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Ana Paula Ordorica

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Las grandes obras del sexenio pasado son grandes elefantes del presente que debemos seguir pagando los mexicanos. El gobierno decidió que quería hacer un tren y fueron carretadas de dinero para el tren; decidió que quería cancelar el aeropuerto que anunció su predecesor y mejor construir uno que anunciara él y han sido carretadas de dinero para la cancelación y la nueva construcción; decidió que México debía de refinar a pesar de lo pesado que es nuestro crudo y… han sido carretadas para construir una refinería, no importa que se inunde frecuentemente; que no logre refinar y que cuando lo consiga, sea más caro hacerlo.

Conocemos esta historia de pies a cabeza. Los políticos queriendo marcar su legado con grandes obras no es exclusiva de México. Bent Flyvberg es profesor de la Universidad de Oxford y de Copenhague. Se ha dedicado a estudiar grandes proyectos. Escribió un libro, How Big Things Are Done, que nos permite entender qué es lo que hace que un proyecto fracase o tenga costos exorbitantes y tiempos muy retrasados de entrega.

Es la historia de la Opera de Sídney. El proyecto comenzó con un presupuesto de 7 millones de dólares australianos y un plazo de cuatro años, pero terminó costando 102 millones y tardó 14 años en completarse. El gobierno quería arrancar la construcción antes de las elecciones de marzo de 1959. Por ello aprobó un presupuesto intencionalmente bajo y comenzó la construcción rápidamente, antes de que los diseños estuvieran finalizados.

Esta prisa política por iniciar la construcción tuvo consecuencias devastadoras. El arquitecto, Jørn Utzon, tuvo que abandonar no solo el proyecto a mitad de camino, también el país a escondidas y con su prestigio acabado.

También está el “Tren a Ninguna Parte”. Un proyecto que comenzó en 2008 con un tren que saldría del centro de Los Ángeles y dejara a los pasajeros en Union Square de San Francisco en 2 horas y media a un costo de $86 dólares. Sonaba extraordinario. El presupuesto era de $33 mil millones de dólares y el tren iba a estar listo en el 2020. Se hizo un referéndum. Los californianos aprobaron un proyecto que se vendió como visionario y…hoy sigue siendo un proyecto inacabado cuyo costo ya va arriba de los $100 mil millones de dólares y se ha modificado: ahora solamente conectará dos pequeñas ciudades, Merced y Bakersfield. Por eso es conocido como el tren a ninguna parte.

Hay obras exitosas como el Empire State Building en Nueva York o el Museo Guggenheim de Bilbao. ¿Qué hizo que estos grandes proyectos fueran exitosos? Tuvieron una cola corta. Lo que mata los grandes proyectos son las colas largas.

Las colas largas se generan por una planeación inadecuada; por contratar a amigos y no a expertos; por querer apegarse a tiempos políticos y no a tiempos de obra; por pensar que se va a hacer un proyecto único y visionario sin voltear a ver lo que ya se ha hecho similar y entender aciertos y errores en esos proyectos.

Mi conclusión tras leer a Flyvberg es que los políticos son políticos y no constructores. En el mejor de los casos les gana esta idea de que van a lograr dejar un proyecto “único”, el “primero en…” y, como implementan su sueño con el dinero ajeno, no son rigurosos en hacer una gran obra que tengan una cola corta.

La presidente Sheinbaum ha anunciado ahora más de 3 mil kilómetros de vías férreas para trenes de pasajeros y otras obras de infraestructura. Valdría la pena que revisara el libro de Flyvberg. Ver experiencias internacionales e identificar qué es más eficiente. En las grandes obras la participación de los expertos de la iniciativa privada es fundamental y la realización de proyectos conjuntamente con la IP es la mejor estrategia.

Ese puede ser un buen segundo piso para la autodenominada 4T.

Apostilla: En el tema de grandes obras de infraestructura, el documental de Enrique Cárdenas para el Centro de Estudios Espinosa Yglesias sobre el aeropuerto de Texcoco y su cancelación no tiene desperdicio. Una recomendación para mis lectores. Está en YouTube.

Columna publicada en El Universal

Ayer tuve la oportunidad de apoyar al Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en el lanzamiento del Comité Especial para la Inversión y Relocalización de Empresas. Es un esfuerzo importante encabezado por el empresario Max El Mann para responder a los aranceles de Estados Unidos.

México debería lograr detener y hasta evitar estos aranceles que propone Donald Trump. No con tarifas retaliatorias sino con argumentos de sentido común. Tomo datos que me parecen fundamentales de Pedro Casas Alatriste, Director de la American Chamber of Commerce.

Medir la relación comercial como suma-cero en dónde un país tiene déficit (el perdedor) y el otro un superávit (el ganador) es no ver la película completa. En 2023, de los 560 mil millones de dólares en exportaciones de México a Estados Unidos, 220 mil millones provinieron de la manufactura, maquila y servicios de exportación. El 80 por ciento de esa cantidad (176 mil millones de dólares) se originó en empresas estadounidenses que operan en México. A pesar de que Trump habla de un déficit comercial de 152 mil millones de dólares de Estados Unidos con México, la realidad es que gran parte de este comercio es intraempresarial, un modelo de coproducción, no un verdadero déficit.

Y es que la coproducción es el motor manufacturero entre Estados Unidos y México. Por cada dólar que Estados Unidos importa de México, 12.9 centavos son valor agregado estadounidense, frente a 4.8 centavos para el resto del mundo y solo 1.4 centavos para China. Además nuestro país es el principal comprador de exportaciones de pequeñas empresas estadounidenses. México compró más de 110 mil millones de dólares en bienes de pequeñas empresas estadounidenses en 2022, más que China, Japón, Corea, Suiza, India, Holanda y Alemania juntos.

Por ello, lejos de querer poner tarifas al comercio, sería mejor facilitar los intercambios comerciales entre empresas de EUA que mandan productos a México y viceversa.

Si vemos las exportaciones de EUA al resto del mundo, México y Canadá le agregan un 24 por ciento de valor mientras que China nunca ha llegado a agregarle más del 2 por ciento del valor.

Todos estos datos apelan al sentido común de porque la integración de ambos países debería no solo continuar sino fortalecerse. Pero sabemos que Trump no está interesado en ver estos datos. Y por ello la importancia del lanzamiento del Comité Especial para la Inversión y Relocalización de Empresas.

El comité busca hacer algo como lo que en su momento hizo ProMexico: promover inversiones en el país mediante el acompañamiento de empresas interesadas en traer su dinero al país. El trabajo será en equipo entre el CCE, el Consejo Asesor para el Desarrollo Económico Regional y Relocalización, el CADERR, que encabeza Altagracia Gómez; la Secretaría de Economía y la Cancillería. Pretende sumarse a los objetivos del Plan México.

En su mensaje el día de ayer Altagracia Gómez aplaudió esta iniciativa y dijo que el CADERR no se había equivocado al haber sumado al CCE al Plan México. Habló de esquemas de inversión mixta y de la importancia de que la IP y el gobierno trabajen juntos.

Es buena noticia que a la incertidumbre que genera Donald Trump se le de respuesta. Este lanzamiento ocurre un día después de que la OCDE advirtiera que el PIB de México podría contraerse un 1.3% en 2025 y un 0.6% en 2026.

Los empresarios en México muchas veces pecan de voluntarismo. Creen que porque quieren algo, van a lograr crecimiento e inversiones. Veremos si en esta ocasión las múltiples mancuernas reunidas en la presentación de este Comité logran un mejor panorama para la economía del país en un entorno muy, muy complicado.

Columna publicada en El Universal

Hoy tenemos a una presidenta con una popularidad récord. Datos de diversas encuestas, como Buendía & Márquez en estas páginas y de El Financiero, indican que su aprobación llegó al 78-80 por ciento durante sus primeros 100 días en el poder. A nivel internacional es una estrella. No se ha aventado los papelones de Petro, Zelensky ni Trudeau, a quienes les ha salido carísimo el mal manejo la relación con Trump. Por el contrario, Sheinbaum crece cada vez que habla por teléfono con Trump ya que ha logrado desactivar sus amenazas de forma elegante y hasta tersa.

Y, sin embargo, su poder está puesto a prueba de manera constante.

Esto a pesar de que la oposición está aplastada. La misma encuesta de Buendía y Márquez refleja una situación crítica para los tres partidos de oposición: MC, PRI y PAN. Si hoy fueran las elecciones intermedias, Morena lograría el 58 por ciento de los votos. Si se suman PT y PVEM, llegarían en coalición al 68 por ciento. La oposición se quedaría con 13 por ciento para MC, 10 por ciento para PRI y 9 por ciento para el PAN. MC ya rebasó al PRI y al PAN pero como sea, los tres partidos están hechos añicos.

Y esto sin tomar en cuenta el balance de opinión que existe sobre estos partidos. El PAN tienen negativo 42 y el PRI negativo 49. En contraste, Morena tiene positivo 54. Así, la oposición está fragmentada, debilitada y sin liderazgos atractivos para la ciudadanía.

Popular dentro y fuera de México: esto pintaría un escenario que debería ser ideal para Claudia Sheinbaum. Y sin embargo, su liderazgo está constantemente siendo cuestionado.

¿Cómo puede una presidenta que ganó con más votos que López Obrador y que tiene una popularidad más alta que la que él tuvo en todo su sexenio verse retada a cada rato? ¿Cómo si no hay una oposición que la amenace o la cuestione?

La oposición a Sheinbaum está dentro de Morena.

El fin de semana trascendió por el desaire que las figuras más importantes de Morena tuvieron con la presidenta. El Zócalo se suponía que se llenaría para mostrar unidad de los mexicanos ante los aranceles de Trump. Cuando en la llamada que tuvo la presidenta de México con el de Estados Unidos logró que éstos se desactivaran por un mes más, la cita en el Zócalo se transformó en un evento partidista. La mujer que sabe lidiar con maestría con Donald Trump recibió la espalda de las figuras más importantes de Morena, empezando por el hijo del presidente López Obrador, Andy López Beltrán.

Podríamos pensar que ante la andanada de problemas que enfrenta México y la presidenta esto es una nimiedad, pero en realidad demuestra que esa popularidad y esa aceptación, tanto dentro como fuera de México, son una condición necesaria más no suficiente para afianzar a Sheinbaum con el poder que otorga la silla presidencial.

Y es que antes de darle la espalda en el Zócalo, Monreal, Adán Augusto, Esquer y Velasco, le dieron la espalda a Sheinbaum en el Congreso con la iniciativa para luchar contra el nepotismo cuando la patearon para que entre en vigor hasta el 2030.

Lejos de apoyarla en los retos enormes en materia de seguridad, economía y la relación con EUA, la presidenta está teniendo que luchar con los morenistas. A pesar de ser una rockstar dentro y fuera de México, son sus partidarios los que la están poniendo constantemente a prueba.

¿Cuándo y cómo les va a responder Sheinbaum a quienes en Morena buscan debilitar su poder? ¿Debe hacerlo? Son dudas para momentos críticos para México.

Columna publicada en El Universal

Ya se impusieron los aranceles. Ahora es el momento para que el gobierno piense y actúe para hacer de la economía mexicana más fuerte y competitiva porque el modelo de desarrollo de los últimos 30 años se terminó con el manotazo de ha dado Donald Trump.

Como bien sabemos, nuestra economía depende de la estadounidense. Pero ahora tenemos que ponernos las pilas y salir adelante sin ese enorme motor de desarrollo.

Sin embargo, en lugar de pensar en fortalecer el Estado de Derecho y en hacer del país uno atractivo para las inversiones a pesar de Donald Trump, tenemos a un gobierno que va derecho y no se quita en el intento por complicar las cosas a quienes aún le siguen apostando a México.

Un sector fundamental es el de las manufacturas. Mientras en Canadá el Primer Ministro Justin Trudeau anuncia medidas para ayudar a los sectores productivos que se verán afectados por los aranceles, aquí en México el sector maquilador y manufacturero tiene que lidiar con el SAT que los quieren hacer pagar un doble IVA y además busca cobrarles 44 mil millones de pesos tan solo por los periodos del 2019 al 2023 por cambios en las reglas del pago de impuestos.

Estamos hablando de 6 mil 800 empresas que, a pesar de ser formales, de pagar impuestos y de generar empleo para 3.3 millones de personas, ahora tienen que defenderse del cambio de reglas que el SAT decidió aplicar. El asunto ha escalado hasta la Suprema Corte.

Conforme a las reglas definidas por las autoridades, por años las empresas maquiladoras tenían que hacer algo conocido como ‘La vuelta en U’ que les permitía importar insumos para fabricar productos libres de impuestos pero implicaba sacar su mercancía a Estados Unidos y regresarla a México literalmente dando una vuelta en U en la frontera.

Como ’La vuelta en U’ era muy costosa, la autoridad introdujo una facilidad administrativa para que pudiera hacerse de manera virtual (en una computadora) y no física (sube las televisiones a un camión, paséalas del otro lado de la frontera y regrésalas a México). El llamado retorno virtual funcionó como un mecanismo sumamente exitoso que permitió a las maquiladoras crecer hasta ser parte fundamental del motor de desarrollo para México.

De pronto, el SAT decidió cambiar las reglas y definió que se debe de pagar impuestos tanto a la importación como a la venta, ósea una doble tributación. El tema ha estado en litigio y, como decía, ha escalado hasta llegar a la Suprema Corte. La semana pasada la Ministra Yazmine Esquivel presentó dos proyectos -cosa por demás rara – uno a favor del SAT y otro en favor de las empresas manufactureras.

La votación no logró una definición y ahora habrá que esperar a que la Ministra Esquivel presenté un nuevo proyecto y éste se vote. Mientras eso sucede el sector manufacturero está atorado en medio de dos enormes incertidumbres. La primera es la que nada tiene que ver con México: el desplante de Trump de ponernos aranceles. La segunda pieza de enorme incertidumbre es esperar a ver qué pase en la Suprema Corte.

¿Será la actual Corte la que vote el asunto, en donde hay expertos en temas fiscales como Margarita Ríos Farjat, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Javier Laynez? O ¿decidirá Esquivel esperar a que se vayan los expertos en junio para entonces poder presentar su proyecto ante la nueva Corte? Esto le daría un golpe muy fuerte a la industria maquiladora pero, una vez más, el SAT le estaría dando un triunfo (pírrico) al gobierno para poder sacar recursos de donde puedan para sus arcas cada vez más vacías.

¿De verdad creemos que el horno está para estos bollos?

Apostilla: la respuesta a los aranceles de Trump de “nos vemos el domingo en el Zócalo” son la mejor señal de que el gobierno auténticamente cree que el horno está para bollos.

Columna publicada en El Universal

La iniciativa fue buena pero al final los mostró de cuerpo entero. Quieren parecer diferentes, impolutos, impecables, pero les gana el agandalle y la trampa. Me refiero a las iniciativas que envió Claudia Sheinbaum al legislativo el pasado 5 de febrero. Fueron dos. Una para prohibir la reelección consecutiva y otra para prohibir el nepotismo electoral. Aquí me escribiré sobre esta segunda.

La de nepotismo pretende que, para cubrir con el requisito de idoneidad, los aspirantes a un cargo de elección popular no tengan o hayan tenido en los tres últimos años vínculos matrimoniales ni de parentesco o de consanguinidad civil.

La presidenta describe al nepotismo como una forma de corrupción porque la persona en el cargo puede aprovecharlo para otorgar empleos o favores a familiares y amigos sin considerar su idoneidad.

“Al ser el nepotismo una forma de abuso de poder que socava la confianza en las instituciones y promueve desigualdades, es necesario prohibir esta práctica para eliminar cualquier sesgo o sospecha de ilegitimidad en los cargos de elección popular.” Eso dice el documento que envió el Ejecutivo al Legislativo.

En un país en el que los Monreal (PRD-Morena) se han “adueñado” de Zacatecas; en el que los hermanos Villarreal (PAN) se han alternado la alcaldía de San Miguel de Allende, Guanajuato; en el que Samuel García (MC), gobernador de Nuevo León buscó impulsar a su esposa como alcaldesa de Monterrey; en donde los Yuñez (neo-Morenista) dominaron por años Veracruz y un largo etcétera, la iniciativa se antojaba positiva.

Pero cuando algunos en Morena y sus aliados se dieron por enterados pegaron el grito en el cielo. En especial el Partido Verde. Ese finísimo partido que ha hecho mucho por llenarse sus bolsillos de billetes verdes y prácticamente nada por la ecología del país.

Si la reforma llegaba al legislativo, no la votarían porque dejaría fuera a la esposa del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, quien también es del Verde y actualmente es senadora, Ruth González. Ella quiere suceder a su esposo en las elecciones del 2027.

Del lado de Morena la iniciativa pondría en aprietos la candidatura de Felix Salgado para suceder a su hija Evelyn en Guerrero. Salgado le heredó la candidatura en el 2021 a su hija cuando el INE le canceló su derecho por irregularidades en la comprobación de gastos y por denuncias de abuso sexual, y ahora quiere ser gobernador en el 2027.

El Senador Saúl Monreal quiere suceder en su cargo al actual gobernador de Zacatecas, David Monreal, pero con esa prohibición quedaría fuera.

Así que ahora, para mostrarse de cuerpo entero, exactamente como son, decidieron mover la entrada en vigor de la reforma para el 2030 y así todos tranquilos y orgullosos de su “lucha” contra el nepotismo. Aprueban la reforma pero la patean al 2030 para dejar una nueva camada de nepotismo al frente de distintos estados.

Con esta reserva el Verde se sumó a la propuesta. Votaron todos a favor. Así que no pueden ser señalados de estar con el nepotismo. Aja.

Apostilla: Ricardo Anaya tiene razón cuando dice que la reforma es incompleta. Debe de incluir al Ejecutivo (cof, cof Andy) y prohibir el nepotismo cruzado para que no haya familias completas trabajando en distintas carteras del gobierno.

Columna publicada en El Universal

Mientras en México el gobierno actual se ha dedicado a desmantelar la independencia del Poder Judicial, la presidenta Claudia Sheinbaum demuestra que sí cree en los tribunales independientes. Es por eso que en la disputa que ha amenazado abrir con Google por haber cambiado el nombre del Golfo de México a Golfo de América, Sheinbaum ha dicho que el gobierno mexicano acudirá a tribunales internacionales para dirimir esta acción que le parece injusta.

Sheinbaum ha reiterado que el cambio de nombre solo es válido para la plataforma continental de Estados Unidos y no para todo el Golfo de México, y ha expresado su intención de defender el nombre histórico del golfo mediante acciones legales.

Hasta el momento no ha aclarado Sheinbaum a cuál tribunal internacional acudiría, pero el que más lógica haría es la Corte Internacional de Justicia (CIJ). La CIJ es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas y tiene competencia para resolver disputas entre Estados sobre cuestiones legales, incluyendo controversias territoriales o de soberanía. Sin embargo, para que la CIJ tenga jurisdicción, México y Google (o el país donde está registrado Google) deberían aceptar su competencia, lo cual puede ser complicado dado que Google es una empresa privada y no un Estado.

Dejando de lado si procediera o no en la CIJ, suena maravilloso que la presidenta Sheinbaum vea el valor de los tribunales para defender a México de una acción que le parece injusta. Para eso es el Poder Judicial, en lo local y en lo internacional. Para defensa de un acto arbitrario, así provenga este del más poderoso gobierno del mundo.

El problema es que en México, con la reforma judicial aprobada, nos están dejando indefensos a los ciudadanos y empresas, en especial para protegernos como particulares de acciones en las que la autoridad abuse de su poder y/o viole la ley.

No solamente eso. Como se promulgó la reforma judicial con prisas, esto ha generado una andanada de errores. Ahora es el mismo gobierno el que viola las reglas que ellos mismos aprobaron. Primero cuando le quitaron al Poder Judicial la nominación de sus candidaturas por incumplir los tiempos, aunque lo hiciera para acatar una suspensión judicial. Ahora, por tener el tiempo encima, se quieren publicar las boletas electorales con errores. Nombres que deben estar no están. No hay datos completos de los que sí deben estar; se quiere meter después del plazo legal los nombres de las tres Ministras afines a Morena y un largo etcétera en un intento por tener todo listo para imprimir 600 millones de boletas antes del 20 de febrero.

En el estira y afloja están el Poder Legislativo y el Ejecutivo ahora culpando al INE de ser el encargado de corregir los errores. Así le están pagando su sumisión.

Por lo anterior, el país atraviesa por momentos de incertidumbre jurídica absoluta. A pesar de que tenemos a una presidenta que, como demuestra cuando quiere acudir a tribunales internacionales para defender el nombre del Golfo de México, reconoce la importancia de tener instituciones jurídicas sólidas e independientes.

¿Le serviría a México acudir a la CIJ si sus jueces fueran sumisos a Trump, como ocurrirá con los jueces electos en México en junio que le deberán su cargo a Morena? Claro que no.

Columna publicada en El Universal

El mundo ha cambiado con la llegada de Donald Trump a La Casa Blanca. Desde mucho antes de que el presidente de EUA dijera que su palabra favorita era tarifas, México tendría que haberse puesto las pilas para pensar en una estrategia de desarrollo diametralmente distinta a la que hemos seguido los últimos treinta años. Una que si bien se enfocara en el fortalecimiento comercial con Norteamérica, también incluyera el desarrollo interno. Pero no lo hicimos.

Nos hemos conformado con ser el socio cercano a Estados Unidos. Festejamos el crecimiento de la industria automotriz basada en las cadenas productivas del TMEC. Nos creímos fuertes gracias a ese acuerdo comercial. Incluso aplaudimos cuando en el 2023 rebasamos a China como el principal exportador a EUA. No nos preocupó esa dependencia. Pensamos que con eso podía alcanzarnos para crecer sin tomar en cuenta la importancia de fortalecernos internamente.

China, a diferencia de México, lleva décadas preparándose para competir con Estados Unidos. Y decidió que una de las industrias con las que lo haría de manera importante sería precisamente la automotriz. No se agacharon al ver a Norteamérica fortalecerse en una industria que es intensiva en creación de empleos. Al contrario. Se pusieron las pilas e idearon una estrategia que comenzó en 2007 cuando al frente de Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Partido Comunista nombró a un ex ejecutivo de Audi.

Además se ideó una campaña de inversión con cuotas específicas puestas por el gobierno a los bancos para hacer préstamos agresivos para el sector automotriz. El Ministerios de Educación empujó la preparación de ingenieros. Y las reglas para construcción de fábricas e insumos automotrices fueron sencillas y claras para acelerar su apertura y funcionamiento.

Hoy China es el exportador más grande de automóviles en el mundo. La industria automotriz representa el 6 por ciento de su economía. Hay más graduados de las carreras de Ciencia y Tecnología en China que todos los graduados de todas las materias en Estados Unidos.

Así que mientras China se puso las pilas y ha hecho de su país una locomotora capaz de resistir las reglas de un Donald Trump aislacionista, México se quedó esperando a que el futuro llegara. Y ahora nos ha alcanzado. Y lo ha hecho cuando estamos muy mal preparados. Cuando internamente nos hemos autoinfligido daños graves. Tenemos una sociedad políticamente polarizada y profundamente desigual. En los últimos seis años hemos crecido en promedio menos del 1 por ciento (.85 por ciento, para ser exactos). En donde sí ha habido un crecimiento importante es en los índices de violencia.

Todo esto nos deja a merced del inquilino de La Casa Blanca y sus desplantes. Si la semana pasada se sintió un respiro de alivio porque Trump pospuso la entrada en vigor de los aranceles, esta semana volvemos a estar en modo emergencia ante el anuncio de tarifas para el acero y aluminio.

En China no le tienen miedo a Trump. A pesar de las tarifas que le impuso a ese país Donald Trump en su primer mandato, tarifas que siguen vigentes, China sigue exportando al mundo entero incluyendo a Estados Unidos. Solo como ejemplo, sus exportaciones de acero se han duplicado y han inundado los mercados internacionales, en especial en Asia y América Latina. La locomotora China sigue a toda velocidad, a pesar de Trump.

México, por el contrario, está en una muy mala posición para enfrentar a Trump. Winston Churchill dijo que nunca se debe dejar que una buena crisis se desperdicie. ¿Será esta crisis para nuestro país lo que finalmente nos ponga a hacer la tarea interna o más bien el último clavo de nuestro ataúd?

Columna publicada en El Universal

Trump es un presidente débil que actúa como si fuera fuerte. Parece una barbaridad decir esto cuando hemos visto que en estas tres semanas desde que llegó a La Casa Blanca no ha hecho más que mostrar su fuerza. Pero precisamente esta brutalidad con la que ha actuado es para esconder su enorme debilidad.

Con una popularidad de apenas 47 por ciento, el índice de aprobación inicial de Donald Trump lo coloca por debajo de todos los demás presidentes electos desde 1953. Trump es el único presidente electo con índices de aprobación inicial por debajo del 50 por ciento (Gallup).

En el legislativo Trump tiene el margen más estrecho para un presidente desde los años de la Gran Depresión (1931). En la Cámara de Representantes los Republicanos tienen 219 escaños, solo uno más de los 218 necesarios para aprobar leyes. Y con algunos nombramientos de Trump a su gabinete, al final pueden quedar con entre 215 y 217 escaños. En el Senado son 53 republicanos, contando el voto de desempate del Vicepresidente JD Vance. Pero entre esos senadores hay algunos que no son afines al movimiento MAGA, como Susan Collins, Lisa Murkowski y John Curtis. Además, hay legislación crucial que requiere 60 votos para ser aprobada.

Así que los votos en el legislativo no serán sencillos de lograr para Trump. Por ello está emitiendo un decreto presidencial tras otro. La estrategia que está usando Trump la bautizó Steve Bannon desde su primer mandato como “inunda el barco” y consiste en aventar tantos temas a la agenda, incluyendo los decretos presidenciales, que ni medios de comunicación ni la oposición o gobiernos extranjeros saben bien a bien por donde comenzar a reaccionar porque están abrumados.

Trump está actuando como si fuera un rey porque es demasiado débil para gobernar como un presidente, dice Ezra Klein en su podcast en el New York Times. Trump tiene los poderes de la presidencia. Los mismos que tuvo Biden y todos los presidentes antes que él. Y en estos pocos días que lleva de regreso en La Casa Blanca, cuando ha querido abusar de sus poderes, se le ha frenado. No pudo cambiar la Constitución para quitar la nacionalidad estadounidense a los nacidos en el país, así sea de padres indocumentados. Punto.

Los decretos presidenciales son acciones de debilidad a largo plazo. Para que su agenda sea más sólida tendría que enviar iniciativas que el legislativo le apruebe y que quien llegue después de él a La Casa Blanca no pueda revertir de un plumazo. Pero la debilidad de Trump hace que su mejor opción sea brincarse al legislativo. Cuando Biden llegó a la presidencia en el 2021 revirtió muchos de los decretos de la primera administración de Trump. Y ahora Trump ha llegado a tirar a la basura varios decretos de Biden. Los decretos son muestra de debilidad, no de fortaleza.

Sus condiciones para imponer o detener la implementación de tarifas a México, Canadá y China son vagas precisamente porque es débil. Si fuera un presidente fuerte pondría condiciones detalladas para poder mostrar claramente que sus amenazas llevaron a un triunfo específico.

¿Qué obtuvo de México como para pausar los aranceles? La frontera ya tiene menos flujo de indocumentados desde hace varios meses y los 10 mil elementos de la Guardia Nacional son compromisos que ya hizo el gobierno mexicano dos veces antes, en 2019 con Trump 1, y en 2021 con Biden.

Ahora, aun cuando Trump es un presidente débil, la economía de Estados Unidos es fuerte, la más. Y eso le permite a Trump usar el martillo que tiene en su mano para aplastar todo lo que quiera. Ese es parte del reto para México. El Trump débil que sabe cómo manipular la narrativa para hacerse ver fuerte y que además encabeza a la economía más poderosa del mundo.

Por ello lo que México tiene que hacer es el trabajo en casa para ser más atractivos y menos dependientes de Estados Unidos. Pero eso es materia para toda otra columna

Columna publicada en El Universal

Ya puso fecha Donald Trump. El sábado 1º de febrero entrarán en vigor tarifas a las exportaciones de México y Canadá hacia Estados Unidos. Muchos economistas y analistas han estado diciendo que Trump no va a poner estas tarifas porque serían un impuesto a los consumidores estadounidenses y por ello no le convendría. Sin embargo, ayer la vocera presidencial, Karoline Leavitt, reiteró en rueda de prensa que los aranceles siguen sobre la mesa ante lo que Trump considera falta de ayuda de México y Canadá en contener los flujos irregulares de migrantes y fentanilo.

¿Por qué está dispuesto Trump a darse un balazo en el pie – o quizás en alguna otra parte del cuerpo más dolorosa – ante la evidencia de que sería un error? Y ¿por qué lo está haciendo en contra de sus socios comerciales más importantes? Además ¿cómo es esto lógico si al mismo tiempo quiere avanzar su guerra comercial con China? El sentido común diría que lo mejor para Trump y Estados Unidos sería fortalecer sus lazos con sus aliados más importantes y así debilitar a China que es quién le está compitiendo por el poderío global.

Pues… hay un argumento que posiblemente sea el que esté impulsando a Trump por el camino tarifario. En la edición de diciembre de Foreign Affairs, el profesor de finanzas de la Universidad de Pekín, Michael Pettis, escribe que las tarifas podrían ayudar a la economía de Estados Unidos. Pettis no es cercanísimo a Trump pero sí está siendo usado por algunos MAGA’s para justificar esta implementación de tarifas.

Las tarifas, escribe Pettis, son un impuesto al consumo y un subsidio para los productores locales del mismo producto. Por ello, las tarifas de Trump no necesariamente van a ser malas para la economía estadounidense. De hecho, pueden incentivar el ahorro y la producción doméstica.

El punto de partida es que hoy los estadounidenses consumen demasiado, mucho más de lo que producen. Por ello deben importar esta diferencia. Así, al poner tarifas se impondría un impuesto al consumo que además serviría como subsidio a la producción. Las tarifas podrían de esta forma generar un aumento en el PIB, resultando en más empleos, mayores salarios y menor deuda.

La tesis de Pettis ha agarrado tanta tracción que ha sido comentada tanto por partidarios como por detractores. Entre los partidarios está Kenneth Austin, economista que trabajó en el Departamento del Tesoro, quien argumenta que los países con superávit comercial deben reducir su exceso de ahorro y desequilibrios financieros para abordar los desequilibrios comerciales globales.

Hay muchísimos detractores de Pettis. Pero la opinión que me parece más interesante es la del ex columnista del New York Times, premio Nobel de Economía, Paul Krugman, quien hizo una publicación en Substack comentando a Pettis. Krugman reconoce la importancia de las ideas que plantea, pero mantiene una postura más cautelosa sobre la eficacia de las tarifas como solución a los desequilibrios comerciales.

Al final sabemos que Trump utiliza las tarifas como una herramienta transaccional y quizás le tenga sin cuidado todas estas discusiones académicas. Sin embargo, como sus intenciones generan reacciones, vale la pena que en México tengamos claras las distintas posturas que pueden alimentar la visión trumpista. Por lo pronto General Motors ya dijo que está preparado para aumentar su producción en EUA y reducirla en México y Canadá.

Los tiempos complejos para nuestro país, que depende tanto del comercio con Estados Unidos, parece que apenas comienzan.

Columna publicada en El Universal

Arrancó el segundo mandato de un Donald Trump desafiante. A partir de hoy, le quedan mil 459 días en el poder. Desde el primer instante, el nuevo presidente ha dejado en claro que lo suyo será un periodo de teatro político.

Primero optó por juramentar sin poner la mano en las dos Biblias que cargaba su esposa Melania Trump. Después dijo que Dios le salvó la vida en el atentado que sufrió en Butler, Pennsylvania, para poder Hacer América Grande Otra Vez. Es pues, para muchos, un enviado divino que viene a salvar a los estadounidenses. Teatro político.

Y de ahí se arrancó con un discurso de investidura totalmente fuera de la tradición. Comenzó hablando de declarar una emergencia nacional en la frontera con México. Segunda prioridad: denominar organizaciones terroristas a los carteles del narcotráfico mexicanos. Y de ahí, el teatro siguió, con importantes contradicciones.

Por un lado Trump dijo que quiere que su legado sea el de un pacificador y alguien que unifica. Y por el otro dijo que va a tomar de regreso el Canal de Panamá. Tomarlo, no negociarlo. Eso no suena nada pacífico.

En su discurso en la Rotunda del Capitolio demostró que llega con mucho poder, a pesar de haber ganado por tan solo 1.5 puntos el voto popular – el margen más estrecho desde la elección del 2000 – y de tener mayorías muy pequeñas tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Pero con su anuncio de primeras acciones y luego la firma de las órdenes ejecutivas enfrente de miles de seguidores en la Capitol One Arena, Trump consolidó el teatro político y puso a prueba a las instituciones de su país y de otros para ver si se atreven a contradecirlo o a atacarlo como le ocurrió en el pasado.

Para animar a los espectadores del teatro político, las firmas de las órdenes ejecutivas las leía en voz alta un integrante de su staff y después Trump se paró a lanzar las plumas con las que había firmado para que las cacharan los presentes.

Lo que vimos el lunes no fue un traspaso de poder tradicional. Fue un cambio radical en la dirección de Estados Unidos. El discurso en la Rotunda del Capitolio dejó boquiabiertos a los expresidentes presentes, tanto a los Demócratas como a los Republicanos.

Su anuncio de que unilateralmente va a cambiarle el nombre al Golfo de México por Golfo de América, evidentemente lo hace para probar a nuestro país. ¿Qué preferimos? ¿Los aranceles del 25 por ciento a partir del 1 de febrero o que le cambiemos el nombre al Golfo? La respuesta es obvia. Y así serán las imposiciones, que no negociaciones, en estos mil 459 días de la presidencia de Trump.

Su regreso a La Casa Blanca demuestra que su primer mandato, que se pensó como un bache de cuatro años para EUA, es más bien la continuidad de un cambio drástico que tendrá afectaciones en todo el mundo, en especial para México. Arranca no solo un segundo mandato de Trump sino un nuevo orden global.

En este teatro político destaca Elon Musk brincando de alegría y declarando que el triunfo de Trump representa un parteaguas para la humanidad. Por ahí dicen que no hay mal que dure cien años, pero quizás Musk no ha escuchado ese dicho. Por lo pronto, tenemos a Trump por mil 459 días.

Columna publica en El Universal

Primero que nada hay que aplaudir el Plan México que presentó la presidenta Sheinbaum esta semana en el marco de sus primeros cien días de gobierno. El objetivo es captar 2 mil proyectos de inversión por 227 mil millones de dólares para el país. Se pretende además llegar al top 10 de las mayores economías del mundo, avanzando del actual duodécimo lugar.

El Plan México habla justo de las oportunidades únicas que tiene el país actualmente, en especial del nearshoring dada nuestra geografía y el conflicto comercial China-Estados Unidos. Agrega el objetivo de que nos convirtamos en una potencia científica; de turismo e innovación.

¡Bravo!

Esto es justo lo que muchos mexicanos queremos. Que a México le vaya bien para que a todos nos vaya mejor. Solo que hay un problema. Por un lado la presidenta extiende la mano a la iniciativa privada, tanto nacional como extranjera, al reconocer la importancia de su capital. Pero por el otro les da una bofetada cuando impulsa y aplaude la aprobación de la Ley al Poder Judicial y la desaparición de organismos autónomos.

En el Seminario de Perspectivas Económicas que organizó el ITAM la semana pasada estuvo Alejandro Werner, actual director del Georgetown Americas Institute de la Universidad de Georgetown y quien antes tuvo cargos importantes en el FMI y la Secretaría de Hacienda. Ahí Werner dijo que los principales problemas que tiene México actualmente no están fuera. Son problemas creados por el gobierno que se ha encargado de deteriorar las instituciones.

La llegada de Trump a La Casa Blanca es sin duda un reto enorme, pero palidece frente a los problemas que vendrán por la aprobación de reformas que erosionan el Estado de Derecho y con ello ahuyentan las inversiones. Y las inversiones que sí lleguen van a reclamar un rendimiento mucho mayor precisamente por la incertidumbre que implica a partir de ya invertir en un país como México.

¿Quiénes serán los valientes empresarios que quieran traer dinero fresco para invertir en el sector energético, por ejemplo, cuando se tendrán que sentar a la mesa con un actor – el Estado mexicano – que tendrá el 54 por ciento de la participación y que actualmente no le está pagando a sus proveedores? A ello hay que sumarle que con las nuevas reglas del Poder Judicial será imposible ganarle un solo juicio a ese socio, ya sea Pemex o CFE.

Bajo esas circunstancias ¿de dónde van a salir los 227 mil millones de dólares de inversión que promete atraer el Plan México?

En la presentación se mencionó que la cristalización del Plan México depende de la fortaleza institucional, certeza jurídica a las inversiones, así como de garantizar las atribuciones autónomas de transparencia y competencia económica. Altagracia Gómez, la Coordinadora del Consejo Asesor Empresarial, le dio al clavo cuando declaró ante los empresarios asistentes al Museo de Antropología que “para aterrizar el Plan México los necesitamos, piensen en grande, protejan a los trabajadores mexicanos, apostemos en la integración regional y confíen en México, está es la única apuesta que en el largo plazo nunca nos va a hacer perder.”

La situación es esquizofrénica. Claro que se quiere confiar en México. Claro que se quiere que al país le vaya bien. Pero ¿cómo? El principal obstáculo para que estas inversiones y este crecimiento llegue no está del lado del empresariado ni de los inversionistas sino de un gobierno que da señales de que entiende, pero actúa como si no.

Columna publicada en El Universal

“El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes.”

Javier Milei

Buenos Aires, Argentina. – Para quien cree que el Estado es el culpable de todos los males, el presidente de Argentina, Javier Milei, es un héroe. Milei asumió la presidencia de Argentina en diciembre de 2023 tras años de populismo fallido, primero del Peronismo y después del Kirchnerismo. Sin una organización partidista tradicional, Milei ganó como “outsider”. El malo por conocido dio paso al bueno por conocer. Con frases drásticas como “Entre la mafia y el Estado, prefiero a la mafia. La mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente, la mafia compite”, Milei atrajo a algunos argentinos.

Desde la campaña prometió un cambio radical en la política económica y social del país. Equiparó su triunfo electoral con la caída del Muro de Berlín. Un año después, hay sorpresas, buenas y malas.

El gran reto de Milei era bajar la inflación y ahí el presidente ha sacado un diez. Al asumir, Argentina enfrentaba una inflación mensual superior al 25 por ciento, que se proyectaba alcanzaría un 290 por ciento interanual. Sin embargo, al cierre del año la inflación se redujo a un 2.7 por ciento mensual. Con un crecimiento del 3.9 por ciento entre julio y septiembre, la recesión que vivió Argentina llegó a su fin. El peso argentino se ha fortalecido en los últimos seis meses incluso en el mercado negro. Un éxito rotundo, pero que ha venido acompañado de un costo social muy alto.

Con su famosa motosierra, Milei implementó lo que ha llamado el “mayor ajuste en la historia de la humanidad”, recortando el gasto público en un 35% durante el primer semestre, lo que equivalió a 5.6 puntos del PIB. Esta medida fue parte de su estrategia para alcanzar el déficit cero, una promesa electoral fundamental. La gran duda es quién ha pagado este recorte ¿la casta -como llama Milei a lo que en México AMLO definió como la Mafia del Poder- o los ciudadanos comunes y corrientes?

La caída del consumo ha traído un aumento significativo de la pobreza. Con el fin de los subsidios a los energéticos; el veto al incremento en las pensiones, el cierre de centros comunitarios del Estado y tantas otras políticas públicas del estado benefactor, se estima que más de cinco millones de argentinos han caído en la pobreza en este primer año. La cifra de pobreza es hoy de alrededor del 57 por ciento. En las Villas Miseria la gente padece estos recortes a rajatabla de forma especialmente aguda.

Algunos sectores celebran la estabilidad económica y la reducción de la inflación. Ven que Milei ha logrado convencer a los ciudadanos de que esta fase dura y complicada se tiene que atravesar por la herencia de los políticos corruptos del pasado. Así que, a pesar de las dificultades económicas, hay algunos sectores que ven en Milei al héroe que llegó a salvar a Argentina. Su promesa de que en el 2025 eliminará el 90 por ciento de los impuestos es evidentemente atractiva porque ¿a quién le gusta pagar impuestos?

Cuando ganó, Milei advirtió que con sus medidas las cosas se pondrían peor antes de mejorar. Y en efecto, para los que viven en barrios pobres, la situación se ha complicado bastante. Pero lejos de repensar su estrategia Milei cerró el año advirtiendo: “Ya conocieron la motosierra. Ahora conocerán la motosierra profunda”.

¿Tendrán paciencia los argentinos para aguantar estas medidas drásticas? Esa es la gran pregunta que hay a un año de la llegada de Milei al poder.

Columna pública en El Universal

La vista de la Tierra desde el espacio se conoce como “the overview” y es verdaderamente una experiencia transformadora. Esto le platicó Jeff Bezos, el dueño de Amazon y Blue Origin, al periodista Andrew Ross Sorkin en una cumbre que organizó el New York Times hace unos días a la que acudieron los personajes más importantes del momento.

¿Te preocupa la cercanía de Elon Musk con Donald Trump en la competencia que tienen tú y el dueño de Space X? le preguntó Sorkin a Bezos. Y es que, como bien sabemos, Musk y Trump son los nuevos grandes amigos del momento. Viven un bro-mance.

Trump ha nombrado a Musk para dirigir una nueva agencia gubernamental para volver a su gobierno más eficiente mediante un recorte que ha prometido será de dos mil millones de dólares. Elon se ha mudado prácticamente a vivir a Mar-a-Lago y está con Trump tanto en juntas para planear el arranque de su gobierno como para momentos más relajados como en los palcos de distintos estadios en donde ven juntos partidos de varios deportes.

Cerrando el año causó furor cuando uso X para postear que la Cámara de Representantes debía de echar abajo una iniciativa presupuestal que a Elon no le pareció adecuada. “Esta iniciativa no debe pasar”, publicó en su red social y unas horas después Trump estuvo de acuerdo y con ello mataron ese acuerdo presupuestal. (Por cierto, Biden sigue siendo presidente, por si a algún despistado lector se le ha olvidado ese pequeño detalle).

Esta cercanía le da a Musk una ventaja que hoy no sabemos cómo la va a aprovechar. Podría usar su influencia sobre Trump para beneficiar a sus empresas o podría buscar dañar a sus competidores, el más importante de ellos, sin duda es el dueño de Amazon y Blue Origin. La enorme duda es qué tanto durará este bro-mance entre Musk y Trump siendo ambos hombres mercuriales y de mecha corta que suelen romper con sus cercanos cuando sienten cualquier dejo de deslealtad o insubordinación.

Bezos, que no tiene esa cercanía con Trump, sí tiene una rivalidad con Musk ya desde hace tiempo. En el 2004 Musk invitó a Bezos a visitar SpaceX pero luego se sintió menospreciado cuando no recibió una invitación recíproca a visitar Blue Origin. Por eso cuando Musk superó a Bezos en el ranking de multimillonarios, posteó en Twitter que iba a enviarle una estatua gigante con el número 2.

La competencia no es solamente por quién es el más rico, también hay un enfrentamiento personal y ahora una rivalidad por el enfoque que cada uno tiene sobre lo que significa ir al espacio. Mientras que Bezos piensa que la Tierra es lo más valioso que tenemos como humanidad y que por ello debemos de enviar las industrias contaminantes a Marte, para salvar a nuestro planeta, Musk cree que la Tierra ya está condenada. Y entonces busca llevar a los humanos a Marte para iniciar ahí una nueva civilización.

“No hay un plan B. Tenemos que salvar la Tierra. Hemos enviado sondas robóticas a todo el sistema solar. Este es el mejor planeta y debemos salvarlo”, le dijo Bezos a Sorkin. Por el contrario Musk quiere que el planeta rojo, Marte, se convierta en Verde, habitable para los humanos y ha afirmado que en las próximas dos décadas se mudarán a Marte un millón de personas.

Ambas visiones son bastante ambiciosas. La competencia no es solo por ser el más rico del mundo, sino también por definir el futuro de la exploración espacial y cómo las grandes empresas tecnológicas interactúan con el poder gubernamental. En este juego de ajedrez entre titanes, hoy parece estar mejor parado Musk pero las apuestas están en la mesa ya que no sabemos cuánto tiempo dure el bro-mance entre él y Trump. Bezos debe de tener algo de fe puesta en que no sea una amistad duradera.

El bro-mance Musk-Trump y la rivalidad Musk-Bezos serán de lo más interesante a observar en este 2025 que hoy arranca.

Columna publicada en El Universal

No hay añoranza por el pasado que evidentemente dejó muchos problemas por resolver. Si hay, sin embargo, extrañeza por el presente. Un presente en el que se excusa lo inexcusable y se cobija lo que antes se repudiaba.

El abrazo a Miguel Ángel Yunes después de haberlo señalado como integrante de un clan corrupto; la felicitación a Cuitláhuac García después de su desastrosa gestión en el gobierno de Veracruz; el consulado en Miami a Rutilio Escandón tras dejar a Chiapas entrampado en violencia criminal; el intento de abrirle una nueva bolsa de 2.4 billones a Octavio Romero Oropeza en el Infonavit después de que dejó a Pemex en la quiebra absoluta; la aceptación y absolución del plagio de Yasmín Esquivel no solo para permanecer en el cargo sino para que pueda quedarse en la Suprema Corte 2.0 que supuestamente será mejor y menos corrupta que la actual. A estos hechos hay un desagradable etcétera que conforman la lista de incongruencias en el oficialismo.

Todo lo anterior me recuerda tanto a la novela de Mariano Azuela, Los de abajo. Podría ser lectura para estas vacaciones para alguno que otro que actualmente está en Morena en cargos relevantes. Si no se quiere leer, está también la película con “El Indio” Fernández basada en el libro.

Demetrio Macías, el personaje principal, que representa a los hombres del pueblo que luchan por un cambio en los años de la Revolución, pasa de ser el héroe que promete acabar con los privilegios de los federales a convertirse justo en lo que combatía.

Demetrio Macías luchó contra la opresión, pero cuando llegó al poder se dedicó a oprimir. Así hoy tenemos a los que en la oposición criticaban la corrupción y los privilegios, pero al llegar al poder no han más que aprovechado su puesto para repetir lo que denostaban.

Luis Cervantes, un médico desertor de los federales, se acerca a Macías y se gana su confianza. Es quien ayuda a darle forma a la lucha de Macías y a los campesinos que lo acompañan. Hoy hay varios Luis Cervantes que han salido del PRI, PAN y PRD para sumarse a Morena y criticar lo que antes fue su columna vertebral.

Lo que hemos visto de Morena en el poder, ahora con Claudia Sheinbaum pavimentando el segundo piso, es la trágica repetición de la historia de México. Hay supuestos ideales por los que se lucha desde la oposición pero ahora que han llegado al poder, lejos han quedado esos ideales. En su lugar tenemos una serie de oportunistas que se han olvidado de lo que siempre dijeron que querían para México.

¿Qué mueve a Adán Augusto en el Senado sino la ambición personal de poder? ¿Qué mueve a Ricardo Monreal en diputados sino seguir remando privilegios y prebendas para él? No han llegado a donde están pensando en servir al público, como servidores públicos que son, sino para servirse del público, como oportunistas que han demostrado ser.

Y, mientras tanto, tenemos a una presidenta Sheinbaum que por más que ha querido llevar la fiesta en paz y hablar de unidad para mantener en orden lo que su mentor le encargó, las fuertes ambiciones de quienes no se quedaron con la candidatura solamente le están complicando su mandato. Ambiciones que, por cierto, están más alineadas con complacer a quien habita en Palenque que a quien despacha desde Palacio Nacional.

Los de abajo fue literatura clásica de los años de la Revolución que noveló las incongruencias de los revolucionarios que lucharon en contra de la dictadura de Porfirio Diaz. Ahora se está reescribiendo una historia similar. Los que se decían de izquierda que querían luchar en contra de los privilegios de la clase política del PRI-PAN y PRD son igual de incongruentes. Al llegar al poder están demostrando ser más oportunistas, cínicos y ambiciosos que aquellos a los que por años tanto criticaron.

Columna publicada en El Universal

Sam Altman usualmente ha donado al partido demócrata, pero ahora está dando un millón de dólares para la inauguración de Donald Trump del próximo 20 de enero. Altman, cofundador y director ejecutivo de OpenAI, no está solo. Jeff Bezos, de Amazon, y Mark Zuckerberg de Meta, también donaron un millón cada uno para la fiesta de Trump.

En palabras de Altman, “El presidente Trump llevará a nuestro país a la era de la Inteligencia Artificial y estoy ansioso por apoyar sus esfuerzos para garantizar que Estados Unidos se mantenga a la vanguardia”.

El motor de búsqueda de Inteligencia Artificial, Perplexity, se unió a la ola de donaciones, ofreciendo también su propio millón. El director comercial, Dmitry Shevelenko, dijo que quiere que la empresa sea un buen socio para el gobierno de Trump. Estos donativos son muy diferentes a lo que vimos en el 2021, cuando Joe Biden no aceptó donaciones de empresas de tecnología. Pero también marcan una nueva tendencia en Estados Unidos: la de besar el anillo o hincarse ante Trump.

La situación está siendo tan descarada que hasta Donald Trump está asombrado de lo popular que se ha vuelto. Esta semana dio una conferencia de prensa en la que dijo que no sabía qué pasaba pero que creía que se había vuelto más popular que nunca. “Durante mi primer mandato todo el mundo se me oponía pero ahora todo el mundo quiere ser mi amigo. No sé, mi personalidad cambió o algo así”.

No, Trump no ha cambiado de personalidad. Los que han cambiado son los otros. Y es que ahora van Jefes de Estado de otros países, empresarios, políticos y demás personalidades a verlo a Mar-a-Lago en una versión moderna del besamanos.

Mark Zuckerberg cenó ya en Mar-A-Lago, al igual que Sundar Pichai, Sergey Brin y Tim Cook, por hablar de los titanes de la tecnología. Esta semana acudirá al besamanos Jeff Bezos, quien desde antes de la elección fue duramente criticado cuando el Washington Post decidió de último momento y por primera vez no publicar un apoyo a ningún candidato, ni a Harris ni a Trump. La lectura fue que Bezos, dueño del WP, tomó esta decisión para congraciarse con un Trump que se veía como el probable triunfador y así no quedar tan en desventaja frente a su principal competencia en la industria espacial, Elon Musk.

Otros no tienen que ir a verlo para arrodillarse ante el futuro presidente. Es el caso de la cadena ABC que acaba de anunciar que donará 15 millones de dólares a una futura biblioteca Trump para evitar un juicio ante una denuncia que interpuso el futuro presidente en contra de uno de sus periodistas más importantes, George Stephanopolus.

Stephanopolus cometió un error en una entrevista al decir que Trump había sido acusado de violación cuando la acusación fue por abuso sexual. La demanda que interpuso Trump la pudo haber ganado ABC con la mano en la cintura. Pero la cadena decidió mejor llegar a un arreglo, lo que parece otra forma de una empresa más de arrodillarse ante el futuro presidente.

Después de que ABC accediera al pago, Trump demandó al diario Des Moines Register de interferencia electoral por una encuesta que publicó antes de la elección en la que Harris salía como probable ganadora. Así, un Trump que ya de por sí ha recurrido a demandar a medios de comunicación en el pasado, ahora ha amenazado que vendrán muchas más demandas a medios de comunicación. Esto no augura nada positivo.

Lo que se ve venir para Estados Unidos es una latinoamericanización de la relación prensa-poder que pondrá a prueba los cimientos de la libertad de expresión en el país ejemplo en la materia.

Momentos complicados estamos por ver mientras la fila de los que quieren besar el anillo o arrodillarse ante Trump sigue creciendo.

Columna publicada originalmente en El Universal

Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum viajó a Acapulco para su primera reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En un escenario más que complejo por la violencia que se ha apoderado de México, hay algunas luces en el horizonte y unas enormes confusiones.

Las luces arrancan al ver que Sheinbaum se ha desmarcado de la fallida estrategia de abrazos, no balazos de su antecesor. En su lugar ha definido una estrategia basada en cuatro ejes: 1) Atención a las causas de la violencia. 2)Consolidación de la Guardia Nacional y las policías locales. 3)Fortalecimiento de la inteligencia e investigación y 4) Coordinación entre instituciones federales y estatales.

De estos ejes, todos importantes, resalto el fortalecimiento de inteligencia y la coordinación con los estados. Es evidente que la seguridad es responsabilidad de la federación pero que sin el compromiso y la participación de estados y municipios, sería ingenuo pensar que la situación se puede mejorar.

La importancia de esta coordinación con las autoridades locales acaba de probar ser la clave en Estados Unidos para la detención de Luigi Mangione, este joven señalado como el presunto asesino del director de una de las grandes aseguradoras, United HealthCare, que fue baleado afuera de un hotel en pleno Manhattan.

Las autoridades de Nueva York siguieron con cámaras de seguridad los movimientos del tirador hasta donde pudieron. En ellas lograron sacar algunas fotografías de su cara y las enviaron a los departamentos de policía de todo el país. La estrategia parece haber funcionado.

Mangione fue detenido en Altoona, Pensilvania, tan solo seis días después del crimen.

Su arresto se logró gracias a la llamada de una empleada de un McDonalds que lo reconoció por las fotos divulgadas en los medios. Llamó al 911; llegó la policía y el resto es historia.

Eso es un ejemplo de un combate eficiente a la violencia. El mensaje de cero impunidad es clarísimo. Y se logra con coordinación. No es mostrar cifras alegres, como nos recetan a cada rato las autoridades en México. Es actuar en tiempo real para evitar la impunidad.

Lamento decirlo pero en México estamos a años luz de que tengamos la seguridad a la que está obligado el Estado. Primero que nada porque el dinero no se está invirtiendo en ello. Si vemos el Presupuesto de Egresos del 2025, la Secretaría de Seguridad Pública tendrá un recorte de más de cien mil millones de pesos; la Sedena un recorte de más de 35 mil millones de pesos y la Semar un recorte de más de 6 mil millones de pesos. Se entiende que no hay dinero porque el gobierno de López Obrador se encargo de tirarlo en obras faraónicas; en compra de votos y en no hacer nada con desfalcos como el ocurrido en Segalmex, pero ¿cómo pensar tener mejor seguridad si se le hacen recortes a las instituciones encargadas de procurarla?

Al mismo tiempo confunde si vemos los rubros recibirán carretadas de dinero. Además de Pemex,  en el PEF 2025 se le han asignado miles de millones a los trenes de pasajeros, entre ellos el Tren Maya, que recibirá 40 mil millones de pesos. El Tren es un fracaso. La primera responsabilidad del Estado no es jugar a ser empresario ni agente de viajes, es proveer seguridad a los ciudadanos. Por ello le cedemos el monopolio del uso de la fuerza.

Y confunde también el grado de compromiso con la estrategia cuando ayer la presidenta aplaudió el trabajo de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, y mantiene en su cargo a Rubén Rocha en Sinaloa cuando ambos estados se encuentran en una situación indefendible de inseguridad.

Columna publicada en El Universal