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Mientras el presidente López Obrador vive obsesionado con el pasado, el presente y el futuro de México se están yendo por la borda.

En materia energética, económica y comercial, a pesar de la pandemia, México tiene la enorme ventaja de la vecindad con Estados Unidos. Los planes de rescate de nuestro vecino no tienen precedente. La cantidad de dinero que está y continuará circulando en ese país por los próximos años llevan a recordar la etapa de los años 20s. Los roaring twenties, le llamaron, cuando Occidente tuvo un crecimiento económico y una prosperidad brutal tras la Primera Guerra Mundial.

Dentro de esa ola de inversiones que vienen, el presidente Joe Biden ha sido enfático en que la inversión en energías limpias y renovables va hasta arriba de la lista. Él quiere ser recordado como el presidente que le dio la vuelta al reto del cambio climático.

Pero en lugar de querer engancharnos a esa locomotora, el presidente López Obrador busca pleito con los inversionistas norteamericanos y con el presidente Joe Biden.

La Agencia de Energía Internacional, de la cuál México es miembro desde el 2018, acaba de publicar un reporte explicando que para llegar a la meta de cero emisiones para el 2050 todos los proyectos nuevos de exploración de energías fósiles deben de detenerse en el mundo. Esto es, no más construcción de plantas de petróleo, gas ni carbón. Uno de los países que ha tomado la delantera en este sentido, además de EUA, es España. Ahí, el Parlamento acaba de aprobar una ley que prohíbe todos los nuevos permisos de exploración y producción de carbón, gas y petróleo con efecto inmediato. Además prohíbe la venta de vehículos de combustibles fósiles para 2040 y pone como meta producir el 74% de la electricidad de España con fuentes renovables para 2030.

Y, en otro sector, el mundo entero está temblando ante lo que parece inevitable: un ataque de China a Taiwán. Mientras López Obrador decide pelearse con el presente y ofrecer disculpas por temas milenarios, en Estados Unidos y gran parte del mundo hay preocupación por lo que esto puede significar en materia de producción de semiconductores.

Semi ¿qué? Pensará AMLO, mientras pide que se le sigan inyectando millones de dólares a la refinería de Dos Bocas.

Los semiconductores o chips son la piedra angular de la industria de los electrónicos. Sirven para que funcionen nuestros teléfonos inteligentes, consolas de video juegos y son el 20% del costo de los automóviles por la cantidad de semiconductores que lleva cada uno. Si la empresa más importante del mundo en producirlos, TSMC, que está en Taiwán, queda en manos de China, Estados Unidos va a padecer una escasez de semiconductores que llevará a una escasez de electrónicos a nivel global.

México, en lugar de estar pensando en construir una refinería o un tren, debería estar pensando en ser la alternativa a la fábrica de semiconductores del mundo que hoy es Taiwán. Estamos más cerca de EUA y no tenemos la amenaza China sobre nuestro territorio. Construir una fábrica de semiconductores lleva al menos un lustro, así que México no tiene tiempo que perder.

Hoy el país tiene la oportunidad de pensar insertarse en el futuro; en ser la solución para temas energéticos y de tecnología de Estados Unidos y de poder aprovechar los rugientes años por venir dado el exceso de dinero que hay allá y aquí escasea.

Pero en lugar de hacer esto, andamos en las tonterías de cada mañanera, que cada día se vuelven más insoportables y delirantes. Se está tirando el presente y el futuro de México al basurero por los rencores y resentimientos con el pasado de un individuo y de sus habilitadores.

 

Columna completa en El Universal

La conferencia mañanera arranca con el presidente Andrés Manuel López Obrador diciéndonos que estamos mejor que en el pasado. “Tengo un reporte, todavía preeliminar, que hemos recuadado más en todo lo que tiene que ver con la venta al exterior; ha aumentado la recaudación en general, osea que vamos bien. Creció mucho el mercado exterior. Vamos muy bien en la recaudación por las importaciones porque hay menos corrupción en las aduanas ahora que en el pasado”, dijo AMLO, palabras más, palabras menos, en la conferencia de ayer martes 29 de enero.

Esta afirmación tan contundente estuvo ausente de datos. Ni los del pasado ni los que lo llevaron a decir que estamos mejor. Pero así pasó la hora 21 minutos de esta mañanera que ha tenido ese distintivo en los dos meses que lleva López Obrador siendo presidente de México: muchas palabras, poca información.

Si nos atenemos a lo que escuchamos cada mañana, es indudable que estamos mejor que antes. Primero porque tenemos a un presidente que cuenta con tanta autoridad moral, que se puede dar el lujo de gastar 100 millones de dólares en comprar pipas para abastecer combustible que ahora debe transportarse por carretera sin necesidad de licitar ni transparentar dicha compra. A decir del presidente, se puede porque ni él ni los suyos son unos corruptos.

La misma lógica aplica para la construcción del Tren Maya. Qué licitaciones y qué estudios ambientales ni qué ocho cuartos. El presidente no es corrupto así que todo puede hacerse más rápido, sin licitación y sin transparencia. Basta con la palabra del presidente que no es corrupto.

Entre la corrupción y la austeridad, nos recuerda el presidente en la matutina, tendremos fondos suficientes para financiar el desarrollo. Es más, hasta nos va a sobrar dinero porque era mucho el robo y el saqueo. Estamos mejor que en el pasado del gobierno faraónico y de lujos.

Se acabaron los funcionarios con nueve teléfonos en sus oficinas. Punto final. No dio nombres ni dijo qué pasó con el funcionario, ni con los teléfonos, pero eso es lo de menos. Tenemos finalmente un dato: nueve teléfonos en una oficina.

Estamos también mejor que en el pasado porque ahora, como el presidente Andrés Manuel López Obrador goza de tanta autoridad moral, puede darse el lujo de no caer en las provocaciones de sus hasta hace poco aliados maestros de la CNTE que están bloqueando las vías del tren en Michoacán. Por no caer en provocaciones entiéndase que puede no hacer nada para solucionar este bloqueo en un estado gobernado por el PRDista que osó decir que apoyaba a José Antonio Meade en la elección del 2018, Silvano Aureoles.

 

Columna completa en El Universal