Ojalá fuera tan fácil deshacernos de los políticos chatarras como ellos intentan deshacerse de la comida chatarra. Piensan que si pasan una reforma… ¡pum! los niños no vuelven a consumir alimentos altos en azúcares y grasas y bajos en nutrientes.
El intento por regular la comida chatarra, nos dice el presidente Andrés Manuel López Obrador y el Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, es más importante que nunca porque la obesidad es la causa principal de que en México esté muriendo tanta gente por el virus de Covid-19.
El problema es que, dadas las cifras oficiales, la razón principal de tanta muerte en México apunta más a un sistema de salud disfuncional. Basta comparar cuánta gente muere al ser tratada en los hospitales públicos con la que muere en los hospitales privados para darse cuenta de ello.
Con datos de 118 mil 191 pacientes hospitalizados con pruebas positivas de SARS-CoV-2 al 2 de agosto, el 43 por ciento de los pacientes que llegó a un hospital del IMSS murió. En el caso del ISSTE, murió el 32.4% de los pacientes. Por el contrario, en hospitales privados han muerto el 15.7% de los pacientes.
La mortalidad de los hospitales privados es alta, pero es menos del doble de la que ocurre en los hospitales públicos. Realmente no importa qué tantas camas de hospitales tengamos sino cuánta gente que llega a tratarse al hospital y ocupa una cama muere.
Según un artículo de Nathaniel Parish Flannery publicado en el portal de Forbes, en México la cifra de muertos se compara con la de India, un país que tiene diez veces más población. La explicación es que 8 de cada 10 pacientes que mueren en un hospital, nunca fueron intubados. Así pues es relativamente fácil salir a aplaudir que las camas con ventiladores no se han saturado, pero ¿de qué sirve tenerlas vacías a costa de tanta muerte?
El diferencial de muertes en hospitales públicos versus privados no puede deberse a que es menos gorda la gente que acude a un hospital privado que la que va a uno público. El problema de obesidad en México es claro y evidente, pero pretender endosar la culpa de la cantidad de muertes en el país a ello es una simplificación que no se sostiene.
Y sin embargo, ese es precisamente el argumento oficial. Según los dos López que hoy son autoridad, esta terrible herencia del neoliberalismo, la alimentación basada en comida procesada, es la que tiene a México con la cifra cercana a 70 mil muertos por la pandemia.
Por ello, en menos de un mes entra en vigor el nuevo etiquetado de alimentos que busca disuadir el consumo de ciertos productos, más no informar sobre qué es mejor comer o no para nuestra salud. Este es un etiquetado que estaba buscando imponer el gobierno desde antes de que el mundo enfrentara la pandemia pero que el COVID le ha caído como anillo al dedo al discurso oficial de que ciertos productos chatarra nos están matando.
Un etiquetado que en nada ayudará a disuadir a quienes deciden comprar un refresco o unas papas porque quien lo hace, ya sabe que no está alimentándose sanamente pero, o no tiene otra opción igual de económica para no quedarse con sed y hambre, o simplemente decide ignorar la oportunidad de comer algo nutritivo.
La catástrofe que está siendo la estrategia del gobierno para lidiar con el coronavirus es igual de chatarra que la estrategia para combatir la obesidad. Pretender echarle la culpa a los alimentos sin reconocer que ni usar cubrebocas quiere el presidente López Obrador lo dice todo.
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