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El anuncio del Premio Nobel de la Paz 2025 para María Corina Machado representa mucho más que un reconocimiento personal: es un recordatorio internacional de que la crisis venezolana sigue encendida y que la causa democrática debe de atenderse con urgencia.

El Comité Noruego del Nobel la premió “por su incansable labor promoviendo los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”. Justa y pacífica son dos palabras clave en el comunicado del Comité. Lo son porque he visto a algunos cuestionar el Nobel a Machado diciendo que ella pide la intervención de EUA y promueve un golpe de Estado, lo cual es absolutamente falso.

Que una figura de la oposición venezolana —obligada al silencio, a la clandestinidad, marginada electoralmente— reciba tal premio es una bofetada simbólica al régimen de Nicolás Maduro y una señal clara para todos los autócratas del continente: el mundo los está observando.

Pero lo que me ha llamado mucho la atención es la reacción de la presidenta Claudia Sheinbaum. Con su escueta respuesta de “sin comentarios” al preguntársele sobre el reconocimiento a Machado en la mañanera se colocó del lado del régimen dictatorial, no del lado de la democracia. Ese sin comentarios no es neutralidad.

¿Por qué esa postura? ¿Qué pacto silencioso podría haber entre la 4T y Maduro?

El silencio diplomático que guarda México no es nuevo en la era de la 4T. México ha preferido mantener una política exterior que proyecte autonomía y rechazo a intervencionismos, pero a contentillo. Esa lógica de “no intervención” se vuelve sospechosa cuando la indiferencia ante crímenes contra la democracia se convierte en apoyos tácitos.

El argumento de la “autodeterminación de los pueblos” suena airoso e importante, hasta que choca con la realidad. ¿Por qué opina, interviene o apoya el actual gobierno mexicano en Bolivia, Ecuador o Perú con acentos críticos, pero guarda silencio respecto al deterioro democrático en Venezuela? Esa doble vara revela parcialidad. No hay autodeterminación verdadera si la región vive bajo gobiernos que actúan como arietes políticos entre sí.

Lo que se filtra entre líneas es la posibilidad de que la 4T tenga un arreglo —o al menos simpatía— con el régimen chavista, hoy madurista. Simpatía que se ahonda cuando anuncia la presidenta que no acudirá a la Cumbre de las Américas en diciembre porque no están invitados ni Maduro, ni Diaz Canel (Cuba), ni Ortega (Nicaragua).

¿Por qué ha decidido Sheinbaum seguir por la ruta de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, en cuanto al régimen de Venezuela se trata? Ha optado por colaborar diplomáticamente, abstenerse de críticas contundentes, mantener canales abiertos sin cuestionamiento sobre la opresión a la oposición. Ella, que como opositora tanto peleó por jugar el juego democrático para llegar al poder ahora responde un “sin comentarios” que la hermana con el dictador Nicolás Maduro.

El Nobel a María Corina Machado no ha sido gratis. En su lucha ha sido acosada, vetada, criminalizada. Fue descalificada para competir en 2024, obligada al exilio interno, privada de espacio mediático y sometida a persecución constante. Pero el Nobel le da un altavoz universal, una defensa política colectiva. Ese altavoz es una victoria simbólica contra la censura.

El silencio mexicano, en cambio, es una derrota moral. Porque reconocer, o no, un Premio Nobel no es solo un acto diplomático, es una postura ante la historia.

María Corina Machado recibió el Nobel en nombre del pueblo venezolano: “este es un logro colectivo, no algo que merezco solo yo”. Pero mientras ella alza la voz, el gobierno mexicano prefiere apoyar con un “sin comentarios” a Nicolás Maduro.

La neutralidad frente a la dictadura también es complicidad.

Columna publicada en El Universal

Dicen que hay dos cosas imposibles de ocultar: el amor y el dinero. En Estados Unidos, el ruido de la familia Trump es ensordecedor. Esta semana, David D. Kirkpatrick, de The New Yorker, calculó que desde su regreso a la Casa Blanca los Trump han generado alrededor de 3 mil 400 millones de dólares en ganancias ligadas a la presidencia. ¿Cómo lo hicieron y por qué no es un escándalo?

Antes de 2016, la Organización Trump vendía sobre todo el uso de su nombre. En su primera presidencia prometieron no abrir “nuevos negocios” que implicaran conflictos de interés. La segunda llegada a Washington cambió el guion. Con deudas legales, menos ingresos por licencias y urgencia de liquidez, el clan convirtió cada activo y cada evento en caja registradora.

Mar-a-Lago se volvió la “Casa Blanca de fin de semana”: elevó cuotas de inscripción hasta el millón de dólares y capitalizó mítines, cenas y reuniones con donantes. Las campañas y comités han gastado millones en hoteles y campos de golf del propio Trump, y además operan una tienda de mercancía política. Fuera del país, los acuerdos de licencias en el Golfo Pérsico —impensables sin la presidencia— rebasan los cien millones.

El capítulo más lucrativo es en cripto. World Liberty Financial, el vehículo familiar, atrajo inversiones de alto perfil —incluido el magnate chino Justin Sun y capital emiratí— y lanzó un token de “gobernanza” y un stable coin que se benefician del aura presidencial. A eso se suman el memecoin $TRUMP (y su versión $MELANIA), que han dejado ganancias de cientos de millones.

¿Por qué no estalla como escándalo nacional? Primero, porque en la cultura política estadounidense el éxito económico se ve con admiración. Segundo, porque, hasta ahora, no hay acusaciones firmes de desvío directo de recursos públicos: hay explotación al límite de vacíos éticos y legales. Y tercero, porque el sistema de contrapesos ha normalizado la mezcla entre política, negocio y espectáculo: si se eleva la cuota de Mar-a-Lago o se vende una gorra con la firma presidencial, buena parte del país lo ve como parte del show.

En México la música suena distinta. Aquí, mientras se sataniza el éxito privado desde el discurso, se tolera la ostentación en círculos oficiales: Andy López Beltrán admitió vacaciones en Japón y alegó espionaje; Mario Delgado fue fotografiado en Portugal y dijo que pagó con sus recursos; y Ricardo Monreal defendió su peregrinación por España. Al mismo tiempo, el directivo aduanero Alex Tonatiuh Márquez fue exhibido por relojes de alta gama y por la compra de un penthouse en Polanco no visible en su declaración patrimonial; y la dupla de Sergio Gutiérrez Luna y la diputada del PT Diana Karina Barreras presume bolsas y joyas de lujo. Luisa María Alcalde pidió a sus dirigentes no exhibir opulencia. El punto no es prohibir vacaciones ni consumo, sino la incongruencia con el discurso de sobriedad que el propio movimiento convirtió en bandera.

La comparación no absuelve a nadie. En Estados Unidos, la actual presidencia-empresa erosiona la idea republicana. En México, la opacidad patrimonial de servidores públicos destruye la confianza democrática. Lo que distingue a una y otra práctica no es la ética, sino la ruta del dinero: allá, la marca personal convertida en negocio; aquí, el poder público convertido en patrimonio privado.

Lo mínimo exigible, a norte y sur, es trazar líneas claras. Para los Trump: reglas que impidan monetizar la oficina desde el día uno —fideicomisos ciegos reales y prohibiciones efectivas de negocios con gobiernos extranjeros—. Para los nuestros: declaraciones patrimoniales auditables y sanciones ejemplares. El amor quizá siga siendo difícil de esconder; el dinero, por lo menos el público, que vuelva a ser rastreable.

Columna publicada en El Universal

Tenemos que partir de la base de que elecciones no equivale a democracia. Si democracia se redujera al simple hecho de votar tendríamos que decir que Rusia, Hungría, Venezuela, Nicaragua y tantas autocracias son democracias.

La verdadera intención de la elección del próximo domingo la dijo con todas sus letras su principal impulsor. Me refiero al hoy expresidente Andrés Manuel López Obrador cuando reiteró en diversas ocasiones que su legitimidad provenía del respaldo popular obtenido en las urnas, a diferencia de los ministros, jueces y magistrados del Poder Judicial, quienes —según él— carecen de esa legitimidad porque no son elegidos por el pueblo.

Una de las declaraciones más claras sobre este tema la hizo en su Mañanera del 19 de junio de 2024: “Quiero dejar de manifiesto que la gente quiere participar y elegir a jueces, magistrados y ministros. Eso yo creo que está fuera de discusión. La mayoría de los mexicanos quiere participar para elegir a los jueces”.

Si la mayoría quiere la elección de ministros, jueces y magistrados ¿por qué estamos viendo acciones desesperadas del gobierno para lograr que salgan a votar aunque sea un 10 por ciento de los 99 millones de votantes que integran la Lista Nominal actual? ¿Por qué están repartiendo acordeones con los números que deben poner en las 10 boletas que en promedio recibirá quien acuda a votar?

Y ¿no debería entonces de haber un umbral mínimo de votación para considerar que la elección es válida? ¿un umbral de más del 50 por ciento, dado que el expresidente y padre de la elección de los integrantes del Poder Judicial, dice que la mayoría de los mexicanos quieren participar en esta elección?

Seamos claros: esto es una simulación. Es una farsa en la que el oficialismo ha querido involucrar a los ciudadanos. Nos ha colocado en un dilema: votar y con ello participar en la farsa de que este solo hecho es igual a democracia, o abstenernos y con ello dejar el campo libre al oficialismo.

La elección de jueces no es el final de la historia. Es el principio. Es aceptar que a partir de ahora los jueces responden a intereses, en el mejor de los casos, del oficialismo, en el peor a los de criminales. Así, la elección no es una solución al enorme problema de Estado de Derecho que sí existe. Es más bien un nuevo problema.

¿Qué va a pasar si en la elección solo participa una ínfima minoría? Tira la falacia de que los 35 millones de votos pro-Sheinbaum en 2024 fueron para desmantelar el Poder Judicial.

La elección nació mal, del ánimo de venganza y revancha de AMLO, y desde entonces todo ha empeorado. Tómbolas; movilización partidista; coerción y amenaza a funcionarios para salir a votar; cuotas a los gobernadores para que saquen a empleados con un acordeón a rellenar papeletas. Es una elección en la que resulta prácticamente imposible llegar informados a votar. Y una vez que se emitan los votos, vendrán nuevas trampas.

Y es que las boletas que no se usen no se van a destruir. Se enviarán junto con las actas a los 300 consejos distritales del INE, donde se realizará el conteo. Este procedimiento es distinto al de otras elecciones, ya que el escrutinio detallado no la hacen los ciudadanos en la casilla. La noche del 1 de junio no se darán a conocer ganadores ni tendencias. Será hasta el 15 de junio cuando concluya el cómputo nacional, se haga la declaración de validez y se entreguen constancias de mayoría a los “ganadores”. Pero desde ya pueden entregarnos la constancia a los perdedores: todos los mexicanos que creemos en la importancia de un Poder Judicial independiente y fuerte.

Columna publicada en El Universal

El viernes pasado el INE le otorgó registro como Agrupación Política Nacional a ocho grupos, siete de ellos ligados a Morena.

Las APN´s, como se les conoce comúnmente son asociaciones ciudadanas que, según la Ley General de Partidos Políticos, “coadyuvan al desarrollo de la vida democrática y de la cultura política, así como a la creación de una opinión pública mejor informada”.

Hasta antes del viernes, cuando el INE le otorgó el registro como APN’s a estos ocho grupos, existían en México ya 68 de estas agrupaciones. Desconozco si todas estas siguen existiendo, aunque aparecen en el directorio del Instituto (https://www.ine.mx/actores-politicos/agrupaciones-politicas-nacionales/directorio-apn/)

Cuando un grupo de personas logra conformarse como una APN obtienen la posibilidad de participar en procesos electorales futuros para obtener registro como partido político.

Ahora, entre las nuevas APN’s que obtuvieron su registro del INE el viernes pasado están verdaderas ‘joyas’. Qué siga la democracia tiene un gran nombre. Fue creada por Gabriela Jiménez como parte del plan de Morena para recabar las firmas necesarias para la revocación de mandato del presidente en abril del año pasado. Entre las firmas aparecían 15 mil muertos. Ojalá que el INE haya revisado que entre los más de once mil integrantes para obtener este registro no incluyeron muertos también.

Otra de las nuevas APN’s es Humanismo Mexicano. Ésta cuenta ya con diputados de Morena entre sus cuadros más destacados: Favio Castellanos, Emmanuel Reyes y Hamlet Almaguer. Lo que llama la atención de esta nueva APN es quién está detrás de ella: la agrupación religiosa La Luz del Mundo, cuyo apóstol y líder, Nassón Joaquín García está en prisión en Los Ángeles, California, enfrentando una condena de 16 años al ser declarado culpable de abuso sexual contra menores. Los dos últimos diputados mencionados, Reyes y Almaguer, tienen fotografías en templos de Joaquín García. El diputado Almaguer ha estado con Nassón desde el principio. Mandó publicar felicitaciones en medios de comunicación de Jalisco, en donde nace La Luz del Mundo, cuando inició su liderazgo en diciembre de 2014 tras la muerte de su padre, Samuel Joaquín. Y lo defendió en redes sociales durante y después del juicio del que el mismo Nassón se declaró culpable cuando publicó: “Sólo hay un futuro para La Luz del Mundo, el crecimiento. Y sólo hay una persona que nos va a llevar ahí, el Apóstol Naasón Joaquín. #Inocente #Honorable”

¿Cómo es que se le otorgó el registro a este grupo con un antecedente tan negro?

Las APN’s son la antesala de los partidos políticos. Ante la crisis que vivimos actualmente por la pobre oferta que éstos presentan a la ciudadanía, pensar que las nuevas APN’s tienen nexos con Morena o están conformadas y/o ligadas a personajes como Joaquín García, es muy decepcionante. Se antoja bastante complicado que la oferta política en México mejore cuando son estos grupos las alternativas a los actuales partidos políticos.

Vale la pena revisar quiénes y cómo reciben del INE registro de APN estos grupos si queremos salir de la crisis de la democracia en la que nos encontramos.

Apostilla: Martha Delgado renunció ayer a la Subsecretaría para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la SRE. Se va a coordinar la campaña presidencial de Marcelo Ebrard. Entre sus cercanos (a ella y a Marcelo) el cambio lo explican como “vamos en serio” por la candidatura de Morena hacia el 2024.

Columna completa en El Universal

Hay un dicho muy claro y sencillo que debería recordar la oposición si realmente quieren tener oportunidad de regresar al poder: “No puedes querer tener el pastel y a la vez comértelo”. Pero eso es lo que están intentando los dirigentes del PAN, PRI y PRD.

Salen a marchar diciéndole a la ciudadanía que están en las calles porque ellos defienden a la democracia que está siendo atacada por el presidente López Obrador, por su partido, Morena; y sus aliados, PVEM y PT, pero después se unen a estos mismos actores para atacar ¡a la democracia!

Quieren su pastel intacto pero también le quieren dar sus mordidotas. ¿No entienden o creen que los ciudadanos somos ignorantes?

Al atacar al Tribunal Electoral como lo están haciendo, para ganar mayor poder en las cúpulas y poder vivir bajo sus propias reglas manteniendo el presupuesto público – que proviene del bolsillo de todos los mexicanos vía impuestos – están atacando la democracia.

Lo que pretenden con la iniciativa que busca reformar los artículos 41, 73, 99 y 105 de la constitución es eliminar contrapesos y limitar derechos de las minorías políticas. Así de sencillo. Primero porque pretende frenar juicios de derechos políticos promovidos por mujeres. Gracias a éstos se ha logrado avances en la paridad legislativa y mayor presencia en gobiernos locales. Han sido logros costosos que han tenido que brincar varias trancas, como cuando se inventaron los partidos aquello de ‘las Juanitas’. Ponían a una mujer candidata a una diputación o senaduría con un suplente hombre y, apenas comenzaba la legislatura, la obligaban a renunciar.

Con todo y estas mañas, se logró importantes avances en paridad de género dentro de los partidos políticos. Mismo caso se ha dado para otras minorías como indígenas y transgénero. Esto lo quieren eliminar todos los partidos salvo Movimiento Ciudadano.

Además pretenden proteger a las dirigencias de los partidos, en este caso a Marko Cortés, del PAN, Jesús Zambrano, del PRD y Alejandro Moreno del PRI, de juicios internos en nombramientos que hagan. Son tan pequeños estos dirigentes, que prefieren aliarse con quien los está aplastando, Morena, con tal de mantener el poco poder que aún detentan.

Vemos un día sí y al otro también a los aspirantes de Morena, a las famosas corcholatas, violar las leyes electorales. Se promueven burdamente con recursos públicos, y aun así la oposición siente que es buen momento para quitarle poder y atribuciones al Tribunal Electoral que es actualmente la última instancia para poner un freno a estas violaciones constantes de la ley.

Consideran los tres partidos de la oposición, PRI, PAN, PVEM, que hoy que el presidente López Obrador, ataca al Poder Judicial, es buen momento para unírsele a él y a su coalición para atacar al Tribunal que forma parte de este contrapeso.

En medio del litigio electoral de mayor calado de las últimas décadas, el Plan B electoral, uno esperaría que las prioridades políticas de los partidos de la oposición deberían estar en la defensa de las instituciones electorales a toda costa. Si hay puntos que corregir dentro del INE y dentro del Tribunal Electoral, ahora no es el momento para hacerlo ni para pretender debilitarlos. Pero tal parece que la oposición quiere tener su pastel – decir que defienden la democracia – y comérselo también, al querer debilitarla.

La oposición parece que simplemente no entiende.

Columna completa en El Universal

Un video que se hizo viral en YouTube destruyó la vida de Tatiana Lionço, una psicóloga que en 2012 habló en un panel acerca de homofobia y como combatirla en las escuelas. En su presentación dijo que era normal, y por ello no debiera asustar, cuando los niños de primaria expresen curiosidad sobre sus cuerpos y los de sus amig@s, ni sobre la ropa que usan.

El video fue editado por un hombre de la extrema derecha muy poco conocido en ese momento. Las palabras de Lionço fueron reacomodadas de tal forma que parecía que ella había empujado e incentivado la homosexualidad y el sexo entre niñ@s.

El video le cambió la vida a Tatiana. Y es que ese hombre de extrema derecha era un completo desconocido en la política. Era más bien visto como un raro empujando teorías locas en su canal de YouTube. Ahí, en YouTube, sí tenía sus buenos seguidores, los cuales repostearon ese video hasta hacerlo viral. Muy pronto la historia se tornó en que Lionço representaba a una comunidad global comunista-homosexual que empujaba la pedofilia. De YouTube, la historia pasó a Facebook y a Twitter. De ahí llegaron los comentarios que pedían asesinar a Tatiana.

Lionço perdió su trabajo y a sus amigos. Desde entonces, las amenazas en su contra no han parado. Su vida nunca ha sido igual. El hombre que empujó esta mentira en YouTube es hoy muy conocido. Se llama Jair Bolsonaro, quien en 2018 decidió lanzarse por la presidencia de Brasil.

En un primer momento nadie creía que Bolsonaro tendría oportunidad alguna de ganar. Se equivocaron. Más que ganar, arrasó. Obtuvo 10 puntos más en esas elecciones que su contrincante, Fernando Haddad. Su ascenso meteórico en la política de Brasil se ha pintado como la historia del hartazgo en contra de la corrupción, pero de acuerdo con el más reciente libro del periodista del New York Times, Max Fisher, Bolsonaro logró su éxito tan rápido gracias a las redes sociales, en especial a YouTube.

En La máquina del caos, Fisher – que se ha dedicado a estudiar el efecto que las redes sociales tienen en las democracias – recuenta esta historia de Tatiana Lionço y el ascenso de Bolsonaro gracias a canales de YouTube que lograron transmitir de forma masiva noticias falsas alineadas con la extrema derecha. Además del triunfo presidencial de Bolsonaro, otros YouTubers lograron puestos en el legislativo federal y en oficinas estatales.

El libro tiene un capítulo que cuenta de forma clarísima el auge de la extrema derecha en Brasil que, de vivir exclusivamente en las redes, llegó al poder. “En Brasil tomaron el poder las redes sociales”, escribe Fischer. Ese Brasil al que Bolsonaro llegó a gobernar en 2019 a base de teorías de la conspiración; de odio y paranoia, ha sido la antesala de lo que ocurriría en Estados Unidos en las elecciones del 2020, en el asalto al Capitolio en el 2021, y de lo que vimos en Brasil el pasado 8 de enero.

Los miles de simpatizantes de Bolsonaro que se congregaron frente a los edificios gubernamentales, lo hicieron pidiendo sacar a Lula del poder argumentando que ganó por fraude. Legítimamente creen que están defendiendo la democracia de Brasil. No se dan cuenta lo poco congruente que suenan cuando rechazan los resultados de la elección presidencial pero no dicen nada sobre la legislativa, en la que le fue muy bien al partido de Bolsonaro.

La gran pregunta para la democracia en Brasil es si el 8 de enero fue ya el último acto de los bolsonaristas o solo el principio de la división y el caos. Para México, la pregunta es si esto representa un atento aviso de lo que podremos ver si en el 2024 los morenistas, que también hacen uso magistral de las redes sociales y no son muy buenos para reconocer sus derrotas, no obtienen los resultados esperados.

Los cambios institucionales que ha hecho el presidente López Obrador dejan mucho que desear. Desapareció el Seguro Popular y en su lugar está el INSABI que supuestamente llegaría para mejorar los servicios gratuitos de salud. Casi cuatro años después los beneficiados de la desaparición del Seguro Popular han sido las farmacias y los médicos que trabajan a un lado de éstas a quienes les ha crecido el número de pacientes que ya no cuentan con gratuidad en servicios médicos porque el INDEP simplemente no funciona.

El presidente anunció la creación del Banco de Bienestar para lograr inclusión financiera y en su lugar está solo la promesa ya que no ha logrado construir ni los cajeros automáticos que supuestamente llegarían a todos los rincones del país.

Las Universidades del Bienestar, que supuestamente llegarían a mejorar la educación, no lograr graduar alumnos y sus maestros hacen plantones porque no les pagan. El Instituto Para Devolverle al Pueblo lo Robado, que creó este gobierno para sustituir al SAE, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, ha estado plagado de escándalos por los robos ¡de sus directivos! Ahora hasta una demanda enfrenta por la venta de Ferraris sin contar con un fallo judicial.

Aún con tanto fracaso a cuestas, el presidente quiere que confiemos en él y su gobierno para crear un nuevo instituto para manejar las elecciones. En lugar del INE, López Obrador quiere crear el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC).

Si algo funciona en el país y ha permitido la alternancia en el poder han sido las instituciones electorales, empezando por el INE. Entonces ¿por qué quiere el presidente López Obrador enterrarlo?

¿Por qué debemos creer que su INEC va a funcionar? Él, que ha sido el padre de las consultas patito con preguntas sesgadas y resultados predecibles quiere que creamos que ahora sí va a lograr un instituto confiable.

¿Por qué creer en que dejar solo a los senadores y diputados de representación proporcional – que son los que llegan a sus escaños por decisión de las cúpulas partidistas y no de los ciudadanos – va a beneficiar a la democracia mexicana? Si de por sí está roto el vínculo entre ciudadanos y políticos y ni con la reelección legislativa se logró generar una rendición de cuentas indispensable, la propuesta del presidente simplemente reforzará este amarre de las cúpulas sobre sus cuadros. Quedarán en la lista los legisladores que hagan lo que les funcione a los dirigentes de partido y no a los electores.

La fortaleza de las instituciones democráticas es fundamental para detener los desplantes autoritarios de los Jefes de Estado. Los ejemplos de Trump en Estados Unidos y el de Jair Bolsonaro en Brasil deberían ser suficientes para que en México no permitamos que lo que ha funcionado para que tengamos alternancia en el poder, sea tocado o modificado por quien ha demostrado no entender el A,B,C de la democracia.

Apostilla: El presidente López Obrador decidió que era una buena idea darle un espaldarazo a Donald Trump una semana antes de las elecciones intermedias de Estados Unidos. En su conferencia de prensa del lunes AMLO dijo que ahora que Elon Musk es dueño de Twitter, la empresa debería de regresarle su cuenta al expresidente Trump y resarcir el daño que le hicieron al sacarlo de la plataforma. Más allá de que AMLO vuelve a mostrar que eso de la no intervención en asuntos de otros países (y en empresas en otros países) lo utiliza solo a conveniencia, la gran duda es ¿por qué quiere AMLO ayudar a Trump? ¿Para que regrese a La Casa Blanca y nos utilice de piñata política como lo hizo los cuatro años que fue presidente?

Columna completa en El Universal

La democracia estadounidense atraviesa por una crisis sin precedentes desde que Donald Trump decidió gritar “trampa” y aseguró que él ganó la elección de noviembre del 2020 y que Biden es un presidente que está usurpando las funciones que a él le corresponden.

El momento más grave se identifica en la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 y por ello han comenzado una serie de seis audiencias para intentar fincar responsabilidades y que esa amenaza a la transferencia pacífica del poder no se vuelva a dar.

Resulta increíble que el ejemplo de democracia para el mundo esté ante la amenaza de que en el 2024 quizás no se de una transferencia pacífica del poder. Esta es una película que conocemos bien en América Latina pero que, como ha dicho Moisés Naim, la hemos visto siempre en español. Ahora por primera vez la estamos viendo en inglés.

A principios de mes fui invitada por la Universidad de California en San Diego a entrevistar a Barbara Walter quien acaba de publicar el libro How Civil Wars Start en el que la académica experta en guerras civiles en el mundo ve que en Estados Unidos existen muchos de los componentes para encender las alarmas de que una guerra civil muy bien puede ocurrir en su país.

El declive de la efectividad del Estado y sus normas democráticas; el ascenso de facciones políticas alineadas no por una misma ideología sino por identidad étnica y la preservación de privilegios para los blancos; la división radical entre población urbana y rural; la existencia de lideres políticos y en los medios de comunicación (Tucker Carlson) que se benefician de avivar el fuego de la polarización son algunas de las condiciones que identifica Walter para encender los focos rojos de la violencia que ya está y que puede fácilmente recrudecerse en Estados Unidos. El momento que más ha llamado la atención, evidentemente es el 6 de enero del 2021.

Todo esto es el trasfondo para las audiencias que están ocurriendo en este momento en el legislativo norteamericano en donde se busca responder a la gran pregunta: ¿Es Donald Trump culpable de instigar la violencia que llevó a la toma del Capitolio?

Por las audiencias que ya hemos escuchado es claro que Trump sabía que había perdido la elección de noviembre. Salvo Rudy Giuliani, todos a su alrededor, desde el procurador Bill Barr hasta su hija Ivanka, le dijeron que había perdido la reelección. Pero aún así Trump insistió en que se la habían robado. Esa es la gran mentira que genera la gran pregunta respecto de las audiencias: ¿se logrará que, a través de éstas, la verdad sea aceptada por suficientes estadounidenses como para que el 2024 se pueda dar una transferencia pacífica del poder sin importar quién gana?

El columnista del New York Times, David Brooks, identifica que el grave problema para Estados Unidos hoy es que hay millones de estadounidenses que creen absolutamente convencidos que 1) la elección del 2020 se la robaron a Donald Trump 2) el uso de la violencia se justifica para rectificar lo anterior y 3) que las reglas y normas que cohesionan a la sociedad norteamericana no importan.

Si las audiencias no logran modificar estas tres convicciones de miles de estadounidenses, “Houston, we have a problem”.

Columna completa en El Universal

Lo bueno: Todos ganaron y todos perdieron algo. No hubo absolutismos. Eso habla de una democracia plural, sinónimo de una democracia sana.

Morena se hizo de 11 gubernaturas pero perdió escaños en la Cámara de Diputados. Ganó legislaturas locales para tener el control en 19 de ellas, pero sólo se queda con 7 de las 16 alcaldías en la CDMX. La oposición logró avanzar como bloque en la Cámara de Diputados, aunque tanto PRI como PAN perdieron gubernaturas. El PRI, es de destacar, perdió las ocho que tenía que defender y, aún así, el dirigente del partido, Alejandro Moreno, se premió con una diputación plurinominal en una clara señal de que no ha entendido nada de nada respecto al hartazgo con esos privilegios cupulares. El PAN perdió Nayarit y Baja California Sur pero creció sus escaños en la Cámara de Diputados y tuvo ganancias importantes en la CDMX, incluyendo escaños en la legislatura local.

Y precisamente porque no hubo ganadores absolutos ni perdedores aplastados me parece que el proceso de impugnaciones y batallas en el tribunal electoral tan violento que se preveía, no se ha presentado.

Aplausos de pie a la labor del INE y todos los ciudadanos que participaron en hacer de las elecciones, una vez más, un ejemplo de limpieza y funcionabilidad.

Lo malo: La división de los mexicanos que se hizo evidente en el resultado electoral. El país completamente dividido y un presidente que cree que es buena idea usar la tribuna presidencial para denostar con un “lástima fifí” por las derrotas de ‘los otros’. Se puede celebrar que AMLO no fue más violento con los resultados y que quiso pintarse como el gran ganador aunque, habiendo él solo puesto la vara tan alta al decir que quería la mayoría calificada (334 diputados) para poder modificar la constitución, y al haberse quedado con 198 por sí solo, con la posibilidad de crecer hasta 280 con los penosos aliados, PT y PVEM, lo que hizo fue una pantalla de victoria. AMLO, es claro, no sabe perder, pero tampoco sabe ganar.

Lo feo: la felicitación y agradecimiento de AMLO a la delincuencia organizada por “portarse bien” y en contraste, el regaño a la delincuencia de cuello blanco por “portarse mal” el día de la elección. Primero, es de no creerse poner en el mismo peldaño a unos y a otros. La delincuencia organizada dejó unas campañas marcadas por la violencia. Ni uno solo de los asesinatos de candidatos ha sido resuelto ni encarcelado culpables. Si el domingo 6 de junio no hubo asesinatos, fue porque la delincuencia así lo decidió, no porque el presidente haya implementado acción alguna para evitarlo.

Lo peor: El día después de las elecciones se publicó en el Diario Oficial de la Federación, en un acto por demás burdo, las reformas al Poder Judicial en el que se incluyó el transitorio que extiende el periodo del ministro presidente, Arturo Zaldívar, hasta el 2024. Esto es un regalo que daña a Zaldívar y daña al Poder Judicial. Significa una apuesta que hace el presidente López Obrador a la persona de Zaldívar, no de López Obrador a la institución del Poder Judicial, y no de los pares de Zaldívar al propio ministro presidente. Por lo anterior es denigrante y ofensivo para la Suprema Corte; para Zaldívar y para sus pares que quedan como incompetentes, no solo para llevar a buen curso la implementación de las reformas al Poder Judicial, sino para encabezarlo.

 

Columna completa en El Universal

En Estados Unidos el millonario, Michael Bloomberg está haciendo exactamente lo opuesto de lo que vemos en otras democracias, incluyendo la mexicana. Lejos de querer quedar bien con el presidente y prestarse a sus farsas y mentiras, el empresario dueño de una empresa de medios de comunicación; de servicios financieros y software, está inyectando enormes cantidades de dinero para, primero, hacerse de la candidatura demócrata y, segundo, ganarle a Donald Trump en las elecciones de noviembre al considerar que su presidencia ha sido tóxica para Estados Unidos.

El tres veces alcalde Nueva York no parece asustado de que esta inyección de capital y las críticas a Trump le vayan a generar una represalia para él o sus empresas.

Por más semejanzas que existan entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, esa discrecionalidad para amenazar a empresarios utilizando a las instituciones del estado para intimidar, no es una herramienta con la que cuente el presidente de Estados Unidos. Así que Michael Bloomberg ha decidido, tardíamente, que quiere sacar a Trump de La Casa Blanca. Y para ello no se ahorra ni adjetivos ni dólares.

El anuncio de su precandidatura lo hizo apenas en noviembre. Tan ha sido una decisión de último minuto, que no ha participado en los caucuses de Iowa ni en la primaria de New Hampshire y seguirá estando ausente de las contiendas primarias hasta las que se lleven a cabo el 3 de marzo, el Súper Martes.

Muchas veces se ha dicho que ningún presidente ha ganado la nominación sin haber quedado en primer o segundo lugar ya sea en los caucuses de Iowa o la primaria de New Hampshire. La excepción fue Bill Clinton en 1992 y antes de eso, George Mc Govern, en 1972. Pero esas premisas del pasado ahora están puestas entre signos de interrogación por la enorme inyección de capital que está haciendo Bloomberg para aparecer a todas horas y en todos los canales en spots de campaña atacando a Trump, no a los precandidatos demócratas.

Ante ellos – Bernie Sanders, Pete Buttigieg, Amy Klobuchar, Elizabeth Warren y Joe Biden – Bloomberg se va a enfrentar por primera vez hasta esta noche en el debate que sostendrán los punteros demócratas en Nevada. El billonario podrá estar en el escenario ya que logró calificar al obtener más de 10 por ciento en las preferencias de los electores en más de cuatro encuestas. Y esto lo ha hecho a base de los casi 300 millones de dólares que ha gastado en anuncios en televisión y redes sociales. Para los próximos meses su campaña ha anunciado que simplemente en anuncios digitales y de televisión va a invertir 600 millones de dólares.

Sus contrincantes más progresistas, como Elizabeth Warren y Bernie Sanders, han estado atacando a Bloomberg precisamente por pretender comprar la candidatura. Ayer, Warren tuiteó que el hecho de poder debatir con Bloomberg esta noche le va a permitir a los votantes observar como cada uno de los demócratas le hace frente a un billonario egocéntrico para darse una idea de lo que haría cada uno de ellos ante Trump en noviembre.

 

Columna completa en El Universal

Andrés Manuel López Obrador podría parecer un cascarrabias por su constante descalificación a las instituciones electorales, a los partidos y políticos que no están con MORENA, a los medios de comunicación y a los empresarios que no lo apoyan señalándolos como la mafia del poder. Sin embargo, no todo es negativo para el ya casi tres veces candidato a la presidencia de México.

 

En uno de sus más recientes mensajes video grabado y difundido a través de YouTube, AMLO alabó el papel que juegan medios de comunicación no tradicionales como Twitter y Facebook.

 

Dice AMLO en este video que es gracias a las redes sociales que movimientos como el suyo, movimientos opositores a la mafia en el poder, han adquirido la posibilidad de comunicarse con la ciudadanía.

 

Texto completo en El Universal