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Durante varias décadas el gobierno mexicano temblaba una vez al año ante la expectativa de que el gobierno de Estados Unidos certificara que se estaba actuando para combatir el crimen organizado. Esa época de la certificación anual que comenzó en 1988 con el Acta Anti-Abuso de Drogas fue sumamente negativa para la relación bilateral. La ayuda económica de EUA a México dependía de que el presidente norteamericano y después el congreso, consideraran que nuestro país estaba cumpliendo con la lucha en contra del crimen organizado para que se liberaran fondos para México.

Hubo años en los que nos certificaron los estadounidenses, y otros en los que no. La cantidad que ‘invertía’ EUA en esto era irrisoria, pero, aun así, era todo un tema bilateral que se logró dejar atrás hasta la firma de la Iniciativa Mérida firmado por parte de George W. Bush y Felipe Calderón.

Cerrado ese capítulo anual unilateral de parte de Estados Unidos, ahora hay un grupo de demócratas duros dentro de la Cámara de Representantes que quieren revivir una certificación para el gobierno mexicano, pero en temas laborales, como condición para aprobar la ratificación del T-MEC.

Actualmente hay un grupo de 9 congresistas que nombró la Presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi para negociar con el encargado comercial de La Casa Blanca, Robert Lightizer, con los sindicatos y las contrapartes mexicanas. Estos congresistas, encabezados por Richard Neal, se subdividieron en cuatro categorías de acuerdo a los temas espinosos que quedan pendientes de negociar: Earl Blumenauer y Jan Schakowsky, que se encargan de los temas en materia de medicinas y patentes del acuerdo; Jimmy Gomez y Mike Thompson, quienes negocian temas laborales; Suzanne Bonamici y John Larson tratan los temas ambientales; y Terri Sewell y Rosa DeLauro se encargan de los temas legales.

Los temas espinosos que siguen en la mesa de negociación son tres: 1) el compromiso de respetar la propiedad intelectual relacionada con medicamentos; vacunas y otros productos médicos; 2) el grado de apoyo para generar nueva infraestructura que evite contaminación en la frontera y 3) delinear las especificaciones para que se lleven a cabo inspecciones laborales en fábricas en México para que se compruebe que, en efecto, nuestro país cumple con la reforma laboral aprobada el 1º de mayo pasado.

Si bien en los primeros dos puntos se podría llegar a un acuerdo antes de que cierre el periodo legislativo en EUA dentro de 13 días, en las revisiones a las fábricas en México hay un impasse. El consenso dentro del grupo negociador mexicano es que permitir que los estadounidenses hagan una revisión de las fábricas en México sería inaceptable.

Pero hay un grupo de demócratas y de dirigentes sindicales que están dispuestos a dejar sin ratificar el acuerdo comercial entre México-Estados Unidos y Canadá, en tanto no se acceda a estas inspecciones que serían, en los hechos, el regreso de la certificación que tuvimos en materia de lucha contra el crimen, pero ahora en el tema laboral.

 

Columna completa en El Universal

La máxima del sexto presidente de EU, John Quincy Adams, sigue vigente hoy: Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes. Y con este postulado debe lidiar México. Hoy los intereses de Estados Unidos los representa, nos guste o no, Donald Trump.

Ante los impulsos que rayan en la irracionalidad de Trump, Andrés Manuel López Obrador tiene dos alternativas: confrontarlo o abrazarlo.

Si decide la confrontación, AMLO debe tomar en cuenta la asimetría económica y política de los antecedentes de otros gobiernos que han optado por esta ruta. Canadá, con Justin Trudeau, y los europeos, encabezados por Angela Merkel y Emmanuel Macron, han optado por ponerle un alto a Trump. Los resultados no han sido favorables. Pero, aun así, México puede optar por esta vía ya que tenemos la ventaja geográfica para meterle presión a Estados Unidos con nuestras decisiones.

México podría decidir, por ejemplo, buscar y anunciar una alianza con China en materia tecnológica. Hoy hay una guerra en esta área por ver quien logra desarrollar las comunicaciones utilizando la red 5G. Los chinos, con la empresa Huawei, están amenazando con quedarse con esta medalla que algunos ven como el símbolo de quien
será la gran potencia en el siglo XXI.

Trump se encuentra justo en estos momentos de gira en Londres con el propósito no solamente de codearse con la realeza. Lo que más le interesa es convencer al gobierno inglés de no permitir que sea Huawei quien participe en el desarrollo de la red 5G en Reino Unido. Si gran Bretaña accede a dejar que Huawei participe en su red 5G, Estados Unidos ha dicho que podría dejar de colaborar en varios temas, incluyendo inteligencia, con Reino Unido, ya que eso implicaría comprometer la seguridad ante una China a la que acusa de espionaje a través del desarrollo de esta tecnología.

 

Columna completa en El Universal