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Marcha

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  1. ¿Por qué en la marcha ciudadana del 13 de noviembre para defender al INE no vimos filas de autobuses; metrobuses y otros vehículos llevando a gente a participar?
  2. ¿Por qué no hay fotos ni videos de gente vestida con chalecos del gobierno dando dinero a los que acudieron al Monumento a la Revolución el 13 de noviembre?
  3. ¿Por qué a diferencia de lo ocurrido con la contramarcha, no hay acusación de amenazas o condicionantes de los que se vistieron de rosa el 13 de noviembre y se presentaron en Reforma al grito de ¡El INE no se toca!?
  4. ¿Por qué el 13 de noviembre no hubo quien pasara lista y el 27 de noviembre, día de la contramarcha, sí?
  5. ¿Por qué no hay muestra de que en la marcha en defensa del INE se repartieran bolsas con desayunos y en la del 27 de noviembre sí?
  6. ¿Por qué los canales 11, 14, 21 y 22 – que conforman el Sistema de Radiodifusión – transmitieron la contramarcha completa del 27 de noviembre pero ignoraron las que ocurrieron el 13 de noviembre en la CDMX y otros puntos del país en defensa del INE?
  7. ¿Por qué decidió el presidente López Obrador y sus habilitadores mostrar sin recato y con total descaro el uso de recursos públicos para su contramarcha?
  8. ¿A quién quiere engañar el presidente López Obrador cuando paga millones de pesos del erario para saciar su ego?
  9. ¿Es realmente el presidente un imán para sacar a ciudadanos a tomar las calles o ya solamente lo logra mediante carretadas de dinero?

Estas son sólo nueve de las preguntas que deja la marcha del 13 de noviembre y su comparativo con la contramarcha del 27, pedida por el presidente López Obrador y organizada por todo el aparato del Estado.

Lo que deja en claro esta marcha es que el presidente está nervioso por las posibilidades que tiene su proyecto de trascender el 2024. Ha querido vender la idea de que el triunfo de Morena en las próximas elecciones estatales y en la presidencial es inevitable pero es evidente que los ríos de personas que vio salir a las calles a defender al INE el 13 de noviembre lo pusieron a la defensiva.

Su reacción ha desencadenado el fortalecimiento de una oposición que estaba pasmada, mermada y casi inexistente. En la encuesta hacia el 2024 publicada por este diario ayer Morena sigue siendo fuerte, pero ya no inalcanzable. La suma de los porcentajes obtenidos por los partidos de oposición se queda a 5 puntos de la obtenida por Morena y sus aliados.

En el legislativo, la insistencia en una reforma electoral que quiere fortalecer solamente a Morena a costa de todos los demás partidos ha dado un nuevo impulso al bloque opositor. La estrategia de ‘divide y vencerás’ le estaba funcionando al presidente a las mil maravillas cuando había logrado que el PRI se sumara en la reforma para extender el tiempo del ejército en tareas de seguridad pública. PAN y PRD habían dicho que así no se concretaría la alianza opositora hacia el 2023 ni menos hacia el 2024. Y sin embargo, ahora hasta MC se ha sumado en rechazo a la reforma electoral de López Obrador.

Una reforma que, por cierto, el presidente parece no entender. Ayer en su mañanera AMLO repitió que “el bloque conservador va a impedir la reforma constitucional porque no quiere que haya menos diputados, menos senadores, quiere seguir manteniendo a los plurinominales, quieren seguir entregando muchísimo dinero a los partidos, a los consejeros no quieren que los elija el pueblo”.  ¿Cómo es posible que diga esto si su reforma electoral busca la reducción de legisladores mediante la desaparición de los de mayoría relativa (los que elegimos los ciudadanos) para quedarnos solamente con diputados y senadores plurinominales (los que eligen las cúpulas partidistas al ser los que arman las listas con sus integrantes)?

O el presidente no entiende su reforma o quiere engañar con que busca un ahorro cuando lo que realmente persigue es afianzar el poder de las cúpulas partidistas.

Columna completa en El Universal

¿Cuántas mujeres salieron a la calle el domingo? ¿Cuántas marcharon? El gobierno da una cifra a la baja, mostrando una vez más que no entiende. Pero dejemos de lado cuántas marcharon. Si queremos hablar de número es mejor voltear a ver otros datos. En México, de los 123.5 millones de habitantes, 65 millones somos mujeres. Aline Ross estuvo en mi podcast Broojula en una edición especial sobre el Día Internacional de la Mujer hablando de unos números, datos del INEGI, que dejan en claro lo que está ocurriendo en México en materia de violencia hacia la mujer.

Casos de violencia intrafamiliar: 76% de las víctimas son mujeres; 82% de los imputados son hombres. Abuso sexual: el 75% de las víctimas son mujeres; el 93% de los imputados son hombres. Hostigamiento sexual: el 80% de las víctimas son mujeres; el 95% de los imputados son hombres. Violación sexual: 80% de las víctimas son mujeres; 90% de los imputados son hombres. Rapto: 92% de las víctimas son mujeres; 86% de los imputados son hombres. Acoso: 90% de las víctimas son mujeres; 88% de los imputados son hombres. Y homicidio: 74% de las víctimas son hombres; 90% de las imputadas son hombres.

Esto deja en claro, con datos duros, que los hombres en México nos están violentando; abusando; hostigando; violando; raptando y acosando a las mujeres. En México, la anatomía es destino. ¿Qué queremos entonces? ¿Por qué se marchó el domingo y se hizo un paro el lunes? Porque se quiere poner estos datos en la mesa, en la agenda, para que sociedad y gobierno logremos un cambio.

La exigencia en la marcha del domingo y en el paro de #UnDíaSinNosotras no es para pedir que ocupemos el lugar que tienen los hombres. Las mujeres no queremos imitar a los hombres. La marcha y el paro es para exigir algo distinto. Es para exigir más igualdad, que no significa desplazar ni imitar al género masculino. Sin duda hemos avanzado en todos los ámbitos – laboral; doméstico y de derechos políticos – pero dentro de un sistema que no se ha reformado; que se rige por las reglas masculinas. Hay todavía un largo camino por recorrer para hacer que el sistema sea horizontal.

Exigimos más porque queremos un sistema económico basado en el mérito y no en el género. Eso implica no solo acceso a espacios de trabajo, sino un sueldo parejo. Un piso parejo. Ganar el mismo sueldo por el mismo trabajo que un hombre. Actualmente el salario de la mujer es 1.5 veces menor que el de los hombres. No se pide un régimen especial. Se quiere igualdad. Y, evidentemente, se quiere seguridad. Fin a la impunidad por las muertes y la violencia hacia las mujeres por parte de los hombres. No más feminicidios.

La activista Gloria Steinem escribió un ensayo en la revista TIME en 1970 señalando el mundo ideal al que aspiraría para Estados Unidos. Un mundo que hoy ha logrado avances, sin duda, pero tremendos retrocesos, como lo muestra tener a un presidente misógino al mando: Donald Trump. Retomando su aspiración, yo pienso en el México utópico en el cual la anatomía no sea el destino de hombres y mujeres. En donde no ocurra que 63 de cada 100 mujeres reporte haber padecido algún incidente de violencia.

Columna completa en El Universal