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VIDEOESCÁNDALOS

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De cara a su segundo informe de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) mantiene una aprobación del 53.6%, según la más reciente encuesta de El Universal.
El segundo informe de AMLO estará marcado por la crisis sanitaria y económica que enfrenta al país debido a la pandemia de Covid-19.
Por el contrario, según señala el sondeo, el 35.8% de la población desaprueba al mandatario, el 9.4% ni lo aprueba ni lo desaprueba y el 1.2% dijo no saber.
La encuesta del diario considera dos escenarios: una medición antes de que salieran a la luz los videoescándalos, tanto los relacionados al caso Lozoya, como el del hermano del presidente.
Antes de los videescándalos, el 53.4% aprobaba la gestión del mandatario; 36% los desaprobaba. Después de los videoescándalos, 53.6% dio su aprobación al presidente y 35.8% lo desaprobó.
Más de la mitad de la población, el 52.4%, considera que López Obrador ha demostrado en sus casi dos años de  gobierno capacidad para resolver los problemas del país, mientras que el 46.3% opina lo contrario y el 1.3% no lo sabe.
Por primera vez durante su gestión, el tema de la inseguridad no es considerado como el principal problema del país, este es ocupado por la pandemia del Covid-19, con 27.4%; seguido de la inseguridad con 19.3%; la crisis económica con el 14.9%; la corrupción con el 9.3%, y el desempleo con 9% de las respuestas.
Sobre lo que ha sido su principal bandera: la lucha contra la corrupción, la encuesta indica que el 48.6% aprueba el trabajo del mandatario, mientras que el 44.9% lo desaprueba.
El manejo de la relación con Estados Unidos tras el encuentro de López Obrador con Donald Trump el mes pasado en La Casa Blanca, también recibe un gran apoyo del 47%, mientras que el 40.5% lo desaprueba.
Sobre la crisis de salud, especialmente la gestión que el gobierno federal ha dado a la pandemia, el 41.2% la aprueba, mientras que el 48.8% se opone.
En temas de seguridad, a pesar de la captura a del líder del Cártel Santa Rosa de Lima, José Antonio Yépez, “El Marro”, solo el 36.1% aprueba el combate de López Obrador al crimen organizado, el 57.1% lo desaprueba.
En cuanto a la conducción de la economía, 34.3% de los mexicanos aprueban el trabajo del gobierno federal, mientras que el 53.9% desaprueba el trabajo realizado. Pese a la crisis, el 43.1% de las personas siente que el país está mejorando en este rubro con el actual gobierno.

La encuesta indica que 6 de cada 10 personas piensan que los problemas del país han rebasado al Presidente.

Pese a lo registrado en mediciones anteriores, solo el 41.5% de los mexicanos considera que AMLO cumplirá sus promesas de campaña. El 33.6% de la población considera que López Obrador está cumpliendo sus promesas de campaña; 29.9% percibe que sólo lo ha hecho en parte y el 35% muestra desconfianza de que logrará lo prometido.

Como parte de sus mensaje por el segundo informe de gobierno, este miércoles el presiente López Obrador aseguró que pese a los ataques de la oposición, tiene el orgullo de que cuenta con el “respaldo del pueblo”. Afirma que el 70% de los mexicanos está de acuerdo con la transformación.

AMLO refiere que no defraudará la confianza que la ciudadanía ha depositado en él.

LUIS CARLOS UGALDE

EL FINANCIERO

 

 

Los videoescándalos de la semana pasada sólo confirman que todos los partidos, campañas y candidatos son rehenes de un problema estructural y cada vez más grave de la democracia electoral en México: el financiamiento ilegal de las campañas o el llamado ‘dinero bajo la mesa’.

Aunque López Obrador diga que es diferente, durante los últimos años han aparecido de forma intermitente videos o audios de colaboradores o aliados que en su nombre piden o reciben dinero en efectivo. Ha sido un mismo modus operandi que se repite aquí y allá.

Hacer política a ras de tierra como López Obrador requiere mucho dinero en efectivo para la gasolina, para transportar gente a los mítines, para la logística y el sonido y la comida. Desde que tomaba pozos petroleros en Tabasco, luego en sus grandes caravanas por la democracia que realizó de Tabasco a la Ciudad de México en los años noventa y durante su peregrinaje por todo el país, el efectivo fue su medio para pagar buena parte de sus actividades.

Él mismo no usa tarjeta de crédito y ha presumido que no tiene una cuenta de cheques porque su dinero lo administra su esposa. Tampoco se sabe que haya pagado impuestos en los últimos años. López Obrador es, en sí mismo, el hombre del efectivo.

La semana pasada dijo que el caso Lozoya-Oderbrecht refleja una gran corrupción corporativa mientras el caso de Pío son aportaciones voluntarias del pueblo. Pero en realidad son intercambios de la misma naturaleza: en uno se trata de probables donaciones de un gran conglomerado empresarial brasileño que da dinero a cambio de contratos; en el otro se trata –seguramente– de la contribución de un gobernador mediante desvío de recursos públicos para comprar impunidad o para tener acceso político al nuevo gobierno.

En ambos casos la lógica de juego es la misma: te doy dinero hoy a cambio de un favor futuro. Ambos casos generan corrupción.

En el libro Dinero bajo la mesa que publicamos en 2018 María Amparo Casar y yo –con la investigación de Ximena Mata y Leonardo Núñez– argumentamos que las campañas políticas en México se han inundado de dinero bajo la mesa por tres razones principales. Uno, por los requerimientos financieros cada vez mayores de los candidatos para ser competitivos (una campaña de gobernador cuesta 10 veces más que el tope legal). Dos, porque las donaciones ilegales a campañas sirven para comprar acceso al nuevo gobierno. Y tres, porque las campañas son una buena oportunidad para enriquecerse.

Muchos gobernadores dan dinero a campañas de sus partidos o de otros para ganar aliados o comprar impunidad al dejar el cargo. Ese fue el caso de varios que apoyaron la campaña de Peña Nieto en 2012 y que lograron así trato privilegiado e incluso impunidad. Y este puede ser el caso de Manuel Velasco, exgobernador de Chiapas, quien en 2018 ‘reventó’ la alianza que su partido tenía con el PRI y de donde salieron cientos de miles de votos que ayudaron al triunfo de Morena en esa entidad.

Entender que el problema del dinero bajo la mesa es estructural y sistémico es el primer paso para corregirlo. La negación es prolongar el problema. En 2021 se celebrará la elección más grande de la historia de México. ¡Cuánto dinero correrá en efectivo para los cientos de aspirantes a gobernador y alcaldes de ciudades importantes!

Este gobierno ha dado un paso importante para reducir el efectivo: combatir las empresas factureras que han sido un medio para monetizar recursos el gobierno y de empresas para canalizarlo a campañas. Pero falta más. López Obrador presume que el fraude electoral ya es delito grave. Pero el dinero bajo la mesa no se regula con leyes más estrictas sino con una reingeniería global que incluya mayores candados para el uso de efectivo, el voto obligatorio que reduzca el atractivo del clientelismo y una mayor fiscalización de las finanzas públicas.