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¿Podemos confiar en Estados Unidos? La respuesta es un claro y rotundo no. No podemos confiar en Estados Unidos. No lo podíamos hacer antes, cuando tenían presidentes mucho más serios, capaces y profesionales que Donald Trump, porque siempre hemos sabido que nuestro vecino del norte no tiene amigos ni aliados, tiene intereses.

Si eso era verdad con Obama, Bush, Clinton y tantos otros presidentes antes de ellos, lo es aun más con un Donald Trump que el día de hoy se convertirá en el tercer presidente en toda la historia del país en ser sometido a un juicio político precisamente señalado por ver por sus intereses antes que por los de su país.

Y su interés desde que estaba en campaña ha sido ganar las simpatías y los votos de su base electoral principalmente a través de los señalamientos de que la relación con México ha sido perniciosa para Estados Unidos. Lo ha sido así en materia migratoria, de seguridad y de comercio.

Por eso, por lo negativo que ha sido el intercambio comercial con México, es que Trump declaró que el TLCAN era el peor acuerdo que Estados Unidos había firmado en su historia y por ello, desde el día uno lo quiso cancelar.

Ya en el curso de su presidencia el TMEC o TLCAN, como le queramos llamar, ha sido de los pocos temas en los que hemos visto rectificar marginalmente a Trump. De quererlo cancelar, estuvo dispuesto a renegociarlo, pero siempre con la idea de que el nuevo tratado sería benéfico para sus intenciones políticas: colgarse la medalla de cancelar un mal acuerdo comercial. Esto del ganar-ganar no está en el ideario del presidente norteamericano.

Tomando esto en cuenta, es evidente que la prisa que le entró al presidente Andrés Manuel López Obrador por firmar el adendum al TMEC para que la Cámara de Representantes de Estados Unidos hiciera lo propio antes de que terminara el año ha resultado bastante costoso para la cancillería y para México.

El 25 de noviembre, el Subsecretario para América del Norte y negociador del TMEC, Jesús Seade, veía poco probable que se lograra legislar y aprobar el TMEC en el legislativo estadounidense antes de que concluyera el año. Así lo dijo en la conferencia matutina en Palacio Nacional, en la que dijo claramente: estoy pesimista. AMLO, ni tarde ni perezoso, lo corrigió inmediatamente.

A partir de esta diferencia de visiones del negociador y de su jefe, el presidente, se revirtió la inercia que traía el proceso de ratificación del TMEC. Se aceleró todo hasta llegar a la firma del adendum en Palacio Nacional y la ratificación fast-track en el senado mexicano el 10 y 12 de diciembre, respectivamente.

De ahí siguió el caos del fin de semana que llevó a Seade a tomar un avión para entrevistarse con el encargado comercial, Robert Lighthizer, en Washington. La intención fue externar su sorpresa por el lenguaje utilizado en la carta de implementación del TMEC que envió La Casa Blanca al legislativo en torno a la figura de los agregados laborales. La sorpresa vino porque precisamente no se puede confiar en Estados Unidos. En lugar de esperar a que avanzara el proceso en EUA, como lo ha estado haciendo Canadá, y mientras tanto seguir funcionando bajo las reglas del TLCAN original, México quiso jugarle al gigante por las prisas del presidente López Obrador.

 

Columna completa en El Universal

Estamos en un punto de inflexión en la violencia, declaró el flamante Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo. Lo dijo mostrando una gráfica durante la conferencia mañanera que transcurría en Palacio Nacional, en la CDMX. Y al mismo tiempo en La Aguililla, Michoacán, gritaban policías estatales desesperados: “¡K-8! ¡K-8! ¡Nos atacan!

El saldo de la mañanera de Palacio Nacional fue de complacencia. El de Michoacán de 13 policías muertos y nueve heridos en la emboscada. Además quedaron unidades policiacas calcinadas y en los parabrisas se podía leer “A todos los policías que apoyen a los lacras se los cargará la ve…Att. CJNG”.

En Palacio Nacional se escucha un día sí y el otro también al presidente decir que para combatir la inseguridad su gobierno dará abrazos, no balazos. En Michoacán y en gran parte del país la respuesta a esta ‘estrategia’ es la inversa: balazos, no abrazos.

Y es que el país que describe el presidente y sus invitados en las mañaneras de Palacio Nacional es muy distinto al México que vivimos el resto de los mortales.

Otro día más en Palacio Nacional. Ahora se reúne la primera plana de los empresarios gaseros. Sentados, un poco incómodos, aplauden al presidente López Obrador que habla de que la corrupción se está barriendo como las escaleras, de arriba para abajo, y que en su gobierno ya no hay tolerancia a la corrupción. Entre los sentados a lado de los empresarios está el Director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett.

Terminada la conferencia matutina Manuel Bartlett regresa a su despacho. Pasan las semanas y los señalamientos de corrupción y enriquecimiento ilícito en su contra siguen brillando por su ausencia.

Por su parte los empresarios que aplaudieron y prometieron que van a invertir, siguen ideando estrategias para que su dinero esté a salvo. No quieren ni hablar en fuerte, ni escuchar en público sobre el panorama que vive el país. Quizás la idea es que si no se habla de los errores del gobierno, éstos no tendrán efecto. Una estrategia parecida a la que implementó el gobierno de Peña Nieto para ‘combatir’ la inseguridad: no hablemos del tema y así la seguridad quedará resuelta.

Estamos ante una emergencia en materia de seguridad que sin duda heredó el presidente López Obrador. A esa emergencia se le suma un panorama muy negativo en materia económica. Este cuadro no augura más que un círculo vicioso: si la economía empeora, la seguridad lo hará también.

Pero en Palacio Nacional dirán que, a pesar de la terrible herencia del pasado, todo mejora. Es la Cuarta Transformación.

Apostilla: Hoy Javier Bonilla ofrecerá una conferencia de prensa a las 11:45 de la mañana. Ayer el presidente López Obrador le envió un mensaje muy claro en su conferencia mañanera: que la Ley Bonilla con la que pretende ampliar su mandato de 2 a 5 años es una pena y que el expediente perdido para poder publicar el cambio debe de ser hallado. El documento apareció ¡oh sorpresa! unas horas después.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

El presidente Andrés Manuel López Obrador dice que el país va muy bien. Habla de “un ánimo distinto, es un ambiente nuevo, aunque digan lo contrario nuestros adversarios en México hay alegría, hay entusiasmo, es otro país, es otro humor.” Ese ha sido el tono de sus conferencias mañaneras de la semana. Aunque ya lleva meses diciendo que vamos requetebién.

Cuestionado sobre el desabasto de medicamentos; complicaciones económicas; la falta de crecimiento; la inseguridad, el presidente considera que se trata de campañas de desinformación de sus adversarios que actúan así porque tienen mal humor, el cual, considera el presidente, se les va a ir quitando. “Se van a ir alegrando junto con millones de mexicanos que estamos celebrando este cambio verdadero, esta transformación”, declaró el presidente.

La gran premisa transformadora del presidente tiene que ver con la austeridad. No vivir en Los Pinos; no usar la caravana de suburbans blindadas con varios miembros del Estado Mayor Presidencial para manejarlas, abrir las puertas, quitar a quienes le estorben en su camino; no usar el avión presidencial y subirse en avión comercial como cualquier otro mexicanos y un largo etcétera, muy simbólico, caracterizan la transformación presidencial.

La austeridad per se no necesariamente es positiva. Si nos vamos a un ejemplo extremo, al concluir la Primera Guerra Mundial, las medidas de austeridad que se vieron obligados a adoptar los alemanes para pagar las reparaciones de la guerra fueron una de las causas principales del ascenso de Hitler al poder y del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Pero la misma austeridad ha sido la causa de grandes problemas políticos actualmente en Grecia y en Italia, cuyo Primer Ministro acabó renunciando ayer, justamente por no poder seguir manejando el barco italiano entre las aguas del populismo y la austeridad de la Liga y el Movimiento de las Cinco Estrellas.

En México pocos estarían en desacuerdo con el diagnóstico de que el despilfarro público ha ido creciendo sexenio con sexenio y que había que ponerle un alto. Pero ese alto debe de hacerse tomando en cuenta que no queremos un país en el que todos tengamos lo mismo, en menores cantidades, sino todos lo mismo en mayores cantidades.

El presidente Andrés Manuel López Obrador dice una y otra vez que los bienes materiales no debieran ser lo que nos incentive. Que debemos ser más humanistas. Que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre.

Eso suena bien, pero al final del día, hay (somos) muchos mexicanos que queremos lo mismo que el propio presidente tiene: la oportunidad de acudir a un médico especialista de primerísima calidad en el momento de una complicación cardiaca como la que él tuvo y pudo ser atendido por el Dr. Félix Dolorit de un hospital del sur de Miami antes de ser presidente y no sabemos si aun conserva. Esperemos que mantenga cuidados de primera.

También sería positivo que todos los mexicanos pudieran enviar a los hijos a un campamento de verano como Santa Úrsula en San Luis Potosí, considerado uno de los mejores campamentos del país que tiene 17 hectáreas bardeadas con un costo de 40 mil pesos por semana, como al que acudió el hijo menor del presidente estas vacaciones. Y, sin duda, sería una aspiración legítima contar con un departamento de 300 metros cuadrados, como el que se le acondicionó al presidente en Palacio Nacional.

COLUMNA COMPLETA EN EL UNIVERSAL

Recuerdo el hartazgo que comenzó a sentirse en Estados Unidos cuando Barack Obama era presidente y pasado más de un año de su llegada a la Casa Blanca, seguía culpando a su antecesor George W. Bush por los problemas económicos.

Obama repetía una y otra vez que “el día que asumí el cargo, enfrentamos $7.5 mil millones de dólares adicionales en deuda nacional como resultado de dos grandes recortes de impuestos, principalmente para los estadounidenses más ricos. También heredamos la peor recesión desde la Gran Depresión, que, incluso antes de tomar cualquier medida, agregó $3 mil millones de dólares adicionales a la deuda nacional”.

Esta oratoria llevó al hartazgo de más de uno que le preguntaban a Obama ¿hasta cuándo va a seguir culpando a su antecesor por los problemas del actual gobierno?

Esa misma pregunta que se hacían varios estadounidenses en 2009, me gustaría hacérsela hoy al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador: ¿Hasta cuándo los problemas de hoy seguirán siendo culpa del pasado neoliberal, de los antecesores conservadores y cuándo ya serán responsabilidad del actual gobierno? Hasta ahora, si
no son los expresidentes o sus empleados, AMLO apunta a las fallas como derivadas de algo o alguien más. Tan solo en la conferencia mañanera de ayer, el reporte con errores que dio la secretaria de Energía, Rocío Nahle, sobre las gasolineras que cobran más cara y más barata la gasolina, fue culpa de la Comisión Reguladora de Energía, la CRE.

El lunes, con bombo y platillo, AMLO le pidió a Nahle que leyera la lista completa de estaciones de servicio que venden la gasolina más cara y más barata. Cuando al día siguiente el reportero de Grupo Imagen le señaló al presidente que algunas de esas estaciones de servicio tienen meses de estar cerradas, AMLO excusó la información errónea aduciendo que ésta la habían obtenido de la CRE, un órgano independiente.

A los medios les tomó menos de 24 horas dar con la situación de las gasolineras cerradas. Si AMLO y la secretaria Nahle hubiesen querido hacer bien su presentación, incluso habrían mencionado no sólo las estaciones que venden más barato, sino las que han cerrado por estar suspendidas por presuntamente vender combustible robado.

Va tan solo un ejemplo. La gasolinera Servicio M&M, ubicada en el Estado de México, que, según la secretaria Nahle vende el litro de Magna muy barata, en 15.71 pesos, fue cerrada en agosto de 2017 por venta de combustible robado. Esta gasolinera es señalada como propiedad de María del Carmen Miranda Nava y Ricardo Víctor Mercado Galán, hermana y cuñado del exsecretario de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda Nava, gran compañero del expresidente Enrique Peña Nieto.

En lugar de reportar el dato correcto y colgarse no una sino dos medallas, una por señalar la corrupción y otra por realmente encontrar las gasolineras que venden más barato, AMLO optó por dar por bueno un reporte que ni se revisó, a pesar de que la advertencia de que se darían los datos se hizo con una semana de anticipación. Y cuando se da a conocer el error, la culpa no es de Nahle ni de AMLO, es de un órgano independiente: de la CRE.

Se entiende que cambiar a México no es un trabajo que sucederá de la noche a la mañana. Por ello, en lugar de estar señalando al pasado para justificar las fallas del presente, tendrá que llegar el momento en que se asuma la responsabilidad de gobernar hoy México. Presidente López Obrador, gobierne sin excusas por favor.

 

Columna completa en El Universal

Los problemas para Donald Trump comienzan a apilarse. En estos momentos, su terquedad por querer que el senado le apruebe 5 mil millones de dólares para construir el muro en la frontera con México tiene el gobierno cerrado por falta de fondos para seguir funcionando.

Si la discusión entre Trump y los senadores fuera para mejorar la seguridad fronteriza, seguramente podrían llegar a un acuerdo de entregarle recursos a cambio de un esquema de mayor patrullaje o inversión en tecnología para la zona, pero como lo que se discute es un símbolo que Trump considera determinante para fortalecer a su base electoral o perderla, el margen de maniobra entre ambos lados es demasiado estrecho. Es un todo o nada en donde Trump considera que se juega su reelección y los demócratas por ello no están dispuestos a ceder ni un ápice.

Lo incomprensible es que este cierre del gobierno es porque Trump quiere dinero para construir un muro que él dijo pagaría México. Los demócratas tienen así todas las de ganar en este nuevo escándalo que tiene a 800 mil empleados del estado sin recibir sueldo en plenas fiestas decembrinas o trabajando sin paga.

Pero ese no es el único problema de Trump. Legalmente continúan las investigaciones sobre conspiración con Rusia, obstrucción de justicia y gastos de campaña que lleva el investigador especial Robert Muller. Con él ya cooperan el ex abogado de Trump, Michael Cohen, quien ya ha sido sentenciado a tres años de prisión, y el ex asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, cuya sentencia sigue pendiente. La expectativa por conocer las conclusiones de Muller es enorme. El escenario para Trump podría ser reelección en el 2020 o prisión. Eso explica aun más su impulso de un todo o nada respecto al muro fronterizo.

A ello hay que sumar que las irregularidades financieras de la fundación Trump han llevado al presidente a cerrarla. Está también el pleito que tiene con el presidente de la Reserva Federal (FED), Jerome Powell, a quien Trump quiere despedir por la más reciente alza a las tasas de interés. Powell, como cualquier presidente de la FED, tomó su decisión en términos económicos, pero Trump siente que es un error político porque como él ha basado el éxito o fracaso de su desempeño como presidente en si suben o bajan los índices de Wall Street, la caída que ocasionó el alza en las tasas de interés lo tienen desesperado.

Y sin duda su decisión de retirar las tropas estadounidenses de Siria y la consiguiente renuncia del Secretario de Defensa, James Mattis por esta razón, es un tema que le cuesta mucho sobre todo con los republicanos. Varios de ellos se han quejado abiertamente y han señalado que los ganadores de esta medida son Rusia e Irán, los aliados del dictador sirio, Bashar Al-Assad.

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Aun cuando quizás Andrés Manuel López Obrador no viva en Los Pinos, a tres mil quinientos metros del lugar en donde han vivido los presidentes de México desde Lázaro Cárdenas, se ubica la delegación Miguel Hidalgo. Ahí, tan cerca de Los Pinos, regresa como alcalde Víctor Hugo Romo.

Romo ya fue delegado de Miguel Hidalgo por el PRD y el balance de su gestión la marcó la corrupción. Corrupción que abarcó desde la extorsión a restauranteros, antreros y constructores, hasta el desarrollo de edificios plagados de irregularidades en donde Romo pedía su ‘diezmo’ de un departamentito para él o sus cercanos.

Ahora regresa bajo las silgas de MORENA. Ganó por poquito: 5 mil 49 votos de los 226 mil 502 que se emitieron. Algunos dicen que su triunfo fue gracias a la compra de votos y el rebase de tope de gastos de campaña. Cuando menos eso ha reportado quien quedó en segundo lugar, Margarita Martínez Fisher, del Frente (PAN, PRD y MC) cuya queja está ahora en el Tribunal local y seguramente llegará hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero la explicación más sencilla es que Romo ganó arrastrado por el tsunami de López Obrador.

¿Cómo es posible que AMLO que habla de que el poder es humildad; de honestidad valiente y de que su bandera es no a la corrupción tenga entre los suyos a un personaje como Víctor Hugo Romo?

Basta comenzar con decir que actualmente existe una denuncia penal en su contra a la que no se ha presentado a declarar porque tiene fuero como Asambleísta. La denuncia es por una serie de obras que realizó cuando estuvo al frente de Miguel Hidalgo cuyas irregularidades siguen costándole a la delegación, ahora municipio, y que en pocas semanas deberá pagar 70 millones de pesos a la Tesorería.

Las obras señaladas en la denuncia en contra de Romo son tres principalmente: El mercado Escandón; el edificio delegacional y el parque El Mexicanito. Sobre estas tres obras y sus irregularidades hay documentos presentados y acreditados ante las instancias penales correspondientes que señalan pagos anticipados; cambios a los proyectos originales; uso de empresas como Elementos Estructurales y Construcción BC S.A de C.V cuya existencia no ha podido comprobarse por lo que cumplen con las características de las llamadas empresas fantasmas, e incumplimiento en los plazos de construcción.

Incluso hay dos ex funcionarios de la administración de Romo que están vinculados a proceso por las irregularidades en estas obras. Martín Adolfo Mejía Briones y José Carlos García Chávez quienes fungieron como Director General de Obras Públicas y Desarrollo Urbano y Director de Obras, respectivamente.

 

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En los resultados que da a conocer hoy Massive Caller Ricardo Anaya se ubica por primera vez arriba del 30 por ciento de las preferencias electorales, siete puntos atrás de López Obrador. 30.24% para él; 12.48% para Meade; 37.77% para AMLO; 5.09% para Zavala; 1.95% para El Bronco y 12.45% de indecisos.

Massive Caller ha sido contratado por el PAN quien le ha pagado un millón de pesos para la realización de encuestas. Esto me lo confirmó José Carlos Campos, director de la empresa.

La casa encuestadora ha estado siguiendo la evolución de las preferencias presidenciales desde noviembre del 2017. Su metodología, me comenta su director, les permite entregar resultados mucho más rápido y a menor precio que las encuestadoras tradicionales. Esto es así porque su encuesta es exclusivamente telefónica, con robots haciendo las llamadas.

Por esto, tras el primer debate de Palacio de Minería, pudieron dar a conocer tendencias sobre quién lo había ganado 15 minutos después de haber terminado el encuentro entre los candidatos. Las encuestas tradicionales tardan aproximadamente 5 días para procesar esta información y a un precio más elevado.

En promedio, contratar una encuesta con Massive Caller cuesta entre 50 y 70 mil pesos, dependiendo si se trata del ámbito municipal, estatal o federal. Una encuestadora tradicional cobraría alrededor de medio millón de pesos por estudio, según el mismo Campos.

A partir del primer debate, la casa encuestadora anunció que daría a conocer encuestas diarias con las preferencias rumbo a las elecciones del 1º de julio. La de hoy acerca a Anaya a AMLO de tal forma que puede generar dudas sobre su confiabilidad.

El millón de pesos que el PAN le pagó a Massive Caller es por un paquete de encuestas. Campos argumenta que aun cuando el PAN es quien los ha contratado, sus resultados no se ven comprometidos. Para muestra, la encuesta publicada 15 minutos después del primer debate en donde a la pregunta de ¿quién cree que ganó el debate presidencial? resultó ganador AMLO para el 40.9% de quienes vieron el encuentro, con Anaya un punto detrás, en 39.7%. Meade obtuvo 9.2%; Zavala 7.3% y El Bronco 2.9%.

 

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Así como Bill Clinton acuño “es la economía, estúpidos” en su campaña que lo llevó a la presidencia en 1992, ahora en México hacia el 2018 es muy fácil entender que…es la corrupción, estúpidos, lo que la gente quiere que sea resuelto.

Lo llevamos pidiendo a gritos desde hace tiempo. Por ello, vuelvo a recordar que Enrique Peña Nieto enarboló como eje central de su campaña en el 2012 que combatiría de manera frontal la corrupción y que para ello crearía un Zar Anticorrupción.

Pues ya vamos en el año seis del gobierno y el famoso y cacareado Zar brilla por su ausencia. Pero lo peor es que esto es así no porque el actual gobierno no sepa lo importante que es para los ciudadanos el combate a la corrupción. Tan lo sabe, que se creo y aprobó el Sistema Nacional Anticorrupción y se nombré un Comité Ciudadano Anticorrupción para apoyar en esta lucha que tanto nos cuesta a todos en México.

El detalle está en que, por un lado no se ha nombrado al titular de este Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), y por el otro el Comité Ciudadano está siendo bloqueado constantemente en sus esfuerzos por avanzar en la materia.

Cuatro de los cinco comisionados, me imagino que hartos con la tomadura de pelo a la que sienten y ven han sido sujetos, decidieron hablar. Y lo hicieron con el New York Times que publicó un artículo de primera plana el pasado 2 de diciembre haciendo un recuento de lo mal que está la lucha contra la corrupción en México.

Una tomadura de pelo porque además del Zar Anticorrupción no han sido nombrados los 18 jueces que deberían conformar el SNA.

También porque los comisionados, Jacqueline Peschard, Luis Manuel Pérez de Acha, José Octavio López y Mariclaire Acosta han sido bloqueados de cualquier discusión en materia de corrupción por el gobierno. (El 5º comisionado, Alfonso Hernández, no aparece citado ni entrevistado en el artículo).

 

 

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Foto: Archivo APO

Me imagino a la hoy ex presidenta de Corea del Sur, Park Geun-Hye, lamentando que fue víctima del bullying. Que por eso surgió la Revolución de las Velas que terminó sacándola del poder a ella y que puso a los directivos de Samsung, la empresa más grande e importante de ese país, en prisión.

 

Fue solo por bullying. Bullying ante una pobre presidenta que tenía una amiga, Choi Soon-sil, que manejaba a la tituar del ejecutivo a su antojo y, mediante esa cercanía logró que su hija Chung Yoo-ra, dedicada a la equitación, fuera admitida a una de las mejores universidades de Corea y que Samsung le regalara un caballo sumamente elegante y competitivo.

 

Esas fueron las dos gotas que derramaron el vaso de la corrupción en Corea del Sur. Un país que estaba acostumbrado a las trampas y los cochupos, allá los llaman chaebols, y que decidió hace poco más de un año, el 28 de septiembre del 2016, ponerle punto final a estas prácticas mediante el Acta Kim Young-ran.

 

Esta política regula las prácticas que antes se consideraban tradición en las relaciones entre servidores públicos y empresarios. Prohíbe invitar a los políticos o periodistas a comidas que impliquen un gasto mayor a $25 dólares; dar regalos más caros de $45 dólares y otorgar más de $100 dólares en efectivo como regalos de boda o funerales. Para los maestros de escuela la cifra máxima permitida en cualquiera de estos rubros es de CERO wons (moneda de Corea del Sur).

 

Esta Acta anticorrupción afectó de arranque a 4 millones de servidores públicos (que por cierto, en Corea no pueden pertenecer a ningún partido salvo los Secretarios de Estado). Pero como tiene prohibiciones para las familias de los servidores, el Acta Him Young-ran ha afectado prácticamente a todos los ciudadanos.

 

 

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Foto: Twitter

El presidente Enrique Peña Nieto declaró en el foro organizado por Grupo Interacciones y El Financiero Bloomberg (16 de octubre) que nunca, ningún gobierno había luchado tanto en contra de la corrupción como el suyo.

 

En un primer momento pensé que había escuchado mal. Pero no. Lo dijo Peña Nieto y agregó que el problema no es su combate a la corrupción, sino que en México vemos corrupción en todos los problemas. Si hay un socavón, culpamos a la corrupción, aun cuando éstos ocurran en varios países. Si hay un choque, queremos culpar a quien compró el semáforo que, al fallar, ocasionó el accidente.

 

Olvida el presidente que, si bien socavones ocurren en otras partes del mundo, éstos no suceden a tres meses de inaugurada la obra que costó casi el doble de lo presupuestado y sobre la cual el propio Secretario de Comunicaciones y Transportes presumió que se había invertido en la infraestructura necesaria, en este caso el drenaje, que luego se supo no se invirtió y fue justo la falta causante del socavón.

 

Pero socavón y semáforos a un lado, si lo que quiere el presidente Peña es que comparemos la corrupción del actual sexenio con la que ocurría cuando López Portillo era presidente y se tiraban bardas de conventos antiguos para meter pianos para su esposa, sí, indudablemente hay menos corrupción a nivel ejecutivo.

 

El problema es que México ha cambiado y hoy ese tipo de escándalos no son comparativos, pero tampoco son razón para eximir la corrupción actual.

 

 

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

Me refiero al twitter del presidente legítimo, de Andrés Manuel López Obrador, quien, como Trump, utiliza esta herramienta para difundir medias verdades o mentiras tal cual y para atacar a la democracia.

 

Mucho escándalo provoca el uso que hace Trump de twitter. Apenas ayer fue alarmante el ataque que emprendió contra los conductores del programa Morning Joe, Mika Brzezinski y Joe Scarborough, de quienes justificó se estaba defendiendo por lo que ambos han dicho sobre el presidente en su exitoso programa de televisión. Ataques llenos de misoginia que llevaron incluso al líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, a condenar el uso de la red social que hace Trump.

 

Pero a Trump en twitter nadie lo para. Así le esté costando en imagen y muy pronto en términos económicos a Estados Unidos tener a un presidente tan agresivo y promotor de todo menos de la unidad.

 

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Foto: Archivo APO

Por escándalos, el presidente no ha parado. Lo que hemos visto desde el despido fulminante del director del FBI no es nada nuevo. O cuando menos no debería serlo. Escándalos hubo desde su candidatura. El video de Access Hollywood que se dio a conocer días antes de las elecciones en el que Trump presumía al conductor Billy Bush que él podía agarrar de donde quisiera a cualquier mujer si quería, solo porque era famoso, pareció el último clavo en su ataúd y, sin embargo, sabemos que hoy está sentado en la silla presidencial.

 

A pesar de todos los escándalos, Trump es presidente. La pregunta es ¿por cuánto tiempo más?

 

 

Texto completo en El Universal