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En su última colaboración antes de su lamentable muerte, Carlos Urzúa comparó la inversión que el presidente López Obrador ha decidido hacer para que México logre la autosuficiencia energética y la comparo con la inversión hecha para infraestructura y abasto de agua en el país.

El dinero destinado para producir petróleo en este sexenio ha sido significativamente mayor que el invertido en agua. Y eso nos tiene al borde de quedarnos literalmente secos en la zona centro y norte de México. Pero resulta que las políticas energéticas del actual gobierno no solo no le han dado prioridad a nuestra agua, tampoco a nuestro aire.

En el municipio de Tizayuca, en Hidalgo, se encuentran la refinería Miguel Hidalgo de Pemex y la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos. Ambas contaminan muchísimo la zona con emisiones de gases.

Una de las principales razones por las que ya llevamos dos Contingencias Ambientales decretadas en el Valle de México en lo que va del año es que la Central Termoeléctrica en Tula actualmente utiliza combustóleo para generar electricidad y esa no es la mejor opción. De hecho es la peor. Tan mala es para la salud por su elevado contenido de azufre que desde el 2020 ya es un energético prohibido por la Organización Marítima Internacional para que sea utilizado como combustible para barcos cargueros, que eran sus principales consumidores.

El caso de México es diferente. Aquí, el gobierno de López Obrador ha optado por aumentar el consumo del combustóleo para darle alguna salida a todo el que produce Pemex ya que la venta para barcos quedó prohibida. Y en ese aumento del uso de la CFE del combustóleo, la calidad del aire en la Zona Centro ha sido la principal afectada.

Son varios los expertos que le han señalado al gobierno la importancia de sustituir el uso de combustóleo y carbón con gas natural para la generación de electricidad. Con ese simple acto se podrían reducir significativamente las emisiones de gases contaminantes. Esto es una práctica que ya ocurre en gran parte del mundo, sin que impida el desarrollo industrial de los países.

Se producen aproximadamente 117 libras de dióxido de carbono (CO2) por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu) equivalentes de gas natural. En comparación son más de 200 libras de CO2 por MMBtu de carbón y más de 160 libras por MMBtu de combustóleo.

Lo lógico entonces sería usar gas natural. Las propiedades de combustión limpia del gas natural han contribuido al aumento de su uso para la generación de electricidad y como combustible de transporte para vehículos de flotas en Estados Unidos, Canadá y otros países desarrollados.

Pero la lógica no es el fuerte de este gobierno. Primero encontró en EUA un comprador de combustóleo cuando el precio del barril de petróleo estaba elevado por la pandemia. Las refinerías estadounidenses cuentan con una planta coquizadora que elimina muchos de los contaminantes del combustóleo y con ello podían producir energéticos a un menor precio. Ahora, con la estabilización de los precios del crudo, ya no están interesados en nuestro combustóleo. Y por ello todo el que produce Pemex se va a la CFE para ser su principal fuente, junto con el carbón, para la producción de energía eléctrica.

El problema es para la calidad del aire de la zona de Tula y del Valle de México. La solución que han dado las autoridades para la mala calidad del aire es que se frene la actividad industrial y la circulación de vehículos según el color de su engomado. Pero esto no sirve para paliar la magnitud de los contaminantes emitidos primero por la refinería y después por la termoeléctrica.

Ya tuvimos el pasado fin de semana contingencia ambiental que duró cuatro días. Vendrán muchas más contingencias en el año. Y esto es una bomba más que está dejando el gobierno de López Obrador a quien lo suceda en la presidencia por una política energética muy equivocada.

Columna completa en El Universal

Ya llevaba un año en el gobierno Andrés Manuel López Obrador y un economista que trabajó en el gobierno de Peña Nieto me dijo que las obras del nuevo presidente eran mínimas en términos de costo para el erario. Suenan rimbombantes, pero realmente no pintan en el presupuesto de un país como México, fue más o menos su forma de querer tranquilizarme ante las preguntas que le hacía sobre lo que desde entonces se veía como un despilfarro de recursos.

Tengo curiosidad en saber si hoy sigue pensando lo mismo, con las cifras reales de lo que han costado las obras faraónicas de Andrés Manuel López Obrador. Más aún, si tomamos en cuenta lo que los economistas llaman el costo de oportunidad. De no haber destinado miles de millones para obras que no serán rentables, por lo que seguirán requiriendo inyección de recursos públicos ¿en cuántas escuelas públicas se podría haber mejorado la infraestructura? ¿Cuántos hospitales de primer mundo – sí, como en Dinamarca – tendríamos hoy con esos dinerales?

Si volteamos a ver las cifras de las principales obras que enorgullecen a López Obrador, es evidente que México podría ser hoy un país transformado, al estilo de lo que falsamente pregona el presidente, de haberse invertido bien estos recursos.

En primerísimo lugar está el AIFA. Es un buen aeropuerto regional, cuyo costo es más el de un hub nacional ultramoderno. A finales del 2023 ya se le habían invertido 115 mil millones de pesos. A ello hay que sumarle los 331 mil millones que costó cancelar el NAIM. Según datos de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), hasta finales del año pasado el AIFA solamente movía al 1.4 por ciento de los pasajeros nacionales y extranjeros.

El Tren Maya debería de haber costado 156 mil millones de pesos. En el proyecto ante Hacienda para demostrar que cumplía con el requisito de ser una obra cuyo costo fuera menor que su beneficio, se fijó en poco más de 400 mil millones el umbral en el que ya no sería una obra rentable. Pues para este 2024 la inversión en el Tren será de 516 mil millones de pesos.

Además de ser el ejemplo perfecto de un ecocidio por la cantidad de árboles que hubo que talar para que pasaran las vías del tren – y no existe claridad sobre qué se hizo con toda esa madera, por cierto – ha sido un fracaso como medio de transporte.

En la mañanera del lunes, el Director del Tren Maya, el general Óscar David Lozano, informó que en los dos meses que ha estado funcionando (es un decir) el Tren, han transportado a mil 787 turistas internacionales. Esa cifra, que debería ser una vergüenza, se presume con orgullo.

No tenía ni dos meses de inaugurado el Tren Maya cuando la venta de boletos tuvo que ser suspendida por las fallas que presentaba. En el trayecto Cancún-Campeche han arrancado con retrasos de hasta dos horas y, ante las fallas los pasajeros del Tren han tenido que ser trasladados ¡¡¡en autobuses!!!

En el caso de la refinería de Dos Bocas, Tabasco, el sobrecosto se ha ido de 8 mil millones de dólares a 18 mil millones. Y es la fecha en que no se logra refinar nada. Algunos dirán que así está mejor porque actualmente Pemex pierde dinero por cada barril refinado. La columna de Pablo Hiriart de ayer en El Financiero es muy clara en esta debacle de la que debiera ser la gran “empresa productiva del Estado”.

Los números rojos y las fallas se extienden si hablamos de Mexicana, del proyecto turístico de las Islas Marías, del Tren Toluca-México…

Lo más sorprendente es lo que acaba de declarar el presidente López Obrador esta semana: que dejará al próximo gobierno una lista de recomendaciones de proyectos de infraestructura a realizarse y de las cuales “estoy seguro que me van a hacer caso”.

Así que ya sabemos. Por obras faraónicas, costosas y sin rentabilidad, aún habrá más.

Columna completa en El Universal

Resulta paradójico que en una ciudad en la que hay edificios que se desajustan por el suelo reblandecido y en el que uno de los retos para definir en dónde construir un nuevo aeropuerto fue encontrar un terreno que no se inundara, hoy exista el problema tan complejo de escasez de agua como el que atraviesa la Ciudad de México.

El problema, que es ya una crisis, es completamente evitable. Sí, hay menos agua y vivimos en un país que padece sequía y estiaje, pero la crisis del agua tiene que ver con ausencia de y/o malas políticas públicas. La crisis que se ha agravado y que explotará en cerca de 140 días dejando a 22 millones de personas con poca o nada de agua se debe a un gobierno que no le ha dado la atención requerida.

Tan solo hay que ver el presupuesto para darnos cuenta de que el gobierno no le da la prioridad que merece a la crisis de agua. Este año la disminución de recursos para la Comisión Nacional del Agua, la CONAGUA, fue de 12.5 por ciento y para la infraestructura hidráulica del 28.4 por ciento, si lo comparamos con el 2023.

En la primera quincena de este año, el porcentaje de áreas con sequía de moderada a excepcional fue de casi 62 por ciento, de acuerdo con datos del Monitor de Sequía en México.

Y según Manuel Perló, investigador de UNAM-Agua, estamos haciendo un desperdicio pavoroso del agua. Cada segundo que pasa, el sistema de distribución pierde, aproximadamente, unos 14 mil litros por segundo.

Si multiplicamos por 60 segundos, por 60 minutos, por 365 días del año, resulta que estamos tirando al drenaje o al subsuelo miles de millones de litros de agua. Perdemos en fugas el 40 por ciento de lo que entra a la red.

A ello hay que agregar la falta de infraestructura para aprovechar la cantidad de agua que sí existe en una ciudad en la que llueve tanto. Me refiero a plantas de tratamiento de aguas. Las ciudades importantes en países desarrollados tienen plantas de tratamiento de aguas residuales superior al 90 por ciento. En el Valle de México el tratamiento de aguas residuales es de apenas el 6 por ciento.

Con todos estos datos, no se entiende la decisión de reducir el presupuesto a CONAGUA y para la infraestructura hidráulica más que como una falta de voluntad política. Esa es la razón de nuestra crisis de agua.

Urge reparar tuberías para dejar de perder agua en fugas; construir plantas de tratamiento de aguas; hacer programas de limpieza de ríos y lagos; y la creación de un fondo para la gestión del agua en la CDMX.

Entiendo que la Red de Agua en el Valle tiene 60 años y que la negligencia no es nada más de este gobierno de la Ciudad.

En 21 años los gobiernos del PRD hicieron muy poco por atender los ret os para abastecer de agua a la CDMX.

Morena ha tenido cinco años para atender esta necesidad básica. Ambos partidos decidieron no hacerlo y por ello ahora hay esta crisis agravada de desabasto de agua.

Desde Versalles la reina María Antonieta dijo que si la gente tenía hambre, les dieran brioche. Ya solo falta que con la misma frivolidad, López Obrador diga desde su Palacio que si no tenemos agua, que nos den champagne.

Los Republicanos tienen un tema que es un garbanzo de a libra para ellos de cara a la elección presidencial de noviembre 8: el migratorio. Es un garbanzo de a libra porque es el gran problema que le interesa de manera especialmente importante al electorado y en el que este partido goza de una ventaja de 30 puntos sobre los demócratas en la opinión pública cuando se les pregunta cuál partido es el que mejor puede manejar el tema.

La migración es el gran pendiente por resolver. Y en éste logran mayor aceptación los Republicanos sobre los Demócratas. El discurso que pueden y están utilizando para echarle gasolina a una hoguera de por sí encendida es ideal para estos tiempos de odio hacia lo extranjero: ¡Paren la invasión! Es lo que ha dicho Trump y lo que los republicanos, que están a los pies del expresidente, no paran de repetir.

Ahora que Trump ha ganado las primarias de Nuevo Hampshire y los caucuses de Iowa es prácticamente seguro que los estadounidenses verán una repetición de Trump vs. Biden en su elección presidencial. Con ello el banderazo de salida de las campañas generales se ha dado. Y tanto Biden como Trump han adoptado el discurso de dureza y firmeza para decir que quieren arreglar el caos de un sistema migratorio roto.

La realidad es que ninguno está pensando en arreglar nada. Los Demócratas saben que deben empujar políticas más severas y menos humanitarias hacia los migrantes pero entienden que los Republicanos ahora mismo se van a negar a aprobarles nada con tal de seguir utilizando a la migración como herramienta de golpeteo al gobierno de Biden. Las campañas políticas estarán por encima de cualquier tipo de acuerdo bipartidista.

Atrás ha quedado el Biden humanista que quería demostrar que era diferente a Trump en materia migratoria. Ahora tenemos a un presidente demócrata hablando de cerrar la frontera porque sabe que si quiere reelegirse, tiene que demostrar que puede arreglarla. El presidente ya no está escuchando a quienes en su partido y en su gobierno abogan por políticas que respeten los Derechos Humanos y honren el sentido de Estados Unidos como un país de migrantes. En pocas palabras, Biden se han endurecido en el tema migratorio.

Del lado de Trump ya sabemos que hay: gritos que señalan a México como culpable de la invasión a Estados Unidos. Y conocemos sus tácticas intimidatorias que prometen desde ya que, si regresa a La Casa Blanca, podría hasta invadir México con tal de arreglar la frontera.

¿Qué significa esto para México? Que sin quererlo ni pedirlo, formaremos parte de las campañas políticas estadounidenses. Y lo haremos por las razones equivocadas. Porque representamos un problema para Estados Unidos. Así que más nos vale irnos preparado para una temporada muy turbulenta que puede convertirse en huracán categoría 5 si llega a reelegirse Trump.

¿Se estarán preparando para ello en Palacio Nacional?

Columna completa en El Universal

En el 2024 más de la mitad de la población mundial tendrá que ir a votar. Como bien sabemos, México y Estados Unidos tendrán elecciones. Pero también habrá comicios en Taiwán, Rusia, Ucrania, India, Indonesia, Venezuela, Sudáfrica, Gran Bretaña, Austria, Bélgica, Croacia, Finlandia, Túnez, Ghana, Ruanda, Namibia, Mozambique, Senegal, Sudan del Sur…

Somos 8 mil millones de personas en el mundo. En el año que acaba de arrancar 4.2 mil millones de personas viven en un país que tendrá elecciones. Así, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial está llamada a votar.

The Guardian define el 2024 como el Super Bowl de la democracia, pero el semanario The Economist anota que si bien esta cantidad de elecciones deberían indicar que será una fiesta de la democracia, la realidad es mucho menos alegre. La mayoría de los países que tendrán elecciones son democracias fallidas o de plano autocracias.

Desde ahora sabemos, por ejemplo, que en Rusia, Vladimir Putin se va a reelegir por quinta ocasión. Lo suyo tendría que ser más una coronación que una elección dadas las acciones en contra de sus opositores que han sido exiliados, encarcelados o asesinados. Casi en el mismo plano podemos anticipar el resultado en febrero en las elecciones parlamentarias de Bielorrusia, aquellas que Lukashenko ha dicho que serán justas, “a diferencia de las de Estados Unidos”. Esto a pesar de que Svetlana Tijanóvskaya sigue viviendo en el exilio tras haberle ganado las elecciones del 2020 cuando se presentó como la candidata inesperada después de que Lukashenko asesinó a su esposo, el principal y popular opositor en esos comicios.

India, el país más poblado de mundo, acudirá a las urnas entre abril y mayo, pero sus casi mil millones de ciudadanos lo harán en una democracia fallida en la que Narendra Modi ha traído de regreso el tribalismo: hindús vs musulmanes. Lo bueno es que en una de esas y la coalición INDIA (Alianza Nacional Inclusiva por el Desarrollo de India), conformada por 28 partidos opositores, podría frustrarle a Modi su 3era reelección.

Taiwán será una de las elecciones más importantes del mundo y con ella arrancará el 2024. Son tres candidatos, dos de los cuales abogan por un acercamiento con China. Del resultado de estas elecciones podemos anticipar la forma como se definan las relaciones entre China y Estados Unidos. Si gana de nuevo el partido Democracia Progresiva, que es el único que aboga por la independencia de la isla ¿con qué tanta furia reaccionará Beijing? Esa es la gran pregunta que quedará expuesta arrancando el año pero que podemos anticipar no será tersa. El primer discurso de Xi Jinping del año fue para advertir que en el 2024 será inevitable la reunificación de China.

En Irán habrá elecciones y todos sabemos que ahí no existen las libertades de una democracia consolidada. Por ello los clérigos fundamentalistas que están al mando han descalificado a priori a un 25 por ciento de los opositores competitivos para las elecciones parlamentarias de marzo.

En Europa la renovación del Parlamento puede sonar poco importante pero sus resultados nos darán una pista de qué tanto apoyan los europeos a los populistas de derecha, como los elegidos en noviembre en Países Bajos cuando ganó Geert Wilders, o si prefieren opciones más moderadas, como ocurrió en Polonia con el triunfo de Donald Tusk.

Todos estos procesos electorales, en un mundo desordenado, con ciudadanos enojados y resentidos, anticipan mucho mayor volatilidad en el 2024. Será un año interesantísimo en materia electoral.

Apostilla: Para un análisis más extenso de este año electoral, los invito a escuchar el episodio de mi podcast Broojula de hoy, Tsunami electoral, en el que platico con Miguel Ángel Lara Otaola, miembro del consejo del Electoral Integrity Project.

Columna completa en El Universal

“El estado de naturaleza es la guerra

de todos contra todos, y en

esa condición cada uno

es juez de sus propios actos”

Thomas Hobbes

 

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador subió un video anunciando que se cancelaba el NAIM, el aeropuerto de Texcoco, fue muy notorio el libro que tenía a un lado titulado ¿Quién manda aquí?

Esto se leyó como un mensaje para dejar en claro que con su llegada a la presidencia ya no serían los grandes empresarios los mandamases en México. Con esa decisión y con ese libro a su costado AMLO mostró que a partir del 1º de diciembre del 2018 él mandaba en México.

Pero ¿realmente manda él cuando admite que hay regiones del país que están bajo el control de los grupos del crimen organizado? Eso fue lo que ocurrió cuando dijo que a los cinco jóvenes que se encontraron torturados y asesinados en un auto en Celaya, Guanajuato, los mataron por meterse a comprar droga con la organización criminal rival de esa zona. Así, el presidente admite que hay regiones en las que él no manda, mandan grupos del crimen organizado.

¿Realmente manda él cuando no puede poner orden en las extorsiones de delincuentes? En una declaración que denota la claudicación del Estado frente a la delincuencia, López Obrador dijo que la lucha en contra de la extorsión la debemos de dar entre todos. Si la diéramos entre todos sería la ley de la selva. Fue precisamente el querer llevar la lucha ‘entre todos’ lo que dejó 14 muertos en Texcaltitlán, Estado de México el fin de semana pasado.

Como los delincuentes quisieron aumentar el monto del cobro de piso a los agricultores y ante un Estado (federal, estatal y municipal) pasmado, los extorsionados decidieron tomar cartas en el asunto y detener ‘entre todos ellos’ este cobro ilegal utilizando machetes y las armas que tuvieron a su alcance.

Un presidente que claudica en su principal responsabilidad no es el que manda. Menos cuando él se ha comportado como un extorsionador durante su sexenio. ¿Qué fue, si no una extorsión, cuando obligó a los empresarios a comprar boletos de una rifa para el avión presidencial que obviamente nadie se ganó?

El problema y el reto de la inseguridad no es nuevo pero el presidente que prometió que lo resolvería, se acerca al fin de su sexenio con cero resultados que presumir en la materia. Este sábado 16 de diciembre se cumplirán trece años del asesinato de la activista Marisela Escobedo.

Escobedo quiso justicia por el asesinato de su hija Rubí. Como el Estado (federal, estatal y municipal) no hacía nada al respecto, ella se abocó personalmente a esa tarea, día y noche desde el 2008, cuando Rubí fue asesinada por su pareja. Escobedo murió de un balazo en la cabeza por haber procurado esa justicia que el Estado le negó.

¿Qué ha cambiado en México de ese diciembre del 2010 a la fecha en materia de procuración de justicia? Si acaso, estamos peor porque tenemos a un Poder Ejecutivo que ha claudicado en su principal tarea, dar seguridad a los ciudadanos, al pedirnos que nosotros seamos los encargados de procurarla. ¿Qué garantías hay para la ciudadanía de que no acabaremos como Marisela Escobedo o como los agricultores y delincuentes muertos en Texcaltitlán?

Columna completa en El Universal

Cuando el presidente López Obrador decidió cerrarle las puertas de Palacio Nacional a Xóchitl Gálvez, la hoy precandidata presidencial dijo que ya no buscaría ser Jefa de Gobierno de la CDMX sino presidenta de México.

La frescura con la que anunció su candidatura; la forma de responderle a López Obrador sin enojarse, pero sin doblarse, dejaron ver que el 2024 no estaba definido. Que en Xóchitl, la oposición tenía la posibilidad de arrebatar la silla presidencial.

Hoy el escenario ha cambiado. El entusiasmo que generó Xóchitl se ha tornado en preocupación y hasta derrotismo. Surgen preguntas sobre su equipo y sobre el papel de los partidos en su estructura que llevan a la certeza de que este arroz ya se coció…en favor de Claudia Sheinbaum.

¿Por qué se desinfló el entusiasmo hacia Xóchitl? Ella no ha cambiado. Sigue siendo la mujer que cuenta su historia sobre su camino de Tepatepec al Senado, pasando por la Alcaldía Miguel Hidalgo. Habla de sus orígenes humildes y como los superó a través de estudio y del trabajo.

Sin duda, ha cometido errores. Desde la felicitación efusiva al ultraderechista Milei en Argentina, la parálisis cuando falló el teleprompter – inexplicable para alguien a quien hemos escuchado hacer uso de la palabra en tribuna múltiples veces y sin guion -, el lapsus provocado probablemente por el subconsciente de atacar a Alito Moreno y hasta el innecesario cambio de nombre de la coalición que representa. De Va por México se modificó primero a Frente Amplio Opositor. Y cuando finalmente nos lo aprendimos, decidió que ahora encabeza Fuerza y Corazón por México, un nombre que parece más el título de una telenovela.

También ha tenido aciertos. Saber reponerse de la caída de la silla en el informe de la alcaldesa Lía Limón al decir que esa silla le quedó chica, pero que va por la grande, por ejemplo, resulta una bocanada de aire fresco en un escenario político tan cargado como en el que nos encontramos. Su constante discurso por la unidad de México también abona ante años de polarización y de división.

Sin duda el balance que debe lograr Xóchitl es complicado. Tiene que hacer un acto de malabarismo entre las ambiciones de los dirigentes de los partidos de la coalición y las exigencias de los ciudadanos que ya no están dispuestos a dar cheques en blanco simplemente para sacar a los mentirosos y/o ineptos del poder. Es más fácil no votar que votar con las narices tapadas. Por ello el reto para Xóchitl es monumental. Debe entusiasmar a los agraviados, decepcionados y a los que nunca comulgaron con López Obrador y su movimiento.

Los números sí mienten. Lo hacen cada vez más. Por ello es fácil poner en duda encuestas como Demotecnia, que tienen a Claudia con casi 60 puntos de ventaja. Pero la tendencia es clara. En este momento Xóchitl no está acortando la distancia con Claudia. Y ahora debe evitar que los indecisos la abandonen y prefieran la opción fosfo fosfo de Samuel García.

La campaña está en problemas y eso preocupa porque Xóchitl no tiene tiempo que perder. A veces parece que la decepción con la candidata describe más a los ciudadanos que a ella, pero eso no importa. Las percepciones se vuelven realidad muy fácil. Xóchitl y su equipo deben encontrar la narrativa ganadora 2.0. La que sigue a su historia personal. Y olvidar a López Obrador. Él no estará en la boleta. Va a estar Claudia. Por lo pronto, es muy temprano cantar victorias o derrotas. El juego apenas arrancó y con ello la posibilidad de que Xóchitl se dé a conocer más allá del círculo rojo.

Columna completa en El Universal

Con el arranque de las precampañas comienza también la lamentable etapa de los muchos y malos spots políticos en la radiodifusión mexicana.

A partir del lunes y hasta tres días antes de las elecciones del 2024, los ciudadanos seremos víctimas de la spotiza de los partidos políticos y las autoridades electorales. En estos 191 días nos van a bombardear con alrededor de 52 millones de spots las más de 3 mil 700 estaciones de radio y televisión del país.

Los partidos políticos y las autoridades electorales tienen derecho a utilizar 48 minutos diarios de radio y televisión de los tiempos oficiales, en épocas electorales, para promover ideas y propuestas de los primeros e información sobre las elecciones de los segundos. Estos 48 minutos diarios no le cuestan un centavo ni a los partidos políticos ni a las autoridades electorales. Son completamente gratis. Así que al dineral que se les da a los partidos políticos hay que sumarle este beneficio de no tener que pagar ni un centavo para que sus spots sean transmitidos en radio y televisión.

Esto de los tiempos oficiales es una herencia que viene desde la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, cuando al enojarse por la cobertura de los medios de comunicación del movimiento estudiantil de 1968 se impusieron como castigo a la industria. La historia es larga, pero en la campaña electoral del 2006, cuando los famosos spots de “López Obrador es un peligro para México” salieron al aire pagados por el Consejo Coordinador Empresarial, el candidato perdedor, AMLO, se enojo. Culpó de su derrota a los medios de comunicación y al modelo electoral lo que propició la reforma electoral del 2007. Ésta, además de cambiar de forma anticipada a los consejeros del entonces IFE, inauguró la prohibición de que partidos políticos o agentes económicos pudieran comprar tiempo aire para procesos electorales. A partir de entonces, 48 minutos de los tiempos oficiales se pusieron a disposición de los partidos políticos y de la autoridad electoral para que la radio y la televisión mexicana tuvieran que transmitir de forma gratuita los mensajes de los candidatos y partidos políticos.

Ningún país en el mundo le cobra tanto a la radiodifusión por el uso del espectro, es decir del aire, por el que transmiten sus frecuencias. Y ningún país le regala este tiempo aire a sus políticos para que saquen la cantidad de spots a los que estaremos siendo bombardeados desde el lunes.

Como lo que no nos cuesta es usualmente poco valorado, los partidos políticos suelen hacer muy mal uso de estos tiempos oficiales. No nos dicen nada interesante ni novedoso sobre sus propuestas. A partir de esa reforma del 2007, quedó prohibido que los spots en contra de partidos o candidatos tuviera aspectos denigrantes. Esto significó cerrarles la puerta a las campañas negras. Así que si un candidato tiene uno o varios cadáveres en su clóset, pues está prohibido que sus contrincantes los hagan saber al público en general a través de los spots políticos.

Para sumarle a lo ridículo que es nuestro modelo de comunicación política, los spots de las precampañas, que supuestamente van dirigidos solo a los militantes y simpatizantes de los partidos, los tenemos que escuchar todos. O qué ¿nos vamos a tapar los ojos o los oídos cuando salga un spot de un partido con el cual no simpatizamos?

Es realmente ridículo el modelo de comunicación ideado para complacer en su momento a Andrés Manuel López Obrador como candidato. Y lo sigue siendo ahora que, con AMLO ya en la silla, usa el poder del micrófono todas las mañanas en sus conferencias de Palacio Nacional para denigrar, señalar y acusar – la mayoría de las veces sin prueba alguna. Es decir, hace desde el púlpito presidencial lo que tanto se quejaba que hacían sus antecesores.

Así, hoy tenemos un modelo de comunicación política caro, malo, invasivo e inútil. Estamos pues, en el peor de los mundos en la materia.

Columna completa en El Universal

Al dar un balance de la situación en Acapulco, el presidente López Obrador dijo que iría al puerto sólo si fuera necesario. “Si es necesario voy a ir, pero no quiero hacer de esto un espectáculo, no quiero hacer lo mismo que se hacía antes”, dijo AMLO desde la comodidad de su escritorio en Palacio Nacional.

Esto fue durante uno de sus primeros mensajes post Otis. A la fecha, la única imagen que tenemos del presidente en Acapulco es la del Jeep atorado en el lodo la tarde de la devastación. Algo que fue exactamente un espectáculo como el que dice el presidente que quiere evitar.

Ayer, durante la conferencia mañanera, un reportero le volvió a preguntar al presidente si tiene pensado ir y reunirse con la gente en Acapulco en los próximos días. La respuesta fue que él no puede exponerse.

“En Azteca hicieron unos reportajes y le abrieron el micrófono a gente para que me mentaran la madre. Entonces, no puedo exponerme, no es Andrés Manuel; si se tratara de Andrés Manuel, respondería yo como cuando estábamos en la escuela, como cuando estaba yo estudiando en Tepetitán, que había algo y decíamos: ‘A la salida nos vemos’. Pero, no. Soy el presidente de México, tengo que cuidar la investidura presidencial. No soy Andrés Manuel, soy el presidente y no puedo permitir que nadie me ningunee. O sea, prestarme, caer en una provocación, que eso es lo que quieren.”

Queda claro que el Andrés Manuel López Obrador que presumía poder caminar entre la gente y que se sentía la voz del pueblo ya no existe. El presidente sabe que sus acciones y sus omisiones le han generado enemistades y que entre ese pueblo, al que le gusta hacer referencia, ya no todos son incondicionales ni sus admiradores. Mejor se queda resguardado en su Palacio. Así no se expone.

Esta admisión viene después de otro reconocimiento: que pudo haber avisado antes sobre la fuerza de Otis, pero que decidió no hacerlo. Prefirió dejar el asunto en un simple twit que fue visto por muy pocas personas y por ello Otis pegó en el puerto cuando los ciudadanos siguieron con sus rutinas. Entre ellos, varios marineros que murieron cuando sus embarcaciones se hundieron o fueron arrasadas por el huracán. Esos marineros y pescadores que hoy o han sido confirmados muertos o están desaparecidos no tendrían que haber estado en las embarcaciones si el gobierno federal, estatal y/o municipal hubiesen avisado de forma enérgica y con la alarma que ameritaba sobre la fuerza de Otis.

El presidente hace espectáculo cuando no debe y decide dejar a la gente a su suerte para supuestamente no hacer espectáculo cuando lo que se requiere es que la autoridad acompañe y ayude a las víctimas. No exponerse es una simple excusa.

Apostilla: Las cuentas no son el fuerte de este gobierno. En dinero, dicen que van a construir una refinería con 8 mil millones de pesos y ya va en 17 mil millones de dólares el costo de Dos Bocas. El Tren Maya se dijo que costaría 150 mil millones de pesos pero ya va en 500 mil millones. En vidas, la pandemia tuvo un exceso de muertes de 800 mil personas y los datos oficiales hablan de 334 mil. En desapariciones el presidente decidió despedir a Karla Quintana como titular de la Comisión Nacional de Búsqueda con tal de no admitir que van 46 mil desaparecidos en su sexenio. Y en muertes en Acapulco, las funerarias reportan 350 muertes mientras el gobierno se empeña en minimizar lo ocurrido y prefiere dejar en 45 los fallecidos por Otis.

Columna completa en El Universal

El Ministro Arturo Zaldívar pasó de buscar extender su encargo como Presidente de la Corte a un retiro anticipado aduciendo que su ciclo ahí ha terminado. Esta renuncia fue sorpresiva y generó muchas preguntas de arranque. Dos horas después, las dudas quedaron aclaradas cuando Claudia Sheinbaum subió a redes una fotografía en la que aparece sentada junto con el aun ministro diciendo que van a trabajar juntos.

La foto fue publicada sin guardar las formas. Primero porque la renuncia no es Constitucional. El artículo 98, párrafo 3 al que aduce el aún Ministro en la carta que envió al presidente López Obrador y que subió a redes es claro: “Las renuncias de los ministros de la SCJN solamente procederá por CAUSAS GRAVES; serán sometidas al Ejecutivo y, si éste la acepta, las enviara para su aprobación al Senado.

Sin dejar correr el cauce legal, Zaldívar y Sheinbaum anunciaron que trabajarán juntos.

Decir que se cierra un ciclo puede ser una causa para renunciar de un trabajo o hasta para terminar una relación amorosa pero no es una causa grave para dejar el encargo como Ministro de la Corte.

El 8 de octubre 2019, el Senado aprobó la renuncia de Eduardo Medina Mora sin que éste explicara la causa grave que lo llevó a solicitar su salida anticipada de la Corte. Al parecer esto sentó un precedente para que ahora el Ministro Zaldívar pueda hacer lo mismo, renunciar sin explicar cuál es la causa grave.

En el mensaje de renuncia y en la columna que publicó ayer en Milenio el Ministro Zaldívar dice que quiere impulsar un México más justo e igualitario y con dignidad. ¿Qué mejor lugar para hacerlo que desde la Suprema Corte de Justicia? Desde ahí pudo cuestionar Zaldívar la responsabilidad de las autoridades cuando ocurrió el incendio de la Guardería ABC en el sexenio de Felipe Calderón. También pudo, años más tarde, impulsar justicia para mujeres presas injustificadamente en Santa Martha Acatitla, entre ellas fue notable el caso de Alejandra Cuevas quien estuvo presa más de quinientos días simplemente por el rencor personal del Fiscal Gertz Manero. Zaldívar ayudó a que Cuevas saliera libre.

La fotografía junto con Claudia Sheinbaum indica que lo que sigue para Zaldívar es integrarse al equipo de campaña o futuro gabinete de la Morenista. La duda es por qué no esperar a diciembre del año próximo que concluyera su encargo en la Corte.

Sabemos que los artículos 101 y 95 fracción VI de la Constitución establecen que un ex ministro está impedido de ser Fiscal General, Secretario de Estado, Gobernador, Senador o Diputado antes de dos años de concluir su función en la Corte.

A estas alturas la explicación de la renuncia de Zaldívar sería que comience desde ya a correr el reloj para que se cumplan estos dos años y en el 2025 pueda llegar a la Fiscalía General de la República.

Para el Presidente López Obrador esta renuncia le abre la puerta a nombrar a un nuevo Ministro en la Corte que sea incondicional al estilo Yazmín Esquivel o Loreta Ortiz por un periodo de quince años. Sabemos que en el Senado se requiere el voto de dos terceras partes para su aprobación, pero si la oposición no da los votos suficientes, después del rechazo de dos ternas el presidente puede nombrar a quien quiera de la segunda terna sin la aduana del Senado.

Por ahora en el Senado la oposición debería rechazar la renuncia anticipada del Ministro Zaldívar y con ello impedir esta doble chuza del presidente López Obrador. El nombramiento de quien sustituya a Zaldívar debe recaer en quien suceda a AMLO en octubre del 2024. Pero desde ahora podemos anticipar que López Obrador podrá hacer el nombramiento de un quinto Ministro de la SCJN.

Columna completa en El Universal

No es el primer huracán que golpea Acapulco. Cuando en 1997 devastó el puerto el huracán Paulina, Ernesto Zedillo era presidente. Estaba en ese momento de gira por Europa, pero decidió inmediatamente cancelarla y regresar Hamburgo-Acapulco. Durante el siguiente mes y medio, el entonces presidente se instaló en Acapulco para supervisar los trabajos de rehabilitación y la recuperación del puerto.

El gabinete se reunió una vez a la semana para coordinar y trabajar en la reconstrucción de Acapulco, algo que tardó tres años en ocurrir. Acapulco se recuperó como destino turístico, pero con muchas zonas populares en situación lamentable. Había, hasta la semana pasada, dos Acapulcos: el privilegiado que disfrutaban los turistas, y el de segunda categoría, el de los trabajadores del sector instalados en colonias pobres y descuidadas.

Las crisis son oportunidades. Y la devastación que Otis generó en Acapulco es la oportunidad de rehacer y reconstruir un mejor Acapulco. Esto implica desde ya generar las condiciones para un círculo virtuoso o dejar al puerto a su suerte con la inercia del círculo vicioso que hemos visto en estos días. La decisión de qué se quiere es básicamente del presidente López Obrador. No es de la gobernadora Evelyn Salgado, que solo ha destacado por su activismo para echarle porras al presidente. Y ni qué decir de la alcaldesa Abelina López Rodríguez que en sus primeras declaraciones tras el paso del huracán salió a justificar los actos de rapiña.

El círculo vicioso actual es continuar con la centralización y la militarización de la respuesta ante la emergencia. Pretender que sea solamente el gobierno, vía el Ejército, el encargado inmediato de repartir despensas para sacar bonos políticos al hacer creer a los acapulqueños que deben estar agradecidos con López Obrador por las migajas que reciben será una catapulta para aventar trabajadores a manos del crimen organizado que sabemos amenaza desde hace décadas la seguridad en el estado.

Debe haber una atención coordinada de la emergencia a la que se le sume la elaboración de un plan de reconstrucción. Este tiene que comenzar por rehacer el sistema de agua potable; reconstruir el abasto de energía capaz de soportar futuros huracanes; la reestructura de calles y puentes y la elaboración de un plan de trabajos temporales. Solo así se evitará que Acapulco se pierda.

Este plan lo deben conocer los empresarios, los hoteleros y los habitantes de Acapulco para que cuando reciban recursos de los seguros, quienes estaban asegurados, decidan invertirlo de nuevo en el puerto. Si no hay un plan concreto y solamente nos quedamos con el “sueño” de López Obrador de que para Navidad ya esté de nuevo de pie Acapulco solo por mandato presidencial, este dinero se va a ir a otra parte.

¿Por qué va a decidir un empresario hotelero o restaurantero reinvertir en rehacer su negocio en el que no tendrá clientes en el futuro cercano pero apenas pretenda reabrir le caerá el crimen organizado a pedir derecho de piso?

Acapulco requiere atención y plan de reconstrucción para renacer en un mejor centro turístico a partir de esta tragedia. ¿Aprovechará López Obrador la oportunidad que esta crisis le brinda o la desperdiciará dejándose guiar por sus complejos y rencores?

Apostilla: La noticia, primero cierta y después enmendada, de que serían el Ejército y la Marina los únicos autorizados para repartir las despensas en Acapulco, demostró como ha bajado la aceptación de ambas instituciones ante un gobierno que les ha encomendado de todo. Cuando la instrucción es hacer algo para lo que sí están entrenados – la atención ante desastres naturales – el rechazo hacia ambas instituciones no se hizo esperar. Otis devastó Acapulco. AMLO ha logrado devastar la credibilidad y el respeto hacia el Ejército y la Marina.

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¿Cuándo acaba la responsabilidad de un exgobernante y cuándo comienza la del entrante? Estas dos preguntas no tienen respuesta clara actualmente. López Obrador asumió la presidencia hace ya más de cinco años y sigue culpando al pasado por los errores del presente. Si bien no es sensato pretender un cambio de la noche a la mañana, menos aún con décadas de abusos, ¿qué de todas las promesas de López Obrador podemos considerar que fueron mentiras a más de un lustro de su presidencia?

La primera y más grande mentira es la de regresar al Ejército a sus cuarteles. La no a la militarización a la seguridad pública y el retiro de las Fuerzas Armadas de estas tareas. Esto fue una promesa de Andrés Manuel López Obrador cuando candidato. Una vez en la presidencia dio un giro de 180 grados. No solo no retiro al Ejército de estas labores sino que les ha dado aún más encomiendas. La más reciente, el manejo de aeropuertos. Y para que no les falten recursos en esta nueva tarea, el gobierno acaba de dar un manotazo en la mesa con el decreto para reducir la TUA en los aeropuertos propiedad de la iniciativa privada y otro para aumentar la contraprestación de sus concesiones. De un plumazo cambió la forma de calcular el retorno al capital y con ello las contraprestaciones de las concesiones pasaron de representar un 5 por ciento de los ingresos brutos a un 9 por ciento.

Para mantener contento al Ejército y a flote su labor al frente de los aeropuertos, López Obrador se ingenia una nueva competencia desleal y comete dos actos arbitrarios que golpean la credibilidad y el atractivo de invertir en México.

Prometió no militarizar al país, pero mintió. Prometió respetar las inversiones y mintió.

A las grandes mentiras de AMLO le podemos sumar la construcción de la refinería Olmeca. El presidente prometió que el costo de Dos Bocas sería de la friolera cantidad de 8 mil millones de dólares. Digo friolera porque para un país con las necesidades y carencias de México, destinar recursos públicos para refinar combustibles fósiles es un sinsentido, como tantas veces se ha señalado. Pero ahora Pemex acaba de informar a la SEC en EUA que ha recibido 17 mil 700 millones de dólares para Dos Bocas. Así que multipliquemos por dos la friolera cantidad de recursos públicos para este proyecto del gobierno de López Obrador.

Todas estas mentiras vienen a colación ahora que el presidente ha estado repitiendo en sus conferencias mañaneras que es un hombre de palabra y que por ello los trabajadores del Poder Judicial le deben de creer cuando les dice que la cancelación de los fideicomisos no los dañara. Que lo que está haciendo es para acabar con los privilegios de los Ministros de la Corte.

Si de acabar con privilegios se trata, quizás sería mejor que comience por los que tiene en casa, o mejor dicho, en Palacio. Me refiero simplemente a uno: el chef personal que tiene en la nómina de presidencia, Ramón Antonio Torres Morales.

El periodista Alberto Valiente, de Latinus, encontró en Guacamaya Leaks que Torres Morales se encuentra dentro de la estructura de la Secretaría Particular de la Presidencia con un sueldo de 62 mil pesos mensuales.

Todas estas mentiras nos afectan como país. Implican un despilfarro de recursos en un gobierno que se dice austero y nos dejan con los enormes problemas que venimos cargando desde el pasado sin resolver. El golpe para México es por partida doble.

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Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia con 30 millones de votos en el 2018. En la elección del 2024 habrá un segmento de la población que representa 15 millones de votos. Con que las candidatas busquen la forma de motivar a este grupo poblacional, ya tendrán la mitad de la chamba hecha.

Son votos que valen oro. Quince millones. Me refiero a los jóvenes de entre 18 y 24 años, los que nacieron entre el 2001 y el 2006, y que además podrán votar por primera vez en el 2024. La palabra clave aquí es PODRÁN. Por qué el gran reto con los jóvenes es sacarlos a votar.

En 2018 votó menos de 5 de cada 10 personas entre los 18 y 24 años. Es un abstencionismo muy elevado, sobre todo si tomamos en cuenta que quienes tenían 18 años en esos comicios, los primo-votantes, salió a votar más que los de 19-24 años. Votó el 63.4 por ciento de los jóvenes de 18 años, muy probablemente ilusionados por estrenar su credencial del INE. Pero a partir de los 19 años, el abstencionismo comienza a crecer. Así, en 2018 más de 13 millones de personas entre los 19 y 29 años se abstuvo de votar, con todo y que había un candidato joven: Ricardo Anaya.

Según el Registro Federal de Electores, hay 11 millones 355 mil personas de entre 20 y 24 años; 2 millones 136 mil de 19 años y un millón 717 mil que tienen 18 o tendrán para la fecha de las votaciones. Estos datos son aproximados y quedarán definidos con mayor claridad en febrero próximo por el INE cuando se tenga la Lista Nominal definitiva. Lo más interesante es que el resultado de la elección del 2024 va a impactar precisamente a esta generación, la conocida como Generación Z, más que a otras. De lo que ocurra en las próximas votaciones ellos son los que más van a sentir y vivir los resultados precisamente por la edad que tienen.

¿Qué propuestas tendrán Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum para estos jóvenes? ¿Cómo los van a motivar para salir a votar el 2 de junio del 2024? ¿Qué se le puede decir a una generación que, sin haber conocido al PRI ni el régimen de un solo partido, han vivido más bien circunstancias sociales muy lamentables por la guerra en contra del narco que arrancó Felipe Calderón? ¿Cómo motivarlos a votar si los tres presidentes que han gobernado México desde que tienen conciencia han fallado en la principal responsabilidad del Estado que es lograr seguridad para sus ciudadanos al recibir el monopolio del uso de la fuerza?

Hasta ahora la actividad de los jóvenes es intensa en redes sociales y en especial es para quejarse. Pero ¿cómo entusiasmarlos para votar? ¿qué propuestas pueden ser atractivas para ellos? ¿La posibilidad de votar a una mujer a la presidencia por primera vez jugará como incentivo?

En 2018 los jóvenes votaron más por Andrés Manuel López Obrador que por el candidato que más se les acercaba en edad, Ricardo Anaya. ¿Qué pensarán hoy esos jóvenes que le dieron su voto? Apenas hace dos fines de semana estuvo AMLO en el Edo Mex presumiendo sus acciones en favor de los jóvenes. Habló del dinero que reciben de parte del gobierno a través del programa Jóvenes Construyendo el Futuro: “En los cinco sexenios anteriores, 30 años, el gobierno invirtió 7 mil millones de pesos [en los jóvenes]. En 5 años que llevamos nosotros la inversión sólo de este programa de Jóvenes Construyendo el Futuro es de 100 mil millones de pesos”. ¿Será dinero la clave para ganar este voto?

Entrevisté para mi podcast al periodista Ernesto Nuñez sobre este voto joven a partir de un texto que escribió al respecto en Animal Político y me aseguró algo: convertir a los jóvenes en una clientela electoral va a fallar. Los jóvenes quieren oportunidades y seguridad, no dádivas.

Quien tenga las mejores propuestas para generar oportunidades y mejorar la seguridad puede atraer a estos 15 millones de votantes, que valen oro. Xóchitl y Claudia tienen que entender como hablarles a estos votantes.

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Hamás le dio un enorme regalo a Vladimir Putin el sábado en la mañana. Con su ataque sorpresa a Israel, el primer beneficiado de la nueva guerra es Rusia al lograr quitarle reflectores al conflicto en Ucrania. A partir de ahora, necesariamente habrá una división en los recursos de occidente para ambos conflictos.

Además de Putin, hay que apuntar entre los ganadores de esta guerra a Irán que logró dejar ver a Israel, su archi enemigo al que considera la mayor amenaza, vulnerable.

Por lo demás, este nuevo conflicto implica muchos perdedores.

El primero en la lista es Israel porque sufrió un ataque en su territorio y en contra de civiles. Ni siquiera en la Guerra de Yom Kipur hace exactamente cincuenta años se dio un ataque como el actual. Primero que nada porque en esa ocasión fueron dos países, Siria y Egipto, los que decidieron atacar a Israel por sorpresa. Ahora fue Hamás, un grupo terrorista, el que sorprendió pero en un ataque contra civiles. No es ejército contra ejército y eso cambia toda la ecuación. La enviada para monitorear el antisemitismo en EUA, Deborah Lipstadt, calificó lo ocurrido como el peor ataque en contra de los judíos desde el holocausto.

Además sus aparatos de inteligencia y el ejército Israelí ahora mostraron que son vulnerables. El Domo de Hierro que era percibido como el gran protector de los israelíes simplemente falló. Esa es una enorme pérdida. Ha pegado en el orgullo de Israel. Y por ello, también hay que anotar entre los perdedores de esta guerra a los Palestinos en general y a los habitantes de Gaza en particular.

Desde el lunes el ejército israelí arrancó una ofensiva que será muy dura para los poco más de 2 millones de habitantes que viven ya de por si en una situación precaria. El General israelí, Dan Goldfuss, dijo que el ejército está ya en modo de ofensiva para cambiar la realidad dentro de Gaza y prevenir que una situación similar, una masacre como la del sábado, pueda volver a ocurrir. Eso no puede más que significar muy malas noticias para los habitantes de la zona. El terrorismo de Hamás va a generar afectaciones para el pueblo palestino. Hasta ahora la ofensiva ha sido por aire, pero la advertencia es que llegarán tropas israelíes por tierra pronto. Los reservistas ya han sido llamados.

Especialistas como Neri Zilber, asesor político del Israel Policy Forum, han dicho que lo que sigue para Israel es retomar la Franja de Gaza, cuyo control tiene Hamás desde el 2007. Ese pequeño pedazo de tierra no lo va a dejar Israel igual que antes. El gobierno de Netanyahu lo va a arrebatar, sin duda. El pueblo Palestino quedará únicamente con Cisjordania para pelear por un territorio propio.

Lamentablemente la paz en Medio Oriente se ve más lejana a partir del sábado. El acuerdo que trabajaban Israel y Arabia Saudita para que éste segundo reconociera a Israel quedó sepultado con los ataques de Hamas.

A ello hay que sumar el alza en los discursos y actos de odio en el mundo entero. Hemos visto tanto expresiones de islamofobia como de antisemitismo en distintos rincones, y todo ello con redes sociales que alimentan el fuego de las divisiones de forma preocupante.

Hay además algunas preguntas que en este momento están en el aire. Las respuestas a éstas definirán la duración y alcance de la guerra: ¿Va a abrir un tercer frente Hezbollah desde Líbano? ¿Qué va a hacer China? Entre los rehenes hay una mujer china-israelí. ¿Va a presionar el gobierno de Xi-Jinpin a Hamas para la liberación de estos secuestrados? ¿Va a influir en Irán para que Hezbolla no entre en este conflicto?

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Mi colega León Krauze publicó un twitt en el que afirmó que cuando se escriba la historia del actual gobierno, la manera como los medios han cubierto las Mañaneras merecerá un capítulo importante. Y puso como ejemplo como el lunes, después de que López Obrador declaró haber cumplido prácticamente todos sus compromisos al quedarle ya menos de un año en Palacio Nacional, los medios publicaron la declaración de inmediato sin ningún proceso de verificación.

Aunque la Mañanera no es vista masivamente, datos de SPIN de Luis Estrada muestran que la vieron 118 mil personas al día el mes pasado, la falta de verificación y la reproducción que los medios masivos de comunicación le han dado ha permitido al presidente establecer una narrativa. Lo que dice el presidente en su conferencia diaria se replica sin hacer una verificación de datos. Coincido con mi colega León en el lamentable papel que hemos hecho por contrastar los dichos y los hechos los medios de comunicación.

El truco del presidente está en cómo presenta los datos que da en sus conferencias. En la citada Mañanera, López Obrador dijo que ha cumplido con 99 de los 100 compromisos que hizo al arranque del sexenio. Que solamente le falta un compromiso por cumplir, que es esclarecer lo ocurrido en el Caso Ayotzinapa. “Yo hice 100 compromisos y solamente me queda uno [por cumplir] que es ese” [Ayotzinapa].

El presidente dijo que en la última encuesta de ingresos-gastos del INEGI se demostró que del 2018 al 2022, a pesar de la pandemia, se redujo la pobreza y la desigualdad en México “y eso me tiene muy contento”.

Si nos apegamos a lo que dio a conocer el INEGI, el presidente tiene razón. La pobreza disminuyó 5.6 por ciento, lo que es bastante. Pero la realidad es que los datos de reducción de la pobreza no son tan optimistas. Los académicos del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, Fernando Cortés, Héctor Nájera y Servando Valdés escribieron un texto en Nexos en el que dan a conocer que en los datos publicados en 2023 sobre la pobreza no se utilizó el Método Estadístico de Continuidad que es el que permite una comparación consistente de la pobreza. De haberse utilizado este método, como se hacía hasta el 2023, la reducción de la pobreza habría sido de tan solo 0.1 por ciento, prácticamente insignificante con todo y el dineral que han sido los programas sociales.

También habló el presidente de que en su gobierno no ha habido un aumento en el precio de los combustibles: “No ha aumentado el precio de las gasolinas, del diésel, del gas, de la luz, incluso ha disminuido en algunos casos”.

La realidad es que en el gobierno de López Obrador no ha habido un aumento significativo en los precios de los energéticos por los estímulos fiscales que han costado al erario alrededor de 400 mil millones de pesos. Algo que quiso evitar AMLO a toda costa es el gasolinazo del sexenio de Enrique Peña Nieto que fue una de las principales razones por las que perdió el PRI la presidencia. Eso nos ha costado a los mexicanos un dineral. Una evaluación balanceada sobre el tema debe de tomar en cuenta esa cantidad de recursos que el erario ha dejado de recibir por el subsidio a las gasolinas. Pero claro que esos otros datos no los menciona el presidente.

Dijo en es esta misma conferencia que el Tren Maya es la obra más grande que se está construyendo en el mundo en estos momentos. Una consulta rápida en internet muestra muchísimas obras más grandes en el mundo, empezando por el Proyecto de Transferencia de Agua Sur-Norte de China, con un costo estimado de 62 mil millones de dólares. Aquí habría que entender a qué se refiere AMLO cuando habla de grande ¿costo? ¿extensión? ¿impacto? ¡Quién sabe!

Los datos que da el presidente en la Mañanera le ayudan a su narrativa y explican parte de su popularidad. Es verdad que hace falta un ejercicio riguroso de los medios para darles el contexto y la dimensión adecuada. Queda todavía un año de gobierno – y de conferencias – para hacerlo.

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Esta es una duda que he escuchado mucho últimamente. ¿Puede ganar Xóchitl? Ella, la candidata, dice que es más fácil el camino de su escaño actual en el Senado a Palacio Nacional que el de Tepatepec, Hidalgo, al Senado.

El entusiasmo que generó su incursión en la contienda presidencial ha sido notable. Tanto que el presidente López Obrador ha emprendido una campaña feroz en su contra que ha sido complementada por otros dardos de Morena y sus simpatizantes. Desde la exigencia de demoler su casa; las acusaciones sin prueba alguna de que es la candidata de la oligarquía y de los que quieren el regreso al pasado; y ahora el intentar equipararla a la Ministra Yasmín Esquivel con el tema del plagio de la tesis de licenciatura.

No conozco cómo fue el camino de Tepatepec al Senado pero veo que el del Senado a la presidencia será complicado, más no imposible. La probabilidad de un triunfo de Xóchitl Gálvez depende de varios factores. En primer lugar, sabemos que una campaña exitosa requiere de dinero…mucho dinero. Xóchitl dice que ella quiere hacer una campaña orgánica. No quiere pagar dinerales en tapizar calles y bardas con espectaculares como lo ha hecho Claudia Sheinbaum. Prefiere que sean los ciudadanos los que lleven sus carteles de cartón con la X y de que sea su entusiasmo el que los invite a aportar a su campaña.

Aquí hay un gran problema para Xóchitl. El sistema electoral mexicano no está hecho para que sea el dinero de los ciudadanos el que financie una campaña electoral. En Estados Unidos lo logró Barack Obama porque el sistema político norteamericano fue ideado para que predominen las aportaciones ciudadanas sobre las públicas. En México se decidió por el esquema contrario. Con el objetivo de evitar que, a través de dinero de los privados, se impusieran agendas particulares o de que recursos del crimen organizado compraran a funcionarios, optamos por la prevalencia de recursos públicos para financiar campañas. Esto nos cuesta un dineral a los mexicanos. Si fue la decisión correcta o no y si esto ha evitado que se compren intereses y que el narco controle a políticos, es otra historia.

Por lo pronto el conjunto de las aportaciones de simpatizantes y de los candidatos a sus propias campañas no podrán rebasar el 0.5 por ciento del tope de gasto de la elección presidencial anterior. Para la elección del 2024 esto se traduce en que en lo personal ninguna persona podrá aportar a ninguna campaña más de 2.15 millones de pesos, pero las aportaciones concluyen cuando se llega al 10 por ciento del tope de gasto de la elección presidencial anterior, en este caso la de, 2018. La cifra tope es de poco menos de 43 millones de pesos por partido.

Esa cifra es un monto global y cada partido deberá determinar los montos mínimos y máximos de cuotas de militantes y de aportaciones personales de precandidatos y candidatos a sus precampañas y campañas. En otras palabras, los límites deben ajustarse a cada candidatura – la presidencial; las gubernaturas y otras elecciones locales y las distritales.

Ahora comparemos estos 43 millones de pesos con las prerrogativas que tendrán los partidos para las elecciones del 2024: son 10 mil 400 millones de pesos.

Es claro que el régimen del financiamiento privado en vigor no permite sino complementar el financiamiento público, dado que es muy limitado. Por más que Xóchitl entusiasme, lo que le puedan aportar los ciudadanos será, si llega al máximo, una cantidad que no se puede comparar con la que tienen los partidos como sus prerrogativas ni con lo que contará la campaña de enfrente, la de Sheinbaum, que utilizará todos los recursos al alcance del Estado federal y de las 22 gubernaturas que actualmente tienen para evitar que Morena pierda el poder.

Ya vimos el Paquete Presupuestal del año próximo. Que no quepa duda. López Obrador podrá ser un líder que comunique bien con una parte importante del electorado, pero sabe que eso no es suficiente y por ello además quiere comprar votos mediante programas sociales.

Por ello, en segundo lugar Xóchitl va a necesitar de los partidos políticos del Frente. De que PRI, PRD y el PAN, le quieran otorgar una buena tajada de los 4 mil 500 millones de su presupuesto para la elección y de que utilicen sus maquinarias para apoyar a la candidata. Hasta ahora no queda claro qué tanto quieren apoyarla. ¿Le van a dar un bloque importante de las prerrogativas que tienen?

La respuesta a esta pregunta es crucial para responder qué tan factible es un triunfo de Xóchitl. Además de dinero hay otros factores en juego para analizar la probabilidad de que triunfe en el 2024. Será un tema que abordaré en futuras entregas.

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