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La crisis sanitaria por el COVID-19 nos agarra a los mexicanos en un escenario de debilidad económica y división social tremenda. El presidente López Obrador, lejos de ser un líder para todos lo mexicanos, ha sido quien ha alimentado este discurso de división. Su falta de claridad respecto a los riesgos de que muchos mexicanos nos contagiemos al mismo tiempo y con ello desbordemos el de por si precario sistema de salud, aumentando el número de muertes, ha generado la idea entre la población de que el COVID-19 es un virus que solo afecta a los fifís que viajan.

Sin duda en México se debe tomar en cuenta las miles de carencias que sufren más de 60 millones de mexicanos para quienes eso del “home-office” es una idea profundamente irreal por varias razones. Partiendo de que no hay acceso a internet hasta que la oficina en casa es inviable si tu sustento es lavando y estacionando coches en la calle o vendiendo quesadillas en la esquina afuera del metro.

Además, esto de lavarnos las manos durante 20 segundos puede sonar sumamente sencillo para quienes tenemos agua con solo abrir la llave del baño, pero para un 46.4 por ciento de los mexicanos no hay suministro de agua de manera cotidiana dentro de su vivienda, según datos de Coneval.

La manera como podemos enfrentar el COVI-19 varía de forma importante dependiendo de la situación económica en que nos encontremos y eso es algo que las autoridades tendrán que tomar en cuenta al momento de idear respuestas para hacerle frente a la pandemia.

El presidente Andrés Manuel López Obrador declaró que su gobierno se va a enfocar en proteger a los débiles y a los pobres del COVID-19. “Nada de rescates al estilo del periodo neoliberal, que les daban a los bancos y a las grandes empresas. No, que ni estén pensando en que habrá condonaciones de impuestos.”

No quiero defender los rescates que han hecho los gobiernos de México en el pasado por que varios de ellos han ayudado a pocos con el dinero de todos los mexicanos. Pero esos errores del pasado no son excusa para no darnos cuenta de la importancia de sacar adelante a los más desfavorecidos a través de, entre otras palancas de desarrollo, los empresarios. Pequeños y grandes.

El gobierno claramente no puede solo. Pero el presidente y varios de quienes le escuchan viven bajo la impresión de que todas las empresas y todos los empresarios son unos egoístas depredadores que se enriquecen a costa del pueblo bueno. En esta visión maniquea se olvidan que los empresarios invierten, generan empleos y pagan impuestos.

En estos días de pandemia, se hizo viral que una empresa que es dueña de, entre otras marcas, las cafeterías Starbucks, había tomado la decisión de no pagarle a los empleados que decidieran dejar de ir a trabajar. En seguida vinieron ataques en redes sociales para la empresa depredadora. Los comparativos de lo que Starbucks está haciendo en Estados Unidos no se dejaron esperar. Allá, entre otras medidas, Starbucks le mantiene el sueldo a quienes no acudan a trabajar y se lo están aumentando a los empleados que sí se presenten.

¿Por qué en EUA lo pueden hacer y en México no, aun cuando en ocasiones son las mismas marcas? Porque el gobierno estadounidense está ideando un paquete de ayuda federal de 2 billones de dólares para familias y empresas (que fue parte del motivo de la fuerte alza de los mercados financieros ayer).

Entiendo la diferencia de tamaño de las economías. Pero eso no es excusa para que el plan del gobierno mexicano, anunciado un día después de la cancelación ilegal de la planta de Constellation Brands, sea presumir que tenemos en caja 400 mil millones de pesos extras producto de “ahorros” derivados de la no corrupción.

Columna completa en El Universal

Se ha criticado mucho la falta de acción de parte del gobierno mexicano ante la pandemia del COVID19. Aquí quiero documentar dos errores garrafales y claros del actual gobierno.

Error 1: Asumir que una vez que tienes COVID19, te vuelves inmune al virus.

Durante la conferencia mañanera del lunes, el Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, declaró a la pregunta de si el presidente López Obrador se va a realizar la prueba del COVID19 que “casi sería mejor que padeciera [el presidente López Obrador] coronavirus porque lo más probable es que él, en lo individual, como la mayoría de las personas, se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune y entonces ya nadie tendría esta inquietud sobre él”.

Sorprende que quien está al frente de la tarea de enfrentar la pandemia en México haga una declaración tan irresponsable. La ‘estrategia’ de López Gatell es similar a la que Boris Johnson consideró para Inglaterra y que ya ha demostrado estar sumamente equivocada. Se llama “inmunidad en manada” e implica dejar que la población menos vulnerable a morir o enfermar gravemente del virus, como los menores de 60 años, se contagien ahora del COVID19 para generar inmunidad al virus y así, en un segundo brote que la mayoría de los médicos considera llegará con más fuerza en otoño, los servicios de salud no se verán desbordados.

Suena bien, pero hay dos problemas. El primero es que el COVID19 es un virus nuevo y nadie sabe si realmente generamos inmunidad al enfermarnos. De hecho ya van varios casos documentados de pacientes que se enfermaron del coronavirus; se recuperaron y han vuelto a contagiarse. Los detalles se pueden consultar aquí: https://www.independent.co.uk/news/world/asia/japan-coronavirus-test-positive-recover-a9404056.html

Y lo segundo es que al tener 66 años, el presidente no es precisamente el demográfico menos vulnerable de sufrir consecuencias graves si se contagia de COVID19.

Error 2: No dar seguimiento adecuado a pacientes con casos confirmados de COVID19.

En mi podcast Broojula entrevisté a un paciente que salió positivo en la prueba del COVID19. En su testimonio, Jorge -utilizamos pseudónimo – relató que el martes 10 de marzo regreso a la Ciudad de México procedente de Vail, Colorado, a donde pasó unos días de vacaciones con su esposa y amigos. Jorge tiene 50 años; su esposa 48. Ambos comenzaron a sentirse mal llegando a la Ciudad de México. Él primero que ella. Fue al médico el miércoles 11 de febrero y, al hacerle una primera revisión, el doctor lo bajó de inmediato a un área especial del hospital ABC de Observatorio en donde le hicieron la prueba tanto del H1N1 como del COVID19.

La prueba del H1N1 salió negativa en menos de 24 horas. El viernes 13 recibió los resultados de la prueba del COVID19. Resultado positivo. Su esposa acudió al médico pero ya no le hicieron la prueba. Presentaba claramente los mismos síntomas y por lo tanto decidieron no sacrificar usar una prueba que le puede servir a alguien con caso más severo. Jorge relató que hasta ayer, martes 17 a las 4:30pm, ninguna autoridad de salud lo ha contactado ni para preguntarle en qué vuelo llegó a la CDMX. Resulta que él y su esposa tomaron dos vuelos: uno de Denver a San Diego y otro de Tijuana a la Ciudad de México.

Si las autoridades no conocen sus vuelos, es imposible que contacten a quienes estuvieron en los mismos aviones. Si las autoridades no saben del caso de la esposa de Jorge, es imposible que tengan un conteo adecuado de los contagios de COVID19 en el país.

 

Columna completa en El Universal

Hay tres tipos de reacciones a las encuestas de opinión respecto a la popularidad de Andrés Manuel López Obrador. Por un lado están los que aplauden que el presidente tenga tanta aprobación; por el otro los que se impresionan que ante tanto error, siga teniendo popularidad elevada; y, por último, los que descalifican a las encuestas como inválidas. ¿Por qué creerles si a mi nunca me han encuestado?, es la duda de algunos.

Lo cierto de las encuestas es que 1) para el país es mejor tener un presidente con alto nivel de aprobación que con bajo, tomando en cuenta que 2) alto nivel de aprobación no necesariamente significa buenos resultados, pero, como dirían los economistas, la popularidad es una condición necesaria más no suficiente para que las cosas caminen en mejor dirección.

Dicho lo anterior, ante un político como Andrés Manuel López Obrador, que llevaba años queriendo ser presidente y finalmente lo logró con una votación muy favorable, el estar perdiendo popularidad no parece que lo va a llevar a un análisis de lo que está haciendo bien y mal, para corregir lo segundo. Parece más un político que, ante la pérdida de popularidad, dobla sus cartas hacia la ruta que le está quitando simpatías y simplemente excusa sus fracasos en conspiraciones en su contra. Lejos de buscar mayor legitimidad democrática – que sería lo deseable – aumenta su impulso autoritario.

En estos días, más de una casas encuestadoras muestran una baja en la popularidad del presidente debido, principalmente a dos razones: su mal manejo de la violencia hacia la mujer y su falta de cumplimiento en materia de combate a la corrupción.

Lejos de preocuparse y corregir, ayer el presidente anunció que la venta de los boletos de la rifa del avión presidencial arrancará el lunes 9, mismo día del movimiento #UnDiaSinNosotras. Así o más claro.

En el combate a la corrupción en el sector salud, el presidente tiene un Secretario de Salud ausente; escasez de medicamentos y explicaciones francamente hostiles hacia, por ejemplo, los padres de niños con cáncer a quienes acusa de dejarse manipular por alguna fuerza contraria al presidente cuando lo único que piden es medicinas para salvar la vida de sus hijos.

En cuanto a sus planes de apoyos a poblaciones vulnerables (algunos dirían que son planes de generación de clientelas), el tiro le está saliendo por la culata. En Sembrando Vida es tal el fracaso que su paisano tabasqueño, Javier May, le renunció. El presidente declaró que no acepta esta renuncia, pero ahora tendrá que permitir que May avance y no sea obstaculizado por la Secretaria del Bienestar, María Luisa Albores.

El fin de semana en Tabasco, la tierra del presidente, sus paisanos lo abuchearon y le reclamaron que las ayudas prometidas no les están llegando.

La respuesta de López Obrador ante estos reclamos y ante la baja en su popularidad es de campeonato: “Estamos bien, tenemos mayoría, la gente nos está apoyando. Y también hay desgastes porque imagínense enfrentar a los conservadores corruptos que no quieren dejar de robar, están molestísimos, no los calienta ni el sol, y desquiciados”.

La baja en la aprobación presidencial es lo de menos. Su respuesta y su falta de autocrítica para mejorar, al ver que hasta sus aliados más fieles y naturales le reclaman los fracasos, es lo que llama la atención.

 

Columna completa en El Universal

Primero se iba a vender el avión presidencial. Como nadie lo quiso comprar al precio que pedía el gobierno mexicano, el presidente salió con la ingeniosa idea de rifarlo. Como esa ingeniosa idea se topó con la realidad, el presidente decidió una nueva maroma: se rifa dinero en efectivo y lo único que implica al avión presidencial es la foto en el billete de la lotería.

Igual podría decir el presidente que va a rifar las Pirámides de Teotihuacán o incluso la Torre Eiffel. Lo único que tiene que hacer es poner la imagen de cualquiera de estas maravillas en el billete y ofrecer los mismos millones en efectivo. Es más, bajo la misma lógica podría rifar la Gran Muralla China; los (desaparecidos) Jardines Colgantes de Babilonia o la (también desaparecida) Biblioteca de Alejandría.

Por quinientos pesos que cuesta el cachito, los cien ganadores se pueden llevar 20 millones de pesos cada uno. Nada mal, dirían algunos. Aunque al venderse 6 millones de ‘cachitos’, la probabilidad de ser uno de los cien ganadores se diluye al grado que es mejor entrarle al Melate, que cuesta 15 pesos por boleto.

Ahora, si hasta este momento las maromas de la rifa del avión son absurdas, aún hay más. El presidente recibió el lunes en ese show matutino que da en Palacio Nacional un cheque del Fiscal General de la República por 2 mil millones de pesos de dinero que dicen fue decomisado a delincuentes de cuello blanco que desviaron dinero del INFONAVIT. Con esos 2 mil millones de pesos dice el presidente que se van a pagar los cien premios de 20 millones de pesos de la rifa del ‘avión’ que será sorteado el 15 de septiembre. ¿Por qué se mezcla el dinero que recuperó la Fiscalía con el de la rifa del billete que tiene una foto del avión presidencial pero en el que se rifará dinero en efectivo? Es una maroma. Una maroma que no toma en cuenta que al tratarse de dinero que proviene de prestaciones laborales, son inembargables y por lo tanto no aplica la Ley de Exrinción de dominio. Es ilegal que cualquier institución que no sea el INFONAVIT disponga de esos recursos. Pero aún así el presidente ya los comprometió para pagar los premios de su rifa.

Y aún hay más. A pesar de que ningún sorteo de la Lotería Nacional logra vender ni 500 mil boletos, el presidente anticipa que se van a vender los 6 millones de cachitos y que con ello va a recibir 3 mil millones de pesos. Parte de este dinero será para pagar equipo médico. ¿Por qué no utiliza el dinero de la FGR que recibió el lunes para, de una vez y no hasta la lotería de septiembre, comprar el equipo médico? Es una respuesta que solo conoce el presidente López Obrador.

Para sumarle a todas estas maromas, el presidente quiere acudir a los bolsillos salvadores de la clase empresarial. Cien empresarios están convocados el día de hoy a cenar a las 7pm en Palacio Nacional para que el presidente les de 40 mil cachitos de la rifa a cada uno para que ellos los coloquen entre sus empleados o se los queden como una acción solidaria para resolver las necesidades médicas y la rifa del avión presidencial.

Columna completa en El Universal

El presidente Andrés Manuel López Obrador había dicho que daría a conocer los detalles de la renuncia de Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte, pero en su lugar se dedicó la mañanera de Palacio Nacional para dar detalles del avión presidencial, el TP-01, que más de un año después de que prometiera venderlo, esto simplemente no ha ocurrido.

Las razones por las que el avión no se ha vendido es que es una aeronave hecha para volar a mandatarios, no para fines comerciales. Si lo quisiera comprar una línea aérea, acomodarlo para viajes comerciales implicaría un gasto importante, primero que nada, por el peso del 787-8. Al cumplir con requisitos de seguridad para volar a un Jefe de Estado, el avión pesa más que un avión comercial. Sus despegues y aterrizajes, por lo tanto, cuestan más. Para una línea aérea comercial esto requeriría de ajustes más de allá de las de por sí necesarias modificaciones a la cabina para sentar a los pasajeros.

Así, el mercado de posibles compradores del TP-01 queda muy reducido. Los particulares y/o empresas que tengan interés en comprar un avión con estas características son muy pocos.

Pero, aun así, el presidente López Obrador insiste en que quiere vender el avión. Cuando menos ahora lo va a regresar a México. Esperemos que sea guardado en el hangar presidencial construido específicamente para este avión. Con ello dejaremos de pagar los $719 mil 321 dólares anuales que cobraron en Victorville, California solo por su resguardo. Habrá que conocer los detalles de costos de mantenimiento en México, que sin duda deberán seguirse dando si no queremos que el avión se deteriore y se vuelva una pieza de chatarra.

El discurso presidencial de no volar en el avión que “no tiene ni Obama” le ha sumado muchos simpatizantes a AMLO. Ha resultado música para los oídos de varios saber que el dinero producto de la venta va a ser utilizado para mejorar la vida de miles de mexicanos. Lástima que todo sea una quimera.

En junio pasado, en concreto el día 12, el presidente prometió que el dinero de la venta lo destinaría al Plan de Desarrollo Integral de Centroamérica. Y, sin embargo, ayer, en su conferencia mañanera, el presidente declaró que el dinero que se va a obtener “nos va a permitir tener recursos para tener equipos que hacen falta en hospitales, rayos X, tomógrafos, ambulancias, sólo por hablar de necesidades de salud, pero cuántas otras necesidades hay, demandas de la gente”.

Por fin, ¿el dinero será para el desarrollo de Centroamérica o para cubrir las necesidades de salud?

Ya en otra columna (19.Sept.19) había apuntado que no hay claridad respecto a qué pasaría con el dinero de la venta del avión en el remoto caso de que se logre vender. El contrato de Banobras con Boeing para la compra del avión está protegido por el secreto bancario. El Director de Banobras, Jorge Mendoza, dijo que el banco ya ha pagado mil 833 millones de pesos de la deuda e intereses y que aún hay un remanente de más de 2 mil 700 millones de pesos que se deben pagar hasta el 2027.

Por ello, una vez que Banobras pague todo el avión, será el banco gubernamental el dueño del TP-01. Si se vende antes, Banobras dejará de tener que pagar las mensualidades. Así que no habría dinero para enviar a migración, al desarrollo de Centroamérica o al sector salud, como ha prometido el presidente.

 

Columna completa en El Universal

Eduardo León Trauwitz ha sido señalado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador como el gran huachicolero del sexenio de Enrique Peña Nieto. Primero fue parte de las escoltas del presidente y después, Trauwitz fue ascendido a Subdirector de Salvaguardia Estratégica de Pemex desde donde, según los señalamientos de trabajadores de la empresa, lejos de hacer su principal encargo – acabar con el robo de combustible – fue el mejor cómplice y aliado del huachicoleo.

Por ello, en abril de este año, Trauwitz fue llamado a comparecer en una audiencia inicial por un proceso iniciado en su contra por robo de hidrocarburos. León Trauwitz no se presentó, pero sus abogados sí y aclararon a la juez que su cliente estaba enfermo. La segunda vez la defensa supo que la acusación ya no era solamente por robo de hidrocarburos, también se le acusaba de delincuencia organizada, lo que no amerita enfrentar el juicio en libertad.

Si Trauwitz se hubiese presentado a esa segunda audiencia, seguramente estaría en Almoloya ahorita, me comentaron fuentes enteradas del caso. Unos días después, la Fiscalía General de la República giró una orden de aprehensión en su contra, pero para entonces Trauwitz ya no estaba en México.

Desde mayo de este año, el ex General se encuentra en Canadá tramitando su petición de asilo político aduciendo ante las autoridades de aquel país que es un perseguido político. Y las autoridades mexicanas, que saben que Trauwitz está en Canadá, poco pueden hacer al respecto porque el expediente que tienen en su contra está tan mal armado, que de presentarse ante las autoridades canadienses, seguro culminaría con la exoneración del ex General.

Así, en tiempos de la 4T, cuando Andrés Manuel López Obrador ha hecho de la corrupción su principal bandera y del huachicoleo su lucha emblemática, el señalado como el gran huachicolero está a punto de lograr una salida cual Napoleón Gómez Urrutia de este sexenio.

Los argumentos de Trauwitz para justificar ante las autoridades canadienses que es un perseguido político son que él, lejos de haber apoyado y lucrado del robo de combustible, ideó un mecanismo para cortarlo de tajo modificando la estructura dentro de Pemex que permitía que el área de logística contratara empresas para tapar los ductos pinchados mediante la instalación de un capuchón. Este mecanismo costaba un dineral y esos montos se los repartían entre el contratista y el sindicato en detrimento de Pemex. Además, permitían a los huachicoleros quitar el capuchón unos cuantos días después para poder seguir succionando y robando el combustible.

Además de su cercanía con el expresidente Peña Nieto, el argumento de Trauwitz es que el cambio de logística acabó con un jugoso e ilegal negocio que hoy lo tienen en la mira.

Así avanza (es un decir) la lucha contra la corrupción y el huachicoleo.

 

Columna completa en El Universal

El gobierno se asume como transformador. Lo que antes se hacía, ahora ya no se repite. “Somos diferentes, salvo algunas excepciones”, podría ser su mantra. Por ejemplo, cuando de traer asilado a México al hoy ex presidente de Bolivia, Evo Morales, se trata.

“México se ha caracterizado por su tradición en materia de protección a asilados a lo largo de su historia. Se ha mostrado como un Estado incluyente y solidario cuyas puertas han estado abiertas para quienes han tenido la necesidad de abandonar sus países”, dijo el canciller Marcelo Ebrard.

Ahí estuvo ausente el clásico del presidente López Obrador de que ahora las cosas se hacen distinto; de que “no somos como los de antes”. Para justificar el asilo a Evo Morales sí funcionaron las reglas del pasado.

En el comunicado de la cancillería se citaron la Convención sobre Asilo de La Habana de 1928 y la Convención sobre Asilo Diplomático firmada en Caracas en 1954 como sustento para otorgarle asilo a Evo Morales. Además, se mencionó que la legislación mexicana también reconoce el otorgamiento de asilo político en su Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político de 2011.

El comunicado de la cancillería hizo mención del derecho internacional que reconoce que un individuo puede solicitar a un Estado del que no es nacional, como consecuencia de situaciones que surjan en el Estado de su nacionalidad, el reconocimiento como asilado. Pero, en este gobierno, una cosa son las peticiones de los guatemaltecos, hondureños, cubanos y hasta africanos que llegan a Tapachula a solicitar asilo y se les responde con la fuerza de la Guardia Nacional, y otra es la misma petición, pero de Evo Morales a quien se le trajo a México como si la austeridad fuera una palabra que no pronunciara a diario el presidente López Obrador en sus conferencias mañaneras.

Y es que, en cuanto a la austeridad, ésta se implementa para recortar recursos para medicinas; para sueldos de la burocracia; para la Conafor y los incendios que debió combatir en los meses de sequía; para los traslados de elementos de seguridad que no pudieron llegar a atender las llamadas de auxilio a los familiares de los nueve asesinados en Sonora de la familia LeBarón sino hasta varias horas después.

Pero para trasladar a Evo Morales de Cochabamba a México, hubo jet privado y, después de un largo viaje cuyos costos seguramente no se harán públicos, hubo también recursos para que se le trasladara a un lugar seguro en la CDMX en helicóptero.

En cuanto a los principios de la diplomacia mexicana, ahí el gobierno se apegó a un fragmento del artículo 89 de la Constitución, la no intervención, pero para el caso Venezuela y el no reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino. Para el caso boliviano prefirió el gobierno de la 4T brincarse al siguiente renglón del mismo artículo y apegarse a la lucha por la paz y la seguridad internacionales, apoyando a Evo Morales a salir de Bolivia para evitar una guerra civil en aquel país.

Esto no es una defensa a un Golpe de Estado. Es una denuncia a un discurso selectivo de un gobierno que a diario se dice ser diferente pero demuestra ser más de lo mismo: un puñado de políticos que, mediante el poder, empujan su ideología y buscan agandallarse todo –el ejecutivo; el legislativo; el judicial y los órganos autónomos. Y en el camino, abrazan a sus similares, como a Evo Morales quien pudo haber abandonado el poder en enero del 2020 como un gran presidente para Bolivia pero prefirió intentar el agandalle.

Por cierto, en su tuit de despedida, Evo prometió volver con más fuerza y energía. A ver qué papel juega el actual gobierno mexicano en esta promesa de Morales.

 

Columna completa en El Universal

La realidad en materia de seguridad ha cambiado dramáticamente, para mal. Lejos de tener una estrategia con metas específicas para presentar resultados, tenemos a un Secretario de Seguridad Pública que señala puntos de inflexión al mismo que tiempo que queda claro que la situación ha empeorado y hay dos factores que lo demuestran contundentemente.

Lo primero es que, de tener un problema grave de inseguridad en pocas ciudades, como Coahuila; Ciudad Juárez; Matamoros y Reynosa, ahora la inseguridad está en prácticamente todo el país, salvo pequeñas islas de tranquilidad como Mérida.

Lo segundo es que ahora los delitos no discriminan niños, mujeres ni familias. La delincuencia ya cruzó esa línea y ya no respeta. Ante la impunidad, la matanza va parejo, como quedó claro con lo ocurrido a la familia Le Barón hace dos días en Sonora, el estado que quiere gobernar Alfonso Durazo. Pero, desgraciadamente éste no es el único caso de asesinatos de familias. Las notas con estas matanzas son ya el pan de cada día en el noticiero que conduzco en Foro TV, A Las Tres.

En los casi diez años que he tenido a mi cargo un noticiero en esta plataforma y antes en Grupo Imagen, he podido ver claramente el deterioro en la seguridad. Las notas cotidianas de asesinatos múltiples de familias y vecinos aparecen con mayor frecuencia. No digo que antes no ocurrieran nunca, como fue el caso de la masacre de Villas de Salvacar en el 2010, pero ahora este tipo de crímenes ocurren con más frecuencia y en más lugares. Tan solo la semana pasada hubo un tiroteo en una fiesta infantil en Iztapalapa y otro en el festejo de San Andrés Totoltepec en donde se dio el tiroteo mientras más de mil personas estaban bailando en la calle.

Y ante este recrudecimiento del crimen, la respuesta de las autoridades es la misma de siempre: lamentamos los hechos; vamos a investigar; lo ocurrido no va a quedar impune. Pero sí queda impune. Ahora con el agravante de que, además, el encargado de la seguridad en el gobierno no sabe del tema. Ha sido un político que ha brincado de partido y de lealtades para mantenerse en el poder, no alguien que conozca desde la teoría hasta la práctica de temas de seguridad. Y por eso, aun cuando era evidente que el problema de inseguridad que heredó el gobierno de López Obrador no se iba a resolver en doce meses, tampoco se va a resolver en los que siguen ni en lo que resta del sexenio con la actual estrategia.

Creer que el cambio lo va a lograr el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que da 3 mil 600 pesos a quienes pueden ganar impunemente miles de dólares producto de las distintas actividades ilegítimas que existen en México, es una ingenuidad monumental.

En la conferencia mañanera el presidente declaró que posiblemente lo ocurrido a la familia Le Barón se trató de una confusión de quienes asesinaron a las 3 mujeres y 9 niños, pero eso tampoco es una justificación. Lo terrible; lo lamentable, es que en México se puede cometer un crimen de esa magnitud para ajustar cuentas entre delincuentes y nada pasa.

Sin duda parte del problema viene del flujo de armas de norte a sur y del enorme consumo de drogas en Estados Unidos, pero el meollo del asunto es la falta de Estado de Derecho en México. Así como no es correcto que el presidente culpe al pasado de lo que ocurre actualmente, tampoco podemos creer que reglas de Estados Unidos van a ser las que traigan seguridad en México.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

Bellum omnium

contra omnes.

Thomas Hobbes

Hace un año el presidente Andrés Manuel López Obrador dio un manotazo al anunciar, sentado frente a un libro titulado ¿Quién manda aquí?, que la construcción del aeropuerto de Texcoco, el NAIM, quedaba cancelada. Desde entonces ha querido dejar en claro que, en este país, quien manda es él.

Pero en el momento en que su autoridad se hizo más necesaria que nunca, el presidente decidió no mandar. Optó por subirse a un avión comercial y quedar incomunicado. Al aterrizar en Oaxaca, en lugar de haberse ido a Culiacán, siguió adelante con su agenda como si la violencia de Sinaloa no mereciera una revisión de sus planes de fin de semana.

La conferencia mañanera del día siguiente la llevó a cabo desde Oaxaca y en Culiacán dejó a los integrantes del Gabinete de Seguridad Pública a que le dieran la cara a los reporteros y periodistas del estado en el que el día anterior se había vivido el terror.

Lo poco que dijo López Obrador la mañana del 18 de octubre en Oaxaca fue que dio la instrucción de que los integrantes del Gabinete de Seguridad no oculten ninguna información respecto a lo ocurrido en Culiacán. Esto evidentemente no ha ocurrido ya que seis días después no sabemos ni siquiera si es o no cierta la versión del New York Times respecto a que en el operativo se detuvo no solo a Ovidio Guzmán, también a su medio hermano, Iván, a quien también se dejó en libertad.

AMLO insiste en la pacificación y en no utilizar la fuerza. “Quien usa la fuerza no tiene autoridad moral”, declaró airoso el presidente desde Oaxaca. No tendrá autoridad moral, pero tiene autoridad, sin adjetivos, como se vio en Culiacán. Y es que ha quedado más que claro que esto de la pacificación y el desarme voluntario no le interesa al crimen organizado.

Pero ante esta realidad, el presidente sigue montado en su macho: no vamos a cambiar de estrategia. Y culpa a ‘sus adversarios’ de ser quienes lo invitan a modificar el plan. Curioso que ‘sus adversarios’ sean los medios; los columnistas; quienes cuestionamos que claramente no se está pacificando al país. Uno esperaría que el presidente vea como adversarios a quienes tomaron rehenes en Culiacán y provocaron la muerte de ya catorce personas, según el recuento al momento de escribir estas líneas.

Quizás en lugar de leer el libro que estaba sobre su escritorio hace un año, cuando dio el manotazo del NAIM, ¿Quién manda aquí?, valdría la pena que lea a Max Weber quien explica que la principal razón de ser del Estado es tener el monopolio del uso legítimo de la fuerza. Cuando esto falla, el Estado deja de cumplir con su razón de ser.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

Estamos en un punto de inflexión en la violencia, declaró el flamante Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo. Lo dijo mostrando una gráfica durante la conferencia mañanera que transcurría en Palacio Nacional, en la CDMX. Y al mismo tiempo en La Aguililla, Michoacán, gritaban policías estatales desesperados: “¡K-8! ¡K-8! ¡Nos atacan!

El saldo de la mañanera de Palacio Nacional fue de complacencia. El de Michoacán de 13 policías muertos y nueve heridos en la emboscada. Además quedaron unidades policiacas calcinadas y en los parabrisas se podía leer “A todos los policías que apoyen a los lacras se los cargará la ve…Att. CJNG”.

En Palacio Nacional se escucha un día sí y el otro también al presidente decir que para combatir la inseguridad su gobierno dará abrazos, no balazos. En Michoacán y en gran parte del país la respuesta a esta ‘estrategia’ es la inversa: balazos, no abrazos.

Y es que el país que describe el presidente y sus invitados en las mañaneras de Palacio Nacional es muy distinto al México que vivimos el resto de los mortales.

Otro día más en Palacio Nacional. Ahora se reúne la primera plana de los empresarios gaseros. Sentados, un poco incómodos, aplauden al presidente López Obrador que habla de que la corrupción se está barriendo como las escaleras, de arriba para abajo, y que en su gobierno ya no hay tolerancia a la corrupción. Entre los sentados a lado de los empresarios está el Director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett.

Terminada la conferencia matutina Manuel Bartlett regresa a su despacho. Pasan las semanas y los señalamientos de corrupción y enriquecimiento ilícito en su contra siguen brillando por su ausencia.

Por su parte los empresarios que aplaudieron y prometieron que van a invertir, siguen ideando estrategias para que su dinero esté a salvo. No quieren ni hablar en fuerte, ni escuchar en público sobre el panorama que vive el país. Quizás la idea es que si no se habla de los errores del gobierno, éstos no tendrán efecto. Una estrategia parecida a la que implementó el gobierno de Peña Nieto para ‘combatir’ la inseguridad: no hablemos del tema y así la seguridad quedará resuelta.

Estamos ante una emergencia en materia de seguridad que sin duda heredó el presidente López Obrador. A esa emergencia se le suma un panorama muy negativo en materia económica. Este cuadro no augura más que un círculo vicioso: si la economía empeora, la seguridad lo hará también.

Pero en Palacio Nacional dirán que, a pesar de la terrible herencia del pasado, todo mejora. Es la Cuarta Transformación.

Apostilla: Hoy Javier Bonilla ofrecerá una conferencia de prensa a las 11:45 de la mañana. Ayer el presidente López Obrador le envió un mensaje muy claro en su conferencia mañanera: que la Ley Bonilla con la que pretende ampliar su mandato de 2 a 5 años es una pena y que el expediente perdido para poder publicar el cambio debe de ser hallado. El documento apareció ¡oh sorpresa! unas horas después.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

El anuncio de la renuncia de Eduardo Medina Mora a la Suprema Corte vuelve a mostrarnos el México binario. O se está en favor del Ministro Medina Mora y su muy cuestionable cercanía con el poder de los presidentes, desde Vicente Fox; Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, o se está en favor del presidente Andrés Manuel López Obrador.

No hay lugar para medias tintas. Para pensar que se estuvo en desacuerdo con su nombramiento como ministro de la Corte en el sexenio de Enrique Peña Nieto, no por falta de credenciales en el ámbito jurídico, sino precisamente por su cercanía al poder, pero también se está en contra de que ocurra su renuncia sin una explicación precisa de la causa de fuerza mayor que lo lleva a tomar esta decisión.

Conocer esa causa de fuerza mayor no es un capricho ni producto del morbo. Es mandato constitucional. Así lo establece el párrafo tercero del artículo 98. Pero tanto al presidente López Obrador como al senado este mandato constitucional les ha parecido lo de menos y la aceptaron sin que Medina Mora compareciera o dejara claridad sobre sus motivos.

Y ahora, exigir esta claridad y respeto a la ley les parece escandaloso a quienes denostaron la llegada de Medina Mora a la Suprema Corte en el 2015. El argumento de los ‘partidarios’ de AMLO es que lo escandaloso no es su renuncia, sino que estuviera ahí, sentado en la SCJN.

Y sí. En su momento se habló de que no era el candidato idóneo para ocupar un asiento en el poder judicial, menos aun de la estatura de Ministro de la Suprema Corte. Su cercanía con tres presidentes para quienes trabajó, primero con Fox como Director del CISEN y Secretario de Seguridad Pública; después con Felipe Calderón como Procurador y luego con Enrique Peña Nieto dos veces embajador, ante Reino Unido y ante Washington, ponían en duda su independencia frente al ejecutivo.

La autonomía del Poder Judicial no es plena, pero lo que hay ha costado mucho obtenerlo.

Que a Medina Mora el poder le llegó nublar el sentido de su trabajo, ni duda cabe. Basta tomar en cuenta que aceptó ir a la boda de la hija del abogado Juan Collado y sentarse en la mesa de los invitados más importantes, sin darse cuenta o sin importarle el conflicto de interés que eso representaba.

Precisamente nombramientos como el de Medina Mora fueron las rayitas que le pintaron al tigre que generó la votación tan favorable a Andrés Manuel López Obrador el año pasado. Y por eso cuesta trabajo entender a quienes hoy justifican que la renuncia de Medina Mora no es un escándalo. Las formas no dejan claridad sobre si hubo presión o no del poder ejecutivo para que un ministro que no es alfil del actual presidente quede fuera y en su lugar llegue alguien que garantice fallos afines al ejecutivo.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

Una de las grandes promesas de la campaña de Andrés Manuel López Obrador fue que vendería el avión presidencial que “ni Obama tenía”. Así lo repitió en varias ocasiones durante su campaña y, apenas llegó a la Presidencia, se ha rehusado a volar en él. Muy rápido, la Secretaría de la Defensa contactó a Boeing, la empresa que le arrendó el TP-01 a Banobras, para mandarle el avión de regreso para estacionarlo en uno de sus hangares, en lo que se vende.

Recordemos que este avión no es propiedad del gobierno federal aún porque el contrato entre Boeing y Banobras se firmó en noviembre de 2012 a un costo de 2 mil 952 millones de pesos que se deberían pagar en 15 años. Así, la factura del avión presidencial aún no es del gobierno mexicano, es de Boeing.

Pero aún sin ser dueño del avión, el presidente ha dicho que lo venderá y que el dinero del TP-01 lo destinará al Plan de Desarrollo Integral de Centroamérica. En la Conferencia Mañanera del 12 de junio, el presidente dijo textual: “Acerca de cuánto nos va a costar este plan, decirles que tenemos presupuesto, lo dije ayer y lo repito, donde comen uno comen 10, 100 y un millón. Además, miren, ayer recibí el avalúo de la ONU sobre el avión presidencial, mínimo 150 millones de dólares y de ahí para arriba, me quedé con la duda de 130 o 150; pero este dinero saldría de lo que vamos a recibir del lujoso avión presidencial de nombre, como burla, José María Morelos y Pavón, el que buscaba que se acabara la opulencia, que se viviera en la justa medianía”.

Quizás valdría la pena que el presidente revise sus números… o, más bien, los números de los mexicanos, que somos quienes estamos financiando mediante nuestros impuestos el arrendamiento del hangar en el que está el avión presidencial y las mensualidades que se siguen pagando mientras el avión está estacionado en Victorville, California.

El contrato entre Boeing y la Sedena al que tuve acceso y que está firmado el 27 de diciembre del 2018 por el General de División Manuel de Jesús Hernández González, muestra que el primer año de tener el avión estacionado está costando $719 mil 321 dólares, solamente por el espacio y por la vigilancia del avión. Esto no incluye los daños que pueda sufrir el TP-01 que está estacionado a la intemperie y de cuyo deterioro no es responsable Boeing sino el gobierno mexicano.

¿Por qué se quiso enviar el avión a California a dejarlo estacionado a la intemperie en lugar de tenerlo igual, estacionado, en el hangar presidencial que se construyó específicamente para este TP-01? Quién sabe.

Pero este costo tampoco incluye arreglos extras ni partes que se le tengan que comprar al avión. Si se llega a requerir trabajos de alguna empresa o trabajador externo a Boeing, por ejemplo, el costo por día es de 2 mil 750 dólares más horas extras. Todo este costo le ha estado llegando al gobierno mexicano cada tres meses para que lo vaya liquidando puntualmente.

A este costo de tener estacionado el avión en California, que en el hangar presidencial de México sería cercano a cero, hay que sumarle los pagos mensuales que debe hacer Banobras que todavía debe liquidar poco más de 2 mil millones de pesos.

Así, entre los vuelos comerciales; las mensualidades de Banobras, y el costo de tener el avión estacionado, está saliendo bastante caro esto de vender el avión que ni Obama tuvo.

 

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Una de las frases más conocidas del autor de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis C Caroll, es: “Aquí, tienes que correr a toda velocidad para poder permanecer en el mismo lugar, y si quieres desplazarte a otro… ¡entonces debes correr el doble de rápido!”

Eso mismo debería hacer México: correr para no seguir perdiendo posición en el mundo globalizado de hoy. Y correr más rápido si queremos avanzar y ser un país próspero y desarrollado.

Pero cuando tendríamos que estar corriendo simplemente para no quedarnos atrás, estamos frenando la marcha de manera abrupta. Tan radical, que si el gobierno presenta un presupuesto que no se enfoca en reactivar la economía; en aumentar la productividad sino en regalar dinero a través de programas sociales y en meterle dinero bueno al malo a través de proyectos que sabemos desde ahora no redituarán, éste es recibido con un gran suspiro de alivio. ¡Fiu! No hubo sorpresas desagradables. Los números parecen realistas y hacen sentido. Esa ha sido la reacción ante la propuesta presupuestal que presentó hacienda para el año próximo.

La inversión para la competitividad y el crecimiento regional del país es todo menos eso. Implica invertir dinero en Santa Lucía y el Tren Maya, ambos proyectos destinados al fracaso. Pero como la inyección de capital es menor a la anticipada, ¡fiu! hay un respiro de alivio.

Los recursos para los programas sociales (Bienestar de las Personas Adultas Mayores, el de las personas con discapacidad, Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, becas escolares, crédito agrícola y ganadero, por mencionar algunos) será dinero de los contribuyentes para generar una clientela política para el presidente y para Morena. Tomó mucho tiempo quitarle esa cartera que el PRI utilizó durante décadas a su antojo para que ahora, con el argumento de que ellos son distintos, otra vez el dinero se reparta de manera directa, sin intermediarios.

En otro de los grandes pilares del presupuesto, la producción petrolera, se prevé que ésta aumente un 13 por ciento. ¿Cómo vamos a producir 13 por ciento más sin el hallazgo de un nuevo yacimiento; sin fracking y sin atraer inversiones nuevas porque el presidente repite una y otra vez que éstas no han servido para nada? Se ve poco probable. Pero como el presupuesto para la construcción de ese elefante blanco que será Dos Bocas fue 17 por ciento menor al esperado, entonces ¡fiu! hay un respiro de alivio. Aunque de todas formas se le asignaron 41.3 mil millones de pesos.

El crecimiento que pronostica Hacienda va de 1.5 a 2.5 por ciento. Éste dato es demasiado bajo para una economía como la mexicana, pero como se anticipa más realista que el 4 por ciento en promedio que viene prometiendo el presidente alcanzaremos en el sexenio, entonces ¡fiu! no está tan grave ese pronóstico tan bajo porque es realista.

Sí, qué bueno que se pronostique una inflación controlada; un tipo de cambio razonable y un superávit primario. Es una lógica responsable de Hacienda que al parecer palomeó el presidente López Obrador. Pero eso es un primer escalón. México tienen enormes carencias. Regalar poco dinero a muchos mexicanos podrá ser, no nada más un motor del consumo interno, también un catalizador de mayor informalidad. Tirar dinero en un tren y un aeropuerto que no van a resolver la conectividad y sentirnos tranquilos porque será poco dinero, sigue siendo dinero de los mexicanos tirado a la basura.

No estamos corriendo a la velocidad que requerimos. Estamos ante un gobierno que ha puesto freno de mano y ahora, al presentarse un presupuesto sensato pero pobre, hay una normalización de un presente y un futuro mediocre para México.

 

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Esta mañana el INEGI dará a conocer las cifras del crecimiento del Producto Interno Bruto. Se anticipa que este número va a ser negativo. Con esto serán ya dos trimestres al hilo con PIB negativo, lo que algunos definen como una recesión.

No voy a entrar en el debate de si esto es o no la definición precisa de recesión porque ni los economistas más destacados del mundo han logrado ese consenso, pero psicológicamente dos periodos con PIB negativo no pueden considerarse buenos para la economía de un país. Y si algo le pega a la psique de los inversionistas, le pega al bolsillo de los consumidores. Pero aun con este dato del INEGI, el presidente Andrés Manuel López Obrador seguirá firme con su apuesta de que en el 2019 vamos a crecer al 2 por ciento.

Y AMLO va a ganar la apuesta.

La apuesta no la va a ganar por un impulso natural que recibirá México vía el crecimiento de la economía estadounidense. Tampoco por las ganancias del sector exportador que se beneficia del tipo de cambio estable. Ni siquiera ganará la apuesta por el anuncio positivo de que Hacienda va a inyectar 500 mil millones de pesos a la economía vía la banca de desarrollo; créditos para viviendas y créditos al campo. Pero la va a ganar.

La va a ganar a pesar de que esta inyección de capital no va a devolver de la noche a la mañana la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros para que vengan a meter su dinero en proyectos concretos y de largo plazo, no solamente en instrumentos financieros que pueden irse igual de fácil que como llegan.

Va a ganar la apuesta a pesar de que Citibanamex hizo un nuevo pronóstico del crecimiento para el año que lo modificó de .09 a .02 por ciento y de que ni el más optimista de los pronósticos anticipa un crecimiento cercano al 2 por ciento.

Si volteamos a ver otras cifras, todo indica que el presidente tiene una apuesta perdedora. Por ejemplo, la inversión se contrajo 2.1 por ciento entre enero y abril del 2019. La producción industrial cayó 2.1 por ciento en mayo, la caída más pronunciada desde enero del 2009. El subejercicio en el gasto gubernamental, motor fundamental para el crecimiento de la economía, es preocupante porque aun si se decidiera no continuar con este subejercicio, volver a echar a andar la economía que se frenó de tajo no es tan sencillo como pulsar un botón de encendido.

El freno de mano autoimpuesto por el gobierno a la economía significa que las empresas tienen que hacer recortes, que por ello los ciudadanos tienen menos dinero para gastar y que por lo anterior el gobierno tiene menos dinero que recaudar. Lo que hoy es un subejercicio que deja dinero en las arcas, mañana serán unas arcas sin dinero que invertir. Y así el círculo vicioso.

Pero, con todo y todo, el presidente va a ganar la apuesta.

Al final del año la apuesta de AMLO de que crecimos al 2 por ciento la va a sostener el presidente porque si bien los bancos y el INEGI van a reportar una cifra distinta, menor, López Obrador va a presentar sus propios argumentos sustentados en el libro que publicará en diciembre: la economía moral. AMLO dirá que México se está transformando; que ahora medimos el desarrollo y el bienestar y no solamente el crecimiento. Que, si bien antes se crecía poco más del 2 por ciento, el dinero solo se quedaba arriba y ahora, con su 4T, no va a ser necesario esperar a que el chubasco de dinero de arriba les llegue a los de abajo porque él sabe que eso nunca sucede.

 

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Andrés Manuel López Obrador llegó a su escenario predilecto, al Zócalo, a festejar que hace un año fue electo presidente de México y a presumir que ha cumplido con 78 de sus 100 compromisos que hizo al ganar las elecciones del 2018. Muy al estilo de Donald Trump, AMLO se auto elogió ante miles de sus simpatizantes presumiendo que ningún presidente antes en la historia había logrado tanto en tan poco tiempo. Y, sin embargo, la principal razón de su triunfo permanece incumplida: acabar con la corrupción tolerada y la mafia en el poder.

El hartazgo con las viejas prácticas del PRI llevó al triunfo de Vicente Fox ayer hace 19 años. Como ni el PAN ni el regreso del PRI demostraron que realmente estaban dispuestos a combatir la corrupción y la impunidad, millones de ciudadanos voltearon a ver a Andrés Manuel López Obrador y votaron por él con esa encomienda como su prioridad.

Pero hoy es claro que AMLO no tiene intención de acabar con los privilegios y las prebendas de unos pocos a costa de millones y que su oferta es simplemente regalar dinero equivalente a migajas si lo comparamos con las transacciones de lo que él llama La Mafia del Poder.

El mejor ejemplo es la historia de Grupo Fertinal. Una empresa que era del estado y que en 1992 la compra el empresario Fabio Covarrubias. En 1998 el estado tiene que rescatar a Grupo Fertinal a través del Fobaproa, que luego se convierte en el IPAB.

En 2006 Fabio Covarrubias le compra al IPAB Grupo Fertinal. Lo hace a través de prestanombres porque el suyo aparecía entre los deudores del Fobaproa. Una de sus estrategias implica la creación de una empresa, NPK, que paga 81 millones 900 mil pesos, poco menos de 7 millones de dólares al tipo de cambio de esa fecha, por el 47 por ciento de Fertinal.

Diez años después, Covarrubias logra que Pemex pague 635 millones de dólares por una empresa que, según la auditoría independiente BDO, valía 15 millones de dólares. El sobreprecio pagado forma hoy parte importante de la enorme deuda que tiene Pemex como la empresa más endeudada del mundo.

AMLO no tuvo nada que ver ni con la compra barata ni con la venta cara de Fertinal, pero hoy como presidente tiene la oportunidad de dejar en claro que eso de acabar con la mafia en el poder sí va en serio. Nada de ser un Trump cualquiera que prometió drenar el pantano de los grandes intereses y hoy su gobierno es más bien un campeón de esos intereses que desbordan La Casa Blanca.

AMLO puede ser diferente. Son varios sus colaboradores los que están de acuerdo con que dejar impune el pasado corrupto no le suma al actual proyecto. En la Cámara de Diputados hay incluso preocupación porque entienden que sin contundencia en la lucha contra la corrupción la tendrán más complicada en la elección intermedia.

Pero lejos de querer cumplir con su compromiso y, cuando menos en un caso tan burdo como el de Fertinal, proceder para que no quede impune, AMLO está actuando igual que en el pasado que dice condenar. Basta ver que el 26 de febrero pasado, el Consejo de Administración de Pemex, encabezado por la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, autorizó una nueva capitalización de Pemex Fertilizantes y sus filiales.

 

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Carlos Lomelí, superdelegado del gobierno federal en Jalisco, prometió que ninguna de sus empresa del sector farmacéutico participaría en licitaciones públicas en tanto él fuera funcionario para no despertar sospechas de que se beneficiaba de su relación con Andrés Manuel López Obrador. No sería uno de esos funcionarios neoliberales de los de ‘antes’, cuando en México había la corrupción tolerada que ahora el presidente dice ha desaparecido.

Pero resulta que no. Que Carlos Lomelí mintió.

El pasado 1º de mayo publiqué en este espacio una columna a propósito de los negocios en el ámbito de las farmacéuticas de Carlos Lomelí en donde daba cuenta de como sus empresas en el sector saldrían beneficiadas del veto a Grupo Fármacos Especializados; Maypo y Dimesa que el gobierno les impuso por ser ‘inmorales’.

Como respuesta a este señalamiento, Lomelí publicó en twitter el comunicado en el que decía que “por carecer de sustento y por tratarse de una especulación que perjudica tanto la reputación de su servidor, como de la administración pública federal, me permito rechazar tajante la opinión vertida en la columna de Ana Paula Ordorica, publicada en El Universal. En congruencia con la política del Presidente Andrés Manuel López Obrador, afirmo y dejo en claro:

  • Ninguna de las empresas en las que su servidor tenga participación, cuenta con contrato vigente con ningún ente gubernamental.
  • Ninguna de las empresas en las que su servidor tenga participación, entrará a concurso o licitación alguna.

Agradezco sea otorgado el derecho de réplica.

Atte. Dr. Carlos Lomelí
Delegado para el Desarrollo del Gobierno de México en Jalisco.

Pues resulta que no han pasado ni dos meses después de ese comunicado tan firme del Dr. Lomelí cuando una de sus empresas ya participa en licitaciones del sector farmacéutico. El lunes 17 de junio se llevó a cabo la Licitación Pública Internacional Abierta Electrónica No. LA-012000991-E82-2019 para la contratación consolidada de bienes terapéuticos (medicamentos, material de curación, material radiológico y de laboratorio) para el segundo semestre del ejercicio fiscal 2019.

En el proceso participaron 311 compañías y en la lista aparece, nada más y nada menos que Laboratorios SOLFRAN SA. Esta firma es de Carlos Lomelí, según aparece dentro de las siete empresas reconocidas por él mismo como de su propiedad en su declaración 3 de 3, presentada el 24 de febrero de 2016.

Así que, Dr. Carlos Lomelí, ¿no que no iba a participar en estas licitaciones mientras fuera funcionario para no afectar la imagen del gobierno federal.

Apostilla: Si un gobierno dice que va a cambiar las cosas para simplemente mover las fichas y repartirlas bajo el mismo cuestionable modus operandi, vale la pena que quienes tenemos la oportunidad de contar con un espacio en los medios lo hagamos patente. AMLO no está acabando con la mafia en el poder; no está terminando con los amiguismos; no está terminando con los contratos en lo oscurito.

AMLO lo que hace es poner a México en el peor de los mundos: funciona como un priísta buscando reconstruir la enorme maquinaria que les permitió a los señores presidentes ser los mandamases durante un sexenio, pero además es alguien que cree que habla en nombre del pueblo y que tiene la batuta del Mesías para salvar a México.

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