrador, ¿por qué?

Desde hace 32 años, que fue la primera vez que fue candidato a gobernador de Tabasco por el FDN en 1988. He sido muy crítico de López Obrador porque conozco al personaje y lo conozco bastante mejor que otros, bastante más a fondo quiero decir, porque he estado con él desde su casa desde el fraccionamiento las Galaxias en Tabasco cuando arrancaba su carrera, hasta las famosas conferencias mañaneras.

Bueno, he sido un crítico suyo porque soy un demócrata creo en la democracia, luego le ponemos los apellidos que quieras: democracia liberal, democracia con sentido social, lo que sea pero soy un demócrata. Creo que no podemos vivir sin prensa libre y Andrés Manuel López Obrador no es un demócrata, porque no puede nunca convivir con el que piensa diferente, o te sometes a él, o te subordina a él o eres su enemigo.

Cuando lo conocí, cuando llegué a Tabasco él pretendió mi subordinación porque yo venía de un periódico de izquierda y no hubo subordinación a su candidatura ni de chiste, entonces de ahí se creó un ambiente que él se encargó de propiciar y de seguir.  Me puso en uno de sus libros y  luego lo seguí criticando hasta que ganó la Presidencia de la República.

– Lo ha señalado.

Es una persona bastante poderosa, desde sus conferencias mañaneras en más de una docena de ocasiones ha dicho y ha expresado su animadversión a mi persona y eso en México sabemos tiene un impacto y después muchísimos otros más, casi todos los medios de comunicación , periodistas y analistas y académicos que lo critican ya pasaron por las armas de sus rencores y de su intolerancia.

– El peso de las palabras de un Jefe de Estado es diferente al de un luchador social, más cuando se habla de la libertad de expresión ¿no?

No, no, no. Él siempre dijo que estaba en favor de la libre expresión, cuando era un político opositor, pero yo sabía que mentía porque lo conozco y conozco que él es intolerante. No sólo está en riesgo la libertad de expresión lo vemos todos los días, sino que también está en riesgo la democracia.

– ¿Por qué?

Porque así ha sido su trayectoria, porque lo conocemos y cegarnos a esa realidad, creo que va a ser tan costoso cómo haberlo elegido Presidente.

– Entonces lo ha seguido 32 años

Este tipo de personas, bueno a mí como periodista crítico, me ejercía una atracción importante, en señalar: “Cuidado con este personaje que va avanzando en política, se están equivocando con él” y fui enseñando a través de mis escritos, crónicas y después como director de medios la realidad de un político con piel de demócrata, pero qué es un autoritario cuyo principal adversario siempre será el que piensa de manera independiente, el que tiene el subordinado, el funcionario suyo que tiene un criterio propio es un peligro para él.

Y la prensa que muestra aquello que no le gusta como las inundaciones en Tabasco, la falta de medicinas en los hospitales, el personal médico trabajando en condiciones precarias o en la ausencia de medicina para quimioterapias en niños con cáncer, los ve como un ataque personal, ve a esos medios de comunicación que publican las fallas que hay en este gobierno y que había en otros, pero los ve como enemigos personales no como una oportunidad para corregir, para corregir lo que se está haciendo mal, porque no es un nombre de conciliación.

Pone al presente como rehén del pasado, por eso no importa que se vayan las empresas españolas, ellos son parte de esa visión de conquistadores que nos vinieron a robar la plata y a maltratar indígenas y que se vayan con todo y sus energías limpias no le importan, la inversión, no le importa la creación de empleos… no depara el futuro.

– ¿Los señalamientos contra periodistas y medios pueden desbordarse en agresiones físicas?

Sí, desde luego, que el Presidente te señale como un enemigo o él dice la palabra adversario de su proyecto concretamente. una de las últimas, antes de que me viniera Estados Unidos dijo se refirió a mí y a Raymundo Riva Palacio y dijo “a esos columnistas hay que combatirlos”.

¿Qué significa eso para abajo? Muchos lo podrán interpretar,  no es un llamado al debate plural de ideas, sino a combatirlos en la manera en que todos los grupos violentos de la 4T, ahora en redes sociales, pero en medida en que se polariza el país, la sangre puede llegar al río, es enormemente peligroso, lo que hace el presidente porque pone en riesgo la seguridad de la prensa y no de los periodistas y no obtiene nada en un debate en un intercambio de ideas, porque él sólo calumnia. y atemoriza desde Palacio Nacional.

– ¿Se está buscando en la prensa una oposición que pudiera generar equilibrios?

Pudiera ser, es posible, son dos funciones muy diferentes la de la prensa y la de los partidos políticos. La de la prensa es mostrar la realidad, explicar el país al país, desde su punto de vista, las tendencias editoriales son inevitables, son positivas por algo es un país plural.

Pero la función de los partidos políticos es para elecciones, llegar al poder, es una función totalmente distinta y me parece que estratégicamente ellas deberán de medir con quién deben discutir qué es lo que deben debatir, son funciones completamente distintas los periódicos.

No somos (los medios)  partidos políticos y los periodistas no somos dirigentes partidistas sino que estamos para enseñar errores, aciertos o impulsar proyectos del país en los cuales creemos.

Y me parece que en ese sentido, dada la presión que ejerce el presidente y la amenaza latente que hay contra los medios, se ha dado un alineamiento verdaderamente vergonzoso en muchos medios de comunicación, con las políticas destructivas del presidente y no lo hacen por convicción, yo respeto a los que lo hacen por convicción, pero lo hacen por miedo y por quedar bien con quien está en el poder.

– ¿Se ha sentido amenazado?

No, me he sentido hostilizado. El Presidente te señala como adversario en 14 ocasiones en Palacio Nacional, por supuesto que sí, pero aunque en su mente no esté el “vamos a destruir a estas personas” pero hacia abajo de interpreta de diferente manera y entre sus colaboradores también, el espionaje a periodistas y a políticos siempre ha existido, pero hemos llegado a un límite intolerable.

Yo al llegar a Estados Unidos a los pocos días, compré y contraté un servicio teléfono y días después me llega un mensaje de telegram diciendo “ha entrado un aparato o un sistema que no ha sido usted, sino que es de un dispositivo de Ciudad Juárez”. ¿Qué es eso? De verdad ya es asfixiante la manera en que la 4T presiona a los medios, a los periodistas, y me imagino que también a políticos y a empresarios y a críticos.

– ¿Qué futuro ve para la prensa y la libertad de expresión en México a partir de esta coyuntura que estamos viviendo?

Primero creo que nos distingue una falta de solidaridad en el gremio, producto de los egos, producto de distintos orígenes, hay medios hechos por periodistas, hay medios hechos por empresarios, en fin, todos son válidos, pero redunda en una falta de solidaridad penosa.

Esto; sin embargo, se ha ido subsanando y creo que cada vez son más los medios que estamos preocupados por qué le pasa al otro, muy lentamente hemos sido evolucionando y en eso ustedes han sido líderes en tratar de unir y dar espacio a todas las voces y tratar de unir al gremio, no en contra del Presidente, sino en favor de un derecho a pensar por cuenta propia y a decirlo sin ambages y no sufrir consecuencias por ello.

– ¿Cómo definiría su relación con López Obrador?

Él me ve como un adversario, yo lo veo como un fenómeno político impresionante que salió desde el Tabasco profundo a la Presidencia, gracias a una enorme habilidad de manipular las emociones de las personas y de los sectores populares, marcadamente de las clases medias.

Para mí es un objeto y ha sido siempre un objeto de análisis y de crítica.

Él ha sido siempre un objeto de estudio y él me considera como un adversario al que hay que combatir, como lo dijo en una conferencia de prensa y me parece un riesgo para México. Mantiene una obsesión por el pasado y no por el presente. Su rencor va desde Peña Nieto hasta Cristóbal Colón y así no se puede construir nada, sólo destruir.

 

Texto publicado originalmente en EL UNIVERSAL

PABLO HIRIART

EL FINANCIERO

 

 

La única explicación a la desaparición de Alito Moreno es que esté escondido por alguna acción judicial en su contra, pues el país se desmorona y el presidente del PRI no ha sacado la cabeza.

¿Para eso orilló a que José Narro y otras personas valiosas se fueran del PRI, y quedarse él en la presidencia nacional de ese partido? ¿Para hacer mutis ante lo que sucede?

Si en verdad fuera el presidente de un partido, estaría recorriendo el país para hacer ver el daño que provoca una mala administración y resistir, hacer oposición.

El crecimiento de la economía ya no existe, es cero, y al presidente del PRI no se le ocurre decir nada por el empobrecimiento que implica al país la mala conducción económica del gobierno.

Se acabó un ciclo de 10 años de crecimiento económico continuo, y el dirigente del PRI no le exige cuentas al gobierno. Está escondido.

Tiene todos los argumentos a la mano para contrastar lo que prometieron y el tiradero que acumulan en once meses, pero el líder priista se agacha y se va de lado.

El gobierno sólo avanza en la polarización de los mexicanos y a este ritmo acabaremos enfrentados de verdad unos contra otros. ¿Ningún papel tiene el PRI en la tarea de ponerle un alto a esa estrategia demencial?

Hay un Ejército maltratado y la violencia crece en el país, mucho peor que antes, y el presidente del PRI no tiene voz.

El fracaso en Culiacán es para que el PRI exija, por lo menos, que el gobierno rescate esa ciudad y destituya a los que fallaron. Nada merece la atención de Alejandro Moreno.

Funcionarios del gobierno se sientan con el narco y ofrecen apoyos económicos a grupos del crimen organizado, como en Tamaulipas y Michoacán. ¿Dónde está el presidente del PRI con un posicionamiento que alerte de las consecuencias de esa locura?

Se discute y aprueba la Ley de Extinción de Dominio, que abarca a los presuntos (subrayo presuntos) evasores fiscales, y el presidente del PRI no alza la voz contra ese atropello.

El gobierno deja de comprar medicinas y priva a la gente de lo fundamental para atender sus enfermedades, y no hay respuesta del PRI.

Tampoco dice nada por el recorte sanguinario al presupuesto al campo.

No existe presidente del PRI cuando el gobierno embiste contra los organismos autónomos, muchos de ellos creados por ese partido.

Silencio del líder del PRI ante la caída de la inversión pública en -15 por ciento. Ni siquiera se pide tímidamente una explicación.

Con la mano en la cintura el gobierno suspende la reforma energética, con lo que alienta la desconfianza de inversionistas nacionales y extranjeros con un gran daño para México, y el presidente del PRI no se acuerda que esa reforma la hicieron ellos. Silencio y a morder el rebozo.

Para abajo la reforma educativa y el presidente del PRI no defiende ni una coma.

El gobierno inunda la gran obra de infraestructura del sexenio pasado, el aeropuerto de Texcoco (que ya iba en un tercio de su construcción), lo que provoca un daño económico multimillonario al país y estropea una conexión magnífica de México con el mundo, y Alito no dice esta boca es mía.

Con una insensatez delirante el gobierno se lanza a construir el aeropuerto de Santa Lucía, que reprochan los organismos internacionales de aeronavegación y las líneas comerciales, pero el PRI se queda callado.

Se invierten miles de millones de pesos a la construcción de una refinería financieramente inviable sobre un pantano, y no hay PRI que diga algo.

Desaparecieron Proméxico que ayudó a traer cerca de 200 mil millones de dólares en inversión extranjera durante el sexenio anterior. Ahora el problema es precisamente la falta de inversión y al PRI sólo se le ocurre callar sobre lo que este gobierno ha destruido en cortísimo tiempo.

También desaparecieron las estancias infantiles para ayudar a madres trabajadoras, y no amerita un solo comentario del presidente del PRI.

Destruyeron el Seguro Popular, y Alito muy bien gracias.

Una ola antigobiernista recorre América Latina. Brasil, Bolivia, Argentina y Colombia lo demuestran. Morena va a perder su mayoría en las siguientes elecciones y eso lo va a capitalizar, por default, el PAN.

O algún otro partido que enseñe los errores que llevan a México a un escenario de crisis general y haga reflexionar a la gente sobre la gravedad del camino en que estamos.

Para ello no se cuenta con el presidente del PRI. No existe. Tal vez está prófugo. De ser el caso, sería bueno que avise a sus compañeros para que elijan nuevo dirigente.

PABLO HIRIART

EL FINANCIERO

 

 

Cierta vez un político –ya retirado– que había caído en desgracia de la Presidencia y era bombardeado por prensa, radio y televisión a iniciativa de Los Pinos, me dijo ante un periódico en el que, a ocho columnas, otro político se descosía en improperios contra él:

-¿Y éste, por qué me ataca, si nunca le hice ningún favor?

Aludía a la condición humana de algunas personas que acostumbran morder la mano de quien se la tendió para ayudarlo.

No era el caso de Manuel Bartlett Díaz con Carlos Salinas de Gortari, pues el expresidente ayudó en serio al antiguo secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid y contendiente suyo en la carrera priista por la primera magistratura.

Ahora, en el ojo del huracán por su nombramiento al frente de la Comisión Federal de Electricidad, Bartlett ataca un día y otro también a Salinas por haber inaugurado la “venta del país al extranjero”, palabras más o palabras menos.

Realmente no es nuevo el rencor de Bartlett a Salinas, aunque tampoco tan viejo, sino que data más o menos desde su separación del PRI, ocurrida después de que ese partido perdiera la Presidencia de la República en el año 2000.

En octubre de 1987, cuando Salinas pronunció su discurso de “aceptación” de la candidatura priista a la Presidencia, en la ceremonia del destape celebrada en la explanada de ese partido en Insurgentes Norte, se refirió específicamente a Bartlett como “un político formidable” con el que trabajaría por mucho tiempo (yo estaba ahí).

Bartlett fue a la sede nacional del PRI y felicitó al candidato.

Al arrancar el sexenio salinista Bartlett no fue relegado al ostracismo, como se estilaba en esas contiendas, sino que fue nombrado secretario de Educación Pública por el nuevo presidente, quien le encargó la reforma educativa (descentralización, que implicaba un primer golpe al poder del sindicato, y secundaria obligatoria).

Desde ese lugar estratégico en el gabinete, Bartlett mantuvo relevancia nacional, jerarquía política y mando, que habría perdido si el nuevo presidente hubiese hecho lo que hizo con los otros precandidatos que contendieron contra él.

Pero Bartlett quería ser gobernador de Puebla. Es decir, prolongar su carrera política más allá del sexenio de Salinas.

Tenía el afecto del presidente (el gran elector en aquellos tiempos), pero arrastraba un problema que hacía difícil su candidatura: carecía de arraigo en la entidad, pese a haber nacido en los portales de la Angelópolis. Sus contendientes internos –Ángel Aceves Saucedo, por ejemplo– eran más poblanos que las chalupas.

Lo que hizo Salinas para darle el arraigo necesario y no atropellar al priismo local, fue sacarlo de la SEP (en la que nombró a Ernesto Zedillo) y enviarlo a Puebla como coordinador estatal del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol).

Con ese antecedente Bartlett se movió a placer por el estado y pudo ser candidato del PRI al gobierno de Puebla, trascendió el sexenio salinista e hizo un buen gobierno en la entidad, pese a que el nuevo presidente, Ernesto Zedillo, le tenía aversión manifiesta.

Fue un gobernador brillante: por el Congreso de Puebla pasaron sin sobresaltos todas las reformas salinistas.

Durante el siguiente sexenio, el gobernador Bartlett movió a otros gobernadores priistas para evitar que se consumara el golpe del presidente Zedillo contra un cuestionado gobernador de Tabasco: Roberto Madrazo.

El político derrotado en la elección tabasqueña, Andrés Manuel López Obrador, encabezó un éxodo a la Ciudad de México para exigir a Zedillo que removiera a Madrazo y se convocara a nuevas elecciones. Negociaron y el presidente accedió.

Llamó a Madrazo, le comunicó que tenía que pedir licencia para realizar nuevas elecciones, y el tabasqueño le dijo que sí. Que sólo le diera tiempo de viajar a Villahermosa para anunciar él su decisión al Congreso.

Personalmente vi y oí levantar un teléfono rojo en Los Pinos por el cual se le confirmó al entonces director del Infonavit, Arturo Núñez, que él iba de relevo de Madrazo a su natal Tabasco.

Mientras pasaban las horas de ese limbo silencioso, Bartlett tomó el mando real del priismo, habló con la lideresa María de los Ángeles Moreno y otros gobernadores que cerraron filas. Llamaron a Madrazo: no renuncies, de ninguna manera, tienes nuestro respaldo. Madrazo se rebeló y se quedó en la Quinta Grijalva.

Así doblaron a Zedillo y su acuerdo con AMLO.

Tiempo después Bartlett quiso nuevamente ser candidato presidencial, y fue a una contienda interna contra Labastida, Roque Villanueva y Madrazo.

Pero esta vez no tuvo la mano protectora de su antiguo camarada Carlos Salinas y fue aplastado por Zedillo. Perdió hasta en Puebla, donde los afines al candidato del presidente se robaron urnas a punta de pistola (foto en portada de Proceso).

Cambiaron los tiempos y Bartlett también cambió. Ataca a Salinas en todas sus entrevistas y prácticamente en cuanta intervención pública se le presenta.

Lo odia. ¿Por qué?

Por esas cuestiones inexplicables de la política. O de la condición humana. Un extraño rencor.

PABLO HIRIART

EL FINANCIERO

 

 

 

Hacen muy bien los senadores del PAN en ser solidarios con el presidente de su partido ante una nota periodística que podría tener su fuente original en alguien del gobierno, pero otra cosa es supeditar la agenda nacional a una guerra privada de Ricardo Anaya.

En medio de la desproporcionada reacción de Anaya, que le declara ‘la guerra’ al PRI, está el nacimiento de la Fiscalía General de la nación, cuya titularidad le corresponde asumir, por ley (votada favorablemente por Anaya en 2014), al actual procurador general de la República, Raúl Cervantes.

 

Cuando el PAN votó en favor de Cervantes para ser procurador general en lugar de Arely Gómez, se sabía que asumiría de manera automática el cargo de fiscal general de la nación. Por eso votaron por él. Evaluaron su capacidad y su hoja de servicios.

 

La votación en comisiones para ratificar a Raúl Cervantes, el 26 de octubre pasado, fue unánime en su favor. Y en el Pleno, 81 senadores votaron por ratificarlo y sólo tres estuvieron en contra.

 

Ahora, sin embargo, algunos senadores del PAN no quieren que sea Cervantes el titular de la Fiscalía. ¿Qué pasó? ¿A qué delincuente liberó? ¿A qué exgobernador priista dejó ir? ¿A qué miembro de la oposición aprehendió? ¿Qué se robó? ¿A quién mató?

 

Nada de eso. Todo se resume en la ‘guerra’ personal de Ricardo Anaya contra el PRI.

 

Los tiempos no están para guerras, pues lo que se pide es un espacio de concordia y racionalidad para tratar los asuntos de Estado, y que no se nos vaya el país entre rencillas personales y escaramuzas partidistas.

 

Se entiende que Denise Dresser, El Barzón y otras personas de los medios de comunicación asuman la batalla de impedir el pase de Raúl Cervantes a la Fiscalía General de la nación. Eso piensan y tienen derecho a decirlo.

 

Pero que el PAN traslade a los asuntos de Estado un pleito personal de Ricardo Anaya contra alguien del gobierno, y en su furia pretenda bloquear todo lo que venga de ahí, es una exageración y una intemperancia.

 

Como dijo el senador (panista) Roberto Gil Zuarth, “el PAN no debe caer en la neurosis de la escaramuza”, y recordó a una de las figuras emblemáticas de ese partido, el jalisciense Efraín González Luna: “debemos tener la serenidad suficiente para apartar el episodio del momento, efímero, circunstancial, para ver más hacia el fondo”.

 

En lo personal creo que Ricardo Anaya tiene toda la razón al responder con vehemencia a los señalamientos de enriquecimiento súbito que le hacen, pero debe privar la serenidad y distinguir ese asunto personal de las grandes decisiones que debe tomar.

 

O ¿a quién quieren de fiscal para los siguientes nueve años?

 

¿A Martí Batres?

 

¿O a otro miembro de Morena para que ese partido (es un decir) tenga en sus manos al Ejecutivo (según todas las encuestas) y también a la Fiscalía General de la nación?

 

¿Le van a dar la gubernatura del Banco de México a Dolores Padierna?

 

Todo ello porque Ricardo Anaya está enojado por una nota y le declara la guerra al PRI.

 

Serenidad en los momentos de cólera es lo que necesita el dirigente de un partido, y más aún si aspira a ser presidente de la República.

 

No contaminar con su ira personal, por justificada que sea, los asuntos de Estado.

 

O dicho en un lenguaje más coloquial: no mezclar la gimnasia con la magnesia.

 

Ya votaron por Cervantes, y no hay motivos de gravedad para cambiar el sentido de su voto.

 

Twitter: @PabloHiriart

PABLO HIRIART

EL FINANCIERO

 

 

 

La violencia política puede irrumpir en México derivada de la agresividad verbal del candidato de Morena que se dice predicador del amor y de la paz.

No se puede pasar la vida insultando a medio mundo –ese que no está con él– y pensar que nunca habrá reacción.

López Obrador juega con fuego al atizar el odio y ejercer la violencia verbal contra sus adversarios políticos.

El fin de semana recriminó a los partidos de izquierda que no se le pliegan en el Estado de México porque son “lambiscones y paleros”.

Su lenguaje es una provocación absoluta.

“No se quieren unir en el Estado de México porque no se los permite Peña y están de paleros de Peña, del PRI, tanto los dirigentes del PRD como los dirigentes del PAN”.

Lo anterior no fue un arrebato en un mitin, sino que fue en mensaje videograbado y difundido en redes sociales.

En una sola frase mezcla a la izquierda que no se le quiere adherir en Edomex, y al PAN, partido que odia, porque le ganó la presidencia cuando él ya tenía dispuesto adónde iba a acondicionar su dormitorio en Palacio Nacional.

El problema con el lenguaje soez y prepotente es que permea de manera aún más agresiva hacia sus seguidores.

Insultar así, en este caso al PRD y al PAN, lleva a los partidarios de López Obrador a ser doblemente agresivos en redes sociales.

Ese fenómeno pronto se va a trasladar a la calle.

AMLO está llevando demasiado lejos su violencia verbal. Eso contagia a los seguidores de su causa y a los que hacen méritos para tener un sitio junto a él.

Luego de los insultos con que López Obrador llamó a la unidad de la izquierda en el Estado de México, recibió una respuesta respetuosa y clara del candidato del PRD en esa entidad, Juan Zepeda.

El perredista le recuerda unos quince llamados a Morena para ir unidos en Edomex y a cambio recibieron el desdén.

Fue AMLO el que no quiso la unidad de la izquierda en esa entidad.

Zepeda le dice en su carta de respuesta que AMLO cometió dos graves errores: “1.- Menospreciar la unidad de las izquierdas e intentar la sumisión de las mismas. 2.- No haber revisado a conciencia la honestidad del grupo político que apoya la candidatura de Delfina Gómez”.

La réplica de AMLO es un dechado de vulgaridad política lamentable: “En Nayarit sí fueron juntos PAN y PRD porque se los permitió Peña. En Veracruz van con Yunes juntos, PAN y PRD, y en el Estado de México no. Peña uso a Vázquez Mota y Peña puso a Zepeda del PRD y no les permite que se unan porque están haciendo el juego sucio en contra nuestra, en contra de la maestra Delfina”.

¿Hasta dónde quiere llegar López Obrador con su violencia verbal hacia quienes no se le someten?

Un personaje así, si llega a tener el poder del Estado en sus manos, va a dividir a los mexicanos en bandos irreconciliables.

Fomenta el odio y el choque incluso entre quienes piensan parecido, pero no se le someten como él quisiera.

El país no se merece un destino de confrontación, como el que propugna López Obrador.

Por eso es vital el Estado de México. O se le para ahí, o no habrá manera.

Twitter: @PabloHiriart

Pablo Hiriart

El Financiero

 

 

 

El costo de las principales promesas de campaña de López Obrador que pone en su libro 2018, la salida, es de un billón 20 mil 400 millones de pesos.

 

Puesto en números: $ 1,020,400,000,000.00, como lo detalló ayer en estas páginas el reportero Héctor Gutiérrez.

 

Tal cantidad es difícil de escribir, pero es todavía más difícil conseguirla, ya que se trata de dinero que no está en el presupuesto.

 

Es una locura. Otra tomada de pelo del mismo personaje que llega a vender espejitos de vidrio a los sectores pobres y medios cada seis años.

 

Dice en su libro que el costo de sus promesas (becas, apoyos a la población, obras) tendrían un costo de 550 mil millones de pesos.

 

Sin embargo, ahí no contabiliza la reconfiguración de tres refinerías y la construcción de dos, una en Campeche y otra en Tabasco.

 

Ese, el de construir dos refinerías, es el peor disparate de todos.

 

Cada una tiene un costo de diez mil millones de dólares, lo que equivale a 420 mil millones de pesos por las dos.

 

Las reconfiguraciones (que sí son necesarias algunas, para aprovecharlas), tienen un costo de 50 mil 400 millones de pesos.

 

Olvidémonos de dónde va a sacar el dinero (más deuda, si es que le prestan), y veamos el para qué.

 

¿Qué sentido tiene construir dos refinerías en el país y gastar esa monstruosidad de dinero?

 

Hay sobreoferta de refinación en el mundo. Sobran las refinerías.

 

Apenas hace diez años en Estados Unidos había 300 refinerías. Hoy quedan 150. Y son muchas.

 

Supone López Obrador que al construir refinerías aquí la gasolina nos va a salir gratis a los mexicanos.

 

Durante sus recorridos por el país se habrá podido dar cuenta que en Paracho no regalan las guitarras, ni en Veracruz los huachinangos ni en Uruapan los aguacates.

 

¿Por qué va a salir gratis la gasolina si la producimos en Tabasco o en Campeche?

 

¿O por qué va a costar más barata por el hecho de producirla aquí, y no va a tener el precio del mercado?

 

Sí nos ahorraríamos el costo transporte Texas-México, pero eso es todo. 

 

¿O por qué cree que el sector privado no hace filas para construir refinerías en México, ahora que se puede? 

 

Porque no es negocio. Y cuando lo era, López Obrador amenazaba con incendiar el país si se abría la petroquímica básica al sector privado. Nos abrimos tarde, a destiempo.

 

Y si quiere refinerías, es más barato comprarlas en el extranjero. Hay ofertas precisamente porque ya no es buen negocio la refinación.

 

La fiebre de gasto extra presupuesto que trae López Obrador nos llevaría a la bancarrota absoluta. La quiebra del país. Ahí están sus números.

 

Fue así como los gobiernos populistas derrocharon el dinero en la construcción de fábricas de bicicletas, hoteles, equipos de futbol puentes donde no había ríos. Y quebraron a México.

 

Nos ha costado décadas iniciar una recuperación, con caídas por errores internos y situaciones externas, y AMLO nos propone otra vez regresar a la época de los elefantes blancos.

 

¿Sabrá López Obrador que miente?

 

Pienso que sí. Cuando dice que en Guatemala la gasolina (16.7 pesos por litro) es más barata que en México (15.99 pesos por litro), está mintiendo.

 

Sus promesas son incumplibles. Cuando esté en el gobierno, si llega, y no pueda hacer lo que prometió, correrá por la puerta populista (de izquierda): expropiaciones y conflicto con el mundo (de izquierda y de derecha).