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Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador está peleándose y atacando, una vez más, a un ex integrante de su gobierno, lo que debiera ser un auténtico escándalo queda desatendido y olvidado.

Ayer en su conferencia mañanera el presidente volvió a atacar a alguien que hasta hace no tanto trabajaba para él. Me refiero a Martha Bárcena, quien fuera Embajadora de México en Estados Unidos del 2018 al 2021. Por el conflicto muy público que ha sostenido Bárcena y su esposo, Agustín Gutiérrez Canet, con el Canciller Marcelo Ebrard, ayer López Obrador fijó postura. Dijo que ella ha optado por pasar del lado de los conservadores.

Este tipo de pleitos de López Obrador con quienes han trabajado en su gobierno muestran los escandalitos de un presidente chiquito. Un presidente que decide alimentar sus filias y fobias antes que dedicarse a gobernar un país con múltiples problemas y oportunidades.

En mi podcast del lunes pude platicar con el académico mexicano de MIT, Juan Enríquez Cabot, sobre la Inteligencia Artificial y su explosión a partir de noviembre cuando una empresa, OpenAI, lanzó la plataforma ChatGPT que ha puesto esta tecnología al alcance y a la vista de todos.

La Inteligencia Artificial genera muchas preguntas que ChatGPT les mete turbo. Por ejemplo ¿será una herramienta que traerá para la humanidad un futuro promisorio o una distopía? ¿Cómo va a modificar el mundo laboral? ¿Es una tecnología a la cual hay que temerle?

Al plantearle estas preguntas a Juan Enríquez, su respuesta fue clara: en México el gobierno actual está deshaciendo la excelencia educativa. Se está desmantelando el Conacyt y algunas de las grandes universidades; se está atacando desde el poder a los científicos. Y esas son precisamente las instituciones y la gente que nos podría permitir algún prospecto de ser competitivos como país en los siguientes cinco años.

Es absolutamente esencial que hagamos algo en términos educativos por lograr mantener talento y generarlo en México. Sólo así vamos a tener los aliados para hacer ingeniería; finanzas; arquitectura; medicina y todas las profesiones que utilicen esta tecnología. La Inteligencia Artificial no acaba con estas profesiones. Lo que acaba con ellas es no formar a quienes la puedan utilizar en un nuevo entorno que además es cada vez más competitivo.

Pero lejos de querer insertarnos en esta competencia, tenemos un gobierno que tiene una falta absoluta de respeto por la excelencia; por los científicos; por los emprendedores.

Cito textual a Juan Enríquez: “Si [hoy en México] tú aspiras a hacer algo; si aspiras a jugar a nivel mundial, te tratan como si fueras un aspiracionista conservador. Y eso es lo que deshace países a corto plazo.”

Estamos regalando el talento que sí existe entre los jóvenes mexicanos para que, si empiezan a destacar en el Politécnico en Iztacalco, por ejemplo, lleguen las grandes corporaciones como Google o Microsoft y los recluten y se los lleven del país. Son jóvenes que no solo no encuentran apoyo en México, además están siendo atacadas por la ignorancia de quienes tienen hoy en sus manos las instituciones académicas del sector público.

Mientras el presidente López Obrador vive pensando en sus rencores y alimenta sus escandalitos, esta semana el del Canciller Ebrard con la ex embajadora en Washington, Martha Bárcena, en el mundo ocurren cosas realmente importantes que simplemente no se les presta la debida atención, con el tremendo costo presente y futuro para México.

Columna completa en EL UNIVERSAL

Por escándalos, el presidente no ha parado. Lo que hemos visto desde el despido fulminante del director del FBI no es nada nuevo. O cuando menos no debería serlo. Escándalos hubo desde su candidatura. El video de Access Hollywood que se dio a conocer días antes de las elecciones en el que Trump presumía al conductor Billy Bush que él podía agarrar de donde quisiera a cualquier mujer si quería, solo porque era famoso, pareció el último clavo en su ataúd y, sin embargo, sabemos que hoy está sentado en la silla presidencial.

 

A pesar de todos los escándalos, Trump es presidente. La pregunta es ¿por cuánto tiempo más?

 

 

Texto completo en El Universal