Hace poco vivimos el rechazo a los partidos políticos y el enaltecimiento de los ciudadanos que quisieran hacer lo que evidentemente los que gobernaban no podían: entregar resultados a los gobernados. Hoy hay más opciones ciudadanas que partidistas y se asoma el oportunismo de quienes quieren el poder por el poder, aun si es fuera de los partidos. Algunas de estas opciones se presentan como independientes siendo que poco antes de irse a inscribir estaban afiliados a algún partido.
El común denominador es que estamos rodeados de malos políticos, aun cuando se quieran envolver en el aura ciudadana.
Por un lado está el partido en el poder, el PRI, que sigue barajando sus opciones y cuya decisión principal parece depender de la decisión que tome el Frente Ciudadano por México sobre su candidato presidencial y no enfocado en los méritos de sus propias alternativas o en las propuestas de éstos por un mejor país.
Habla mucho del PRI que lleguen a la contienda sin que uno solo de sus militantes entusiasme, como sí les ocurrió hace seis años con Enrique Peña Nieto. Y que, siendo el partido en el poder, sientan la tentación de voltear a ver la opción de un no militante para quedarse con la presidencia.
El Frente Ciudadano por México pensaba llamarse Frente Amplio Opositor, lo cual hacía sentido con su intención de oponerse tanto al PRI de Peña como a Morena de AMLO. Pero también ellos -PAN, PRD y MC – cayeron en la tentación de ciudadanizarse y lo hicieron modificando el nombre, aun cuando no hay nada que indique que se inclinarán por darle la candidatura presidencial a un ciudadano.
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