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La 4T ha fracasado en varios frentes, pero en uno de ellos el descalabro ha sido de proporciones enormes: la transformación que ha pretendido el presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de aviación.

El arranque de esta crónica de una catástrofe anunciada fue desde antes de llegar a la presidencia, cuando como presidente electo López Obrador decidió cancelar el NAIM que estaba ya con un avance del 30 por ciento en su construcción.

En su lugar y a pesar de toda la información que recibió de MITRE, una organización de especialistas en diseño de espacio aéreo, en la que claramente apuntaron que operar el aeropuerto Benito Juárez en conjunto con el AIFA implicaría un espacio aéreo demasiado complejo, el presidente se empeñó en la construcción del AIFA. Otros análisis señalaban que el diseño del AIFA tendría que hacerse del aire al suelo, como cualquier nuevo aeropuerto, y que si el AIFA llegaba a tener 10 operaciones por hora, tendrían que coordinarse los vuelos entre ambos aeropuertos, demorando vuelos de uno para que el otro pudiera operar. Así, la saturación del Benito Juárez no podía solucionarse con el AIFA.

A casi 7 meses de la inauguración del AIFA, Proceso sacó un reportaje en el que apunta que este nuevo aeropuerto que AMLO califica como el mejor del mundo ha tenido menos pasajero que las visitas que ha recibido el Museo del Mamut en el mismo lugar. (201 pasajeros vs 373 mil visitantes)

Por ello el presidente López Obrador instruyó a la Sedena, que es quien maneja el AIFA, a incrementar las operaciones aéreas en el AIFA para que pase de un promedio de 30 operaciones diarias a 120 para el cierre de este 2022. El documento con esta instrucción presidencial forma parte de lo filtrado por los hacktivistas Guacamaya.

Para cumplir con este deseo presidencial la Sedena está contemplando permitir el cabotaje, es decir, que líneas aéreas internacionales operen vuelos entre dos destinos nacionales. Por ejemplo, que Turkish Airlines pueda volar del AIFA a Cancún a pesar de que la Ley de Aviación. Civil de México lo prohíbe en su artículo 17bis.

Todo esto ocurre en el marco de la pérdida de categoría 1 de la Administración Federal de Aviación de EUA, la FAA, que degradó a México desde el 25 de mayo del 2021 porque no cumplimos con los estándares de seguridad de la OACI. Esto impide que las líneas aéreas mexicanas abran nuevos destinos a EUA.

Fernando Gómez Suárez, especialista en aeropuertos y aviación, ha dicho que el cabotaje sería el acabose para las aerolíneas mexicanas ya que la más chica estadounidense tiene más aviones que toda la flota mexicana en su conjunto.

Curioso que el presidente que en el sector energético acusa hasta de traidores a la patria a los legisladores que no aprobaron la LIE (Ley de la Industria Eléctrica) diciendo que prefieren apoyar a las empresas extranjeras como Iberdrola antes que a Pemex y CFE, en materia aeronáutica esté dispuesto a golpear a las líneas aéreas nacionales y premiar a las extranjeras con tal de ponerse la medalla de que el AIFA es viable.

Apostilla: Por si el fracaso del AIFA no fuera suficiente, las otras dos grandes obras de infraestructura de este gobierno están en problemas. La refinería de Dos Bocas volvió a quedar bajo el agua con las lluvias del domingo y lunes y el Tren Maya quedará trunco. No llegará hasta Campeche porque el tramo Xpujil-Chetumal se ha complicado ante las exigencias de los comisariados ejidales.

Columna completa en El Universal

Cuando el gobierno decidió acabar con los fideicomisos como un acto para combatir la corrupción para hacer llegar los recursos de éstos de manera directa a sus beneficiarios, terminó con FIDECINE y FOPROCINE.

El compromiso que hizo la Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, a la comunidad cinematográfica en su comparecencia ante la Cámara de Diputados en noviembre del 2020 fue que el dinero que había de Fidecine y Foprocine para producciones que ya estaban autorizados se cumplirían al 100 por ciento. Frausto dijo que sería el Instituto Mexicano de Cinematografía, el IMCINE, el que haría llegar los apoyos de forma directa a las producciones cinematográficas. Para ello se creó el Programa de Fomento al Cine Mexicano, el FOCINE.

Pues el famoso FOCINE se parece a varias de las creaciones del actual gobierno: prometen que van a ayudar a hacer las cosas mejores; que como van a combatir la corrupción, el dinero llegará sin que los intermediarios se lleven sus moches y que todo será mejor con la 4T. El resultado es algo parecido al que hemos visto con la desaparición del Seguro Popular y el fallido Banco del Bienestar. Desaparecen un programa al cual seguramente le podrían haber hecho mejoras, pero prefieren matarlo de tajo, para inventar uno nuevo que simplemente fracasa.

En el caso de la desaparición de Fidecine y Foprocine, hay a la fecha más de cincuenta producciones paradas porque los recursos no les llegan. María Novoa, la directora de IMCINE, arrancó explicando que el dinero no llegaba porque al haberse amparado algunos cineastas en contra de la desaparición de los fideicomisos, se congelaron los recursos. Ósea, culpó a los productores.

Sin embargo, esto es falso. El dinero de ambos fideicomisos, alrededor de 300 millones de pesos, lo tiene Hacienda y es la fecha en que siguen sin entregarlo.

Es importante destacar que los recursos de Fidecine se lograban a través de las utilidades de las películas. Por ejemplo, Fidecine dio parte del dinero para producir No se aceptan devoluciones, la muy exitosa película de Eugenio Derbez. El porcentaje que Fidecine dio a esa producción lo recibió de regreso el fideicomiso cuando la película rompió récord de taquilla. Mismo porcentaje pero de las utilidades, no misma cantidad de dinero. Pues ese dinero es el que se quedó el gobierno al desaparecer el fideicomiso.

Ante la falta de atención tanto de Novoa como de Frausto, los cineastas decidieron hacer pública una carta que le enviaron a la titular de Cultura desde hace meses. La comunidad que tanto apoyó a López Obrador en sus 3 campañas presidenciales, incluyendo la que ganó en 2018, ahora se siente ignorada y engañada.

Además de que el gobierno está desaprovechando el poder suave que el cine mexicano ha logrado construir durante décadas, estamos ante otro caso más en el que la 4T promete una transformación que acaba en destrucción. Es otro capítulo de la fallida transformación de México.

Apostilla: La pregunta obligada tras el cambio en la SEP es ¿qué le dejó Delfina Gómez a los niños, a los alumnos, de México en su paso por la secretaría?

Columna completa en EL UNIVERSAL

El presidente culpa a los medios de comunicación de querer generar pleitos entre sus colaboradores, en especial entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard – sus gall@s para sucederlo en el 2024 – por las investigaciones respecto al desplome de parte de la Línea 12 del metro.

La verdad es que los pleitos entre quienes trabajan y salen del gobierno de López Obrador nada tienen que ver con los medios. Valdría la pena que el presidente reflexione sobre las reacciones entre quienes salen y quienes quedan en su gobierno porque, como bien dice el dicho “la ropa sucia se lava en casa” pero en este gobierno los problemas se están ventilando a la vista de quien quiera verlos.

El más reciente episodio fue la salida de la hoy ex Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval. El presidente la despidió por desleal, cuando realmente la debió haber despedido por su falta de resultados al frente de una secretaría que debería ser central para compaginar el discurso de combate a la corrupción con los hechos. La deslealtad se sabe que fue por empujar la candidatura de su hermano a la gubernatura de Guerrero.

Pero a la mañana siguiente del despido, la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, publicó un tuit con la foto de portada del periódico Reforma con Irma Eréndira y replicando el titular: “Se va de SFP con pleito y sin resultados”. Por alguna razón Nahle decidió borrar el tuit unos minutos después de subirlo…pero después lo volvió a publicar.

Esta rudeza hacia su ex compañera de gabinete no es el único enojo/desencuentro entre el equipo del presidente. Quizás el más notorio fue la salida de Carlos Urzúa de Hacienda a través de una carta que publicó también en redes sociales en donde dejó muy claro su descontento con las decisiones del presidente y su círculo cercano.

“Me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”, fue parte de lo que escribió el exsecretario, hoy colega en estas páginas quien cada semana desmenuza las contradicciones e incompetencias en materia económica del actual gobierno.

Una carta con parecidos descontentos publicó Germán Martínez al anunciar su renuncia al IMSS. Denunció una “injerencia perniciosa de algunos funcionarios de la Secretaría de Hacienda que pone en riesgo la vocación igualitaria, de justicia, y de prestación de servicios del IMSS”. Criticó la austeridad del gobierno y a la fecha sigue señalando sus inconformidades. La más reciente ha sido con la extensión del mandato del ministro Zaldívar.

La salida de Martha Bárcena de la Embajada de México en Washington también ha dejado muy claro el rompimiento con el canciller Ebrard. También usando twitter, el martes criticó la postura de México ante el creciente autoritarismo del presidente Daniel Ortega en Nicaragua. Tanto la Embajadora como su esposo, Agustín Gutiérrez Canet – tío de la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez – han sido sumamente críticos con Ebrard desde redes sociales y en sus columnas en El Heraldo y Milenio, respectivamente.

¿Son o no merecidas las críticas al gobierno de López Obrador? Es discutible, pero no es el motivo de esta reflexión. Lo que llama la atención son los crecientes y muy públicos desencuentros dentro de la 4T y entre los que salen o abandonan ese barco.

Presidentes como Abraham Lincoln o Winston Churchill fueron famosos por conformar gabinetes integrados por rivales políticos. Ambos destacaron por el liderazgo para hacerlos trabajar en equipo a pesar de estas rivalidades. Para AMLO, que le gusta compararse con grandes hombres de la historia, queda claro que un enorme pendiente está en lograr armonía y trabajo en equipo de su gente.

Columna completa en El Universal

La falta de coherencia entre las ideas y las acciones se llama incongruencia. Es la definición de diccionario. Y es también el sello claro e indeleble de la autollamada 4T. Un gobierno que presume tener múltiples ideas para transformar y hacer de México un país mejor y que a la hora de tener que implementarlas simplemente falla.

Falla porque lo que dicen que van a hacer no es congruente con lo que hacen. El presidente lleva décadas diciendo que la corrupción es el mal que mantiene a México en el subdesarrollo. Apenas llega al poder y lleva dos años cobijando la corrupción dentro de su familia y dentro de su equipo de gobierno. No tiene un solo acto de verdadera lucha contra la corrupción que presumir. Si tener a Manuel Bartlett en el equipo y hablar de combate a la corrupción no es ejemplo suficiente de incongruencia, van otros.

Esta semana está el viaje del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell a Oaxaca; su decisión de ir a ver a su familia – eso dijo en su respuesta cantinflesca – en lugar de ser congruente con lo que tanto pide al resto de los mexicanos: quedarnos en casa. ¿O era quédate en casa…de tus amigos en la playa? Mientras varios mexicanos están enfermos o mueren de COVID, el subsecretario cree que está bien estar sentado en un restaurante en la playa en Oaxaca porque “allá no están en semáforo rojo”.

Quizás el viaje de López Gatell a Oaxaca lo pudo haber cambiado por una visita a un hospital COVID; a una reunión con familiares de muertos por coronavirus; a un encuentro con personal médico y de enfermería, pero no. El subsecretario prefirió ir a una playa oaxaqueña y cuando fue cuestionado a su regreso, decidió echarle la culpa de su mala decisión a los medios de comunicación por querer desprestigiarlo.

En la misma semana vimos a otros políticos y al presidente en fotografías en redes sociales pasándola a todo dar. El presidente se vistió de jugador de béisbol y escribió que siempre hay tiempo para hacer deporte. Sí, mucha gente ha salido de vacaciones y otra tanta se fotografía en momentos alegres con amigos y familia y suben sus imágenes a las redes sociales, pero es muy distinto ser un ciudadano de a pie que ser funcionario público.

Al Subsecretario López-Gatell ¿no le da vergüenza con los médicos que no han podido descansar de la cantidad de pacientes que tienen que recibir en los hospitales? Y al presidente López Obrador ¿cómo puede solaparlo? ¿Cómo puede decir que le importa el pueblo y a la vez dejarlo a la merced de un hombre que claramente no está ni interesado en hacer el trabajo encomendado?

El viaje de López-Gatell es un escándalo en el mundo. Medios estadounidenses han puesto el comparativo de que el Dr. Anthony Fauci decida irse a Miami. “El zar del COVID se toma una vacación a la playa en medio del aumento de casos”, es la lectura que le dieron ayer en CNN.

En Irlanda, el Comisionado de Comercio, Phil Hogan, la Ministra de Agricultura y un senador tuvieron que renunciar a su cargo por haber asistido a un evento de 81 personas en un campo de golf. En Ontario, el Ministro de Finanzas, Rod Phillips, tuvo que renunciar cuando se supo que se fue de fin de año a St. Barth’s. Fue el mismo caso del la Jefa del Servicio Médico de Escocia, Catherine Calderwood y del Ministro de Salud de Nueva Zelanda, David Clark.

En México, el viaje ya se volvió una buena manera de promover turismo: “Si Gatell ya fue a Huatulco, tú ¿para cuándo? No te quedes fuera y reserva ya!!! Viaje a Huatulco y Puerto Escondido. Avistamiento de ballenas y liberación de tortugas del 29 de enero al 1 de febrero 2021”, es el mensaje que me apareció en redes sociales de una empresa JA Tours.

Qué ingeniosos los de la empresa turística. Y qué incongruencia la de la 4T.

 

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El gobierno se asume como transformador. Lo que antes se hacía, ahora ya no se repite. “Somos diferentes, salvo algunas excepciones”, podría ser su mantra. Por ejemplo, cuando de traer asilado a México al hoy ex presidente de Bolivia, Evo Morales, se trata.

“México se ha caracterizado por su tradición en materia de protección a asilados a lo largo de su historia. Se ha mostrado como un Estado incluyente y solidario cuyas puertas han estado abiertas para quienes han tenido la necesidad de abandonar sus países”, dijo el canciller Marcelo Ebrard.

Ahí estuvo ausente el clásico del presidente López Obrador de que ahora las cosas se hacen distinto; de que “no somos como los de antes”. Para justificar el asilo a Evo Morales sí funcionaron las reglas del pasado.

En el comunicado de la cancillería se citaron la Convención sobre Asilo de La Habana de 1928 y la Convención sobre Asilo Diplomático firmada en Caracas en 1954 como sustento para otorgarle asilo a Evo Morales. Además, se mencionó que la legislación mexicana también reconoce el otorgamiento de asilo político en su Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político de 2011.

El comunicado de la cancillería hizo mención del derecho internacional que reconoce que un individuo puede solicitar a un Estado del que no es nacional, como consecuencia de situaciones que surjan en el Estado de su nacionalidad, el reconocimiento como asilado. Pero, en este gobierno, una cosa son las peticiones de los guatemaltecos, hondureños, cubanos y hasta africanos que llegan a Tapachula a solicitar asilo y se les responde con la fuerza de la Guardia Nacional, y otra es la misma petición, pero de Evo Morales a quien se le trajo a México como si la austeridad fuera una palabra que no pronunciara a diario el presidente López Obrador en sus conferencias mañaneras.

Y es que, en cuanto a la austeridad, ésta se implementa para recortar recursos para medicinas; para sueldos de la burocracia; para la Conafor y los incendios que debió combatir en los meses de sequía; para los traslados de elementos de seguridad que no pudieron llegar a atender las llamadas de auxilio a los familiares de los nueve asesinados en Sonora de la familia LeBarón sino hasta varias horas después.

Pero para trasladar a Evo Morales de Cochabamba a México, hubo jet privado y, después de un largo viaje cuyos costos seguramente no se harán públicos, hubo también recursos para que se le trasladara a un lugar seguro en la CDMX en helicóptero.

En cuanto a los principios de la diplomacia mexicana, ahí el gobierno se apegó a un fragmento del artículo 89 de la Constitución, la no intervención, pero para el caso Venezuela y el no reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino. Para el caso boliviano prefirió el gobierno de la 4T brincarse al siguiente renglón del mismo artículo y apegarse a la lucha por la paz y la seguridad internacionales, apoyando a Evo Morales a salir de Bolivia para evitar una guerra civil en aquel país.

Esto no es una defensa a un Golpe de Estado. Es una denuncia a un discurso selectivo de un gobierno que a diario se dice ser diferente pero demuestra ser más de lo mismo: un puñado de políticos que, mediante el poder, empujan su ideología y buscan agandallarse todo –el ejecutivo; el legislativo; el judicial y los órganos autónomos. Y en el camino, abrazan a sus similares, como a Evo Morales quien pudo haber abandonado el poder en enero del 2020 como un gran presidente para Bolivia pero prefirió intentar el agandalle.

Por cierto, en su tuit de despedida, Evo prometió volver con más fuerza y energía. A ver qué papel juega el actual gobierno mexicano en esta promesa de Morales.

 

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Perdió la gubernatura, pero salió ganando. Ese es el caso de Carlos Lomelí, quien se enfrentó en julio del 2018 a Enrique Alfaro por la gubernatura de Jalisco bajo el emblema de Morena y perdió. Pero después Andrés Manuel López Obrador lo nombró súper delegado de Jalisco, con lo que no tiene la silla de gobernador, pero tiene la cartera federal bajo su control.

El argumento de AMLO fue que desaparecían los puestos de delegados para cada secretaría federal en los estados para dejarlo en manos de un solo individuo como medida de austeridad y combate a la corrupción. Pero Carlos Lomelí es la prueba de que los súper delegados son en realidad una figura que creo el nuevo gobierno para ser el poder dentro de las entidades no gobernadas por Morena.

Carlos Lomelí es además una muestra de que el cambio que promete AMLO de que en su gobierno no habrá empresarios favoritos, es una promesa que no se cumplirá. Es una muestra de que las fichas del juego se revuelven y caerán en manos distintas, pero seguirán existiendo los empresarios consentidos del gobierno.

Y es que cuando el presidente anunció en su conferencia matutina que tres empresas quedaban fuera de las licitaciones del gobierno en materia de medicamentos, Carlos Lomelí debió haber sonreído al saber que su propia empresa, Grupo Lomedic, sería la gran beneficiada. Él sería el ganón de que Fármacos Especializados, Dimesa y Maypo quedaran vetadas de las compras gubernamentales.

Grupo Lomedic es la mayor de las empresas de Carlos Lomelí dedicadas a la distribución de medicamentos. Ésta nació y creció cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Ahora podrá participar en licitaciones del gobierno sin la competencia de las tres empresas vetadas.

El IMSS es el tercer adquiriente público más grande de bienes y servicios en el país. Sólo Pemex y la CFE hacen compras mayores. A ello hay que sumar las compras de medicamentos del ISSSTE. Compras por las que el gobierno tiene fuertes adeudos, como lo ha reportado la ANDIS, Asociación Nacional de Distribuidores de Insumos para la Salud. En el caso del IMSS, tan solo para 2015 y 2016, hay adeudos por 5 mil millones de pesos. En el caso del ISSSTE, la deuda del 2018 es de 2 mil 600 millones de pesos.

 

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AMLO anunció que existen tres empresas farmacéuticas que han estado abusando del gobierno, que son inmorales, y por ello las ha mencionado en su tribunal mañanero en Palacio Nacional. Las señaladas con el dedo flamígero son Grupo Fármacos Especializados S.A de C.V, de la familia Pérez Fayad; DIMESA de Carlos Álvarez Bermejillo; y MAYPO de Carlos Arenas.

Éstas tres farmacéuticas han tenido, en efecto, grandes rebanadas del pastel presupuestal en la compra de medicinas por décadas. Son los líderes de la industria, pues. Pero ¿por qué se quiere ir AMLO en contra de ellos?

Platicando con gente del sector, hay tres razones para que AMLO haya tomado la decisión de que ninguna de estas empresas pueda participar en licitaciones: 1) para que entren a México medicinas más baratas, aun si no cumplen con las reglas y estándares de seguridad; 2) para que el gobierno federal tenga el control del abasto y 3) para favorecer a un empresario consentido de AMLO en el mercado de las medicinas.

López Obrador quiere abrir las licitaciones de medicamentos a todo el mundo para lograr que entren medicamentos a precios más competitivos a México. Hasta ahí, la intención parece buena. El problema viene cuando esta nueva apertura implica una relajación en la regulación de medicamentos. Relajación que le abriría la puerta a empresas de China e India, que pueden vender medicinas baratas, aunque no siempre cumplan con los requisitos de seguridad de la Cofepris.

Es bien sabido que AMLO no confía en la Cofepris como instancia reguladora. A pesar de tener prestigio internacional y estar considerada como una de las cinco mejores agencias de regulación de medicamentos en el mundo, López Obrador siente que durante los gobiernos del pasado neoliberal la Cofepris llevó a cabo acciones cuestionables. Por ello la quiere hacer a un lado y así permitir que entren a México medicamentos baratos.

Dos empresas ya están haciendo contacto con el gobierno federal: Emcure Pharmaceuticals y Cipla Ltd. La primera ha eludido repetidamente las pruebas de registro de su planta situada en India y sus productos no pueden entrar a Estados Unidos por la cantidad de irregularidades que le encontró la FDA, el equivalente a la Cofepris, pero en EUA. La segunda, Cipla, también de India, tiene tan mal historial en la farmacéutica que la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) recomendó la suspensión del registro sanitario de algunos de sus medicamentos por los elevados riesgos que encontraron.

AMLO quiere que ambas empresas suministren medicamentos a México porque ofrecen precios más baratos. Y quiere que la Cofepris relaje sus mediciones de eficiencia farmacológica para que los reconozca como buenos a pesar de que han demostrado ser riesgosos para la salud.

Además, AMLO tiene el plan de federalizar el reparto de medicinas como herramienta de control político. Quiere crear una red de distribución nacional en donde deje a un lado a las 3 empresas vetadas y todo lo haga únicamente la estatal Birmex. Suena bien y suena fácil, pero abastecer los más de 4 mil puntos del país es una tarea compleja que hasta ahora, en México, se ha basado en las directrices sobre prácticas correctas de distribución de medicamentos para uso humano elaborado por la Comisión Europea.

Si AMLO controla la distribución de medicamentos, el gobierno federal tendrá una herramienta más para fortalecer o debilitar a gobernadores. Evidentemente a los estados de los gobernadores “amigos” les llegarán medicamentos antes que a los de gobernadores “adversarios”.

 

 

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Si queremos que todo siga como está es preciso que todo cambie. Esa es la frase que resume la novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, El Gatopardo, y que muchos de los grandes empresarios de México han decidido leer. ¿Será para poder sobrevivir la 4T?

La frase la dice Tancredi, sobrino del Príncipe Fabrizio de Salina, a su tío cuando le avisa que sale del palacio familiar para unirse a las tropas rebeldes lideradas por Giuseppe Garibaldi que quieren acabar con el reino de los Borbones. La idea es unificar a Italia, que en 1860 se encontraba dividida en varios estados. Entre ellos, el Reino de las Dos Sicilias, que es en donde se lleva a cabo la novela.

Garibaldi fue el líder carismático que prometió llevar a cabo una reforma agraria que ilusionó a los pueblos del sur de Italia. Por ello lo apoyaron unos jóvenes conocidos como los camisas rojas, entre los que se encontraba Tancredi, personaje central de la novela. Garibaldi nunca cumplió esta promesa porque acaba entregando sus victorias a la monarquía saboyana encabezada por el Rey Víctor Manuel II. Pero esa es la historia de la unificación de Italia, del Risorgimento.

Regresando a El Gatopardo, tanto Tancredi como su tío, el Príncipe Fabrizio de Salina, saben que el mundo está cambiando, y que para sobrevivir es necesario adaptarse. Es necesario a veces simular una modernización para retener el poder y los privilegios. Es por ello por lo que Tancredi y el Príncipe aceptan a los nuevos líderes, entre ellos al alcalde del pueblo en donde está su mansión de verano, Donnafugata, Don Calogero.

Don Calogero es un hombre sin prestigio, pero con dinero y poder. Es padre de una hija muy guapa, Angélica, que, sin ser parte de la aristocracia, acaba siendo la prometida de Tancredi. Y lo logra incluso con el consentimiento del Príncipe, a pesar de que una de sus hijas estaba perdidamente enamorada de Tancredi.

Como alcalde, Don Calogero es el encargado de organizar un referéndum para que los habitantes de Donnafugata voten si están en favor de la unificación de Italia o en contra. Los ciudadanos estaban en contra de la unificación en su mayoría, pero, aun así, Don Calogero fue enfático al leer los resultados del referéndum: de 515 electores inscritos votaron 512 y todos votaron por el SÍ. Cero votos para el NO a la unificación.

Y es que en El Gatopardo queda claro que el poder corrompe, no importando quién está arriba. Cambian las caras, los nombres, los uniformes y quizás las ideologías, pero la corrupción y el abuso de poder permanece.

 

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