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Con el arranque de las precampañas comienza también la lamentable etapa de los muchos y malos spots políticos en la radiodifusión mexicana.

A partir del lunes y hasta tres días antes de las elecciones del 2024, los ciudadanos seremos víctimas de la spotiza de los partidos políticos y las autoridades electorales. En estos 191 días nos van a bombardear con alrededor de 52 millones de spots las más de 3 mil 700 estaciones de radio y televisión del país.

Los partidos políticos y las autoridades electorales tienen derecho a utilizar 48 minutos diarios de radio y televisión de los tiempos oficiales, en épocas electorales, para promover ideas y propuestas de los primeros e información sobre las elecciones de los segundos. Estos 48 minutos diarios no le cuestan un centavo ni a los partidos políticos ni a las autoridades electorales. Son completamente gratis. Así que al dineral que se les da a los partidos políticos hay que sumarle este beneficio de no tener que pagar ni un centavo para que sus spots sean transmitidos en radio y televisión.

Esto de los tiempos oficiales es una herencia que viene desde la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, cuando al enojarse por la cobertura de los medios de comunicación del movimiento estudiantil de 1968 se impusieron como castigo a la industria. La historia es larga, pero en la campaña electoral del 2006, cuando los famosos spots de “López Obrador es un peligro para México” salieron al aire pagados por el Consejo Coordinador Empresarial, el candidato perdedor, AMLO, se enojo. Culpó de su derrota a los medios de comunicación y al modelo electoral lo que propició la reforma electoral del 2007. Ésta, además de cambiar de forma anticipada a los consejeros del entonces IFE, inauguró la prohibición de que partidos políticos o agentes económicos pudieran comprar tiempo aire para procesos electorales. A partir de entonces, 48 minutos de los tiempos oficiales se pusieron a disposición de los partidos políticos y de la autoridad electoral para que la radio y la televisión mexicana tuvieran que transmitir de forma gratuita los mensajes de los candidatos y partidos políticos.

Ningún país en el mundo le cobra tanto a la radiodifusión por el uso del espectro, es decir del aire, por el que transmiten sus frecuencias. Y ningún país le regala este tiempo aire a sus políticos para que saquen la cantidad de spots a los que estaremos siendo bombardeados desde el lunes.

Como lo que no nos cuesta es usualmente poco valorado, los partidos políticos suelen hacer muy mal uso de estos tiempos oficiales. No nos dicen nada interesante ni novedoso sobre sus propuestas. A partir de esa reforma del 2007, quedó prohibido que los spots en contra de partidos o candidatos tuviera aspectos denigrantes. Esto significó cerrarles la puerta a las campañas negras. Así que si un candidato tiene uno o varios cadáveres en su clóset, pues está prohibido que sus contrincantes los hagan saber al público en general a través de los spots políticos.

Para sumarle a lo ridículo que es nuestro modelo de comunicación política, los spots de las precampañas, que supuestamente van dirigidos solo a los militantes y simpatizantes de los partidos, los tenemos que escuchar todos. O qué ¿nos vamos a tapar los ojos o los oídos cuando salga un spot de un partido con el cual no simpatizamos?

Es realmente ridículo el modelo de comunicación ideado para complacer en su momento a Andrés Manuel López Obrador como candidato. Y lo sigue siendo ahora que, con AMLO ya en la silla, usa el poder del micrófono todas las mañanas en sus conferencias de Palacio Nacional para denigrar, señalar y acusar – la mayoría de las veces sin prueba alguna. Es decir, hace desde el púlpito presidencial lo que tanto se quejaba que hacían sus antecesores.

Así, hoy tenemos un modelo de comunicación política caro, malo, invasivo e inútil. Estamos pues, en el peor de los mundos en la materia.

Columna completa en El Universal

Mi colega León Krauze publicó un twitt en el que afirmó que cuando se escriba la historia del actual gobierno, la manera como los medios han cubierto las Mañaneras merecerá un capítulo importante. Y puso como ejemplo como el lunes, después de que López Obrador declaró haber cumplido prácticamente todos sus compromisos al quedarle ya menos de un año en Palacio Nacional, los medios publicaron la declaración de inmediato sin ningún proceso de verificación.

Aunque la Mañanera no es vista masivamente, datos de SPIN de Luis Estrada muestran que la vieron 118 mil personas al día el mes pasado, la falta de verificación y la reproducción que los medios masivos de comunicación le han dado ha permitido al presidente establecer una narrativa. Lo que dice el presidente en su conferencia diaria se replica sin hacer una verificación de datos. Coincido con mi colega León en el lamentable papel que hemos hecho por contrastar los dichos y los hechos los medios de comunicación.

El truco del presidente está en cómo presenta los datos que da en sus conferencias. En la citada Mañanera, López Obrador dijo que ha cumplido con 99 de los 100 compromisos que hizo al arranque del sexenio. Que solamente le falta un compromiso por cumplir, que es esclarecer lo ocurrido en el Caso Ayotzinapa. “Yo hice 100 compromisos y solamente me queda uno [por cumplir] que es ese” [Ayotzinapa].

El presidente dijo que en la última encuesta de ingresos-gastos del INEGI se demostró que del 2018 al 2022, a pesar de la pandemia, se redujo la pobreza y la desigualdad en México “y eso me tiene muy contento”.

Si nos apegamos a lo que dio a conocer el INEGI, el presidente tiene razón. La pobreza disminuyó 5.6 por ciento, lo que es bastante. Pero la realidad es que los datos de reducción de la pobreza no son tan optimistas. Los académicos del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, Fernando Cortés, Héctor Nájera y Servando Valdés escribieron un texto en Nexos en el que dan a conocer que en los datos publicados en 2023 sobre la pobreza no se utilizó el Método Estadístico de Continuidad que es el que permite una comparación consistente de la pobreza. De haberse utilizado este método, como se hacía hasta el 2023, la reducción de la pobreza habría sido de tan solo 0.1 por ciento, prácticamente insignificante con todo y el dineral que han sido los programas sociales.

También habló el presidente de que en su gobierno no ha habido un aumento en el precio de los combustibles: “No ha aumentado el precio de las gasolinas, del diésel, del gas, de la luz, incluso ha disminuido en algunos casos”.

La realidad es que en el gobierno de López Obrador no ha habido un aumento significativo en los precios de los energéticos por los estímulos fiscales que han costado al erario alrededor de 400 mil millones de pesos. Algo que quiso evitar AMLO a toda costa es el gasolinazo del sexenio de Enrique Peña Nieto que fue una de las principales razones por las que perdió el PRI la presidencia. Eso nos ha costado a los mexicanos un dineral. Una evaluación balanceada sobre el tema debe de tomar en cuenta esa cantidad de recursos que el erario ha dejado de recibir por el subsidio a las gasolinas. Pero claro que esos otros datos no los menciona el presidente.

Dijo en es esta misma conferencia que el Tren Maya es la obra más grande que se está construyendo en el mundo en estos momentos. Una consulta rápida en internet muestra muchísimas obras más grandes en el mundo, empezando por el Proyecto de Transferencia de Agua Sur-Norte de China, con un costo estimado de 62 mil millones de dólares. Aquí habría que entender a qué se refiere AMLO cuando habla de grande ¿costo? ¿extensión? ¿impacto? ¡Quién sabe!

Los datos que da el presidente en la Mañanera le ayudan a su narrativa y explican parte de su popularidad. Es verdad que hace falta un ejercicio riguroso de los medios para darles el contexto y la dimensión adecuada. Queda todavía un año de gobierno – y de conferencias – para hacerlo.

Columna completa en El Universal

Washington D.C. – Me encuentro en la OEA, la Organización de Estados Americanos, en el marco de la formación del Comité de Integridad de Medios y el consenso es que la desinformación es uno de los grandes desafíos que enfrentamos como sociedad. Esta desinformación viene de muchos frentes. En el caso de México uno de los más grandes ataques a la verdad está en el presidente Andrés Manuel López Obrador. Su actual lucha por mandar al diablo a las instituciones electorales, empezando por el INE me parece un ejemplo lamentable de ataque a la verdad y de desinformación.

Parece increíble que ante la barbaridad de problemas y retos que enfrenta México hoy, el presidente López Obrador decida dedicarle tanto esfuerzo a desmantelar lo que él mismo ayudó a crear. Si Zacatecas arde; si hay falta de medicinas; si estamos por entrar a un nuevo conflicto comercial con Estados Unidos y Canadá; si están asesinado a periodistas, activistas y a miles de ciudadanos en México…todo eso pasa a segundo plano. El presidente está empecinado con destruir al INE y, de paso, lo hace mintiendo sobre lo que es la institución y sobre sus costos.

Este INE es hoy lo que es en gran parte por exigencias de Andrés Manuel López Obrador. Desde que perdió las elecciones del 2006 el eterno candidato y hoy presidente se ha dedicado a reclamar modificaciones a las leyes electorales que fueron incluidas en la Constitución en el artículo 41 en el año 2007 precisamente para saciar sus peticiones.

Entre ellas estuvo las restricciones a hacer campañas que duraran más de noventa días con precampañas que no excedieran las dos terceras partes del tiempo previsto para las campañas. López Obrador pidió, exigió, estas adecuaciones a las leyes electorales aduciendo igualdad para los candidatos del partido en el poder y aquellos de la oposición.

Pero ahora como presidente no ha hecho más que adelantar los tiempos electorales de tal forma que desde antes de la mitad de su sexenio ya había abierto sus cartas para su sucesión. Los citados noventa días se pueden quedar en el olvido. Hoy López Obrador aplaude que su corcholata favorita, Claudia Sheinbaum, viole las leyes al llevar meses en abierta campaña por la presidencia cuya fecha es todavía en…¡550 días!

Él fue uno de los impulsores de la regla aduciendo piso parejo pero ahora que está en el poder la desdeña y además miente al decir que la oposición ha orquestado una tomadura de pelo colectiva para convencer a la población de defender al INE.

El presidente quiere polarizar y poner de un lado al INE con las élites y del otro al pueblo. Se olvida que el INE no son los consejeros y sus sueldos. El INE son los múltiples ciudadanos que en cada elección se presentan para recibir y contar los votos de todos los demás ciudadanos. Por eso el respaldo que tiene la institución, con todo y sus defectos. Y por ello el presidente parece empeñado en engañar con que la mayoría de la gente quiere la reforma al INE, como declaró en su mañanera esta semana. Hasta número le puso: 80 por ciento de la gente está en favor de la reforma del presidente, según el presidente.

La amenaza a la integridad de la información en México viene en primer lugar de un presidente que lejos de querer resolver los enormes problemas que nos aquejan, encuentra problemas en donde se ha trabajado años por crear soluciones.

Apostilla: Las marchas a veces se perciben como fútiles. “¿Qué se logra con salir a las calles?” “La democracia se defiende en las urnas, no en las calles.” Estas y otras excusas he escuchado para desestimar salir a la calle a exigir respeto a las instituciones y a nuestros derechos. Irán y China son ahora el mejor ejemplo de que las exigencias desde las calles sí llevan a un cambio en los gobernantes, por más autócratas o dictatoriales que sean. En Irán se tambalea la existencia de la Policía de la Moral a la vez que sigue el grito al fin de la teocracia. En China se han relajado las medidas de COVID cero. Ambas son ganancias obtenidas a través de manifestaciones en las calles.

 Columna completa en El Universal

El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere aplausos permanentes. Esto lo declaró en entrevista de radio Rafael Rodríguez, director de la revista Proceso, ante las reacciones que generó el presidente al decir que el semanario no se estaba portando bien como lo deberían hacer los buenos periodistas que siempre han estado a favor de las transformaciones.

Antes de hacer este señalamiento sobre Proceso, el presidente recibió la petición de Jude Weber, la corresponsal del Financial Times en México, de entrevistarlo para el diario inglés. López Obrador le declinó la entrevista porque el periódico ha sido poco autocrítico, dijo el presidente, ya que el FT impulsó el modelo neoliberal e hizo propaganda a favor de las reformas estructurales y la reforma energética con resultados desastrosos para México, de acuerdo con la visión del presidente. Además, le reclamó AMLO a la periodista, el FT pronosticó que la economía mexicana entrará en recesión sin tomar en cuenta el combate que el gobierno emprende en contra de la corrupción. Por ello, se le negó en la mañanera la entrevista solicitada por el Financial Times.

Y antes, el presidente se enojó con otro medio, Sin Embargo, por haber dado a conocer que su hijo menor estaba pasando sus vacaciones en un exclusivo curso de verano en el Camp Santa Úrsula en San Luis Potosí. El campamento tiene un costo de 64 mil pesos por 14 días o de 40 mil pesos por una semana, según lo reportó el medio, al cual López Obrador no desmintió. Lo que hizo fue decir que antes Sin Embargo recibía dinero de la presidencia, dando a entender que como ahora no reciben dinero, el medio dio a conocer esta información que hace evidente un doble discurso de austeridad por un lado y abundancia por el otro.

El presidente se quejó también en la misma mañanera de la nota de Reforma en la que el periódico dio cuenta de que se mudará con su familia a Palacio Nacional, lo cual no resulta tan austero como él prometió.

Podría seguir con los señalamientos a la prensa, pero el tema de fondo es que tenemos un presidente que está confundido con el papel que debemos jugar los periodistas y los medios de comunicación. Sería de risa describir a Proceso como un semanario que ha estado al servicio del poder cuando es más que conocida su trayectoria.

Igual hace falta recordar el reportaje del propio Financial Times sobre el caso de la fundación Vamos México de Marta Sahagún, entonces primera dama, en donde la periodista Sara Silver denunció precisamente la corrupción de ese disfraz de filantropía. Reproduzco tan solo un párrafo de los amplios textos publicados sobre el tema:

“Esto es muy claro: algunos de los asuntos de la fundación, incluyendo las relaciones con la prensa, son manejadas por su personal en Los Pinos, la residencia presidencial, cuyos salarios son pagados por los contribuyentes. Los críticos dicen que la fundación es un vehículo enmascarado para promover sus ambiciones presidenciales.”

El FT ha hecho su trabajo antes de la llegada de Andrés Manuel López Obrador y a partir de ésta. Los aplausos permanentes que quiere el presidente no los va a recibir de la prensa a menos que su intolerancia llegue a los niveles de los lideres autócratas de otros momentos y otros países.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL