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En el desencuentro diplomático entre México y Ecuador tanto Andrés Manuel López Obrador como Daniel Noboa han obtenido victorias pírricas. Ambos quisieron escalar su enojo pensando en ganar puntos dentro de sus respectivos países. Noboa hacia el referéndum del 21 de abril y AMLO hacia las elecciones de junio para reavivar el fenómeno del patriotismo que los americanos llaman “rally around the flag”.

El primero en violar las leyes internacionales fue el gobierno de México y el presidente López Obrador. Lo hizo al tener en la Embajada de México en Quito a Jorge Glas, quien fuera vicepresidente de Rafael Correa e integrante del gobierno de Lenin Moreno. Glas había sido acusado y sentenciado por los tribunales ecuatorianos por cohecho, malversación de fondos públicos y asociación ilícita. El ex vicepresidente ya había cumplido condena en prisión y estaba en libertad condicional cuando se le acogió como huésped en la sede diplomático de México desde diciembre del 2023.

El gobierno de Noboa, que ha decidido que la lucha en contra del crimen organizado es su mayor bandera, rechazó la solicitud de asilo que hizo el gobierno de México para Glas. Al mantenerlo en la embajada en Quito el gobierno mexicano estaba violando el artículo III de la Convención Sobre Asilo Diplomático (Caracas, 1954) que prohibe el asilo a quienes han sido sentenciados antes tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes sin haber cumplidos las penas respectivas. También violaba el artículo 1o de la Convención Sobre Asilo Político de Montevideo (1933) que dice más o menos lo mismo.

Además, López Obrador claramente provocó a Noboa con sus comentarios en las conferencias mañaneras de la semana pasada en las que lo señaló como el gran beneficiado – y por ello insinuó, el posible autor intelectual – del asesinato del candidato presidencial Villavicencio.

Esto llevó al gobierno de Noboa a pedir el retiro de la Embajadora de México en Quito, Raquel Serur. Para su salida, el gobierno de México quería mandar un avión privado. Al haber varios vuelos comerciales Quito-México el gobierno de Noboa temió que en ese vuelo privado quisieran sacar a Glas al estilo del boliviano Evo Morales. Si eso ocurría, el gobierno de Noboa recibiría un golpe brutal en su principal bandera, que como ya mencioné, es la lucha en contra del crimen organizado y la corrupción.

Esto llevó al asalto a la Embajada de México en Quito. Y ahí Noboa hizo algo que en la historia de las relaciones diplomáticas ha ocurrido muy pocas veces, y en todas ellas han sido episodios muy graves. Me refiero a las ocurridas en la Embajada de Haití en Cuba (1956); la de Ecuador en Cuba (1981); la oficina de la OEA en Nicaragua (2022) y la de EUA en Teherán (1979). Asaltar una embajada es una grave violación de la Convención de Viena (1961). Punto.

Al parecer, el joven presidente de Ecuador, Daniel Noboa, cayó en la trampa de Andrés Manuel López Obrador. Tras el asalto ahora resulta que Glas es una víctima que en estos momentos se encuentra hospitalizado con dudas de si se le intentó matar en prisión. Al gobierno de México lo han salido a respaldar varios gobiernos del mundo, con todo y que López Obrador ha escatimado este tipo de solidaridad. Notablemente en el caso de la invasión de Rusia a Ucrania y de Hamas a Israel.

En ambas ocasiones, López Obrador se escudó en la Doctrina Estrada de la no-intervención de México en asuntos de otros países para no expresar solidaridad a Ucrania ni a Israel. Y ahí viene la gran victoria pírrica de AMLO. Este desencuentro diplomático lo deja ver de cuerpo entero como un político que no es congruente. Un político que a veces apela a la no-intervención pero que cuando se trata de defender posturas o políticos cuestionables, como en el caso Glas, no escatima en su apoyo.

Columna completa en El Universal