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Está por cumplir un año en la presidencia Claudia Sheinbaum y si algo ha quedado claro en estos primeros meses es que su gobierno no ha podido gobernar en clave de continuidad, sino de corrección. Ha tenido que enmendar algunos de los errores más costosos de su antecesor y mentor político, Andrés Manuel López Obrador.

Tan solo en estos días se ha visto obligada a actuar en contra de una enorme red de corrupción que nació y creció durante el sexenio pasado: el del contrabando de combustible, mejor conocido como huachicol fiscal.

Y es que aquí no hay manera de voltear para culpar a los villanos favoritos del pasado. La presidenta ya no puede señalar a Calderón; a los neoliberales; a los medios de comunicación… de ser los artífices del huachicol fiscal. Este es un delito incubado y tolerado bajo la administración de López Obrador.

Los señalados como cabezas de este contrabando son Rodolfo y Fernando Farías Laguna. El primero ya está detenido en el Altiplano, el segundo continúa prófugo de la justicia. Ambos son sobrinos del Secretario de la Marina en el sexenio de López Obrador, Rafael Ojeda, quien recibió el control de las aduanas —que antes llevaba la SCT— en 2020, cuando el entonces presidente aseguró que la Marina era incorruptible.

Las denuncias de que los sobrinos del titular de Semar andaban por malos pasos comenzaron desde 2023. El 21 de octubre de 2024 fue asesinada Magaly Janet Nava Ramos, auxiliar de la FGR en Colima, tras haber denunciado la corrupción de los hermanos Farías. Un mes después fue asesinado el contralmirante Fernando Rubén Guerrero, quien había enviado una carta al propio Secretario de la Marina con acusaciones similares.

Así que aquello de que los uniformados son menos corruptos que los civiles comenzó a resquebrajarse bien rápido. Hoy el nuevo titular de la SEMAR, el Almirante Raymundo Morales, junto con la presidenta y el Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, han decidido actuar en contra de este delito que tiene proporciones enormes.

Pemex, que se supone es la empresa consentida del Estado, enfrenta una competencia brutal de este huachicol. Algunas estimaciones de gremios gasolineros ubican el contrabando en 23–30 por ciento del mercado. Es descomunal. AMLO lo dejó pasar. Sheinbaum ha tenido que corregir el pasado.

Pero no solo en materia de corrupción enfrenta este reto. También en economía ha tenido que poner la casa en orden. Esta semana presentó el Paquete Económico del 2026, en el que la primera corrección fue al déficit insostenible heredado de AMLO. El elevado déficit público del año pasado, el más alto en 40 años, dejó al actual gobierno un entorno complicado y con escaso margen de maniobra.

Si bien el Paquete fue bien recibido, el panorama no es sencillo. El entorno internacional y la debilidad estructural del país implican un margen reducido si los ingresos resultan menores a los previstos. Y hay señales que apuntan en esa dirección.

Primero, la expectativa de crecimiento que presenta Hacienda es mucho más optimista que la del consenso. Para 2025, el gobierno prevé 1.1% frente al 0.5% de los analistas. Para 2026, proyecta 2.3% frente al 1.4% del consenso. Segundo, los ingresos petroleros: el Paquete estima un aumento de más del 20% en la producción, un supuesto que raya en el voluntarismo.

La buena noticia es que la presidenta está demostrando que quiere corregir el pasado, en especial en materia de corrupción —donde todavía hay un largo camino por recorrer— y en economía, donde más vale poner los pies sobre la tierra. Corregir los errores heredados no garantiza el éxito de su administración, pero ignorarlos la condenaría al fracaso. Entre la inercia del pasado y las decisiones del presente se juega el verdadero reto de Claudia Sheinbaum.

Columna publicada en El Universal

Tenemos presidenta. Claudia Sheinbaum rindió protesta. Recibió la banda presidencial de Ifigenia Martínez, una mujer que nació en 1930, veintitrés años antes de que las mujeres pudieran votar en México, y que hoy le colocó esa emblemática banda a la primera mujer presidenta.

Sheinbaum, vestida de blanco, arrancó hablando del proceso de desafuero en contra de AMLO. “Hace exactamente 19 años, en este mismo recinto, en un atropello a la libertad, el Jefe de Gobierno de entonces […] pronunció un discurso que cimbró para siempre, la lucha por la democracia.”

Todo ayer fueron símbolos. El vestido blanco, algo positivo por no apuntar hacia Morena, el partido que la postuló a la presidencia. Su arranque alabando a Andrés Manuel López Obrador, tanto en el Congreso como después en el Zócalo, no es de sorprender. Ahora es momento de que Sheinbaum capitalice y se adueñe de la popularidad de AMLO, no de desmarcarse y pelearse.

Llamó la atención mucho de lo que dijo la presidenta… y también mucho de lo que no dijo.

Casi desde el principio de su discurso se quiso ir por asegurar que en materia económica será un gobierno responsable, que respetará la autonomía del Banco de México y en el que promoverá las inversiones. “Tengan la certeza que las inversiones de accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras en nuestro país”, dijo muy pronto en su discurso.

Habló del TMEC, la herramienta más neoliberal de la economía mexicana, como algo positivo que fortalece a los tres países firmantes: México, EUA y Canadá. Qué bueno porque es cierto. Se refirió a la polémica reforma al Poder Judicial como algo democrático simplemente porque se elegirán a jueces y magistrados. Como si la democracia se redujera al acto de votar y como si perder los pesos y contrapesos no fuera un balde de agua fría para ésta.

Me gustó su enfoque hacia la producción de energía con fuentes renovables y menos en ponerle un número irreal a la producción diaria de barriles de petróleo. No me gustó como habló de la inseguridad. No hubo un solo reconocimiento a los miles de mexicanos que han sido asesinados o han desaparecido en el sexenio. Simplemente se abocó Sheinbaum a decir que la militarización de AMLO no es militarización. Y aprovechó para golpear a Calderón, en sintonía con el discurso lopezobradorista.

Me gustó su anunció de que hoy estará en Acapulco. Los líderes se miden por sus reacciones frente a las tragedias humanas. Ya no perderé espacio en la columna para mencionar la reacción de AMLO ante Otis… mejor a ver para adelante y darle el beneficio de la duda a CSP y su visita hoy a los damnificados de John.

No me gustó que, al cierre, el grito antes de ¡Viva México! Fuera ¡Viva la Cuarta Transformación! porque no todos los mexicanos están en favor de esa transformación – 23 millones no votaron por ella – y con esto falla a su promesa de que gobernará para todos.

El discurso fue de continuidad y de alabanza a AMLO. Por ahora, él sigue siendo la figura principal. El dueño del movimiento. Tiempo al tiempo.

Apostilla: La cita de lo que dijo AMLO en el proceso del desafuero que Sheinbaum eligió ayer en su discurso fue “ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta, que a ustedes y a mí, nos juzgue la historia”. Y sí, hoy aún sigue faltando que la historia juzgue a AMLO, que ya cerró su sexenio, y a Sheinbaum, que está por arrancarlo.

Columna publicada en El Universal