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CARAVANA

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La Caravana Migrante lleva cruzando de Centroamérica a Estados Unidos desde hace quince años y, sin embargo, es hasta ahora que ha cobrado notoriedad. Coincide que en Estados Unidos habrá elecciones intermedias y que en ellas se anticipa pierdan los republicanos la mayoría de la Cámara de Representantes. Los aventurados dicen que los demócratas podrían incluso recuperar el Senado.

Y si algo detesta Trump, es perder. Así sea en una contienda intermedia difícil de ganar si tomamos en cuenta que en los últimos 150 años solamente ha ganado el partido del presidente las dos cámaras en dos elecciones (1934 y 2002).

Por ello Trump ha puesto a la Caravana Migrante como la mejor bandera para encender a los electores con la esperanza de que voten por los republicanos y no por los demócratas. Y en medio de este juego político, Trump ha colocado a México.

A través de twitter salió a decir que México no hace nada por frenar la Caravana y de ahí procedió a advertir que mandará al ejército a la frontera; a dar por terminada la ayuda internacional que Estados Unidos envía a Centroamérica y, en el extremo, ha vuelto a amenazar con dar por terminado el recién renegociado TLCAN, cuando ni siquiera ha sido firmado.

Al margen vale la pena anotar que la ayuda que Estados Unidos le envía a Centroamérica es una verdadera risa. El Salvador va a recibir en el 2018 $20 millones de dólares; Guatemala $53 millones y Honduras $15 millones, que por cierto llaman la atención dado que en 2017 recibió $175 millones. Solo para comparar, Iraq recibirá este año $467 millones de dólares que son una reducción después de haber recibido $3.5 mil millones de dólares en el 2017 y $5.3 mil millones en el 2016.

Pero dejando ese tema de lado, México vuelve a ser el saco de boxeo predilecto para golpearnos y ganar las simpatías de los electores estadounidenses. Con cualquier otro país la respuesta indignada de México sería sencilla y en automático. Con nuestro principal socio comercial y vecino, nos coloca en un complicado dilema: ¿Le hacemos el trabajo a Trump para evitar que el bully se enoje, con los enormes costos económicos que eso implicaría para el país si es que cumple su amenaza de cerrar la frontera y salirse del TLCAN, o nos comportamos como un país humanitario en el trato a los migrantes?

Para complicar un asunto de ya enredado, estamos a 37 días del cambio de gobierno en México con un presidente electo que actúa como si ya trajera puesta la banda presidencial. El próximo Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha dicho que no se usara la fuerza del estado para frenar el paso de los migrantes. Dicho sea de paso, éstos migrantes que buscan refugio en Estados Unidos, ni son criminales ni están infiltrados por terroristas de Medio Oriente, como ha declarado Trump y su Vicepresidente, Mike Pence, sin mostrar una sola prueba de ello.

 

Columna completa en El Universal

Alfonso Navarrete Prida arrancó con el pie derecho su encargo como Secretario de Gobernación al negociar con Javier Corral la crisis económica y política de Chihuahua. México, por el contrario, perdió porque una vez más fueron acuerdos políticos en lo oscurito los que resuelven una crisis en la que en medio queda la duda de qué pasará con la investigación sobre la triangulación de recursos de Hacienda a las campañas políticas del PRI.

Recordemos que el caso Chihuahua se complicó cuando Gustavo Madero, Coordinador de Gabinete de Javier Corral, le pide a su amigo José Antonio González Anaya, Secretario de Hacienda, conocer por qué Chihuahua no había recibido los 900 millones de pesos que la federación se había comprometido a depositarle.

González Anaya le respondió a Madero: “Hay que platicar” y de ahí surgió la reunión en donde se le aclaró al gobierno de Corral que no se le depositaba ese dinero por insuficiencia presupuestal, pero que también había un problema con la detención del PRIísta Alejandro Gutiérrez, acusado de la triangulación de recursos para las campañas. Eso fue una plática que se entendía se daba entre amigos, pero que generó la crisis que todos vimos con Corral flanqueado por personalidades de la sociedad civil e incluso del mundo del cine exigiendo el pago de lo adeudado y la extradición del ex gobernador Cesar Duarte.

El problema escaló al grado que el precandidato del PRI, José Antonio Meade, entró en escena y se subió al ring al llamar torturador a Corral, refiriéndose al trato que se especula el gobierno de Chihuahua estaba dando a Alejandro Gutiérrez.

Mala estrategia de Meade la de subirse a ese ring ultra PRIísta. Pero eso es otra historia.

El tema pasó de Chihuahua a Hacienda a la campaña de Meade y de ahí a Gobernación. ¿Qué tiene que ver la SEGOB en un conflicto hacendario? Nada, si se tratara solo de eso. Pero como el problema con Corral era mucho más que 900 millones de pesos, entró Navarrete Prida en escena para firmar un documento que reconoce juridicidad a los convenios de Hacienda con los estados, y por ello admite que sí era obligación de la SHCP depositarle los fondos a Chihuahua, a cambio de permitir el traslado de Alejandro Gutiérrez de una prisión estatal al Centro Federal de Readaptación Social No. 8 en Ciudad Juárez.

 

 

Columna completa en El Universal