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ESTADO DE DERECHO

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El World Justice Project (WJP) presentó los resultados del Índice de Estado de Derecho de las 32 entidades federativas del país, en el que advierte sobre un estancamiento en el progreso del país hacia un Estado de Derecho robusto.

“Esta cuarta edición destaca que todos los estados del país tienen aún retos importantes, ya que los resultados de esta edición del Índice evidencian un estancamiento en el progreso del país hacia un Estado de Derecho robusto”, dijo Alejandro González, Director de Proyectos de Estado de Derecho del WJP.

De acuerdo con el índice, los estados con los puntajes más altos son Querétaro (0.49); Yucatán (0.47) y Guanajuato (0.46). En contraste, los estados en los lugares más bajos son Quintana Roo (0.36); Morelos (0.35), y Guerrero (0.34).

Se destacó que desde la versión pasada, los puntajes aumentaron en 6 estados, descendieron en 14, y permanecieron sin cambios en 12. Tres entidades destacan por mostrar un progreso sostenido, es decir cada año han subido al menos 0.01, en sus puntajes generales desde la primera edición del Índice en 2018: Baja California Sur, Guanajuato y Sinaloa.

El WJP también alertó que los contrapesos estatales registran un deterioro en más de la mitad del país, ya que el puntaje de los límites al poder gubernamental bajó en 17 estados del país y permaneció sin cambios en 9. Estas caídas se explican por dos tendencias: la primera es el debilitamiento del poder legislativo local y del poder judicial para actuar como contrapesos eficaces al ejecutivo estatal, y la segunda es a contracción del espacio cívico, donde actúa la sociedad civil, los partidos políticos y la prensa, se agudiza, a pesar de ser los contrapesos más efectivos del poder ejecutivo estatal.

Los datos mostraron que los sistemas de justicia penal y civil han ido retrocediendo año con año. En la medición de justicia penal, de las 14 entidades que experimentaron caídas en los puntajes este año, seis también experimentaron caídas el año anterior. Específicamente, más de la mitad de los estados en el país sufrieron retrocesos en: la garantía a los derechos de las víctimas; la  adhesión al debido proceso; la imparcialidad, independencia y ausencia de corrupción en el sistema de justicia penal, y la efectividad de las investigaciones hechas por la policía y el Ministerio Público, que continúa siendo el mayor desafío en materia de Justicia Penal en todos los estados del país.

El Índice de Estado de Derecho en México permite registrar avances y retos persistente sobre el Estado de en las entidades federativas, y se publica desde 2018.

Hasta la fecha, 18 estados y 5 dependencias y/o Secretarías del actual gobierno federal usan el Índice de Estado de Derecho en México para sus Planes Estatales de Desarrollo, Programas de Gobierno, y otros instrumentos de planeación.

El World Justice Project (WJP) presentó el Índice de Estado de Derecho 2021, que mide el desempeño de 139 países y jurisdicciones con respecto al Estado de Derecho que guarda cada nación.

En dicho ranking, el puntaje general de México en Estado de Derecho se redujo 2.9% en el Índice de este año, lo que lo llevó a ocupar el lugar 113 de 139 países y jurisdicciones en el mundo. Con esto, nuestro país habría caído una posición respecto a la medición previa.

El puntaje de México lo ubica en la posición 27 de 32 países en la región de América Latina y el Caribe y en la 37 de 40, entre países de ingreso mediano alto.

El reporte es el primero de dicha serie desde en marzo de 2020 cuando estalló la pandemia de COVID-19 en el mundo.

“Con tendencias negativas en tantos países, esta edición del Índice de Estado de Derecho del WJP debería ser una llamada de atención para todos nosotros”, dijo el cofundador y CEO del WJP, Bill Neukom. “El Estado de Derecho es la base de comunidades de justicia, oportunidades y paz. Reforzar esa base debería ser una de las principales prioridades para el período de recuperación de la pandemia”.

El Índice de Estado de Derecho del WJP es un reporte anual basado en encuestas a más de 138,000 hogares y 4,200 especialistas alrededor del mundo. El WJP incluye ocho factores en su medición del Estado de Derecho: Límites al Poder Gubernamental, Ausencia de Corrupción, Gobierno Abierto, Derechos Fundamentales, Orden y Seguridad, Cumplimiento Regulatorio, Justicia Civil, y Justicia Penal.

Por rubros. El primero en el informe es el referente al grado en el que los gobernantes están sujetos a la ley, y en él México se encuentra en la posición 102.

El rubro dos se refiere  a la ausencia de corrupción en el gobierno. Se consideran tres formas de corrupción: sobornos, influencias indebidas por intereses públicos o privados, y apropiación indebida de fondos públicos u otros recursos; y se analiza la corrupción en el Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, la Policía y el Ejército. México ocupa la posición 135, es el peor rubro en que fue evaluado nuestro país.

En el rubro tres, Gobierno Abierto, que es en el que México ocupa la mejor posición,  se refiere a la apertura en que el gobierno comparte información, empodera a las personas con herramientas para hacer que las autoridades rindan cuentas y fomenta la participación ciudadana en las políticas públicas y la calidad de información publicada,. Ocupa la posición 43 a nivel mundial.

En Derechos fundamentales, que aborda aspectos como la no discriminación, derecho a la vida y a la seguridad, el debido proceso, libertad de expresión, religión y derecho a la privacidad, México se ubica en el lugar 91. En el rubro de Orden y Seguridad, México se encuentra en la posición 130.

En cuanto al Cumplimiento regulatorio, que incluye aplicación efectiva de las regulaciones, nuestro país se encuentra en la posición 105. En el rubro de Justicia Civil, que mide si las personas pueden resolver sus agravios de forma pacífica mediante el sistema de justicia civil, México se sitúa en la posición 131.

Finalmente, en el rubro de Justicia Penal, donde se contemplan las investigaciones efectivas, adjudicación oportuna y eficaz, sistema correccional efectivo, no discriminación, no corrupción, y sin influencia gubernamental indebida, México se sitúa en la posición 129.

El World Justice Project (WJP) presentó por tercera ocasión los resultados en materia de Estado de Derecho de las 32 entidades federativas, que ha decir de la organización, brinda datos de diagnóstico y estrategias para el fortalecimiento del Estado de Derecho en todo el país.

En su tercera edición, que clasifica a las 32 entidades del país, el Índice presenta puntajes para 42 indicadores de desempeño, agrupados en ocho factores, los cuales fueron calculados a partir de los resultados de una encuesta a 25,600 personas, de encuestas a más de 2,300 especialistas en todo el país.

Los ocho factores representan manifestaciones clave del Estado de Derecho: (1) límites al poder gubernamental, (2) ausencia de corrupción, (3) gobierno abierto, (4) derechos fundamentales, (5) orden y seguridad, (6) cumplimiento regulatorio, (7) justicia civil y (8) justicia penal.

“Los resultados de esta edición del Índice evidencian un estancamiento en el progreso del país hacia un Estado de Derecho robusto, con cambios marginales en los puntajes generales de la mayoría de las entidades desde la versión pasada”, dijo Leslie Solís, Investigadora del WJP, quien añadió que todos los estados del país tienen retos importantes para alcanzar un Estado de Derecho robusto.

Los estados con los puntajes más altos en este Índice son Yucatán (0.47), Coahuila (0.45) y Campeche (0.44). Se enfatizó que Yucatán ha ocupado la primera posición por tres años consecutivos. En contraste, los estados en los lugares más bajos son Quintana Roo (0.34), Puebla (0.35), y Morelos (0.36).

Desde la versión pasada, los puntajes aumentaron marginalmente en 17 estados, descendieron en 5, y permanecieron sin cambios en 10.

Se registraron descensos en 16 estados en el puntaje del Factor 8, justicia penal, que evalúa la efectividad de los sistemas de justicia penal. Los indicadores con caídas más marcadas fueron la eficiencia y eficacia de los sistemas de procuración e impartición de justicia y el debido proceso.

Los datos sugieren que la falta de medidas oportunidas y propicias de Justicia Abierta y Digital tuvo un impacto en los sistemas de justicia penal, al verse limitado el acceso a servicios de justicia por medios remotos y colaborativos, los cuales eran necesarios durante el confinamiento derivado de la contingencia sanitaria. La mayoría de los órganos jurisdiccionales del país se vieron forzados a suspender su funcionamiento, a pesar de que toda la actividad jurisdiccional federal y local fue catalogada como esencial por las autoridades sanitarias.

Asimismo, por tercer año consecutivo, el mayor desafío del sistema de justicia penal en México es la efectividad en las investigaciones de la policía y el ministerio público. WJP señaló que esto se debe en gran medida a la cifra negra, que son los delitos que no se denuncian o para los que no se inicia una carpeta de investigación, que se estimó en un promedio de 92.4% en los 32 estados, según la ENVIPE 2020.

Los datos muestran un continuo debilitamiento de la libertad de prensa y una contracción del espacio cívico, reflejado en las caídas de los puntajes de 16 entidades.

Al respecto, Lorenzo Córdova resaltó la importancia de los contrapesos al declarar que “en una democracia, en la que se aspira contar con un Estado de Derecho vigente y vigoroso, resultan fundamentales los contrapesos; por ello, los organismos constitucionales autónomos somos también reguladores del poder y a ellos contribuye la vigilancia ciudadana sobre las instituciones”.

El informe señala que la seguridad continúa como uno de los mayores retos del país, como lo reflejan las tasas de homicidio, la percepción de inseguridad y la caída en los puntajes de ausencia de corrupción en la policía y las fuerzas de seguridad en 20 entidades del país, de acuerdo con la experiencia de las y los especialistas consultados durante 2020.

No. México no era ni de cerca Noruega. Teníamos muchos problemas que corregir en materia de seguridad; economía; desigualdad en oportunidades e ingreso; y en la falta de Estado de Derecho.

Ahora, con lo que el presidente López Obrador ha llamado la Cuarta Transformación, todo lo anterior sigue siendo un problema, pero además estamos ante una serie de oportunidades perdidas.

Los últimos sexenios vimos una enorme polarización. AMLO y sus simpatizantes versus el gobierno en turno. Ahora, con AMLO en el poder, se pudo haber logrado unificar al país. Pero lo que tenemos es mayor división. Al gobierno ha llegado un hombre con ganas de venganza y lleno de rencores. Cada mañana vemos al presidente atacar a distintas personas e instituciones en su conferencia.

Esta semana ha sido el turno de los jueces. Como antes les ha tocado a los empresarios; a los medios de comunicación y a los periodistas. Todos a la basura, es el mensaje desde el escenario de la Conferencia Mañanera.

Seguramente el Poder Judicial tiene problemas de corrupción, como también los hay entre los empresarios medios y periodistas. Pero en lugar de señalar actos contundentes para desterrar viejas prácticas dañinas y buscar una auténtica transformación, el presidente actúa como los gobernantes del pasado. Amenaza y con ello desperdicia la oportunidad que le da su popularidad para llevar a cabo una auténtica transformación. Recurre a la vieja táctica de los soviéticos, de cuestionar a quienes lo cuestionan y señalarlos de hipócritas.

Pero esa no es la única oportunidad perdida. Con el plan económico de Biden que le está inyectando 1.9 billones de dólares a esa economía, México tendría la oportunidad de atraer enormes inversiones, muchas de ellas en proyectos de energías limpias y renovables, pero con la Ley de Energía Eléctrica de AMLO, estas inversiones van a brillar por su ausencia.

En materia de salud, si volteamos a ver el caso de Israel, el Primer Ministro Netanyahu ha decidido utilizar la COVID para pintarse como héroe y evitar que los escándalos de corrupción en su contra lo tumben del gobierno. Ha politizado la pandemia. Pero para ello no ha ni minimizado el virus ni mentido con que la pandemia está domada. Lo que hizo desde meses atrás fue asegurar dosis suficientes para vacunar a su población; animarla a que confíe en la vacuna al aplicársela frente a las cámaras y hoy en Israel la gente puede ya ir a conciertos con cientos de personas y realmente se empieza a ver la luz al final del túnel de la pandemia. Se ven los resultados; no se juega con la esperanza de que ya llegarán.

Las dosis de Pfizer que compró Israel le costaron $25 dólares cada una. Un sobreprecio que bien le ha valido la pena porque su economía ya puede reabrir de forma segura. Por el contrario, los europeos que quisieron negociar un mejor precio con la farmacéutica se encuentran con escasez de vacunas y nuevos confinamientos que le están resultando mucho más caras a sus economías. Y en México, ni se diga. La decisión de no invertir buen dinero en las vacunas y preferir despilfarrarlo en proyectos inútiles como la refinería de Dos Bocas, nos tiene recibiendo vacunas a cuentagotas. El 24 de febrero el gobierno publicó que para marzo tendríamos 23.6 millones de vacunas en México. Pero el martes, la nueva información es que para marzo tendremos 9 millones. Por eso aquí la luz al final del túnel de la pandemia está todavía por verse.

En cualquier momento es doloroso ver el desperdicio de oportunidades para el país. Ahora que estamos pasando por una situación compleja, como la que no se veía hace un siglo, este desperdicio de oportunidades es doblemente lastimoso.

Columna completa en El Universal

PABLO HIRIART

EL FINANCIERO

Los empresarios que van a ‘negociar’ a Palacio Nacional y reciben seguridades plenas del cumplimiento del Estado de derecho para que inviertan, tal vez deberían dar una mirada a la bola de nieve que viene rodando porque los va a aplastar.

El tres de octubre fueron secuestrados 92 choferes e igual número de autobuses de pasajeros por parte de normalistas de Tenería, Estado de México, destrozaron casetas de la carretera México-Toluca, y el gobierno les puso una mesa de diálogo.

En lugar de liberar a los cautivos y recuperar los bienes como condición inicial, el gobierno aceptó todas las exigencias de los secuestradores sin que soltaran a los choferes plagiados ni devolvieran los autobuses.

Ayer en su conferencia matutina el presidente López Obrador se refirió brevemente al tema y dijo que “ya mañana se verá si hubo alguna infracción”.

¿Cómo? ¿A ver si hubo alguna infracción?

Secuestraron a casi un centenar de personas por una semana y se robaron autobuses de empresas privadas. ¿Eso ya está permitido?

Váyanse acostumbrando porque la respuesta es sí.

En respuesta a ese delito el gobierno se comprometió a darles lo que exigían como rescate: 84 plazas en el magisterio, más sueldos para docentes de la Normal, que en lo sucesivo tengan prioridad en la asignación de plazas, y cero represalias.

Durante la conferencia de ayer se le preguntó al Presidente sobre la solicitud de la Asociación Nacional de Universidades (ANUIES) de aumentar en 17 mil millones de pesos el presupuesto para ellas.

La respuesta del Presidente fue categórica: no. Y explicó: “no vamos a estar a expensas de chantajes” de parte de “grupos de presión. Ya no es así la cosa. Ya cambió”.

Cierto y claro: los que secuestran personas, destrozan casetas y se apropian de bienes privados (92 autobuses), consiguen lo que quieren. Los que piden por las vías legales, nada, cero.

Ahí está la realidad, no en las palabras que les dicen a los empresarios que toman café en Palacio Nacional.

¿Más ejemplos?

El martes Juan Carlos Guzmán, juez Quinto en Materia Administrativa, revocó los amparos que él mismo había concedido para frenar la construcción del aeropuerto en Santa Lucía hasta aclarar los motivos de la cancelación del NAIM.

¿Qué hizo ‘reflexionar’ al juez para cambiar diametralmente su opinión expresada en un fallo?

Muy fácil: el gobierno le echó a la Secretaría de la Defensa Nacional encima.

¿Quién es el guapo que le dice que no al Ejército y a la Fuerza Aérea, cuando las manda el Ejecutivo a revocar una sentencia?

El juez, literalmente, se cuadró: “Se revoca la suspensión definitiva otorgada. Se niega la suspensión definitiva”.

Se trata del mismo juez que había autorizado los amparos promovidos por el colectivo No más Derroches, que encabeza Claudio X. González Guajardo.

Al propio Claudio X. el Presidente lo zarandeó con calificativos y denuestos en una conferencia mañanera.

¿Quieren Estado de derecho, señores empresarios? Ahí lo tienen.

¿Más?

A Rosario Robles, investigada por la ‘estafa maestra’, se le sigue el proceso en la cárcel gracias a una licencia de conducir falsificada para tenerla en prisión mientras se dilucida su situación jurídica.

Como juez le pusieron a un sobrino de Dolores Padierna y René Bejarano, que habían jurado venganza contra su excompañera, y ahora lo festejan en redes sociales.

Muy bien que se haga justicia en la ‘estafa maestra’, pero ¿con fabricación de pruebas para encarcelar antes de que haya sentencia?

Eso le puede pasar a cualquiera… que el gobierno señale como adversario.

Tengan su Estado de derecho.

La Cámara de Diputados acaba de aprobar una ley que prohíbe a un funcionario público emplearse en el sector privado por diez años luego de concluido su encargo o haber sido despedido del puesto.

Eso viola el artículo V constitucional que establece que a ninguna persona se le podrá impedir que se dedique a su profesión, industria o trabajo que le acomode, siendo lícitos.

Los funcionarios públicos estarán condenados a vivir de la política, de la grilla, y a hacer todo por permanecer en el poder.

¿Querían Estado de derecho?

Ahí lo tienen.

Y si no les gusta, cómanse la extinción de dominio para sus bienes y prisión ineludible en caso de sospecha de evasión fiscal.

¿Más cafecito?

LUIS RUBIO

REFORMA

 

La ley lo dice, por lo tanto tiene que ser verdad. Cicerón hubiera dicho: Lex dixit, verita est. Bajo ese rasero, si la ley lo prohíbe, no existe: no hay secuestros, no hay robos, no hay homicidios, no hay violencia intrafamiliar, porque todo eso está prohibido por ley.

Al menos eso es lo que nos dicen nuestros legisladores de manera recurrente; los anuncios que emergen del Congreso son siempre iguales: “nosotros ya legislamos, por lo tanto el problema ya desapareció”. Excepto que, todos lo sabemos, nada cambió, excepto lo que se publica en el Diario Oficial: miles de páginas de nueva legislación que no cambia nada en la realidad: siguen los secuestros y los robos y la corrupción. Lo único que falta es que a alguien se le ocurra decretar la felicidad. Con eso nuestros problemas serían historia.

Los políticos, máxime cuando son candidatos, se desviven en prometer que resolverán todos los problemas: unos porque ellos son la personificación del bien, otros porque traerán la legalidad a la vida cotidiana. Para quienes viven en el mundo terrenal, ese en el que los problemas no se resuelven por sí solos ni con más leyes y regulaciones inútiles, las promesas de legalidad son vagas, reiteradas y falsas.

La legalidad se ha convertido en un mito retórico: todos la prometen, pero nadie la define. Para nuestros “gobernantes” leguleyos, si está en la ley, es legal y, por lo tanto, vivimos en un Estado de derecho, lo que ha llevado a la práctica de modificar la ley para que lo que el gobierno quiera se pueda hacer. Lo que todos esos políticos no entienden -igual los de barriada que los que se sienten superiores- es que la esencia de la legalidad radica en que el gobernante no pueda cambiar la ley a su antojo. Es decir, la legalidad es imposible mientras alguien tenga, por sí mismo, el poder para modificarla.

El reino de la ley consiste en tres cosas muy simples: primero, que los ciudadanos tengan sus derechos (legales, políticos y de propiedad) perfectamente definidos; segundo, que todos los ciudadanos conozcan la ley de antemano; y, tercero, que los responsables de hacer cumplir la ley lo hagan de manera apegada a los derechos ciudadanos. Es decir, la legalidad implica que ambas partes -la ciudadanía y el gobierno- viven en un mundo de reglas claras, conocidas y predecibles que no pueden ser modificadas de manera voluntaria o caprichuda, sino siguiendo un procedimiento en el que prevalecen pesos y contrapesos efectivos cuya característica medular sea el respeto a los derechos de la ciudadanía.

Esta definición, aunque sea escueta, establece la esencia de la plataforma de reglas que norman el comportamiento de una sociedad. Cuando existe ese marco y éste se respeta y hace cumplir, existe el Estado de derecho. Cuando las reglas son desconocidas, cambiantes o ignorantes de los derechos ciudadanos, la legalidad es inexistente.

Es en este contexto que debe analizarse la problemática que encara el Estado de derecho en el país. La propensión natural de nuestros políticos y abogados (y, más recientemente, de la OECD) es a proponer más leyes en lugar de atender el problema de fondo. Ese problema de fondo es muy simple y en este radica el dilema: la legalidad en México no existe porque quienes ostentan el poder político tienen -de facto- la capacidad de ignorar la ley, violarla, modificarla a su antojo o aplicarla, o no, cuando quieran. Es decir, el problema de la legalidad en México reside en el enorme poder que concentra el gobierno -y, crecientemente, una persona- y que le permite mantenerse distante e inmune respecto a la población.

Hay dos componentes del “Estado de chueco” que prevalece en el país, como lo llamó Gabriel Zaid: uno es la enorme, excesiva, latitud y discrecionalidad -que acaba siendo arbitraria- que les otorgan todas las leyes y regulaciones a nuestros funcionarios, desde el policía de crucero hasta el presidente de la República. Los funcionarios en México pueden decidir quién vive y quien muere (o quien tiene que pagar una mordida) porque la ley les otorga esa facultad. Esto no es algo que ocurrió por error: es la forma en que se nutre y preserva el sistema político, la forma en que se pagan los moches, la corrupción y la impunidad.

La única forma de construir un régimen de legalidad es quitándole el poder tan desmedido que tiene nuestra clase política y eso sólo puede ocurrir por voluntad propia -o por un liderazgo efectivo que reconoce que aquí reside una de las fuentes esenciales de la corrupción y la impunidad- o por una revolución. No hay otra posibilidad.

A riesgo de repetir un ejemplo que es imbatible, el gobierno de los 80-90 entendió que la ausencia de Estado de derecho hacía imposible atraer inversión privada, sin la cual el crecimiento económico es imposible. Así, la razón de ser del TLC norteamericano es precisamente esa: un espacio de legalidad en el que hay reglas claras y conocidas y una autoridad que las hace valer. Ese régimen se adoptó porque el gobierno de entonces estuvo dispuesto a aceptar reglas “duras” a cambio de la inversión.

Si queremos un régimen de legalidad, tendremos que hacer lo mismo para todo el país, para toda la población, para todos los ciudadanos. Esa es la revolución que le falta a México.

@lrubiof

El secretario general del PRI, Arturo Zamora, advirtió del riesgo que corren las instituciones mexicanas y el Estado de Derecho, ante el autoritarismo que ha mostrado el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), desde que asumió el poder.

Zamora Jiménez subrayó que en estos momentos está en juego el equilibrio y la división de poderes, la permanencia y la estabilidad de la democracia y, sobre todo, el Estado de derecho.

Acusó que el presidente de México lleva a cabo un ataque sistemático a todo aquello que signifique un contrapeso al Poder Ejecutivo, además de que mediante su partido en el Congreso, Morena, realiza “embestidas” contra la oposición, a fin de aprobar leyes incluso anticonstitucionales.

El priísta aseveró que en un Estado democrático y liberal nadie debe estar por encima de la ley. “Sin embargo, desde hace algunas semanas vemos acciones contrarias que intentan instaurar una nueva ‘normalidad’: la del poder único, absoluto, autoritario y profundamente conservador”.

Recordó que AMLO ha mostrado un “nulo respeto” al pacto federal, y como ejemplo dijo que los gobernadores tuvieron que salir en defensa de la soberanía de sus estados; también recordó las constantes descalificaciones que el tabasqueño ha hecho a los órganos autónomos, tales como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), al Banco de México, así como al Poder Judicial.

 

El candidato presidencial de Morena-PT-PES, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), afirmó que fue muy productiva la reunión que sostuvo con los banqueros de México en el marco de la 26 Reunión Plenaria de Consejeros 2018 Citibanamex.

Detalló que algunos de los temas en los que intercambiaron puntos de vista, fueron el desarrollo del país, crecimiento económico, inversiones, reforma energética y el desde luego, el proyecto del nuevo aeropuerto.

Indicó que les prometió Estado de Derecho, el cual sostiene no ha habido en el país. “En México no ha habido Estado de Derecho, sino de chueco (…) no hablamos exactamente de los sobornos, o moches, pero si de casos como los de Odebrecht, que no se deben repetir, por eso debemos de revisar los contratos tanto del aeropuerto, como revisar los contratos de petróleo”, dijo ante los representantes de los medios de comunicación.

El tabasqueño insistió en que expresó a los banqueros su preocupación de la viabilidad del nuevo aeropuerto, pues les dijo que es preocupante que en la etapa en la que se encuentra la construcción ya se haya gastado mucho dinero, por lo que advirtió “se está convirtiendo en un barril sin fondo”.

Al comentar sobre la campaña de miedo que se ha echado a andar en su contra, AMLO dijo que “el cambio va a ser ordenado, pacífico y para beneficio de los mexicanos, aunque va a seguir la guerra sucia, pero no les funciona. Estoy recomendando a los que están financiando la guerra sucia, que no malgasten su dinero, pues no les va a servir, la gente ya está muy despierta, muy avispada, no se deja engañar”.

Al comentar sobre el spot de Mexicanos Primero, acusó que Claudio X. González es promotor de la campaña que lanzaron con niños defendiendo la reforma educativa. Dijo que González era como el Fidel Velázques de la cúpula empresarial.

En otro tema confirmó que si asistirá a los tres debates que organiza el INE, pues a pesar de que lo quisieron trampear, subió en las encuestas tras el debate del pasado domingo.

 

De acuerdo al Índice de Estado de Derecho 2017-2018,  el cual es elaborado por el World Justice Project (WJP), México se ubica en el lugar 92 de 113 países evaluados, lo que representa una caída de 4 posiciones respecto al mismo índice de 2016.

 

A nivel global, el estudio indica que los derechos fundamentales y los límites al poder gubernamental se debilitaron en este periodo.

 

 

El índice mide el desempeño de 113 países en cuanto a Estado de derecho utilizando ocho factores: Límites al Poder Gubernamental, Ausencia de Corrupción, Gobierno Abierto, Derechos Fundamentales, Orden y Seguridad, Cumplimiento Regulatorio, Justicia Civil, y Justicia Penal; para lo cual realiza 110,000 encuestas en hogares y 3,000 encuestas a expertos.

 

El informe señala que los países mejor posicionados en el Índice son Dinamarca, Noruega y Finlandia; los últimos tres son Afganistán, Camboya y Venezuela, naciones que no han cambiado de posiciones desde 2016. Sin embargo en 71 de los 113 países empeoraron en el factor de Derechos Fundamentales.

 

En el caso de México, se obtuvo una calificación de 0.45 en el índice (en una escala del 0 al 1 donde el 1 significa la mayor adhesión al Estado de derecho), mismo puntaje que Sierra Leona, Liberia y Kenya, y cayó 4 posiciones respecto al estudio de 2016, al pasar del lugar 88 al 92.

 

A nivel Latinoamérica, los tres mejores países son Uruguay, Costa Rica y Chile. México se ubica en el lugar 25 de 30, solo por encima de Guatemala, Nicaragua, Honduras, Bolivia y Venezuela.

 

De los 8 grandes factores que mide el índice, el único en el que México obtiene un nivel alto de desempeño es en Gobierno Abierto, en donde se ubica en el puesto 36 de 113 (0.61 calificación) en el ranking global. Por el contrario, el factor con el peor desempeño es Justicia Penal, con la posición 105 de 113 (0.30)

 

Su calificación en los 6 factores restantes es: 0.46 en Límites al Poder Gubernamental (83/113), 0.31 en Ausencia de Corrupción (102/113), 0.52 en  Derechos Fundamentales (72/113), 0.59 en Orden y Seguridad (99/113), 0.44 en Cumplimiento Regulatorio (87/113), y  0.40 en Justicia Civil (100/113).

 

Foto: IMCO

De visita por el Estado de Tlaxcala, el candidato presidencial del PRI-PVEM-PANAL, José Antonio Meade, aseguró que en la entidad se debe trabajar para lograr un Estado de Derecho “mejor” y mantener el rumbo que el gobernador priísta ha dado en materia de seguridad.

 

 

“En Tlaxcala sabemos que el empleo se genera con Estado de Derecho, en Tlaxcala los empleos textileros se defienden todos los días, compiten con lo que mejor del mundo y por eso exigen que combatamos diligentemente el contrabando ilegal, y enfrentamos competencia desleal, no podemos salir adelante. Por eso en Tlaxcala con los textileros, con la industria de la madera, con la insutria de la maniufactura vamos por un mejor Estado de Derecho”, indicó Meade ante militantes del PRI, quienes constantemente lo ovacionaban con porras.

 

El ex titular de Hacienda indicó que la inseguridad y la violencia de género son problemas que golpean al Estado. “En Tlaxcala sabemos que la seguridad es importante, de 2011 a la fecha la seguridad ha mejorado, y la tenemos que cuidar”.

 

Añadió que la seguridad es un “reto por el que tenemos que trabajar todos los días (…) los gobernadores son los responsables de proveerla, y muchas veces los gobernadores piden el apoyo de las Fuerzas Armadas; y las Fuerzas Armadas piden el apoyo de un buen marco legal, y cuando tenemos un marco legal que le da certeza al ciudadano y certeza a las fuerzas armadas, vamos a caminar mejor”.

 

Fue justo en ese momento en que lanzó una crítica a los gobernadores de la oposición, a aquellos que integran el Frente Ciudadano por México, pues dijo regatean el apoyo a las Fuerzas Armadas. “Hoy lo que vemos en muchos casos, es la inconsistencia de gobernadores que le piden el apoyo a las Fuerzas Armadas; la Fuerza Armada que pide el apoyo de la Ley para darle certeza al ciudadano y de un Frente que les regatea el apoyo a las Fuerzas Armadas, que les regatea el apoyo a sus gobernadores, y que le regatea así el apoyo a los ciudadanos”.