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Son tantos y tantos temas que deben visibilizarse diario, pero en especial un día como hoy, Día Internacional de la Mujer. En México hay rezago en la igualdad de género en temas como salarios; el trabajo doméstico que recae principalmente en mujeres y niñas; la violencia laboral; el matrimonio infantil; el acoso y violencia sexual; los tremendos feminicidios; las desapariciones que además son ignoradas y revictimizadas: ¿pues en dónde y con quién y a qué hora andaba fuera de casa? Hay potentes estereotipos de género; menores oportunidades en educación; usos y costumbres discriminatorios y un larguísimo etcétera.

Por todo ello claro que es importante marchar y procurar visibilizar desigualdades que al final afectan a todos por igual.

Ayuda ver algunas estadísticas, como que a pesar de que somos más de la mitad de la población mundial, solamente el 6.6 por ciento de los altos ejecutivos listados en Forbes son mujeres. En materia de participación laboral de la mujer vis a vis la de los hombres, de los países de la OCDE, sólo Turquía e Italia tienen menor participación laboral de la mujer que México. En América Latina y el Caribe, México está sólo por encima de Guatemala.

Con datos del Banco Mundial, si las mujeres participaran a la misma tasa que los hombres, el ingreso per cápita del país sería 22 por ciento más alto. Por ello es evidente que la desigualdad afecta a todos, no solamente a las mujeres.

En el plano más doloroso, los datos muestran que una de cada tres mujeres experimenta violencia de género en algún momento de su vida. Para una de cada 10 mujeres la violencia sexual la sufren antes de haber cumplido 15 años. En México, las llamadas de emergencia al 911 relacionadas con incidentes de violencia contra mujeres en 2016 fueron 92 mil; el año pasado se recibieron casi 340 mil, es decir, incrementaron un 267 por ciento. Cuando salimos a marchar en el año 2020, se registraron 94 asesinatos contra mujeres tipificados como feminicidios. En el 2021 fueron 151. Prácticamente cada día, en el noticiero que conduzco en Foro TV de Televisa, llevamos mínimo una nota sobre un feminicidio.

Desde el 8 de Marzo de 1975 que la ONU hizo oficial el Día Internacional de las Mujeres ha habido avances. Estos números sin duda han ido mejorando. Pero vuelvo a mi comentario inicial, son tantos y tantos problemas, que aún con datos y marchas, cuesta trabajo lograr la visibilización y el enfoque en ellos.

Mi dilema cada que se acerca un #8M es ¿qué hacer? ¿Marcho o no marcho? La mayoría de los años la respuesta a esto ha sido no, porque debo estar al aire en mi noticiero, cubriendo las marchas. Pero más allá, me da la impresión de que la marcha permite ver que somos muchas mujeres pero diluye los retos que tenemos como sociedad para lograr una mejor convivencia entre hombres y mujeres.

La siguiente pregunta es ¿paro el 9 o trabajo normal? En el 2020 paré. No fui a trabajar el 9 de marzo. Dos días después fue cuando la OMS declaró la pandemia. A diferencia de muchos, debí de ir físicamente a la oficina durante la emergencia sanitaria pero aún así no pude dejar de lamentar que perdí prácticamente el último día de ‘normalidad’ a cambio de ¿qué? ¿qué cambió con el paro de miles de mujeres? Probablemente al día siguiente el problema fue llegar con el doble de carga a la chamba.

Por ello pienso que cada #8M debiera intentar enfocarse en uno de estos tantos problemas. Hacer un tema el central y que el enfoque del Día de la Mujer visibilice muy bien un problema y al año siguiente se puedan entregar métricas claras de avances y/o retrocesos en uno, para enfocarnos en el siguiente.

Es simplemente una propuesta para intentar avanzar en tantos retos de brecha de género que nos aquejan y afectan a todos.

Columna completa en EL UNIVERSAL

La noticia del regreso al poder de los talibanes en Afganistán deja a las mujeres de ese país en una vulnerabilidad indescriptible. Releí las 29 prohibiciones que la ley islámica, la Sharia, mandata para las mujeres de acuerdo con la interpretación de los talibanes. Vale la pena enumerarlas una a una para que no quede duda lo draconiana que es su visión.

  1. Prohibición del trabajo femenino fuera de sus hogares. Solo doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en algunos hospitales en Kabul.
  2. Prohibición de cualquier tipo de actividad fuera de casa a no ser que sea acompañadas de su mahram, que debe ser forzosamente un hombre que tenga un parentesco cercano como padre, hermano o marido.
  3. Prohibición de cerrar tratos con comerciantes hombres.
  4. Prohibición de ser revisadas por un médico hombre.
  5. Prohibición de estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa.
  6. Requerimiento de llevar nicab y burka para cubrirse de cabeza a pies.
  7. Azotes, palizas y abusos verbales contra las mujeres que no se vistan de acuerdo con las reglas talibán o contra las mujeres que no vayan acompañadas de su marido y guardián.
  8. Azotes en público por no cubrirse los tobillos.
  9. Lapidación pública contra las mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
  10. Prohibición del uso de cosméticos.
  11. Prohibición de hablar o darle la manos a hombres que no sean mahram.
  12. Prohibición de reír en voz alta.
  13. Se prohíbe a las mujeres llevar zapatos con tacones porque los hombres que no las conocen no pueden ni escucharlas caminar.
  14. Se prohíbe ir en taxi sin su mahram.
  15. Prohibición a las mujeres de tener presencia en la radio, la televisión o reuniones públicas de cualquier tipo.
  16. Prohibición de practicar deportes o de entrar en un club deportivo.
  17. Prohibición de subirse a una bicicleta o moto.
  18. Prohibición de vestirse con colores vistosos.
  19. Prohibición a las mujeres de reunirse con motivo de “Eids”, que son las fiestas más importantes para los musulmanes, con propósitos recreativos.
  20. Prohibición de lavar ropa en ríos o lugares públicos.
  21. Modificación de toda la nomenclatura de calles y plazas que incluyan la palabra mujer.
  22. Prohibición de asomarse de los balcones de sus casas.
  23. Opacidad obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres no puedan ser vistas desde fuera de sus hogares.
  24. Prohibición a los sastres de tomar medidas a las mujeres y coser ropa femenina.
  25. Prohibición de acceso a baños públicos.
  26. Prohibición de viajar en el mismo autobús en el que van hombres.
  27. Prohibición de usar pantalones acampanados, aunque vayan abajo del burka.
  28. Prohibición de fotografiar o filmar a mujeres. No pueden aparecer en fotografías y vídeos. No existen.
  29. Prohibición de publicar imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en los muros de casas y tiendas.

Los talibanes han dicho que en esta ocasión aplicarán la ley islámica hacia las mujeres de una manera muy distinta a como ocurría cuando estuvieron al mando en los 90s. Sin embargo, hay algunas acciones que han ocurrido en estos días que ponen en duda estas declaraciones de los Talibanes.

Por ejemplo, en Herat, la tercera ciudad más grande de Afganistán que fue tomada el jueves pasado por los talibanes, se les ha prohibido la entrada a mujeres y niñas a escuelas y a la Universidad de Herat.

En la zona de Kandahar, Reuters ha reportado como los talibanes han obligado a ceder sus trabajos en bancos a hombres. Y en la provincia de Takhar, un grupo de niñas que iban en una bicitaxi el viernes pasado fueron detenidas y golpeadas con un látigo por usar sandalias muy reveladoras.

Muchos países, incluyendo México, tenemos retos de desigualdad y machismo. Pero lo que se perfila ocurrirá en Afganistán va más allá de cualquier horror.

Columna completa en El Universal

El Tribunal Electoral no sirve. Es un tribunal compuesto por algunos magistrados presionados políticamente y que por ello cambian sus criterios sin el más mínimo rigor jurídico. Así demuestran que ni son objetivos ni dan certeza.

El ejemplo más reciente de ello ha sido con respecto al fallo de que el INE se extralimitó en sus facultades al determinar que los partidos políticos deben de cumplir con la paridad en las candidaturas como lo mandata la Constitución desde el 2019. Esta paridad exige, entre otras cosas, que cuando menos 7 de las 15 candidaturas de las gubernaturas que estarán en juego en el 2021 sean para mujeres.

La paridad de candidaturas está contenida en la Constitución y como tal es un mandato nacional que evidentemente por ello es competencia del INE. Pero el caso llegó al Tribunal Electoral vía una impugnación de los senadores Ricardo Monreal y Eduardo Ramírez Aguilar, y ahí fue revocada la resolución del INE por cuatro de los siete magistrados: el presidente, José Luis Vargas; Felipe Fuentes; Indalfer Infante Gonzales; Felipe de la Mata.

Para las elecciones del 2018 el INE aprobó acciones afirmativas para el registro de candidaturas, entre ellas no solo las de género, también una cuota indígena, y lo hizo sin problema. Los magistrados Fuentes; Infante; de la Mata y el presidente, Vargas eran integrantes del Tribunal Electoral entonces y, sin embargo, algo que apoyaron antes ahora lo revocan.

Así, ante los mismos criterios de las elecciones del 2018, hoy los cuatro magistrados mencionados fallan de manera distinta. Esto es una señal clara de que algo está mal en el Tribunal Electoral. De que son magistrados que cambian criterios y con ello le quitan certeza; fortaleza y claridad al órgano electoral que es la última instancia en materia electoral.

Hay que aclarar que las presiones políticas a los magistrados siempre han existido pero lo que no habíamos visto antes son los bandazos de ahora. El cinismo llega a tal punto que la última versión de lo acordado en la sesión del lunes del Tribunal, lo que se conoce como el engrose, fue modificado por el magistrado Vargas para que el fallo se leyera como que los partidos políticos deben cumplir en la medida de lo posible y en atención a las disposiciones internas de los partidos con la paridad de candidaturas.

En esta versión de Vargas lo que se vio fue una modificación que no aprobaron los magistrados Janine Otálora; Mónica Soto y Reyes Rodríguez y cuya inconformidad se hizo muy pública ayer en redes sociales y medios de comunicación.

¿Cómo que cumplir en la medida de lo posible con un mandato constitucional? Una ley es vinculante. La Constitución no se cumple en la medida de lo posible. Por ello, hasta el envío de esta columna los magistrados que estuvieron en desacuerdo con la revocación a los lineamientos para el registro de candidaturas que dictaminó el INE no han firmado el engrose.

Lo que ocurre en el Tribunal es un cochinero. Es una guerra entre magistrados y entre instituciones electorales (INE vs Tribunal) y de los partidos en contra de éstas mismas instituciones. Da terror pensar que así llegaremos a las elecciones más complejas de México. Con un Tribunal que demuestra la debilidad de varios de sus integrantes que son sujetos fáciles de presiones políticas. Un Tribunal que no da certeza y por ello no da confianza.

Columna completa en El Universal

El presidente López Obrador, fiel a su visión arcaica de la mujer, mandó a niñas y mujeres a que se encierren en casa para cuidar a los familiares enfermos. “Es un hecho, es conocido que sobre todo las hijas cuidan a los padres; los hombres podemos ser más desprendidos”, dijo el presidente, al momento de anunciar que México entraba oficialmente en fase 2 de la pandemia.

Dos días antes, apareció en las pantallas de miles de mexicanos una mujer, Ana Lucía de la Garza Barroso, directora de Investigación Operativa Epidemiológica de la Secretaría de Salud. Ella, por su especialidad médica, encabezó la conferencia de prensa matutina de Palacio Nacional para dar información sobre el coronavirus. Pero al concluir su intervención, la nota no fueron los datos valiosos que proporcionó la Doctora en Epidemiología por la UNAM con Maestría en Salud Pública. La nota fue que Ana Lucía de la Garza Barroso estaba guapa. Su nombre se convirtió en tendencia en twitter con comentarios como este: “¿Ustedes vieron el tremendo tortón que es Ana Lucía de la Garza Barroso, la directora de Investigación Operativa Epidemiológica de México? Pasa esta pandemia, me mudo y me caso.”

La sexualización de la especialista en medio de la pandemia ocurrió sin mayor indignación.

Y es que, aun cuando el 8 de marzo las calles de la Ciudad de México se pintaron de morado al salir miles de mujeres vestidas de ese color a exigir acciones de parte del gobierno para poner fin a la violencia de género, el movimiento feminista, que parecía imparable, se frenó de tajo y en el peor momento.

Y es que, tan solo dos días después del paro nacional #UnDíaDinNosotras, la Organización Mundial de la Salud declaró al COVID19 como una pandemia. A partir de ese momento, todo lo que no tenga que ver con el virus ha pasado a un segundo plano, incluso la muerte de miles de mujeres.

México está enfermo. Y esa enfermedad se llama machismo.

Una enfermedad que a partir de la amenaza del COVID19, apunta a que la situación empeore para miles de mujeres que se han visto obligadas a encerrarse en el lugar más peligroso para ellas: su casa. Mariana Baños, directora de Fundación Origen, me comenta que en los veinte años que lleva ofreciendo servicios psicológicos, legales y apoyo de salud mental a mujeres de México, ha podido observar como durante las crisis, las conductas de violencia incrementan.

Cuando hay desempleo, cuando no hay comida, cuando hay miedo o incertidumbre e inseguridad, las agresiones aumentan. Así se vivió después del temblor que sacudió a la Ciudad de México en el 2017, en donde las llamadas de teléfono al número 01-800 de la fundación se triplicaron. Y se espera que ocurra lo mismo ahora con el coronavirus.

El encierro trae más violencia. La asociación FEMEN habla de que en estos momentos en México las mujeres enfrentan dos pandemias, el COVID19 y la violencia machista. Por una parte, el encierro 24/7 permite más tiempo para la violencia y da la idea al agresor de que la impunidad puede prevalecer más que en tiempos ‘normales’ porque la mujer no puede salir a denunciar ni a refugiarse en casa de amigos o familiares.

 

Columna completa en El Universal

¿Cuántas mujeres salieron a la calle el domingo? ¿Cuántas marcharon? El gobierno da una cifra a la baja, mostrando una vez más que no entiende. Pero dejemos de lado cuántas marcharon. Si queremos hablar de número es mejor voltear a ver otros datos. En México, de los 123.5 millones de habitantes, 65 millones somos mujeres. Aline Ross estuvo en mi podcast Broojula en una edición especial sobre el Día Internacional de la Mujer hablando de unos números, datos del INEGI, que dejan en claro lo que está ocurriendo en México en materia de violencia hacia la mujer.

Casos de violencia intrafamiliar: 76% de las víctimas son mujeres; 82% de los imputados son hombres. Abuso sexual: el 75% de las víctimas son mujeres; el 93% de los imputados son hombres. Hostigamiento sexual: el 80% de las víctimas son mujeres; el 95% de los imputados son hombres. Violación sexual: 80% de las víctimas son mujeres; 90% de los imputados son hombres. Rapto: 92% de las víctimas son mujeres; 86% de los imputados son hombres. Acoso: 90% de las víctimas son mujeres; 88% de los imputados son hombres. Y homicidio: 74% de las víctimas son hombres; 90% de las imputadas son hombres.

Esto deja en claro, con datos duros, que los hombres en México nos están violentando; abusando; hostigando; violando; raptando y acosando a las mujeres. En México, la anatomía es destino. ¿Qué queremos entonces? ¿Por qué se marchó el domingo y se hizo un paro el lunes? Porque se quiere poner estos datos en la mesa, en la agenda, para que sociedad y gobierno logremos un cambio.

La exigencia en la marcha del domingo y en el paro de #UnDíaSinNosotras no es para pedir que ocupemos el lugar que tienen los hombres. Las mujeres no queremos imitar a los hombres. La marcha y el paro es para exigir algo distinto. Es para exigir más igualdad, que no significa desplazar ni imitar al género masculino. Sin duda hemos avanzado en todos los ámbitos – laboral; doméstico y de derechos políticos – pero dentro de un sistema que no se ha reformado; que se rige por las reglas masculinas. Hay todavía un largo camino por recorrer para hacer que el sistema sea horizontal.

Exigimos más porque queremos un sistema económico basado en el mérito y no en el género. Eso implica no solo acceso a espacios de trabajo, sino un sueldo parejo. Un piso parejo. Ganar el mismo sueldo por el mismo trabajo que un hombre. Actualmente el salario de la mujer es 1.5 veces menor que el de los hombres. No se pide un régimen especial. Se quiere igualdad. Y, evidentemente, se quiere seguridad. Fin a la impunidad por las muertes y la violencia hacia las mujeres por parte de los hombres. No más feminicidios.

La activista Gloria Steinem escribió un ensayo en la revista TIME en 1970 señalando el mundo ideal al que aspiraría para Estados Unidos. Un mundo que hoy ha logrado avances, sin duda, pero tremendos retrocesos, como lo muestra tener a un presidente misógino al mando: Donald Trump. Retomando su aspiración, yo pienso en el México utópico en el cual la anatomía no sea el destino de hombres y mujeres. En donde no ocurra que 63 de cada 100 mujeres reporte haber padecido algún incidente de violencia.

Columna completa en El Universal

Figuras trascendentales como Nancy Pelosi, la segunda personalidad política más importante de Estados Unidos después de Donald Trump, o Sanna Marin, la nueva Primera Ministra de Finlandia que, a sus 34 años se convirtió el pasado 10 de diciembre en la Jefa de Estado más joven de todo el mundo, marcaron la agenda del 2019.

Pero más allá de ellas, hay mujeres y movimientos encabezados por ellas que han querido mostrar, en México y en el mundo, que la violencia hacia la mujer y la disparidad en el trabajo, es inaceptable.

Este lunes arrancó el juicio en contra del primer señalado por el movimiento #MeToo, el ex director de cine, Harvey Weinstein. El mundo entero está familiarizado con esta sacudida que arrancó señalando a Weinstein en 2017 y, desde entonces, han sido muchos los hombres poderosos de varios ámbitos en el mundo que han caído en desgracia cuando mujeres los han acusado de acoso. Veremos sin con este juicio se comienza a poner fin a la impunidad de quienes estuvieron protegidos durante años por un sistema que normalizó relaciones de poder desiguales.

En Japón, la modelo y actriz, Yumi Ishikawa, generó conciencia sobre el requisito tan machista de que las mujeres usaran tacones al trabajo, a diferencia de los hombres que, evidentemente pueden ir a trabajar en zapatos bajos. En Japón los tacones son un requisito. Ishikawa subió un tuit quejándose de esta regla y éste fue compartido más de 30 mil veces en pocos minutos. Con su tuit, Ishakawa, de tan solo 32 años, se convirtió en la imagen del movimiento #KuToo: un amalgama de las palabras zapato (kutsu) y dolor (kutsuu) en japonés.

El movimiento de Las Tesis en Chile se hizo viral con el performance de “El violador eres tú”. Una coreografía que llegó a México también. Las mujeres buscan generar conciencia de que cuando un hombre abusa o violenta, no hay excusas de que es culpa de ella por la ropa que traía puesta o por el lugar por el cual caminaba.

Los números que ha reportado la ONU en tema de genero son alarmantes. Más del 17 por ciento de las mujeres en el mundo han sido víctimas de violencia sexual o física de su actual pareja o de la pareja con la que tuvieron una relación en los últimos 12 meses. De las 87 mil mujeres asesinadas en el 2017, la mitad ocurrió a manos de su pareja o de algún integrante de su familia.

En México el caso de Abril Pérez Sagaón, que fue asesinada el 25 noviembre, fecha en que se conmemora el Día Internacional en Contra de la Violencia contra la mujer, acaparó la atención.  A Abril le falló todo el sistema de justicia, de principio a fin. Es decir, desde que reportó por primera vez la violencia de su esposo, hasta su asesinato frente a sus hijos en noviembre pasado. Su caso conmovió pero, desgraciadamente no es ni será el único en donde prevalezca esta falla en el aparato de impartición de justicia.

La agenda de género fue uno de los grandes temas del 2019. Fue el año de los hashtags #MiPrimerAcoso #SiMeMatan #NiUnaMas y otros tantos que buscan hacer visible un problema en el cual apenas se asoma la punta de un enorme iceberg. México es el país en donde los feminicidios ocurren con mayor frecuencia en toda América Latina. Y es también el país en donde éstos quedan impune en casi todos los casos.

 

Columna completa en El Universal

Mientras los campesinos reciben ayuda económica a través de Segalmex, que les compra sus productos a precios de garantía; los adultos mayores reciben su cheque mensual; los jóvenes que ni estudian ni trabajan reciben tres mil 600 pesos… por mencionar solo tres de los programas del gobierno actual, las afectaciones a las mujeres trabajadoras se siguen sumando.

Primero vino el anuncio de la cancelación de los refugios a mujeres víctimas de violencia, que afortunadamente no prosperó, por la serie de reclamos de que esto era una barbaridad. Después vino la cancelación del programa de estancias infantiles, del cual son beneficiarias más de 300 mil mujeres que acuden para que sus hijos estén cuidados mientras ellas trabajan. Y ahora, en el nuevo paquete económico 2020, se incluye una iniciativa para modificar la Ley de Impuesto sobre la Renta, en donde se busca gravar con impuesto a personas físicas dedicadas a la venta por catálogo.

Este impuesto va a afectar primero que nadie, a mujeres, ya que arriba del 90 por ciento de quienes venden productos por catálogo son mujeres que son el sustento de su casa. O no tienen trabajo y ganan a través de estas comisiones que reciben por vender distintos productos como maquillaje, zapatos, suplementos alimenticios, electrodomésticos, etc. O que tienen un trabajo y mediante estas ventas complementan un ingreso para cubrir las
necesidades de sus familias.

Sea cual sea su situación, el trabajo es honesto.

Pero ahora, con el gobierno sufriendo la baja recaudación de ISR e IVA por el frenón que provocaron en la economía y con la necesidad de cumplir con la promesa que hizo el presidente desde campaña de que no habrá alza a los impuestos en los primeros tres años de gobierno, la novedad es querer inventar nuevas formas de recaudar más de quienes ya son causantes del fisco. Solo así podrán siquiera pensar en cumplir sus metas.

Así, el secretario de Hacienda llegó la semana pasada a la Cámara de Diputados, en donde  se encontró a un grupo de mujeres pidiéndole que no se aplique este nuevo impuesto a la venta por catálogo. Herrera respondió que no se trata de un nuevo impuesto porque es el mismo que se aplica ya en otros establecimientos como restaurantes o librerías, en donde el consumidor paga a la hora de hacer el consumo vía el IVA.

Pero el asunto no es tan sencillo. Cuando uno llega a un restaurante o a una librería paga un impuesto al consumo. Pero a las mujeres que llegan a empresas como Avon, zapatos Andrea etc., a donde llegan a comprar para revender, se les quiere cobrar como si fuera consumo. Los números que dieron a conocer ante la Cámara de Diputados las mujeres que recibieron al secretario de Hacienda es que ellas en promedio compran al mes 3 mil pesos de mercancía. De ahí, al ir puerta por puerta para vender a amigos, conocidos o familiares, acaban recuperando lo invertido más 750 pesos al mes, en promedio, cuando venden todo.

La nueva ley que se está discutiendo en el legislativo dice que de esos tres mil pesos, la empresa de venta de catálogo les va a retener el 20 por ciento a las mujeres, después de darlas de alta, para así cobrarles el ISR mensual, vendan o no su mercancía. Esto será así aun si en ese mes las mujeres no vendieron el total de esa mercancía que compraron.

 

Columna completa en El Universal