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Desde el lugar 53 de 53 países medidos en el ranking de Resiliencia COVID19 que publicó Bloomberg, los autoelogios del presidente Andrés Manuel López Obrador a su estrategia para lidiar con la pandemia duelen. México es el país que peor ha manejado la pandemia. Último lugar.

Pero tenemos a un presidente y a un encargado de lidiar con ella que se empeñan en decir que somos alarmistas los que señalamos que una tasa de muerte de 8.6 por ciento no es normal. Que hay que corregir el rumbo. Que más de 100 mil muertos son la clara señal del error. Que el virus no nos vino como anillo al dedo. Que es necesario utilizar cubrebocas.

No señor presidente, su trabajo ante la pandemia no es digno de ser copiado. Merece ser repudiado. Pero ante todo, lo mejor sería rectificar el camino.

Quizás tanto López Obrador como Hugo López Gatell están sufriendo de lo que los profesores Paul Slovic y Daniel Västfjäll ((https://bit.ly/39ayNWE)) han llamado el adormecimiento psicológico ante la tragedia: son ya tantas las muertes que ya no hay sensibilidad ante el sufrimiento y lo que prevalece es la apatía y la inacción. El valor de la vida es menor cuanto más vidas se pierden.

Para ayudar a sensibilizar ante este adormecimiento psicológico, Slovic y Västfjäll recomiendan tratar de hacer los números más pequeños. Si tomamos en cuenta que el primer caso de COVID se registró en México el 27 de febrero, han transcurrido 269 días en los que han muerto 101,926 personas. Esto significa que han muerto en promedio 379 personas al día; ósea 16 personas cada hora desde aquel 27 de febrero, en promedio. Tanto AMLO como Hugo López Gatell saben que estos números son conservadores respecto a las muertes reales que han ocurrido en México pero quizás saber que en México han muerto al menos 16 personas cada hora por COVID19 ayude a sensibilizarlos que es necesario cambiar la estrategia.

El presidente López Obrador dice que en México no se han utilizado medidas autoritarias para confinar a la gente. El Ranking de Resiliencia COVID de Bloomberg muestra que ocho de los 10 países que mejor han manejado la pandemia son democracias. El éxito en contener la Covid-19 con la menor injerencia en la vida cotidiana parece depender menos de tener mano dura para ordenar a las personas a que se sometan a las reglas del Estado, y más de que los gobiernos generen un alto grado de confianza y esto invita a la cooperación y cumplimiento social.

Pero aquí el presidente anunció ayer una nueva dádiva: 11 mil 460 pesos para los gastos funerarios de cada familia que pierda a un ser querido por la pandemia. Cinco días después de presentar el acta de defunción en la que se diga que la persona murió por coronavirus llegará el dinero de manera directa.

AMLO ha decidido que regalará más migajas a los que menos tienen y así mantendrá su popularidad sin tener que ocuparse de lidiar con el virus. Pobre México, la necedad; la indolencia y la insensibilidad de una persona está costando, en cifras conservadoras, la vida de 16 personas cada hora.

Apostilla: Y de la educación de los niños y adolescentes ni hablamos. Están abiertos gimnasios, mercados y restaurantes pero las escuelas y universidades no tienen para cuándo. Quizás valdría la pena mandar a los hijos a estudiar a un mercado, restaurante o gimnasio.

Columna completa en El Universal

Joseph Stalin, el dictador ruso, decía que una muerte es una tragedia; cien mil muertes es solo una estadística. Y en esa ruta, de las muertes que no son tragedias sino estadísticas, nos hemos adentrado.

Con 35 mil 588 víctimas de homicidios dolosos y feminicidios, el 2019 ha sido el año más violento de la historia de México desde que se hacen estos registros. Estamos hablando de 97.5 personas asesinadas todos los días. Cinco años consecutivos en las que el número de muertos se apilan uno sobre de otro para convertirse en eso: una estadística.

Ya no es una tragedia. Todos los días reportamos masacres que en cualquier país del mundo, una sola de ellas serían noticia de conmoción nacional; de luto. De tener las banderas a media asta.

Tan solo el fin de semana asesinaron a un grupo de músicos indígenas en Guerrero. Diez músicos del grupo Sensación Musical de entre 15 y 42 años asesinados y después quemados hasta quedar irreconocibles. Dos días antes un comando armado llegó a Las Pomas, en Chihuahua, y dispararon y quemaron hasta destrozar casas y vehículos de la comunidad con total impunidad.

El día de ayer, El Universal recordó nueve momentos de violencia en México en el 2019. Entre ellas, la masacre de Viernes Santo en Minatitlán en abril en donde murieron en un salón de fiestas 14 personas, incluyendo a un menor de un año. Este tipo de matanzas abrieron un nuevo capítulo de violencia en donde se dejó de respetar a familias, a mujeres y a niños, en las matanzas entre grupos rivales del crimen organizado.

El 8 de agosto en Uruapan, Michoacán, amanecieron 19 cuerpos colgados y desmembrados en distintos puntos de la ciudad. Veinte días después, en Coatzacoalcos, Veracruz, ocurrió la masacre del bar Caballo Blanco que dejó 31 muertos. El 14 de octubre en Aguililla, Michoacán, fue emboscado y asesinado un convoy de la policía estatal por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación. Se sabe que fueron ellos porque lo hicieron en sus autos rotulados con las iniciales que llevan grande y claro sus autos: CJNG. Sin miedo ni preocupación a ser identificados por ‘las autoridades’. Todos esto ocurre, ocupa un espacio en los medios durante uno o dos días, y después pasamos a lo que sigue. No hay indignación ni de autoridades, ni de la sociedad.

Este tipo de noticias se juntan una tras otra, día con día, sin señal alguna de que la violencia pueda ya no pensemos en disminuir, sino en ser controlada. Los pocos casos que no quedan impunes son cuando la gente en las comunidades decide tomar cartas en el asunto por ellos mismos. Golpean a ladrones y los linchan para intentar que no se acerquen más delincuentes a sus poblados. Esto claro, en el caso de que estemos hablando de delincuentes comunes, no de crimen organizado.

En mi programa de radio, el colega de estas páginas, Alejandro Hope, dio unas cifras que son espectaculares, por la dimensión que le dan a la violencia de México comparada con otros países. En España al año son asesinadas alrededor de 300 personas. Esa cifra la alcanza México en tan solo ¡tres días! En Reino Unido el número de homicidios es igual al año que el que ocurre en México en una semana. El año pasado, la cifra de muertos en México fue igual que la que tuvieron la suma de 43 países europeos en el mismo periodo.

 

Columna completa en El Universal