Tag

deportaciones

Browsing

Florida, EUA.— Hace un mes el gobernador de Florida, Ron DeSantis, cedió al presidente Donald Trump la pista aérea abandonada de Ochopee, en los Everglades, para abrir un centro de detención que sus promotores llaman “Alligator Alcatraz”. El objetivo, admiten, es simple: aterrorizar al migrante para que se auto-deporte.

 Treinta días después, la crueldad es palpable. Al menos cien personas ya fueron expulsadas en vuelos opacos, según la ACLU, una asociación defensora de los derechos y libertades individuales garantizados por la Constitución de Estados Unidos. Quienes aún duermen en carpas sobre pasarelas de madera narran historias de calor sofocante, muy poca comida y la imposibilidad de hablar con un abogado: sus nombres ni siquiera figuran en los registros de ICE. La alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, pidió visitar la instalación pero recibió dos negativas porque ni el estado ni el gobierno federal reconocen responsabilidad.

El Arzobispo de Miami, Thomas Wenski, ha buscado poder proveer servicios religiosos a los detenidos y también se ha topado con pared. Ante la pregunta ¿quién manda aquí?, Tallahassee apunta a Washington y Washington responde que es asunto estatal.

Ese limbo jurídico se refleja también en la imagen: torres de vigilancia improvisadas, cercas metálicas y pantano hasta donde alcanza la vista. La promoción de los cocodrilos no es inocente: en el sur de EUA esa bestia ha sido símbolo racista desde el fin de la Guerra Civil; hoy se reutiliza pero para deshumanizar al migrante.

Florida es uno de los estados de mayor recepción de migrantes. La descripción que he encontrado aquí sobre el Alcatraz de los Cocodrilos es que es un lugar que deshumaniza a los migrantes y que busca normalizar el odio y una retórica de violencia. De hecho, ONGs que trabajan ayudando a migrantes piden que no se use ese nombre propagandístico y se le llame por lo que es: un centro de entierro (la traducción exacta de internment center).

Las protestas crecen. Carteleras sobre la autopista 836 muestran la leyenda Not in our name (No en nuestro nombre). Parroquias recolectan agua y bloqueador para los detenidos; ambientalistas advierten que el diésel de los generadores del centro de detención está contaminando estos manglares que son tan importantes para la diversidad del ecosistema.

Todo esto de un lado, pero los defensores de la mano dura replican que “no es un hotel”. Alcatraz busca normalizar la barbarie.

Lo peor es que todo indica que esto es apenas el comienzo. Para alcanzar la meta de detener a 3 mil personas al día, La Casa Blanca desvió fondos de FEMA, la agencia dedicada a la atención de emergencias por desastres naturales, para el manejo de este centro en Florida y dará dinero a otros estados para que puedan detener a más migrantes. Por su parte el Pentágono adjudicó un contrato de mil 260 millones de dólares a Acquisition Logistics para levantar un megacampo de detención de cinco mil camas en la base de Fort Bliss, en El Paso, Texas. Al mismo tiempo, Florida licita otro centro en Camp Blanding con capacidad para 2 mil detenidos.

La narrativa oficial presume eficacia; la realidad huele a miedo. En Alligator Alcatraz los reptiles son parte del espectáculo, pero el mensaje central es causar miedo a quienes han buscado El Sueño Americano.

Columna publicada en El Universal

El estilo pendular de Donald Trump en materia arancelaria lo estamos viendo ahora en su política migratoria. Primero promete mano dura; luego recula cuando la economía se complica y, al primer aplauso de su base, vuelve a tensar la cuerda.

Primer acto: redadas en Los Ángeles.
Más de 800 agentes de ICE irrumpieron en fábricas, hoteles y restaurantes al amanecer. Fox News y los aliados de MAGA – entre ellos el mismísimo Elon Musk ya con la cola entre las patas por el pleito de hace unos días – suben en sus pantallas y en las redes sociales fotos de patrullas encendidas y banderas mexicanas ondeando. Esto le permitió a Trump proclamarse como el “presidente de la Ley y el Orden” y señalar al gobernador de California, Gavin Newsom – el más fuerte contendiente del partido demócrata hacia las elecciones de 2028 – como cómplice de “ilegales”. Los duros de La Casa Blanca, Stephen Miller y Tom Homan, estaban felices con estas imagenes que les permiten asuzar sus propias banderas xenófobas y racistas.

Segundo acto: la economía al rescate.
Empresarios agrícolas y hoteleros buscaron a Trump para decirle que se estaban quedando sin trabajadores. Y es que tan solo en California hasta 60 por ciento de los jornaleros faltó al trabajo tras la primera ola de redadas; la cosecha de cítricos en Florida cayó y los restaurantes de Nevada cerraron turnos. La Secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, logró que Trump se diera cuenta de la inflación alimentaria que vendría si seguían las redadas. Trump reculó y pidió a ICE frenar operativos en los sectores críticos de servicios y agricultura.

Tercer acto: giro dominical.
Sólo días después, Trump escribió en Truth Social que las redadas se reanudaban y apuntarían a Los Ángeles, Chicago y Nueva York, a las que describió como bastiones demócratas que roban elecciones.

Tras bambalinas, el gabinete se sacudió. Mientras la Secretaria Brooke Rollins ruega clemencia para el campo, Stephen Miller exige un millón de deportaciones en 2025; y Trump, que suele actuar a partir de la última voz que escucha, reescribe el guion cada semana.

¿Puede realmente deportar a millones? El Departamento de Homeland Security reconoce más de diez millones de indocumentados. Deportar a un 10 por ciento obligaría a duplicar jueces, centros de detención y agentes. Se entiende que el “Big, Beautiful Bill” de Trump contempla un aumento masivo de presupuesto para llevar a cabo las deportaciones, así es que las cosas podrían complicarse si Trump se empeña en ello. No obstante, hay una ironía, las ciudades santuario que Trump quiere vaciar aportan una cuarta parte del PIB nacional y dependen de esa misma fuerza laboral.

Así regresamos al acrónimo que mejor describe la saga: TACO Trump —Trump Always Chickens Out, (Trump siempre se acaba echando para atrás). Cada amenaza refuerza su imagen de “duro”; pero cada repliegue expone su dependencia de la economía que dice proteger.

Gavin Newsom lo pintó en estos días como incoherente: un presidente incapaz de cuadrar seguridad con prosperidad. El asunto aquí es que el vaivén deja a los indocumentados en un limbo de terror intermitente; a los productores elaborando planes de contingencia y a los consumidores sin saber qué va a pasar con los precios de mucho de lo que consumen.

De aquí a 2028 seguiremos atrapados en esta telenovela de redadas y retractaciones de Trump. Lo que me lleva a preguntar ¿cuál es el Plan B del gobierno mexicano ante la disminución previsible de las remesas y el cierre de la válvula de escape que ha sido la migración?

Columna publicada en El Universal