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En dos días llegan a México el Secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, el de Homeland Security, Alejandro Mayorkas, y el Procurador Merrick Garland para reunirse con el canciller Marcelo Ebrard en el Diálogo de Alto Nivel que se enfocará en temas de seguridad.

A estas pláticas llegan los funcionarios del gobierno de Joe Biden, que están con un tema central en su agenda: evitar la injerencia de China en el mundo en general y en América en particular.

Si bien Ebrard tiene entre sus temas prioritarios cerrar el capítulo de la Iniciativa Mérida y abrir uno nuevo en materia de seguridad, para Garland, Blinken y Mayorkas no habrá pasado desapercibido que en la Cumbre de Celac, fue Ebrard quien presentó con bombo y platillo la videoconferencia del Jefe de Estado chino, Xi Jinping.

Con este antecedente vale la pena preguntarnos ¿con qué ánimo llegarán Mayorkas, Garland y Blinken al diálogo con Ebrard?

En un momento en donde la doctrina de política exterior de Biden es ya muy clara: su tema principal es China, México ha decidido inexplicablemente acercase a ese país. Inexplicablemente porque, desde la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), estamos ambos países en una situación se suma cero. Lo que China gana con Estados Unidos, México lo pierde y viceversa.

Entonces, cuando Estados Unidos decide que su estrategia es frenar a China, resulta incomprensible que México no opte por aprovechar la circunstancia para acercarse aún más al vecino del norte.

Para Biden, que enfrenta enormes problemas internos y de política internacional, China es uno de los pocos frentes en donde logra respaldo bipartidista. Tanto demócratas como de republicanos están en favor de contener a China. En la más reciente encuesta de Gallup, el 79 por ciento de los estadounidenses expresó tener una opinión muy desfavorable sobre China. Aquí no hubo diferencias notables entre miembros o simpatizantes de cada partido.

Por ello, a diferencia de prácticamente el resto de las acciones de Donald Trump, en la relación con China Biden no solo ha mantenido la postura de fuerza y contención que implementó su antecesor, sino que la ha aumentado: mantiene las tarifas a los productos chinos; ha seguido con las críticas del manejo del coronavirus por parte de China; ha criticado los abusos en materia de Derechos Humanos de ese país y ha expresado abierto apoyo a un Taiwán independiente.

Para el gobierno de Biden, el papel de Estados Unidos actualmente es lograr que prevalezca la democracia sobre el autoritarismo y ahí China es el principal rival. Esto explica muchas de las acciones de política interna e internacional que ha llevado a cabo el gobierno.

Así las cosas, se antoja complicado el encuentro del 8 de octubre entre Ebrard y la comitiva de Estados Unidos. El memorándum que quiere firmar el gobierno mexicano con el estadounidense, para ser viable, requiere que la relación que tenemos con China cambie. Nuestro desarrollo está atado a Estados Unidos. No es muy difícil de entender esto. O cuando menos, no debería serlo.

Si el gobierno mexicano cree que puede abrazar a Xi Jinping y a la vez pedir cooperación y confianza de Estados Unidos, muy pronto se dará cuenta de que está muy equivocado.

 

Columna completa en El Universal

De las primeras reacciones el lunes en la noche tras el colapso de la trabe que sostenía estructuras de la Línea 12 del Metro, lo primero que muchos pidieron es que no se politizara el tema. Petición que obviamente cayó en oídos sordos. ¿Cómo no se va a politizar lo ocurrido?

Fue en la CDMX, gobernada por Claudia Sheinbaum, una de las políticas punteras entre las que quieren ser candidatos a la presidencia en el 2024. La obra de la Línea 12 la anunció e inauguró el actual Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que también busca la misma candidatura.

Lo ocurrido fue en un bastión sólido del partido del actual presidente, ex Jefe de Gobierno de la misma CDMX, que no se ha cansado de lanzar acusaciones al pasado por los problemas del presente.

En el 2005 la palabra del año de varios diccionarios fue Katrinagate, en referencia al pésimo manejo de George W. Bush ante el devastador paso del huracán Katrina sobre Nuevo Orleans. En una de sus últimas conferencias como presidente, Bush dijo que su mayor remordimiento en los ocho años que estuvo en La Casa Blanca fue el manejo de la respuesta a Katrina. A la fecha, en la política estadounidense se utiliza esta palabra, Katrina, para referirse a una crisis de enorme magnitud en cualquier gobierno.

Pues AMLO está ante su Katrina. El colapso de la trabe de la Línea 12 golpea a sus dos cartas fuertes para sucederlo. En casi cualquier democracia una situación como esta genera al menos una renuncia al día siguiente. En México, el actual gobierno, ante la imposibilidad de culpar al pasado por este hecho tan lamentable – cómo hacerlo si llevan gobernando la CDMX desde 1997 – decide irse a la mañana siguiente, por la hipótesis del sabotaje y señalando a los medios de comunicación de ser lamentables por manipular la información.

Lamentable fue que el presidente no pudo escribir una sola palabra de solidaridad y pésame para las familias afectadas por lo ocurrido la misma noche del lunes. Antes escribió por twitter un mensaje de solidaridad con la gente de la CDMX el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, que el presidente López Obrador.

Lamentable es la crónica de un accidente anunciado desde hace tiempo. La Línea 12 se construyó a un sobre precio. El 8 de agosto del 2007, cuando anunció que esta nueva ruta se construiría, Ebrard dijo que costaría 9 mil millones de pesos. Diez años después, el costo ya era de 22 mil millones de pesos. Desde que se inauguró el 30 de octubre del 2012, se hizo en medio de cuestionamientos sobre su seguridad.

Y es que originalmente la Línea 12, que mueve alrededor de 450 mil personas al día de los 5 millones de usuarios del metro, iba a ser un túnel. Eso implicaba demasiado tiempo. Para acelerar que la Línea estuviera lista antes de que terminara su gobierno Ebrard, deciden hacerla elevada. Y para no expropiar terrenos justo en la zona de Tláhuac, usan el Derecho de Vía. Esto llevó a hacer curvas más cerradas de lo recomendado. Por todo lo anterior, ante notario público hubo reporte de desgastes que obligaron al cierre de 11 de las 20 estaciones un mes antes de la inauguración.

Desde inaugurada, la Línea 12 chupa presupuesto de manera importante. Alrededor de 120 millones de pesos al año, casi lo mismo que el presupuesto de mantenimiento de todas las demás líneas del metro juntas.

Lo que en otros países genera cuando menos una renuncia, ya no digamos una investigación exhaustiva, aquí simplemente espera ser opacado por un nuevo escándalo que no tardará en llegar. Mientras tanto, las banderas a media asta. Flaco consuelo. Bastante barato para los que han tomado decisiones erráticas y para quienes han evadido su responsabilidad en medio de las pugnas políticas. Las víctimas reales, además de los familiares de los fallecidos, son los usuarios diarios de la ‘Línea Dorada’ cuyo calvario para moverse se acaba de complicar mucho más.

Columna completa en El Universal

A uno le encantan los reflectores; el otro les huye. Uno lleva poco tiempo en la política, pero ya le gustó; el otro lleva décadas y con grandes aspiraciones. La verdad es que ambos tienen aspiraciones y por ello, parte de las tensiones. Me refiero al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, y al Canciller, Marcelo Ebrard, a quienes el presidente López Obrador ha encargado parte importante de las tareas que enfrenta México ante la pandemia.

Y aquí arranca el problema. Hugo López-Gatell quisiera ser la única figura que destaque en la estrategia para enfrentar al COVID. O si no la única, sí la principal y cuyas ideas sean las que prevalezcan en la toma de decisiones. Pero desde que el presidente López Obrador decidió, por motivos de austeridad, eliminar las ventanillas de Asuntos Internacionales de las Secretarías, la cancillería ha asumido un papel fundamental en la pandemia.

Primero para negociar la llegada apresurada de insumos médicos a México. Segundo para la repatriación de mexicanos varados o que murieron en el extranjero a causa de la enfermedad. Y tercero y más importante en estos momentos, para negociar el acceso a una vacuna cuando ésta esté disponible.

Estos trabajos que podrían haber recaído en el área de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Salud, se han vuelto responsabilidad de Relaciones Exteriores. Y por ello están obligados a trabajar en conjunto a dos políticos que se pelean por darle gusto al presidente pero cuyas personalidades no podrían ser más distintas.

Por un lado está el dogmático Hugo López-Gatell y por el otro el pragmático Marcelo Ebrard. López-Gatell ha decidido enfrentar a los empresarios del sector alimentos al señalar que sus productos “chatarra” son los culpables del mal estado de salud de los mexicanos y de ahí tantas muertes.

El subsecretario se ha negado a repensar la ‘estrategia’ de salud para enfrentar la pandemia. Prefirió burlarse irónico de las recomendaciones de los ex Secretarios de Salud. No ha sido claro sobre la importancia de utilizar mascarillas. El semáforo epidemiológico no ha sido una guía confiable. Ha virado entre querer todo el poder de decisión sobre como enfrentar la pandemia, pero al momento de revisar los contagios y las muertes ha eludido toda responsabilidad sobre sus lineamientos prefiriendo señalar una conspiración de medios de comunicación, empresarios y gobernadores en contra de la estrategia de comunicación de la Secretaría de Salud que él de facto encabeza.

Por el otro lado está el Canciller Marcelo Ebrard quién ha decidido trazar tres caminos para lograr que México tenga una vacuna. Uno, el multilateral, a través de la negociación con COVAX que debe formalizarse mañana. Dos, el bilateral, que son negociaciones directas con farmacéuticas de otros países como Janssen y Novavax, de EUA; Sputnik V, de Rusia; CanSino de China; CureVac de Alemania; Sanofi-Pasteur de Francia y ReiThera de Italia. Y tres, buscar recursos para producir una vacuna mexicana.

La idea es traer el menú de países y de relaciones a la puerta de la Secretaría de Salud para que de ahí tome el balón López-Gatell para aprobar la vacuna más segura y planee y organice la estrategia de distribución.

Pero ¡oh problema! El ego del Subsecretario y sus dogmas entran en acción. Veremos si como ha hecho tropezar al gobierno mexicano al lidiar con el coronavirus, no provoca también un desastre a la hora del acceso a tratamientos o vacunas.

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