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Cuando el presidente López Obrador decidió cerrarle las puertas de Palacio Nacional a Xóchitl Gálvez, la hoy precandidata presidencial dijo que ya no buscaría ser Jefa de Gobierno de la CDMX sino presidenta de México.

La frescura con la que anunció su candidatura; la forma de responderle a López Obrador sin enojarse, pero sin doblarse, dejaron ver que el 2024 no estaba definido. Que en Xóchitl, la oposición tenía la posibilidad de arrebatar la silla presidencial.

Hoy el escenario ha cambiado. El entusiasmo que generó Xóchitl se ha tornado en preocupación y hasta derrotismo. Surgen preguntas sobre su equipo y sobre el papel de los partidos en su estructura que llevan a la certeza de que este arroz ya se coció…en favor de Claudia Sheinbaum.

¿Por qué se desinfló el entusiasmo hacia Xóchitl? Ella no ha cambiado. Sigue siendo la mujer que cuenta su historia sobre su camino de Tepatepec al Senado, pasando por la Alcaldía Miguel Hidalgo. Habla de sus orígenes humildes y como los superó a través de estudio y del trabajo.

Sin duda, ha cometido errores. Desde la felicitación efusiva al ultraderechista Milei en Argentina, la parálisis cuando falló el teleprompter – inexplicable para alguien a quien hemos escuchado hacer uso de la palabra en tribuna múltiples veces y sin guion -, el lapsus provocado probablemente por el subconsciente de atacar a Alito Moreno y hasta el innecesario cambio de nombre de la coalición que representa. De Va por México se modificó primero a Frente Amplio Opositor. Y cuando finalmente nos lo aprendimos, decidió que ahora encabeza Fuerza y Corazón por México, un nombre que parece más el título de una telenovela.

También ha tenido aciertos. Saber reponerse de la caída de la silla en el informe de la alcaldesa Lía Limón al decir que esa silla le quedó chica, pero que va por la grande, por ejemplo, resulta una bocanada de aire fresco en un escenario político tan cargado como en el que nos encontramos. Su constante discurso por la unidad de México también abona ante años de polarización y de división.

Sin duda el balance que debe lograr Xóchitl es complicado. Tiene que hacer un acto de malabarismo entre las ambiciones de los dirigentes de los partidos de la coalición y las exigencias de los ciudadanos que ya no están dispuestos a dar cheques en blanco simplemente para sacar a los mentirosos y/o ineptos del poder. Es más fácil no votar que votar con las narices tapadas. Por ello el reto para Xóchitl es monumental. Debe entusiasmar a los agraviados, decepcionados y a los que nunca comulgaron con López Obrador y su movimiento.

Los números sí mienten. Lo hacen cada vez más. Por ello es fácil poner en duda encuestas como Demotecnia, que tienen a Claudia con casi 60 puntos de ventaja. Pero la tendencia es clara. En este momento Xóchitl no está acortando la distancia con Claudia. Y ahora debe evitar que los indecisos la abandonen y prefieran la opción fosfo fosfo de Samuel García.

La campaña está en problemas y eso preocupa porque Xóchitl no tiene tiempo que perder. A veces parece que la decepción con la candidata describe más a los ciudadanos que a ella, pero eso no importa. Las percepciones se vuelven realidad muy fácil. Xóchitl y su equipo deben encontrar la narrativa ganadora 2.0. La que sigue a su historia personal. Y olvidar a López Obrador. Él no estará en la boleta. Va a estar Claudia. Por lo pronto, es muy temprano cantar victorias o derrotas. El juego apenas arrancó y con ello la posibilidad de que Xóchitl se dé a conocer más allá del círculo rojo.

Columna completa en El Universal

Si Trump hubiese imaginado un buen escenario para el arranque de las campañas en las que él busca reelegirse, no habría ideado lo que está ocurriendo. Es algo demasiado bueno como para creerlo cierto. Y es un regalazo que le están haciendo los demócratas.

Iowa, aun cuando es el primer estado en elegir delegados del partido demócrata, es realmente insignificante en términos numéricos para definir la candidatura. Sólo aporta 41 de los mil 991 delegados que se requiere para ser el o la candidat@ del partido. En el estado solo pueden votar 250 mil personas de los 250 millones de ciudadanos estadounidenses que pueden participar en la elección general. Sin embargo, los contendientes pasan meses antes del caucus invirtiendo tiempo y grandes sumas de dinero porque saben que Iowa significa momentum. Quien gana Iowa logra la tracción para seguir recabando fondos y simpatizantes.

Pete Buttigieg invirtió 10.5 millones de dólares en Iowa; Bernie Sanders 10.8 millones; Biden 4.2 millones; el millonario Tom Steyer, 16.3 millones; Elizabeth Warren 6.3. Esto sin contar el dineral de los Super Pacs, que se estima invirtieron más de 14 millones de dólares tan solo en anuncios.

Además está el tiempo invertido. A Iowa viajaron todos los candidatos para entrevistarse cara a cara con los ciudadanos en múltiples eventos, chicos y grandes, en los que se tomaron selfies y respondieron las preguntas de los ciudadanos del estado que se enorgullece de ser muy activo políticamente. Este dineral en anuncios y campañas; este tiempo invertido logró, por el caos del caucus, que el momentum se lo llevara ¡Trump!

¡Vaya regalazo para el presidente!

Un problema con una aplicación que se quiso estrenar en este caucus generó el relajo en el conteo de votos que culminó con Buttigieg y Sanders declarando victoria y Biden reclamando el mal manejo de los resultados. Por un momento durante la noche del lunes parecía que estabamos ante los resultados de una elección en una democracia bananera, no en Estados Unidos. Buttigieg y Sanders, ambos, se declararon ganadores. ¿Cuándo habíamos visto eso en una elección estadounidense?

Trump, evidentemente se fue a su cuenta de twitter para burlarse de los demócratas: “El caucus demócrata es un tremendo desastre. Al igual que su manejo del país, nada funciona. Recuerdan el sitio web de Obamacare que costó 5 mil millones de dólares cuando debería haber costado el 2% de esa cantidad. La única persona que puede reclamar una gran victoria en Iowa es “Trump”. Así, en tercera persona.

Ya se sabe que el presidente de EUA se crece cuando hay caos. Y entre el juicio político que culminará hoy con su exoneración y el desastre de Iowa que terminó sin poder dar resultados claros para los demócratas, Trump sabe que va en caballo de hacienda rumbo a su reelección.

A ello hay que agregar la popularidad de Trump: de acuerdo con la más reciente encuesta de Gallup, es de 49 por ciento, el nivel más alto desde que llegó a La Casa Blanca. Y entre los republicanos su apoyo es del 94 por ciento. Casi total.

Así que, en las últimas horas, entre el desastre de Iowa y estos números de Trump, el presidente no ha dejado de presumir que el partido demócrata está dividido mientras el republicano está más unido que nunca.

 

Columna completa en El Universal

Rindiendo protesta como candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador declaró que “con terquedad, con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada, voy a acabar con la corrupción.”

 

Antes, en entrevista con El Universal, AMLO tocó este tema, el de la corrupción, que es uno de los más sensibles y que más lastiman el desarrollo de México, para decir que, con voluntad, él iba a acabar con la corrupción.

 

Y, sin embargo, tenemos sus listas de candidatos plurinominales. Para llorar, no para acabar con la corrupción.

 

AMLO, el tres veces candidato a la presidencia, es sin duda terco. Pero su terquedad no parece estar dirigida en acabar con la corrupción. Más bien parece estar enfocada en hacer todo lo posible por quedarse con el segundo lugar en la elección presidencial. Como le ocurrió en el 2006 y de nuevo en el 2012.

 

¿Qué otra explicación hay para sus alianzas y absoluciones? Primero decidió decirle que no al PRD, su natural aliado, para abrazar al PES. Después ha sumado a personajes ya muy mencionados por ser tan cuestionados a su campaña. Caso emblemático, Elba Esther Gordillo, la villana de villanas en la política mexicana. Y ahora está la lista de SUS plurinominales.

 

SUS en mayúscula porque, a diferencia de lo que ocurre en otras campañas, en la de AMLO no hay mayor imposición que su voluntad. Si Napoleón Gómez Urrutia está en la lista de plurinominales de Morena es porque así lo decidió, y negoció, él y nadie más que él.

 

¿A cambio de qué es que a AMLO le conviene que regrese a México por la puerta del fuero Napoleón Gómez Urrutia? Es como si Lula da Silva decidiera en su campaña presidencial declarar que, de ganar, le otorgaría perdón presidencial a Marcelo Odebrecht, el rostro de la corrupción en Brasil.

 

Columna completa en El Universal